—¿Qué haces aquí?— Lisandro le pregunta, sorprendido de verla. Ella se queda en silencio, su mirada se dirige a Irene, quien la mira con desdén.—Ella cuida del niño Connor, mi amor, eso es todo— interviene Irene para que Lisandro y Caroline no crucen palabras. —Ya te puedes ir, recuerda que tienes horario por cumplir—. Habla con autoridad, como si Caroline fuera su esclava.Caroline baja su mirada, fijándose en el suelo, y suelta un largo suspiro de cansancio. No está para discutir, y mucho menos para que su hijo la escuche luego. —Un permiso— susurra y se marcha sin mirarlos. Lisandro se tensa.—Necesito saber la verdad, Irene—. Le suelta la mano y la mira directamente a los ojos. La mujer inmediatamente se pone rígida porque la verdad no se la puede decir. —No sé de qué hablas…—Mi hija Aileen no se parece a ti y tiene rasgos similares a la sirvienta—. Irene pasa saliva y luego lo mira con la perfecta actuación de querer llorar.—¿Quieres saber la verdad?— alza su mentón y una lágr
Lisandro aprieta sus manos de cierta forma; no tiene por qué hablar de este tema delante de su hijo, pero siente celos y enojo con su hermano Parker porque no podría aceptar que la mujer que es la madre de sus hijos esté con su hermano, y eso lo lleva a sacar falsas conclusiones, como el hecho de que Caroline sea una mujer que no vale la pena.Al percibir el silencio de su hermano, Parker se acerca a su sobrino Connor, sintiéndose victorioso. —¿Cómo sigues, campeón? Te traje un regalo.—Gracias por venir, tío; te eché de menos —El niño es muy especial.—También te eché de menos; voy a abrir tu regalo— Parker empieza a quitarle la envoltura, y Lisandro observa en silencio, recordando que la relación con su hermano no ha sido agradable, pero no tolera que se haya tan especial. En fin, Lisandro se siente tenso; no quiere que su hermano le quite a sus hijos.—Tenemos que hablar, Parker.—¡Es un carro de carreras! ¡Genial, tío! ¡Eres el mejor! —exclama con emoción.—Connor, iré a hablar co
Caroline retrocede un paso, el grito furioso de Lisandro la aterroriza, y más al ver el sufrimiento de Berenice, en cómo acaricia su mejilla y solloza con sus manos temblorosas. —Hijo, qué bueno que llegas—, corre a los brazos de Lisandro como si Caroline fuera una criminal que le fuera a hacer más daño.—¡Esa mujer es una salvaje!—, bufó con voz nerviosa.—¿Quién te crees para lastimar a mi madre?—, pregunta Lisandro, mirándola con desdén.—Las cosas no son así, ella también me golpeó—, Caroline intenta defenderse, aunque en este momento se siente pequeña al lado de Lisandro y esa malévola mujer.—¿Pero qué es este escándalo?—, Irene se acerca a ellos caminando con elegancia.—Tenías razón, Irene, esa mujer es una salvaje, es un peligro para nosotros, la familia—, Berenice se aleja de su hijo. —Se atrevió a ponerme una mano encima. —¿Qué carajos pasa? ¿Te damos la mano y así nos pagas?—, Irene se acerca a Caroline, quedando frente a frente.—Lo mejor es que ella se vaya de la casa—,
—¿Acaso qué aparentaba ser a tu lado? —pregunta al acorralarla en la pared—. ¿Quieres aprovecharte de la situación para seducirme, así como lo has hecho con mi hermano? Dime…La ira de Caroline aumentó con esas palabras, y reaccionó dándole a Lisandro una fuerte bofetada que lo dejó estático por un segundo.—¡Respete, señor Lisandro! Usted puede tener pérdida de memoria y no creer en mí, pero una zorra no soy. Cuando solamente he estado contigo—¡Mientes! —la toma de las manos para que esa acción no vuelva a pasar—¡Ya suéltame! —el rostro de Caroline está enrojecido. —Le doy un consejo, señor Caristeas: no trate mal a las personas, y menos si no sabe cómo han sido realmente las cosas—¿Entonces cómo han sido?! —se acerca más, quedando a escasos centímetros. Es algo que su cuerpo le exige.—Según tú, me amas… —¿Cómo amarte…? ¡Te estás acostando con mi hermano! —¡Joder! ¡Eso no es así! Pero entonces lo haré para que seas feliz. Si piensas que yo soy una zorra, una mala mujer, despué
