En la oficina de los hermanos Lombardi, Dominic observaba al cobayo de vez en cuando para asegurarse de que seguía dentro de la jaula, si se escapara tendría que perseguirlo y no lo quería tocar. Sentía que lo iba a morder con esos dientes de conejo que tenía. Por el contrario Doménico se acercaba para darle una zanahoria, o una manzana, el conejillo de indias se la recibía encantado, de seguir cuidándolo se iba a convertir en una bola de carne. Kui... kui... kui... — Por dios, ese sonido me eriza los cabellos. — El imponente gemelo no podía evitar su aversión al cobayo por qué se le asemejaba a una rata. — No seas exagerado Dominic, ¿Qué te puede hacer este animalito indefenso? — No lo sé, y tampoco quiero averiguarlo, me preguntó a qué horas va a dejar libre Rafael a Emma, creo que debería de enviarle un mensaje. Tener al señor CM aquí no me deja concentrarme. En ese momento se escuchó el flash del teléfono del entrajado Doménico. — Envíale esta foto donde come, as
Los cuerpos se frotaban con intensidad mientras los besos no cesaban. Emma podía sentir la dureza del falo del CEO, eso la hacía sentir que las cosas realmente estaban pasando. Ese amor de adolescentes se había convertido en una enorme llamarada de pasión que ya nadie podría detener. Emma sentía una descarga eléctrica en cada caricia de Rafael, lo anhelaba también al igual que él, lo necesitaba de una forma en la que jamás necesitó a nadie. — Pídeme que pare, pídeme que me detenga en este momento y lo haré, te dejaré ir y nunca más volveré a cruzar esta línea. Pero si no lo haces te prometo que nunca más te dejaré ir, serás mía para siempre y no quieres saber lo posesivo que soy con lo que es mío... — Hablaba el CEO intentando hacer un último esfuerzo por no tomarla, se conocía y sabía que la iba aprisionar en su sus brazos para siempre, él pedía que ella no lo dejara avanzar más. Pero la bella pelirroja buscó los gruesos labios de su primer amor y los besó de forma que le hizo
El asistente Rogelio, tal como Rafael se lo ordenó, pasó a la compañía Lombardi a recoger al conejillo de indias. Apenas llegó sintió el ambiente algo tenso. — CEOS Lombardi, el señor Mendoza me ha enviado por el cobayo, veo que está bien en su jaula. Lo tomaré para retirarme. Solo que uno de los CEOS se puso de pié y caminó hasta el asistente. — Nosotros podemos cuidarlo sin problemas hasta que la señorita De León pueda venir a recogerlo. — Dijo Doménico, el hombre no quería dejar ir al animalito, tenerlo ahí significaba que podría ver pronto a Emma. — Eso no va a ser necesario CEO Lombardi, ya tengo todo resuelto para llevarme al señor CM. — Rogelio de inmediato supo lo que significaban esas iniciales, y recordó la conversación con su jefe. — así que tomó la jaula y se despidió respetuosamente de los dos empresarios. Kui... kui... kui... El animalito hacia ruiditos, el asistente entró al ascensor y apenas cerró, Doménico fue a su escritorio a sentarse de muy mal humor
Mientras tanto el asistente Rogelio llegaba a su casa y ponía al cobayo en su sala de estar. El justo se sentaba frente a él — Ahhh... Creo que no me pagan lo suficiente como para también cuidar de una mascota... Afortunadamente el hombre vivía solo. No tenía novia, ni amante, ni esposa, así que por un momento pensó que le vendría bien la compañía del cobayo y lo sacó de su jaula para jugar con el y darle un poco de lechuga. Kui... kui... kui... — Tienes muchas energías, eh... (...) Emma se quedó en silencio por unos momentos, no quería despertar al CEO pero tenía muchas ganas de hacer pipí. Despacio quitó los dos brazos del hombre de encima suyo y corrió al sanitario. — Oh, carajo, me duela la... ahhh... Tendrá algún analgésico Rafael por por aquí. — La pelirroja buscaba por ahí pero no encontró nada. Estaba por regresar a la cama pero tenía dificultad para caminar. Más al abrir la puerta, el atractivo hombre se encontraba del otro lado, a punto de abrir. — Emma
De regreso en el auto, Emma tenía puesta ropa deportiva de Rafael, le quedaba bastante holgada, ella era espigada y alta. La pelirroja lo observaba mientras el conducía. — ¿Quieres preguntarme algo? Si es así puedes hacerlo. — No es una pregunta, Rafael, creo que lo que hicimos estuvo mal. — ¿Por qué dices eso? No está mal hacer el amor si amas a alguien. — Creo que tú no estás consciente de lo que acabamos de hacer. Estás comprometido y a punto de casarte Rafael, y yo... Yo no voy a ser tu amante. — Nadie te ha pedido que lo seas, jamás he pensado en ti de esa manera. Estoy enamorado de ti Emma, ¿Qué no lo he dejado claro? ¿En verdad crees que habría tomado si no tuviera sentimientos por ti? No soy un hombre que se deje llevar por la pasión de un momento. — Esto... Fué un error, no debimos. Tienes una relación, no eres un hombre libre, debí detenerme, pero no lo hice y soy culpable por eso. Tampoco tú te detuviste, ¿Por qué? — No me detuve a hacerte mia por qué.
