PESADILLAS…La sala se llenó de un caos imposible de detener. El grito desgarrador de Isabella reverberaba en los oídos de todos, y el eco de los disparos aún parecía latir en el aire.Alana parecía que se había quedado sin aire mientras sus oídos zumbaban y los sentidos parecían irse con su misma alma.Ella se quedó quieta intentando parpadear, pero las lágrimas ahora parecían ríos en sus mejillas mientras alrededor pareció sofocarla.—William… no…Sintió un dolor profundo en sus entrañas, las imágenes de su hermano desde que tenía razón de vida pasaron por su cabeza, mientras Isabella lloraba desconsoladamente y su padre trataba por todos los medios, casi desesperado, de conseguir una ambulancia.—¡Alana, mírame! —ella sintió cómo Ángelo la tocó, diciéndole de forma agitada cerca de su oído, pero Alana ni siquiera lo miró.No supo cómo tomó las fuerzas, pero corrió hacia el centro y notó como William tosió.—William… —la garganta le dolió tanto que se la quiso arrancar, pero ensegui
EXISTE…—Alana… —Alana intentó parpadear, pero le dolían los ojos. No sabía cuántas horas había llorado, y sentía dos enormes yunques en sus ojos que le impedían abrirlos—. Alana… —Tomó una respiración completa, que dejó un dolor en el pecho y luego removió su cabeza.Su cuello estaba entumecido, y tenía algo de frío.Pero cuando ella abrió los ojos, Ivy estaba allí a su lado, con un vaso de plástico con humo caliente.—Es café, toma un poco.Alana se sentó derecha y apretó su cuello con las manos. Miró rápidamente al reloj de la sala de estar, y luego supo que eran las cinco de la mañana. También detalló la ropa de Ivy. Ella no se había ido del lugar, y tenía el maquillaje corrido.—¿Qué ha pasado? —Alana preguntó tomando el vaso, y olfateó el café caliente.—Parece que está estabilizándose, aunque parezca un milagro.Alana abrió los ojos pasando un trago duro.—¿De verdad? —Ivy asintió sin una pisca de duda y luego tomó una aspiración para recostarse en el sofá—. ¿Te has quedado aqu
NECESITO TU AYUDAEl aire se tornó pesado, casi irrespirable. Las palabras de Ivy golpearon a Alana como un trueno y su garganta se cerró tanto que incluso sintió que se asfixiaba.Alana se levantó de golpe dando unos pasos rápidos e Ivy la siguió hasta que tomó su brazo.—Ivy… déjame.—Escucha.—¿Qué? ¿Qué más hay para decir? ¿Has ocultado a tu propio hijo? ¿Puedes pensar en el dolor que le causarás a Ángelo? Él… —A Alana se le quebró la voz e Ivy levantó el mentón.—Nadie ha sufrido más que yo Alana, nadie…—¿Cuántos años tiene?—Haz la cuenta. Han pasado diez años.Alana se tapó la cara y negó.—Tu hermano… Dios, esto es increíble.—Quiero que me ayudes… —Y aunque las lágrimas de Alana bajaban por el rostro, la miró incrédula.Su mente intentaba asimilarlo, pero su corazón, acelerado y dolido, se resistía a aceptar lo que había escuchado.—¿Qué dijiste? —Alana apenas logró articular, su voz rota por la incredulidad.Ivy respiró profundamente, como si cargar el peso de aquel secreto
QUIEN COMENZARÁ PRIMERO.—¿Qué ocurre? —La voz de Ivy resonó en el auto y Ángelo solo dijo:—A casa… —pero no dejó de mirarlas a ambas.—¿Ángelo? —Ivy intentó una vez más y Alana pudo notar como él la miró como si le transmitiera su enojo.—¿No debería yo hacer las preguntas? —Alana notó como la mandíbula de Ivy tembló ligeramente y ella bajó la mirada en un segundo—. No me quites la put@ mirada, coño…Y el corazón de Alana tambaleó.—Ángelo… —ella lo llamó como un susurro y el auto iba demasiado rápido para su gusto.Los ojos oscuros de Ángelo se desviaron hacia ella pronunciando su ceño, y a Alana se le hizo un nudo en la garganta.—¿Qué se supone que no sé? ¿Quieren seguir jugando a mentirme, o quién comenzará primero? —preguntó con un tono cargado de amenaza.Alana estaba terriblemente confundida, no sabía si se trataba solo de ella, de su hermano y familia, o también de la vieja. Ahora misma podía pensar que podía ser todo. Incluso la intensidad de su mirada, le hacía sentir un e