La tensión que los hace sentir, la pasión que desborda en cada uno, hace que el deseo aumente más, llevándolos a la locura, cegando la mente de cada uno, sin importar los problemas, esas dificultades que están atravesando, porque se necesitan con demencia. Ella observa cómo Lisandro la posiciona aún más, al tomarla de las piernas y subirlas a sus hombros. —Recuérdame, mi amor…— suplica Caroline con un hilo de voz. —No grites—, dice Lisandro, mientras con su mano libre desabrocha su pantalón, breve y ansiosamente. —Lo que tú digas, mi amor—. Una de las cosas que a Lisandro le gusta de Caroline en la cama es lo sumisa que es; le satisface que ella haga lo que él le ordene. Aunque él no lo recuerde, le encantó la respuesta de Caroline. —Humedece tus dedos y llévalos a tu intimidad para lubricar—, le ordena, y el hecho de que ella lo haga la hace sentir especial en ese momento, como si fuera su perverso Lisandro de siempre. La mirada de Caristeas se intensifica en ella, al ver cómo lle
Lisandro comprendió perfectamente la indirecta de Berenice, quien se da un paso hacia atrás y luego, sin dejar de mirarlo, le dice a Irene: —Vamos, querida, necesitas un té para calmarte. No ha pasado nada—. La voltea a mirar —Pero tengo que hablar con Lisandro—. Lo señala, aún sintiendo su sangre hervir.—Ven conmigo, él es tu esposo y eso nadie te lo va a quitar. Dale su espacio—. Camina hacia la puerta y Irene mira a Lisandro, aún estando en el mismo lugar. Lisandro la observaba en silencio, tantas cosas que él olvidó que se siente mal por lo que le está haciendo a Irene.—¿Irene?—. Berenice siente que necesita salir rápido del despacho antes de que Irene sepa la verdad y se desate un disputa que separe a dos grandes familias de Santorini. —Vamos— le dice nuevamente, pero Irene tiene una corazonada. Lo primero es que algo está pasando y segundo, que quizás ella exageró y quiere disculparse.—Está bien—. Baja su mirada y termina saliendo del despacho rápidamente. Berenice mira a su
Caroline se quedó en total silencio y Berenice se marcha. Al escuchar la puerta cerrarse, Caroline dice: —Dios mío, ayúdame— vuelve a tomar asiento y su móvil vuelve a sonar, asustándola. Por lo que suspira profundamente y se dispone a sacarlo del bolsillo. Al mirar la pantalla, se percata de que es un número desconocido. Se dispone a contestar brevemente: —¿Bueno?— Su corazón se acelera.—Caroline… — Al oír la voz de Patrick, se estremece.—¿¡Patrick!?— Abre sus ojos bien grandes y se coloca de pie por el impacto.—Escúchame… No tengo mucho tiempo —¿Qué pasa? ¿Por qué hablas así?— Camina de un lado a otro.—No puedo hablar mucho… Pero te juro que si salgo de esto, volveré. Pero si muero, quedarás respaldada. Perdóname, Caroline —¿De qué carajos hablas? — Los ojos de Caroline se tornan llorosos. —Por favor, Patrick, dime la verdad. Te extraño, has desaparecido así como si nada. Te necesito —. En ese momento, Lisandro está escuchando la conversación.—Caroline… — Susurra y luego empi
Caroline está aterrada con esa noticia; ella no tiene familia y, como es una persona tan comprensiva, le dolió lo que dijo Lisandro y más la manera en que lo dijo. Cada vez lo desconoce más y esas acciones van desvaneciendo el amor.—¡Te hice una puta pregunta!— Parker es muy temperamental cuando le lastiman sus sentimientos y ahora, con más razón, comprende el favoritismo que hay entre él y Lisandro, el motivo por el cual Berenice siempre lo trató con indiferencia.Lisandro sabía la verdad hace mucho tiempo, cuando escuchó a sus padres discutir, porque literalmente Berenice utilizaba mucho esa información para acusar a su esposo y siempre tener las de ganar.El señor Octavio Caristeas no quiere que sus hijos sepan la verdad, a pesar de su dureza como padre, siempre trató de darles un buen ejemplo. De hecho, es con la única mujer que él le ha sido infiel a Berenice, pero es por amor; a esa mujer sí la amaba, pero de un momento a otro desapareció y jamás la volvió a ver.Berenice, al s