ALGO NO ESTÁ BIEN. Unas dos horas después, Alana se arregló su vestido cuando salió del auto, y notó como Ángelo se ponía de su lado para tomarle la cintura.Y era cierto, la palabra “bar” no cabía para este lugar lujosamente estrafalario, que ya de hecho Alana había visto en las redes sociales.Había camarógrafos por todos lados y los hombres de Ángelo se encargaron de mantenerlos a raya.Alana aún podía sentir su piel palpitar por el hombre que tenía al lado, sin embargo, un gran abismo había cambiado entre ellos. O al menos de parte de ella.Sentía que lo veía de otra manera.La música invadió sus idos y el aire acondicionado se esparció por su piel. El lugar olía muy bien, y ella pudo ver el humo de la pista, las luces, y las zonas VIP que estaban desplegadas alrededor.—Es más tranquilo de lo que esperaba… —comentó Alana con tono de cinismo, mientras Ángelo se recostó al sofá a donde los había pasado.Entonces una mujer casi desnuda llegó y Ángelo le ordenó algo al oído.—Es una
ÁNGEL CAÍDO. Alana permanecía quieta, sintiendo la tensión palpable en el aire. Ángelo había saltado la mesa de un solo movimiento para protegerla, y la intensidad de sus ojos oscuros la anclaba a su lugar. El hombre que había osado dirigirle la palabra dio un paso atrás, claramente intimidado por la imponente figura de Ángelo.—Y como se lo dije a Ruchina, queremos estar solos…—Oh, entendemos —dijo un hombre mirando a otro—. Entonces, creo que deberíamos dejar esta conversación para otro momento —emanó una sonrisa seca mientras el otro asintió.Era una retirada calculada, y Ángelo no les quitó la vista en ningún momento.Ruchina, todavía con la copa en la mano, observaba la escena con una sonrisa tensa, sabiendo que había tocado una fibra sensible de Ángelo, pero no lo demostró. Sin embargo, no parecía completamente intimidada, sino más bien divertida por la situación, aunque un poco preocupada.Ella suponía otras cosas.—Nos vemos pronto, querido —Ruchina ladeó la cabeza antes de
ENAMORANDO… El suave sonido del agua llenaba la habitación mientras Ángelo cerraba la puerta con Alana aún en sus brazos. Su respiración era tranquila, pero sus ojos reflejaban la tormenta interna que lo consumía. Alana, aún embriagada, se dejó caer sobre la cama con una risa ligera que parecía una mezcla de euforia.—¿Te das cuenta? Deberías dejarme en la calle arruinada, y estás aquí, cuidándome.—Cállate… —Ángelo la empujó a la cama y comenzó a quitarle el vestido, pero su piel reluciente solo hizo que se agitara.—Tienes que admitirlo —Alana se colgó de su cuello—. Te gusto…Ángelo sonrió y dejó escapar una sonrisa.—¿Tú crees?—Estoy segura… te gusto.Ángelo aún tenía la sonrisa, cuando la desnudó por completo y luego la llevó en sus hombros a la ducha.—Espera… ¿Qué haces?—Ya verás… —Alana solo sintió chispas heladas, y luego casi se ahogó cuando Ángelo la metió de lleno en la regadera.—No, no, no —Alana gritó casi pegada a al cuerpo de Ángelo—. ¡Esto está helado!—Bueno… —Án
CASA FAMILIAR.Alana pasó un trago al ver los documentos en sus manos y miró su reloj.Eran las diez de la mañana, y aunque había hecho tiempo, había llegado la hora.Tenía una opresión muy fuerte en su pecho. Sentimientos encontrados, y una revolución en su estómago, ahora la gobernaban, pero cuando el abogado llegó a su oficina, supo que ya no lo podía postergar con más tiempo.Ángelo podía ser muy protector con ella, en algunos momentos, incluso ella podía entre ver sus finas líneas de amabilidad en ese rostro serio. Pero ahora, era bastante cruel.—Es hora, señora Denaro —El abogado dijo y ella asintió metiendo los documentos en el maletín.Tenía un vestido negro digno para esta ocasión, y fue escoltada como de costumbre hasta que llegó al auto.Ella frunció el ceño cuando al abogado lo pasaron a otro auto y se giró hacia un hombre de seguridad.—¿Por qué no compartimos el mismo auto? Vamos al mismo lugar.—Imposible… —Paul, que era el que siempre estaba con ella, dijo—. El señor
