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Capítulo V: Nuevos Amigos...

-¡¿Qué crees que haces?!

-Esto no le pertenece, es de mi señora

- ¡Esa perra no es señora de nadie! ¡tú serás mi esclavo! ¡así que te ordeno!

-¿Usted, ordenarme? – empezando a reír – yo sirvo a Doña Mariana de Belmonte y a Doña Cecilia de Escalante usted no es nadie, salvo una mujer indigna que se está entrometiendo en un buen matrimonio

-¡¿Quién te crees?!

- ¿Vas a contradecir una orden de su majestad?

Ana y Jimena apenas se muerden los labios.

-Por favor lleven todo esto a mi habitación…

- ¡No dejaré que eso pise el cuarto de mi hijo!

-Yo no hablaba de ese lugar – dejando a Jimena en shock – por favor, lleven todas mis cosas a la habitación del fondo…no compartiré cama con un infiel

Jimena se queda pasmada…

Cecilia se dirige hacia la habitación, que está destartalada y en terrible condiciones, pero junto con sus doncellas y esclavos se encargan de dejar la habitación en condiciones, cuando Isaac llega en el acto Ana y Jimena se quejan así que el hombre se dirige a reclamar a Cecilia su comportamiento con su madre y amante, pero al entrar en la habitación queda en shock, al ver a Cecilia en camisón con su cabello negro suelto, y su conmoción y deseo aumentan al ver que Cecilia tiene muy buenos atributos cosa que no pudo ver cuando abusó de ella…

-Cecilia…

-¿Sí? ¿Qué pasa?

-Mi madre y Ana…

-Me importa muy poco lo que esas dos te hayan dicho…así que ¿Qué deseas?

-Te ves preciosa

Cecilia no reacciona ante el halago…

-Eso ya lo sabes, supongo, ¿algo más?

-Tengo hambre…

-Tu madre y tu amante debieron haberte ya cocinado, porque lo que soy yo, nunca intentaré ser una buena esposa contigo

- ¿Qué te pasa? Hasta ayer…

-Pasa que me fuiste infiel, eso pasa – omitiendo el hecho de que sabe la verdad

-Cecilia…

-Ni siquiera pudiste cumplirme como hombre…que tristeza – Isaac queda en shock

- ¡No te permito que me hables así! – intentando golpear a Cecilia, pero Felipe el otro esclavo se interpone, recibiendo el golpe – ¡¿Cómo te atreves?!

-Nunca dañarás a mi señora…

Isaac frunce el ceño en el acto…

Isaac intenta acercarse, pero en el acto es increpado por Santiago, quien le dedica una mirada hostil – será mejor que te quites…

-Como dijo Felipe no te atreverás a lastimar a mi señora…

-Cecilia…diles que me dejen pasar

-Mejor vete con tu amante, que debe estar ansiosa por verte – Isaac queda en shock – te dije que no me molestaría en ser una esposa contigo

Isaac se marcha molesto, mientras que Cecilia queda en aquella habitación, en silencio, mientras sus ojitos derraman lágrimas.

-Isaac ¿Qué piensas hacer? ¡esa m*****a tiene mejores cosas que yo! ¡no es justo! ¡yo debería ser la protegida de la reina, no esa perra! ¡no ella!

-Tranquila, mañana iré a ver a la reina, le diré que Cecilia es una desvergonzada…

-Mi amor, quiero que esos esclavos me sirvan…nadie puede servir a esa m*****a en esta casa ¡nadie!

-Lo sé mi querida – besando a Ana – ahora vete…no puedo dejar que hablen de ti

Ana se marcha molesta, mientras que Isaac, se dirige de nuevo a ver a Cecilia, al llegar a la habitación de la joven la escucha tararear una canción, así que entra en la habitación y ve que para fortuna de él, está sola.

