-¡¿Qué crees que haces?!
-Esto no le pertenece, es de mi señora
- ¡Esa perra no es señora de nadie! ¡tú serás mi esclavo! ¡así que te ordeno!
-¿Usted, ordenarme? – empezando a reír – yo sirvo a Doña Mariana de Belmonte y a Doña Cecilia de Escalante usted no es nadie, salvo una mujer indigna que se está entrometiendo en un buen matrimonio
-¡¿Quién te crees?!
- ¿Vas a contradecir una orden de su majestad?
Ana y Jimena apenas se muerden los labios.
-Por favor lleven todo esto a mi habitación…
- ¡No dejaré que eso pise el cuarto de mi hijo!
-Yo no hablaba de ese lugar – dejando a Jimena en shock – por favor, lleven todas mis cosas a la habitación del fondo…no compartiré cama con un infiel
Jimena se queda pasmada…
Cecilia se dirige hacia la habitación, que está destartalada y en terrible condiciones, pero junto con sus doncellas y esclavos se encargan de dejar la habitación en condiciones, cuando Isaac llega en el acto Ana y Jimena se quejan así que el hombre se dirige a reclamar a Cecilia su comportamiento con su madre y amante, pero al entrar en la habitación queda en shock, al ver a Cecilia en camisón con su cabello negro suelto, y su conmoción y deseo aumentan al ver que Cecilia tiene muy buenos atributos cosa que no pudo ver cuando abusó de ella…
-Cecilia…
-¿Sí? ¿Qué pasa?
-Mi madre y Ana…
-Me importa muy poco lo que esas dos te hayan dicho…así que ¿Qué deseas?
-Te ves preciosa
Cecilia no reacciona ante el halago…
-Eso ya lo sabes, supongo, ¿algo más?
-Tengo hambre…
-Tu madre y tu amante debieron haberte ya cocinado, porque lo que soy yo, nunca intentaré ser una buena esposa contigo
- ¿Qué te pasa? Hasta ayer…
-Pasa que me fuiste infiel, eso pasa – omitiendo el hecho de que sabe la verdad
-Cecilia…
-Ni siquiera pudiste cumplirme como hombre…que tristeza – Isaac queda en shock
- ¡No te permito que me hables así! – intentando golpear a Cecilia, pero Felipe el otro esclavo se interpone, recibiendo el golpe – ¡¿Cómo te atreves?!
-Nunca dañarás a mi señora…
Isaac frunce el ceño en el acto…
Isaac intenta acercarse, pero en el acto es increpado por Santiago, quien le dedica una mirada hostil – será mejor que te quites…
-Como dijo Felipe no te atreverás a lastimar a mi señora…
-Cecilia…diles que me dejen pasar
-Mejor vete con tu amante, que debe estar ansiosa por verte – Isaac queda en shock – te dije que no me molestaría en ser una esposa contigo
Isaac se marcha molesto, mientras que Cecilia queda en aquella habitación, en silencio, mientras sus ojitos derraman lágrimas.
…
-Isaac ¿Qué piensas hacer? ¡esa m*****a tiene mejores cosas que yo! ¡no es justo! ¡yo debería ser la protegida de la reina, no esa perra! ¡no ella!
-Tranquila, mañana iré a ver a la reina, le diré que Cecilia es una desvergonzada…
-Mi amor, quiero que esos esclavos me sirvan…nadie puede servir a esa m*****a en esta casa ¡nadie!
-Lo sé mi querida – besando a Ana – ahora vete…no puedo dejar que hablen de ti
Ana se marcha molesta, mientras que Isaac, se dirige de nuevo a ver a Cecilia, al llegar a la habitación de la joven la escucha tararear una canción, así que entra en la habitación y ve que para fortuna de él, está sola.
-Cecilia – haciendo que la joven gire la cabeza
- ¿Qué deseas? – mientras vuelve su atención a su tejido
-Esta no es tu habitación…
-Desde hoy esta será mi habitación, ¿Qué no te dijo tu madre? Yo no pienso compartir cama con un infiel
- ¿Vas a incumplir tus deberes?