Después de asegurarse de dejar a Emma en su departamento, el CEO Mendoza salió de inmediato a ver a su abuelo. Le preocupaba muchísimo que algo malo le sucediera. Era su única familia cercana, no tenía padres, ni hermanos, pisó el acelerador hasta el fondo yendo a toda velocidad. Cuando el empresario llegó a la exclusiva clínica ya lo estaban esperando. Su presencia y elegancia imponían. — Señor, gracias a dios que ya está aquí. Su abuelo ha estado muy inestable y lo está llamando. — Llévame con él. — Dijo el hombre a secas. — El mayordomo lo guió por el elevador, después de estar en urgencias y hacerle varios estudios, habían subido al señor Mendoza a una habitación privada. La puerta se abrió y el CEO pasó su verde mirada por toda la habitación, el lugar estaba inmaculado, el hombre maduro estaba con aparatos que tenían cables con chupones pegados al pecho, tenía también una intravenosa puesta por dónde le estaban pasando medicamentos, se veía pálido y cansado. Al escu
El CEO Mendoza, no volteó atrás, se había dado cuenta de que su querido abuelo no era el hombre que él había pensado que era. Su naturaleza era demasiado frívola y egoísta. Rafael pudo ver la verdadera cara del padre de su padre, no era íntegro, no tenía sentimientos por nadie, era frío, no se preocupaba por él realmente, y... sobee todo no lo quería de la misma forma que él. — Cómo pude equivocarme tanto contigo abuelo. Siempre pensé que tú eras la persona que más me quería en el mundo después de perder a mis padres... — Esa noche a Rafael se le hizo una profunda herida en el corazón, su propio abuelo se la había hecho. Durante la madrugada había sido llamado constantemente del celular de su abuelo, pero no respondió, al final apagó el teléfono para intentar descansar, ese día había sido el más feliz de su vida, y también el más triste, era como si su querido abuelo hubiese muerto para él. Al día siguiente al llegar a la compañía, Emma se encontró con Elena justo en recepci
Emma ahogó un gemido, el ardiente beso de Rafael le calentó la piel... y algo más. Si él se lo pidiera se entregaría sin reservas de nuevo a sus brazos y a sus besos. — Deja... Deja ya de besarme, por favor Rafael... No seas malo conmigo. — La pelirroja suplicaba al CEO que dejara de tocarla y de besarla. Kui... kui... kui... El pequeño cobayo se ponía intranquilo como si supiera que su dueña y madre estuviera a punto de ser cómoda por un feroz lobo. — No voy a hacerte nada... Aquí... Además parece que alguien aquí está intranquilo por su dueña, cobayo, ella es mía, deberías devolverlo a la tienda, Emma. — ¿Qué...? !A los hijos no se les devuelve Rafael! El señor CM es como mi cobayijo, no voy a abandonarlo. — Ahhh... ¿Por qué lo llamaste como yo? Es un cobayo, ¿Acaso me odiabas tanto? — No... Bueno, quizás tal vez un poco... No le dijiste que estabas comprometido, te lo callaste Rafael, ¿Qué carajos pretendías hacer? — Emma se cruzó de brazos. Rafael se puso de p