ERA SUYA…El silencio se alargó en la casa tras el portazo de Ivy. El eco de su salida pareció resonar en los muros, dejando a Alana y Ángelo envueltos en una tensión que se sentía como un puño cerrado en el pecho. Ángelo permaneció recostado contra la pared, mientras su respiración agitada rompía la quietud.Entonces él se centró en sus ojos un poco nublados y sus labios temblorosos.¿Tendría miedo de él también?Sin embargo, Alana extendió sus manos y tomó las suyas.—Hay que hacer algo con estas heridas, al menos lavarlas y vendarlas.Pero Ángelo apretó la mandíbula y negó.—¿Desde cuándo lo sabes?Alana bajó la mirada y pasó un trago.—Esta mañana. No la culpes, ella ha pasado por mucho, era… era apenas una niña.Ángelo sonrió con amargura mientras Alana vio su expresión. A pesar de su condición, él era demasiado hermoso para ella.—¿Dónde está Luciano? Y maldit@ sea, debe de tener por lo menos once años y no me conoce…Alana, todavía frente a él, sentía el peso del momento como s
JAMÁS PENSARON ESTARÍA AQUÍ…Ángelo soltó el aire mirando cómo la madrugada le daba un tono negro al cielo. Hacía mucho frío, pero él no podía sentir nada en su cuerpo, a excepción de la sensación que le creaba el recuerdo de estar dentro de Alana una y otra vez.Miró su vaso medio lleno, se sentía ebrio, cansado y con un ardor en el alma que lo estaba dejando sin aire. Por más que restregaba sus ojos, por más que quería dormir, no podía conciliar el sueño. Los momentos con Alana habían dejado su corazón con un alivio temporal, pero ahora que Alana estaba dormida en su cama, desnuda, envuelta en sus sabanas, toda la sensación de incertidumbre volvía a golpearlo con fuerza.“Luciano”Odiaba la sensación.Odiaba la traición.Odiaba que fuera su hermana…Volvió a beber y le ardió la garganta, entonces se quedó quieto cuando sintió un movimiento.—¿Qué haces despierta?—¿Sigues bebiendo? —Ángelo sonrió, aún no se había girado hacia ella, solo estaba de espaldas, y puso el vaso vacío en un
LLEVAME A ÉL…La puerta del cuarto del hospital se abrió lentamente, y un par de tacones resonaron contra el piso de baldosas. Alana y William se quedaron congelados al ver a su madre entrar, con la mirada altiva y el porte impecable que siempre había exhibido, incluso en los momentos más tensos de sus vidas.William apretó los dientes y puños, mientras Alana retrocedió unos pasos.La había visto en la boda, y de eso, ya había pasado mucho tiempo. Incluso cuando pensó que las noticias sobre su matrimonio y todo el caos que estaba sobre ella alertarían a su madre, eso nunca sucedió.Realmente, Alana sentía que no pertenecía a su madre desde hace mucho.—He tenido un viaje largo, pero me alegra de verte vivo…—¿Qué haces aquí? No fui yo quien pidió que vinieras —A William el resentimiento se le notaba por encima.Alana abrió la boca para mirar a William, pero Isabel se adelantó.—Nadie me invitó, no necesitó ser invitada, aunque… —Y señaló a Alana—. Tu esposo es bastante educado, porque
SON MUCHO MÁS…El silencio en el auto era insoportable. El ruido del motor, suave y constante, parecía un reloj que marcaba cada segundo de su decisión. Alana miraba por la ventana, observando cómo la ciudad se deslizaba a su alrededor, pero sin realmente ver nada. A su lado, Isabel, estaba sentada como si nada pudiera desmoronarla, como si las ruinas que había dejado a su paso no fueran de su incumbencia.Y, de hecho, eso incomodaba a Alana, pero debía dejarse claro, que ahora mismo, necesitaba de ella.—¿Quién te dijo lo de William? —preguntó Alana finalmente, rompiendo el silencio.—Todo el mundo lo sabe.Isabel volteó su rostro hacia ella y la miró con seriedad.—Imagino que ahora buscas respuestas.—No estoy buscando respuestas —respondió Alana con firmeza—. Necesito soluciones.—Una solución no siempre es gratis, querida —Isabel giró la mirada hacia la carretera con su tono gélido.Alana apretó las manos contra su cuerpo. Las palabras de su madre siempre habían sido así, afilada