-Acaso ¿tú has cumplido tus deberes? – Isaac queda en shock…
-Eso se puede arreglar – tratando de acercarse
Pero en cuanto queda frente a Cecilia se da cuenta de que ella tiene unas enormes tijeras y sabe que ella es muy capaz de usarlas – Cecilia, vamos a consumar el matrimonio como lo dicta Dios…
-No, nunca compartiré cama con un infiel…además Fernando Córdoba , ya me robó mi primera vez
Isaac apenas mira a Cecilia, con el enorme deseo de gritarle en la cara que fue él quien abusó de ella…
-Cecilia, tengo derechos como esposo
-Derechos que Ana puede satisfacer, así que ve con ella…
Isaac se marcha de la habitación, totalmente frustrado…pues aunque Cecilia lo quiera, ella sabe que para el hombre ella no vale nada, él mismo lo dijo, es una mojigata, una simplona, sin encanto o talento alguno por el cual ser considerada especial, si acaso sabe tocar el piano, cocinar, bordar, tocar el violín hablar español, francés y latín…pero ante nadie eso es especial, pues ella no se considera hermosa…
Cecilia deja el bordado que estaba haciendo y se acuesta en su cama dispuesta a dormir, nuevamente sola, pero pensando en que dentro de unos días podría ver de nuevo a su padre, la llena de cierta esperanza de que Carlos decida llevársela de esa horrible casa…
Los días fueron pasando, y dado que Cecilia era cuidada a sol y sombra por Santiago y Felipe, Jimena ni Javier pueden hacerle daño…Isaac ha decidido desentenderse de su esposa, pues para él, ella no vale nada, es una mujer sin gracia y una mojigata, así que, qué encantos podría tener, mientras que Cecilia pasaba sus días entre las cuatro paredes de su habitación, o simplemente salía a caminar por la calle, claro siempre custodiada por sus doncellas y sus esclavos, o a veces pasaba sus días en el palacio real, en donde era consentida y llenada de mimos por parte de la reina, quien ha visto en Cecilia a su reemplazo…
-¿Qué te parece?
-Su majestad, es hermoso, pero no puedo aceptarlo – sonrojada al ver el collar de perlas – podrían decir en mi hogar
-Que digan lo que quieran – acariciando aquella carita – criatura, eres digna de la grandeza de lo más maravilloso del mundo
Cecilia da una suave sonrisa – bien, ya que aceptaste mi regalo…
-¿Eh?
-Esto es para ti – entregando la cajita que al ser abierta por Cecilia queda en shock al ver el collar de esmeraldas
-Su majestad…
-Son esmeraldas del virreinato de la Nueva Granada, así que acéptalas
-Gracias – recibiendo una sonrisa de parte de la reina
…
-Isaac, ¿Qué vamos a hacer?
- ¿Qué quieres decir?
-No soporto que esa infeliz sea mimada por su majestad, ¡no es justo! ¡¿Por qué no puedes hablar con la reina?!
-Porque ella se niega a verme – dando un pesado suspiro – no sé porqué pero ella se niega a verme…
- ¡Maldita sea! ¡quiero a esa m*****a arruinada! ¡siempre llega con joyas y vestidos de última moda! ¡yo los quiero!
-Descuida cuando nos casemos te daré mejores cosas que las que recibe esa infeliz de parte de la reina…
Al poco Cecilia llega, sus dos esclavos llevan enormes cajas en las que por supuesto hay vestidos, y joyas…Ana queda en shock, y mira a Isaac con mirada de borrego a medio degollar, así que el hombre suspira y se dirige a ver a Cecilia, para pedirle por caridad que no restriegue sus regalos en frente de Ana, así que toma rumbo hacia la habitación de Cecilia, al tocar quien abre es una de las doncellas de nombre Lorena.
