PODEROSA…—Eres muy bonita con lo que te pongas, pero sencillamente ese vestido… —Alana miró los ojos de Ivy y notó cierta admiración en ellos para luego mirarse de pies a cabeza en uno de los espejos de la tienda lujosa en el centro de los Ángeles a donde Ivy la había llevado por la mañana.Noto considerablemente como su cuerpo en estos meses había cambiado un poco. Tenía algo más de caderas, y había aumentado unos dos kilos a pesar del estrés, la tensión y toda la carga emocional.A decir verdad, se veía mucho mejor que su anterior delgadez, y sus mejillas se veían un poco más saludables. Sin embargo, Ivy tenía razón. El vestido era perfecto por donde lo viera. Hormaba a la perfección y hacía más pronunciada su figura.Era un guante de seda, y se sentía muy cómodo, aunque no pareciera.—Es bellísimo.—Tú eres bella… —Ivy lo dijo acercándose a ella, y luego agarró su cabello—. Creo que para esta ocasión y por el escote de la espalda, un moño bajo con estilo sería perfecto.Alana asin
NO PODÍA ESTAR SUCEDIENDO…Ángelo solo pasó un trago duro por su garganta y sintió que su cuerpo se quedó paralizado por muchos segundos cuando vio a Alana mirarlo directamente.Él no pudo disimular como sus ojos se fueron solos a sus pies y comenzó a recorrerla de pies a cabeza, mientras con cada mirada, su cuerpo podía sentir la excitación extrema.No podía ser verdad que tanto se concentrara solo en Alana, porque incluso no solo era su belleza extraordinaria, ella podía joderlo verdaderamente solo con esa mirada, y lo mataba que pudiera leerla con precisión.Desde su distancia notó como ella abrió la boca, tal vez el aire que salía por su nariz no era suficiente, él podía entenderla cuando su cuerpo también estaba estremecido.Por un momento deseó que nadie pudiera verla, o disfrutar de lo que ella emanaba, por un momento quiso meterla dentro de sí, y solo con ese pensamiento comenzó a caminar hacia ella como si necesitara conservarla o retenerla junto a él enviándole un mensaje a
PESADILLAS…La sala se llenó de un caos imposible de detener. El grito desgarrador de Isabella reverberaba en los oídos de todos, y el eco de los disparos aún parecía latir en el aire.Alana parecía que se había quedado sin aire mientras sus oídos zumbaban y los sentidos parecían irse con su misma alma.Ella se quedó quieta intentando parpadear, pero las lágrimas ahora parecían ríos en sus mejillas mientras alrededor pareció sofocarla.—William… no…Sintió un dolor profundo en sus entrañas, las imágenes de su hermano desde que tenía razón de vida pasaron por su cabeza, mientras Isabella lloraba desconsoladamente y su padre trataba por todos los medios, casi desesperado, de conseguir una ambulancia.—¡Alana, mírame! —ella sintió cómo Ángelo la tocó, diciéndole de forma agitada cerca de su oído, pero Alana ni siquiera lo miró.No supo cómo tomó las fuerzas, pero corrió hacia el centro y notó como William tosió.—William… —la garganta le dolió tanto que se la quiso arrancar, pero ensegui
EXISTE…—Alana… —Alana intentó parpadear, pero le dolían los ojos. No sabía cuántas horas había llorado, y sentía dos enormes yunques en sus ojos que le impedían abrirlos—. Alana… —Tomó una respiración completa, que dejó un dolor en el pecho y luego removió su cabeza.Su cuello estaba entumecido, y tenía algo de frío.Pero cuando ella abrió los ojos, Ivy estaba allí a su lado, con un vaso de plástico con humo caliente.—Es café, toma un poco.Alana se sentó derecha y apretó su cuello con las manos. Miró rápidamente al reloj de la sala de estar, y luego supo que eran las cinco de la mañana. También detalló la ropa de Ivy. Ella no se había ido del lugar, y tenía el maquillaje corrido.—¿Qué ha pasado? —Alana preguntó tomando el vaso, y olfateó el café caliente.—Parece que está estabilizándose, aunque parezca un milagro.Alana abrió los ojos pasando un trago duro.—¿De verdad? —Ivy asintió sin una pisca de duda y luego tomó una aspiración para recostarse en el sofá—. ¿Te has quedado aqu
