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Capítulo IV: Entre Tanto Odio, Recibo un Poco de Amor...

-¡¿Cómo te atreves?! ¡ahora mismo te quitarás ese vestido! ¡maldita!

- ¿Te olvidas ante quien estás?

-Majestad…

Y Jimena recibe una potente bofetada de parte de Mariana…

-Quien haya escogido este harapo para Doña Cecilia – arrojando el vestido – más le vale que por decisión propia de un paso al frente

Los Escalante y Carlos apenas se miran.

-¿Van a hablar? ¿o tengo que empezar a retirar títulos?

Jimena da un paso al frente – yo escogí el vestido pero majestad debería saber que esta infeliz…

-Yo sé todo…así que a mí no me tienes por qué aclarar las cosas

Jimena se muerde el labio.

-Esta fiesta ridícula se ha acabado, Cecilia criatura…ve y descansa, lamento no poder hacer nada por ti, pero cuenta con mi amistad y mi protección

Ana queda en shock y muere de envidia al saber que ahora Cecilia será cuidada por la mismísima reina.

La noche cae, y Cecilia está sola en su habitación, después de todo, Isaac no fue a verla, está muy ocupado intimando con Ana, Cecilia está mirando su rostro lleno de moretones, así que toma un poco de maquillaje y se lo aplica en el rostro, luego se retira el vestido que le dio la reina, y se coloca su camisón de dormir, dejando ver parte de los azotes, y con su corazoncito roto, y sus ilusiones hechas pedazos Cecilia se dirige a dormir…

-¿Qué no vas a ir a cumplirle a tu esposa?

- ¿Cumplirle? – empezando a reír – Ana no seas tonta, ya le hice el favor que se dé por bien servida

-Querido mío, ¿Qué vas a hacer con esa estúpida?

-Sencillo, esperaré un poco y alegaré que me fue infiel…y solicitaré la anulación

-Perfecto “todo tu dinero será mío y de mi padre”

Cecilia ha despertado durante la madrugada, sintiéndose sola y desamparada, se gira para ver si su esposo está a su lado pero tristemente descubre la cama vacía, así que simplemente se abraza a sus piernas mientras deja que sus ojitos derramen lágrimas, al alba ella despierta y se acomoda lo mejor que puede, y así baja a la cocina para tener el desayuno listo para Isaac, cuando ve a Jimena y esta se acerca y de una bofetada la arroja al suelo.

-Infeliz ¡¿Quién te crees para no atender a mi hijo?!

- ¿Eh?

- ¡No te hagas, Isaac tuvo que levantarse a hacerse el desayuno! ¡¿Qué no sirves para nada?! – pateando a Cecilia

Isaac baja y da una sonrisa pues su mentira ha funcionado, así que simplemente se acerca y frena a su madre – basta madre, esta tonta ha aprendido su lección

Cecilia apenas mira, y con cada accionar de Isaac, esa ilusión que tenía hacia él se está acabando poco a poco…

-M*****a zorra…¡ve a hacer algo de provecho! ¡no quiero ver tu pútrida cara!

Y Cecilia con cuidado se coloca de pie y se marcha, pero antes escucha a su suegra hablar – ¿Qué harás con esa estúpida?

-Madre, cuando tenga asegurado el título de Carlos, me desharé de Cecilia, y me casaré con Ana

-Esa mujer es más decente que esa perra…

-Claro que es más decente – tomando las manos de su madre – así que descuida, solo aguantemos estos meses, confiemos en que Carlos de nuevo tenga una niña…

Y Cecilia cabizbaja se marcha…

-Esposo…

-Para que mi esposa me hable así, es que quiere algo – sonriendo – dime ¿Qué deseas?

-Invitar a una comida a Cecilia de Escalante

-Ya veo, te has encariñado con ella…

-Me contó su infortunio, y no es justo lo que ha sufrido, merece una amiga

-Está bien, pediré al cochero y al alférez real que vayan por ella ¿Cuándo lo deseas?