AMANTES.Alana sentía el peso del silencio en la habitación cuando Ruchina escaneó su posición, tan segura y dueña del espacio como si fuera su territorio. La tensión era palpable.—Está muy bonita tu oficina…Alana apenas pudo ocultar su incomodidad. Esta no era una visita social, y lo sabía.—No puedo ofrecerte mucho, estoy trabajando, muy ocupada, y es mejor que no estés aquí sin Ángelo presente —respondió Alana con firmeza, tratando de mantener la compostura.Ruchina dejó escapar una pequeña risa, casi condescendiente, y sus ojos brillaron con algo más que simple amabilidad.—Ay, cosita… —su voz era suave, pero el veneno se podía sentir en cada palabra—. Te falta tanta experiencia. Escucha, Ángelo sabe que estoy aquí. No por mí, sino porque debe tenerte vigilada. ¿De verdad crees que confía en ti? Por supuesto que no. Eres una Duncan, Alana, y más importante aún, eres su ejecutora. ¿No te has dado cuenta?Alana respiró hondo, alzando la barbilla para mostrar autoridad.—Señora, si
INSEGURIDADES…Alana pasó un trago con fuerza y miró el brillo de la mirada de Ruchina que solo le recordaba la amenaza. Esa mujer que no parecía tener miedo a nada ni a nadie. Cada palabra dicha, cada insinuación venenosa, había dejado su huella, y aunque Alana no quería admitirlo, sentía una punzada de duda que nunca había sentido.El aire de la habitación estaba cargado de tensión, y su respiración era pesada, como si algo la estuviera oprimiendo desde dentro. ¿Pero qué podía hacer? ¿Confiar en Ángelo? ¿Cómo? Él también iba por su familia, y en algún punto, la desecharía cuando ella no le sirviera a su propósito.Alana sintió un escozor en los ojos. ¿Qué iba a decirle? ¿Defender a su familia? Ángelo se le reiría en la cara, y por más de que sus sentimientos por él estuvieran emergiendo, no podía pensar que Ángelo Denaro, pensaba lo mismo que ella.—Alana… —ella escuchó la voz como una advertencia, y miró a Ángelo alzando la barbilla.La habitación parecía encogerse con su presencia.
YA NO SERÉ LA MISMA…Alana se quedó por mucho tiempo mirando al vacío, congelada en su lugar, mientras el eco del portazo de Ángelo aún resonaba en su mente después de que se había ido en un momento. El golpe parecía haber sacudido no solo las paredes de la oficina, sino también su propio ser. Las palabras de Ruchina seguían martillando en su cabeza, y aunque había intentado mantener la compostura frente a Ángelo, el dolor de la duda se filtraba lentamente, infectando todo.Tomó un respiro profundo y trató de calmarse. No podía dejarse llevar por lo que esa mujer había dicho, pero ¿cómo podía ignorarlo? La había amenazado con su familia, y ahora sentía que una barrera invisible se estaba levantando entre ella y Ángelo, y no sabía si tendría la fuerza suficiente para derribarla.Después de unos minutos, se obligó a levantarse. No podía quedarse ahí, inmóvil, y se puso delante de la vista de los edificios, solo pensando que debía adelantar todo lo que tenía aquí, con respecto a lo que Á
REBELDÍA COMO DISFRAZ…El sol apenas comenzaba a asomar sobre la ciudad, pero Alana ya estaba despierta. El insomnio se había convertido en su fiel compañero desde que tomó la decisión de liberarse de las cadenas invisibles que Ángelo había impuesto sobre ella y su familia. No era fácil. Cada movimiento, cada mirada que él le daba, estaba cargada de una vigilancia constante, un recordatorio de que todo lo que decía Isabella y Ruchina tenía una tinta de verdad, y Alana había decidió que era momento de ponerle fin a todo esto.Desde el momento en que decidió actuar por su cuenta, el tiempo parecía correr en su contra. Sabía que debía tener la documentación lista, sin ningún error, y ya había sido advertida de que tendría una reunión después de esas dos semanas.—Pareces muy cansada… —Alana levantó la mirada hacia Ivy que probó su café, y le mostraba unos ojos, analíticos.—Lo estoy, trabajo para tu hermano, por si lo olvidas.—¿Cómo hacerlo? Es imposible olvidar nada, Alana…Alana miró