Te haré mía...

En la oficina de los hermanos Lombardi, Dominic observaba al cobayo de vez en cuando para asegurarse de que seguía dentro de la jaula, si se escapara tendría que perseguirlo y no lo quería tocar. Sentía que lo iba a morder con esos dientes de conejo que tenía.

Por el contrario Doménico se acercaba para darle una zanahoria, o una manzana, el conejillo de indias se la recibía encantado, de seguir cuidándolo se iba a convertir en una bola de carne.

Kui... kui... kui...

— Por dios, ese sonido me eriza los cabellos. — El imponente gemelo no podía evitar su aversión al cobayo por qué se le asemejaba a una rata.

— No seas exagerado Dominic, ¿Qué te puede hacer este animalito indefenso?

— No lo sé, y tampoco quiero averiguarlo, me preguntó a qué horas va a dejar libre Rafael a Emma, creo que debería de enviarle un mensaje. Tener al señor CM aquí no me deja concentrarme.

En ese momento se escuchó el flash del teléfono del entrajado Doménico.

— Envíale esta foto donde come, as
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