-Hoy mismo, es más tengo varios vestidos que le pueden quedar a esa pobre muchacha

-Ahora mismo cumpliré la voluntad de mi esposa – tomando aquella mano para besarla – dime ¿Cómo está tu salud?

-No he vuelto a toser, el médico dice que podría estar mejorando pero es honesto, este brote de energía – empezando a sollozar – esposo cuando no esté, busca a alguien

-Te he dicho que no toques ese tema…

-No quiero que te quedes solo, busca una buena mujer que te quiera, que te ayude a gobernar

El hombre hace una venia y da una sonrisa a su esposa…

Hacia el mediodía el carruaje real llega a la mansión de los Escalante, el alférez real baja y pregunta por Cecilia, su suegra dice que la mujer no está que seguramente está con alguno de sus amantes, cuando el hombre sin preguntar se mete a la fuerza a la casa y busca a Cecilia hasta que la encuentra encerrada en los establos, con manchas de sangre y su cabeza sangrando, pues Javier la atacó solo porque ella le preguntó qué quería de almuerzo…

-Espero Doña Jimena que tenga una excusa para esto

-Esa mujer debió caerse de las escaleras ¿verdad querida?

Pero Cecilia niega todo en el acto, y se esconde detrás del alférez real – vamos a ver lo que dirán sus majestades

-Espera…

-Fue Doña Mariana quien envió por la joven…

Jimena queda en shock.

-Entonces me arreglaré, no puedo dejar que mi nuera vaya sola a alguna parte, con su historial…

-Yo solo tengo la orden de llevar a Cecilia de Escalante al palacio real – tomando a Cecilia y se la lleva

Jimena apenas frunce el ceño – m*****a zorra…

-Gracias

-Por nada señora, ahora tengo que llevarla al palacio real

-Pero no me puedo presentar a sus majestades así…

-Antes de ver a sus majestades será acomodada para verlos, no se preocupe – sintiendo pena por la joven que aún sangra por la cabeza

Así Cecilia es conducida hacia una habitación en donde se da un baño a conciencia y un médico revisa su herida en la cabeza, curándola para que deje de sangrar, se le coloca un vestido rojo mostrando sus hombros, y su cabello es dejado suelto, así que ella se dirige hacia la sala del trono en donde al entrar ve a los reyes y estos le dedican una sonrisa.

-Majestades, Doña Cecilia de Escalante

-Majestades – haciendo una reverencia – un placer poder verlos

-El placer es mío, pequeña – acercándose y besando la frente de Cecilia – te ves preciosa

-Gracias Doña Mariana

-Bien tengo que atender asuntos de gobierno, esposa puedes pasar tu día con tu protegida

-Gracias esposo…vamos querida te tengo varios regalos

- ¿Eh?

Y así Mariana lleva a Cecilia a su habitación de té, en donde hay varios cofres con vestidos, joyas, y lo más importante dos doncellas y dos esclavos eunucos…

-Doña Mariana, pero dirán en mi casa

-Para eso, las doncellas llevan en sus prendas el escudo real de Alfonso – sonriendo – y solo te servirán a ti, a nadie más…

-Gracias, pero ¿Por qué es tan amable conmigo?

-Porque eres pura de alma, y porque lo que te hicieron Isaac Escalante y Fernando Córdoba no tiene nombre – frunciendo el ceño

-Yo al menos pensaba que Isaac me estimaba – sollozando – solo se casó para sanar su conciencia

-Pequeña no te aflijas – sonriendo – encontrarás a quien de verdad te valore

- ¿Eh?

-Bien vamos a comer algo, no solo te traje para darte regalos, mereces los mejores mimos

Cecilia se sonroja de golpe…

Cuando cae la tarde Cecilia regresa a la mansión, siendo escoltada por el alférez real y sus dos esclavos que van montados en caballos, Jimena y Ana están en shock, y Ana está por reclamar todos los regalos de Cecilia cuando el esclavo de nombre Santiago desenfunda su espada y la coloca en el cuello de Ana.

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