NECESITO TU AYUDAEl aire se tornó pesado, casi irrespirable. Las palabras de Ivy golpearon a Alana como un trueno y su garganta se cerró tanto que incluso sintió que se asfixiaba.Alana se levantó de golpe dando unos pasos rápidos e Ivy la siguió hasta que tomó su brazo.—Ivy… déjame.—Escucha.—¿Qué? ¿Qué más hay para decir? ¿Has ocultado a tu propio hijo? ¿Puedes pensar en el dolor que le causarás a Ángelo? Él… —A Alana se le quebró la voz e Ivy levantó el mentón.—Nadie ha sufrido más que yo Alana, nadie…—¿Cuántos años tiene?—Haz la cuenta. Han pasado diez años.Alana se tapó la cara y negó.—Tu hermano… Dios, esto es increíble.—Quiero que me ayudes… —Y aunque las lágrimas de Alana bajaban por el rostro, la miró incrédula.Su mente intentaba asimilarlo, pero su corazón, acelerado y dolido, se resistía a aceptar lo que había escuchado.—¿Qué dijiste? —Alana apenas logró articular, su voz rota por la incredulidad.Ivy respiró profundamente, como si cargar el peso de aquel secreto
QUIEN COMENZARÁ PRIMERO.—¿Qué ocurre? —La voz de Ivy resonó en el auto y Ángelo solo dijo:—A casa… —pero no dejó de mirarlas a ambas.—¿Ángelo? —Ivy intentó una vez más y Alana pudo notar como él la miró como si le transmitiera su enojo.—¿No debería yo hacer las preguntas? —Alana notó como la mandíbula de Ivy tembló ligeramente y ella bajó la mirada en un segundo—. No me quites la put@ mirada, coño…Y el corazón de Alana tambaleó.—Ángelo… —ella lo llamó como un susurro y el auto iba demasiado rápido para su gusto.Los ojos oscuros de Ángelo se desviaron hacia ella pronunciando su ceño, y a Alana se le hizo un nudo en la garganta.—¿Qué se supone que no sé? ¿Quieren seguir jugando a mentirme, o quién comenzará primero? —preguntó con un tono cargado de amenaza.Alana estaba terriblemente confundida, no sabía si se trataba solo de ella, de su hermano y familia, o también de la vieja. Ahora misma podía pensar que podía ser todo. Incluso la intensidad de su mirada, le hacía sentir un e
ERA SUYA…El silencio se alargó en la casa tras el portazo de Ivy. El eco de su salida pareció resonar en los muros, dejando a Alana y Ángelo envueltos en una tensión que se sentía como un puño cerrado en el pecho. Ángelo permaneció recostado contra la pared, mientras su respiración agitada rompía la quietud.Entonces él se centró en sus ojos un poco nublados y sus labios temblorosos.¿Tendría miedo de él también?Sin embargo, Alana extendió sus manos y tomó las suyas.—Hay que hacer algo con estas heridas, al menos lavarlas y vendarlas.Pero Ángelo apretó la mandíbula y negó.—¿Desde cuándo lo sabes?Alana bajó la mirada y pasó un trago.—Esta mañana. No la culpes, ella ha pasado por mucho, era… era apenas una niña.Ángelo sonrió con amargura mientras Alana vio su expresión. A pesar de su condición, él era demasiado hermoso para ella.—¿Dónde está Luciano? Y maldit@ sea, debe de tener por lo menos once años y no me conoce…Alana, todavía frente a él, sentía el peso del momento como s
JAMÁS PENSARON ESTARÍA AQUÍ…Ángelo soltó el aire mirando cómo la madrugada le daba un tono negro al cielo. Hacía mucho frío, pero él no podía sentir nada en su cuerpo, a excepción de la sensación que le creaba el recuerdo de estar dentro de Alana una y otra vez.Miró su vaso medio lleno, se sentía ebrio, cansado y con un ardor en el alma que lo estaba dejando sin aire. Por más que restregaba sus ojos, por más que quería dormir, no podía conciliar el sueño. Los momentos con Alana habían dejado su corazón con un alivio temporal, pero ahora que Alana estaba dormida en su cama, desnuda, envuelta en sus sabanas, toda la sensación de incertidumbre volvía a golpearlo con fuerza.“Luciano”Odiaba la sensación.Odiaba la traición.Odiaba que fuera su hermana…Volvió a beber y le ardió la garganta, entonces se quedó quieto cuando sintió un movimiento.—¿Qué haces despierta?—¿Sigues bebiendo? —Ángelo sonrió, aún no se había girado hacia ella, solo estaba de espaldas, y puso el vaso vacío en un