-¡Maldito esclavo!-Nunca volverás a faltarle al respeto a mi señora…-Santiago-¡Maldita infeliz, no solo me difamas con sus majestades, permites que un esclavo inmundo me ponga un mano encima! – colocándose de pie y saca su fustaFernando golpea a Santiago, quien se mantiene de pie, y con su mirada hostil – vaya con que la perra no supo educarte – sonriendo de modo siniestro-¡No tienes ningún derecho a golpear a Santiago!Pero Fernando vuelve a golpear al esclavo haciendo que este sangre por la mejilla.-Oh, vamos, ¿tu sangre es igual a la mía? – empezando a reír- ¡Basta, déjalo!- ¡Cállate perra! – pero su rostro es girado y vuelve a caer al suelo – ¡¿Qué te pasa Isaac?!Cecilia queda en shock, al ver a Isaac mirando a Fernando como poca cosa, Cecilia corre hacia Santiago saca su pañuelo y empieza a limpiar las heridas del esclavo, mientras sus ojitos derraman lágrimas – ¿estás bien Santiago?-Sí, Doña Cecilia…no se preocupe por este esclavo- ¡¿Por qué te metes?!-Estabas import
Por un momento Isaac abre los ojos, pero se encuentra solo en aquella habitación, y solo una persona llega a su mente, su esposa Cecilia – Cecilia…ven…Y vuelve a caer desmayado……Cuando Cecilia llega al palacio, Mariana se la lleva a su sala de té, en donde empieza a hacerle un interrogatorio completo, para así darle información a Alfonso para que conquiste a la joven, y Cecilia dulce e inocentemente le da todos esos datos a Mariana, quien simplemente mira a la joven y sabe que ella es perfecta para el cargo de reina y sobre todo para sanar el corazón de Alfonso cuando ella ya no esté.-Vaya no eres muy exigente con la comida…-Lo único que no me gusta es el caldo de rabo de toro…y el hígado…por lo demás puedo comer sin problema – dando una sonrisa-Lo tendré en cuenta, a Alfonso le encanta el hígado, pero poco el caldo de rabo – sonriendoCecilia le regresa la sonrisa……-Su majestad…- ¿Qué pasa?-Los Córdoba vinieron…-Me imagino qué es lo que quieren, hazlos pasarLos padres de
Los días fueron pasando, Cecilia estaba viviendo bien en la casa de los Escalante siendo cuidada y mimada por sus siervos y cuando pasaba sus tardes en el palacio por Mariana, que día con día se debilitaba más y más, y a pesar de ser verano y que el calor era bastante abrasador, ella tenía que usar chales y capas abrigadas.-Doña Mariana creo que debemos entrar al palacio-Gracias por preocuparte por mí, mi querida Cecilia – acariciando aquella carita-Su majestad usted ha sido como una madre, es claro que debo preocuparmeMariana le dedica una sonrisa a Cecilia, desde la distancia Alfonso observa y un suspiro resignado escapa de sus labios.-¿Pasa algo? – diciendo Diego mientras se acerca-Pasa, querido hermano…que no acepto el castigo que Dios me ha enviado, he sido un buen monarca, un excelente esposo, nunca tuve amantes por más mujeres bellas que me presentaron y más campañas militares que he liderado lejos de mi esposa, pero Dios, me ha castigado…quitándome a mi tesoro más precia
-Alfonso…-¡¿Por qué me presionas?! ¡Mariana entiende, yo no puedo tomar a otra mujer como reina! ¡no puedo! – rompiendo en llanto-No quiero que te quedes solo ¿Qué te cuesta entender eso? ¡entiende por Dios me estoy muriendo!- ¡No vuelvas a decir eso! – haciendo que Mariana baje la cabeza por el miedo – ¡no acepto que te estés muriendo! ¡¿Por qué no puedes entender?!-Alfonso – acercándose y acariciando la mejilla de su esposo – entiende, ya estoy muriendo, y nada puedes hacer – empezando a toserAlfonso corre y le proporciona un pañuelo a su esposa el cual se mancha rápidamente de sangre, y luego recibe un vaso de agua de parte de su esposo.-Mariana…-Esposo, quiero que vuelvas a amar…-No creo que pueda – recibiendo un beso en los labios-Podrás…tendrás una buena vida con aquella a la que escogí para ti-Manipuladora…-Desde siempre – dando una sonrisa, mientras recibe un besoAl día siguiente, Alfonso se dirige a ver a Mariana, para invitarla a dar un paseo los dos, pero al ent