-Sí señor vizconde ¿Qué desea?-Quiero ver a mi esposa – diciendo aquello con tono autoritario-Doña Cecilia está tomando un baño, si desea esperarla…cuando esté visible podrá verla-Es mi esposa, si yo quiero…-Claro, como esa noche en su fiesta ¿verdad? – Isaac queda en shock…- ¿De qué demonios hablas?-De nada, de nada en particular señor vizconde, solo de cosas que escuché de Doña Cecilia, y no creo que ella sea de las personas que mienten…-Dile a Cecilia que la espero en la sala…-Con gusto señor vizconde – y así cierra la puerta- ¿Qué dijo? – mientras da la espalda a su dama, Clara su otra doncella está lavando con cariño su cuerpo-La espera en la sala, Doña Cecilia…-Seguramente me quiere reclamar que su majestad me mime tanto…-Doña Cecilia, sus heridas…-No sanaron bien, mi padre no mandó por un médico para atenderme…Las dos doncellas apenas se miran…Al cabo de casi una hora, Cecilia baja hacia la sala, siendo escoltada por sus dos damas, llevando un vestido color marfi
-Espero Don Carlos, que tenga una buena explicación…- ¡Esa perra!-Un insulto más, y Doña Mariana sabrá de su comportamiento vergonzosoCarlos apenas se muerde los labios…-Excelencia, usted debe saber que esa infeliz…-Lo mismo va para usted, Sofía de ArrayanesLa joven baja la cabeza forzosamente, porque toda España sabe que el alférez real es el hermano gemelo del rey de España…y ambos saben poner caras que causan terror.Al poco Cecilia baja, luciendo un hermoso vestido rosa y su cabello peinado en una cola alta…el alférez real se acerca y luego de hacer una venia conduce a la joven al carruaje…-¡Regresa Cecilia!-Lo siento padre, pero Doña Mariana ha pedido verme y no puedo negarme – y así el carruaje parteCarlos y Sofía ingresan en la mansión, y los esclavos de Cecilia los ignoran y salen de la casa para dirigirse a atender los rosales que la joven plantó en el jardín…Carlos se encuentra con Javier y estos empiezan a hablar acerca de la dote de Cecilia…mientras que Sofía y J
-Me duele la cabeza – empezando a llorar…-Tranquila – mirando a Lorena – ve ahora mismo por un médico – luego dirige la mirada hacia Santiago – ayúdame a llevar a Cecilia a mis aposentosLos dos siervos hacen una reverencia, Santiago se acerca y luego de hacer una reverencia a Cecilia, la toma en brazos y junto con Mariana entran al palacio, Lorena se ha dirigido a buscar al médico, Alfonso y Diego se enteran y se dirigen a ver a la joven, quien está en la cama de la reina siendo atendida por un médico, mientras simplemente no deja de llorar.-Mariana ¿Qué pasa? – entrando en la habitación…-Querido, le conté a Doña Cecilia lo que pasó hace unos momentos y tuvo un fuerte dolor de cabeza…Alfonso se acerca y ve a Cecilia llorar sin poder calmarse, así que toma asiento en la cama y toma la mano de la joven, cosa que complace a Mariana…-Deja de llorar, calma, estás segura…-Majestad, es que…recordé…Todos quedan en shock.-¿Qué recordaste? – diciendo Aurora mientras se acerca a Cecilia
-¡Maldito esclavo!-Nunca volverás a faltarle al respeto a mi señora…-Santiago-¡Maldita infeliz, no solo me difamas con sus majestades, permites que un esclavo inmundo me ponga un mano encima! – colocándose de pie y saca su fustaFernando golpea a Santiago, quien se mantiene de pie, y con su mirada hostil – vaya con que la perra no supo educarte – sonriendo de modo siniestro-¡No tienes ningún derecho a golpear a Santiago!Pero Fernando vuelve a golpear al esclavo haciendo que este sangre por la mejilla.-Oh, vamos, ¿tu sangre es igual a la mía? – empezando a reír- ¡Basta, déjalo!- ¡Cállate perra! – pero su rostro es girado y vuelve a caer al suelo – ¡¿Qué te pasa Isaac?!Cecilia queda en shock, al ver a Isaac mirando a Fernando como poca cosa, Cecilia corre hacia Santiago saca su pañuelo y empieza a limpiar las heridas del esclavo, mientras sus ojitos derraman lágrimas – ¿estás bien Santiago?-Sí, Doña Cecilia…no se preocupe por este esclavo- ¡¿Por qué te metes?!-Estabas import