-Cecilia – haciendo que la joven gire la cabeza

- ¿Qué deseas? – mientras vuelve su atención a su tejido

-Esta no es tu habitación…

-Desde hoy esta será mi habitación, ¿Qué no te dijo tu madre? Yo no pienso compartir cama con un infiel

- ¿Vas a incumplir tus deberes?

-Acaso ¿tú has cumplido tus deberes? – Isaac queda en shock…

-Eso se puede arreglar – tratando de acercarse

Pero en cuanto queda frente a Cecilia se da cuenta de que ella tiene unas enormes tijeras y sabe que ella es muy capaz de usarlas – Cecilia, vamos a consumar el matrimonio como lo dicta Dios…

-No, nunca compartiré cama con un infiel…además Fernando Córdoba , ya me robó mi primera vez

Isaac apenas mira a Cecilia, con el enorme deseo de gritarle en la cara que fue él quien abusó de ella…

-Cecilia, tengo derechos como esposo

-Derechos que Ana puede satisfacer, así que ve con ella…

Isaac se marcha de la habitación, totalmente frustrado…pues aunque Cecilia lo quiera, ella sabe que para el hombre ella no vale nada, él mismo lo dijo, es una mojigata, una simplona, sin encanto o talento alguno por el cual ser considerada especial, si acaso sabe tocar el piano, cocinar, bordar, tocar el violín hablar español, francés y latín…pero ante nadie eso es especial, pues ella no se considera hermosa…

Cecilia deja el bordado que estaba haciendo y se acuesta en su cama dispuesta a dormir, nuevamente sola, pero pensando en que dentro de unos días podría ver de nuevo a su padre, la llena de cierta esperanza de que Carlos decida llevársela de esa horrible casa…

Los días fueron pasando, y dado que Cecilia era cuidada a sol y sombra por Santiago y Felipe, Jimena ni Javier pueden hacerle daño…Isaac ha decidido desentenderse de su esposa, pues para él, ella no vale nada, es una mujer sin gracia y una mojigata, así que, qué encantos podría tener, mientras que Cecilia pasaba sus días entre las cuatro paredes de su habitación, o simplemente salía a caminar por la calle, claro siempre custodiada por sus doncellas y sus esclavos, o a veces pasaba sus días en el palacio real, en donde era consentida y llenada de mimos por parte de la reina, quien ha visto en Cecilia a su reemplazo…

-¿Qué te parece?

-Su majestad, es hermoso, pero no puedo aceptarlo – sonrojada al ver el collar de perlas – podrían decir en mi hogar

-Que digan lo que quieran – acariciando aquella carita – criatura, eres digna de la grandeza de lo más maravilloso del mundo

Cecilia da una suave sonrisa – bien, ya que aceptaste mi regalo…

-¿Eh?

-Esto es para ti – entregando la cajita que al ser abierta por Cecilia queda en shock al ver el collar de esmeraldas

-Su majestad…

-Son esmeraldas del virreinato de la Nueva Granada, así que acéptalas

-Gracias – recibiendo una sonrisa de parte de la reina

-Isaac, ¿Qué vamos a hacer?

- ¿Qué quieres decir?

-No soporto que esa infeliz sea mimada por su majestad, ¡no es justo! ¡¿Por qué no puedes hablar con la reina?!

-Porque ella se niega a verme – dando un pesado suspiro – no sé porqué pero ella se niega a verme…

- ¡Maldita sea! ¡quiero a esa m*****a arruinada! ¡siempre llega con joyas y vestidos de última moda! ¡yo los quiero!

-Descuida cuando nos casemos te daré mejores cosas que las que recibe esa infeliz de parte de la reina…

Al poco Cecilia llega, sus dos esclavos llevan enormes cajas en las que por supuesto hay vestidos, y joyas…Ana queda en shock, y mira a Isaac con mirada de borrego a medio degollar, así que el hombre suspira y se dirige a ver a Cecilia, para pedirle por caridad que no restriegue sus regalos en frente de Ana, así que toma rumbo hacia la habitación de Cecilia, al tocar quien abre es una de las doncellas de nombre Lorena.

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