Mientras en la ceremonia llega un joven que toma asiento al lado de Cecilia y toma su mano para saludarla, Isaac hierve en celos, cosa que notan Ana y sus padres.-¿Cómo estás?-Alejandro, pensé que estarías en Barcelona…-Vine en cuanto supe de la muerte de Doña Mariana, pedí al cochero que acelerara la marcha, para llegar a tiempo al velorio – diciendo en un susurro – y tú dime, supe que te casaste…¿has estado bien?-Sí Alejandro pero si quieres más tarde podemos hablar-Me parece bien – dando una sonrisaIsaac apenas mira y siente el enorme deseo de romperle la cara al hombre que esté tan cerca de su propiedad.Las horas pasaron, Alfonso dio la orden de dar un refrigerio a los asistentes al velorio de su esposa, entonces es ahí cuando Alejandro decide acercarse a Cecilia para hablar con ella, pero es increpado por Isaac quien lo mira con total hostilidad.-¿Quién demonios eres y qué quieres con mi esposa?-Mucho gusto, Alejandro Andrés Santana y Martín del Campo, Duque del Infantad
Mariana es sepultada en el panteón real, al lado de los anteriores reyes, y a lado de sus tres hijos que murieron a las pocas horas de haber nacido, Alfonso agradece a todos por su asistencia a las honras fúnebres de su esposa, y pide quedarse a solas junto a la tumba de su querida Mariana, Cecilia antes de irse se acerca al rey y le deja un dije de Santa Teresa de Ávila…-¿Qué?-Es para que cuide de usted su majestad – dando una adorable sonrisa – gracias por dejar que Doña Mariana usara la falda que bordé para ella-Se veía preciosa con aquella falda, gracias a ti por bordarla – Cecilia da una sonrisa antes de marcharseAlfonso da una sonrisa mientras se coloca el collar con el dije de Santa Teresa y lo guarda entre sus ropas – hasta que vengas por mí, mi amor…cumpliré tu voluntad…ella será mi reinaY con la elegancia que caracteriza al rey de España, Alfonso da media vuela y se marcha de la tumba de Mariana.Cecilia llega a la mansión Escalante, en donde Lorena le informa que Aleja
Diego se coloca de pie y se queda mirando hacia Alejandro quien apenas se pone nervioso, y se queda mirando como el hombre simplemente lo contempla, como buscando cualquier cosa para decirle que no…-Bien, Don Alejandro, Duque del Infantado, acabas de pedir permiso para cortejar a mi hija así que seré directo y franco ¿Qué le puedes ofrecer?Alejandro apenas mira a Cecilia quien con una sonrisa, le dice que hable – sé que mimos y atenciones tiene con usted, después de todo es miembro de la familia real, ella es princesa, pero yo puedo darle respeto, fidelidad y sobre todo amarla como merece.El sonrojo de Aurora no hace sino aumentar.-Bien, debes saber que no solo estoy yo para cuidar de mi hija, mi hermano su majestad, adora a su sobrina…así que…-Respetaré el hecho de que su majestad me honrara con un compromiso matrimonial, nunca seré como Fernando Córdoba, su majestad, yo respetaré y honraré mi unión con su alteza Doña AuroraLos gemelos apenas se miran, y Alfonso se queda mirand
Así los tres empiezan a hablar y andar por todo el jardín, bajo la atenta mirada de las doncellas de Cecilia y Aurora y los esclavos de la señora de Escalante, y desde una distancia prudente, Alfonso y Diego apenas observan y los gemelos dan una sonrisa.-¿Qué te parece el Duque?-Se ve un buen muchacho…considero que es digno para ser el esposo de Aurora-Entonces querido hermano esperemos que el señor Duque haga una correcta pedida de mano, porque debe ser algo a la altura de la familia Belmonte y Sacristán…Diego apenas da una sonrisa.-Bien Doña Aurora, por lo que me dice usted no conoció a su madre-Ella murió cuando nací – mirando a Alejandro con ojitos de cachorro-Mi madre también murió al poco de haber nacido yo – tomando la mano de Aurora y besando su dorso – pero fui criado por un buen padre y una tía maravillosa – dando una sonrisa a CeciliaCecilia le regresa la sonrisa…-Bien, ustedes tienen mucho de qué hablar…- ¿Eh? – diciendo Alejandro y Aurora-Iré a ver los rosales