Por un momento Isaac abre los ojos, pero se encuentra solo en aquella habitación, y solo una persona llega a su mente, su esposa Cecilia – Cecilia…ven…Y vuelve a caer desmayado……Cuando Cecilia llega al palacio, Mariana se la lleva a su sala de té, en donde empieza a hacerle un interrogatorio completo, para así darle información a Alfonso para que conquiste a la joven, y Cecilia dulce e inocentemente le da todos esos datos a Mariana, quien simplemente mira a la joven y sabe que ella es perfecta para el cargo de reina y sobre todo para sanar el corazón de Alfonso cuando ella ya no esté.-Vaya no eres muy exigente con la comida…-Lo único que no me gusta es el caldo de rabo de toro…y el hígado…por lo demás puedo comer sin problema – dando una sonrisa-Lo tendré en cuenta, a Alfonso le encanta el hígado, pero poco el caldo de rabo – sonriendoCecilia le regresa la sonrisa……-Su majestad…- ¿Qué pasa?-Los Córdoba vinieron…-Me imagino qué es lo que quieren, hazlos pasarLos padres de
Los días fueron pasando, Cecilia estaba viviendo bien en la casa de los Escalante siendo cuidada y mimada por sus siervos y cuando pasaba sus tardes en el palacio por Mariana, que día con día se debilitaba más y más, y a pesar de ser verano y que el calor era bastante abrasador, ella tenía que usar chales y capas abrigadas.-Doña Mariana creo que debemos entrar al palacio-Gracias por preocuparte por mí, mi querida Cecilia – acariciando aquella carita-Su majestad usted ha sido como una madre, es claro que debo preocuparmeMariana le dedica una sonrisa a Cecilia, desde la distancia Alfonso observa y un suspiro resignado escapa de sus labios.-¿Pasa algo? – diciendo Diego mientras se acerca-Pasa, querido hermano…que no acepto el castigo que Dios me ha enviado, he sido un buen monarca, un excelente esposo, nunca tuve amantes por más mujeres bellas que me presentaron y más campañas militares que he liderado lejos de mi esposa, pero Dios, me ha castigado…quitándome a mi tesoro más precia
-Alfonso…-¡¿Por qué me presionas?! ¡Mariana entiende, yo no puedo tomar a otra mujer como reina! ¡no puedo! – rompiendo en llanto-No quiero que te quedes solo ¿Qué te cuesta entender eso? ¡entiende por Dios me estoy muriendo!- ¡No vuelvas a decir eso! – haciendo que Mariana baje la cabeza por el miedo – ¡no acepto que te estés muriendo! ¡¿Por qué no puedes entender?!-Alfonso – acercándose y acariciando la mejilla de su esposo – entiende, ya estoy muriendo, y nada puedes hacer – empezando a toserAlfonso corre y le proporciona un pañuelo a su esposa el cual se mancha rápidamente de sangre, y luego recibe un vaso de agua de parte de su esposo.-Mariana…-Esposo, quiero que vuelvas a amar…-No creo que pueda – recibiendo un beso en los labios-Podrás…tendrás una buena vida con aquella a la que escogí para ti-Manipuladora…-Desde siempre – dando una sonrisa, mientras recibe un besoAl día siguiente, Alfonso se dirige a ver a Mariana, para invitarla a dar un paseo los dos, pero al ent
Mientras en la ceremonia llega un joven que toma asiento al lado de Cecilia y toma su mano para saludarla, Isaac hierve en celos, cosa que notan Ana y sus padres.-¿Cómo estás?-Alejandro, pensé que estarías en Barcelona…-Vine en cuanto supe de la muerte de Doña Mariana, pedí al cochero que acelerara la marcha, para llegar a tiempo al velorio – diciendo en un susurro – y tú dime, supe que te casaste…¿has estado bien?-Sí Alejandro pero si quieres más tarde podemos hablar-Me parece bien – dando una sonrisaIsaac apenas mira y siente el enorme deseo de romperle la cara al hombre que esté tan cerca de su propiedad.Las horas pasaron, Alfonso dio la orden de dar un refrigerio a los asistentes al velorio de su esposa, entonces es ahí cuando Alejandro decide acercarse a Cecilia para hablar con ella, pero es increpado por Isaac quien lo mira con total hostilidad.-¿Quién demonios eres y qué quieres con mi esposa?-Mucho gusto, Alejandro Andrés Santana y Martín del Campo, Duque del Infantad