TOMO 2. CAPÍTULO 38. Una amenaza convincenteProbablemente hubiera muchas formas de decir aquello, pero Elijah sabía que difícilmente encontraría las palabras correctas para hacer entender a Lynett que la amaba, que la amaba con todo su corazón a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, y a pesar de que fuera imposible para ella perdonarlo.Las siguientes horas fueron largas y agotadoras hasta que por fin el médico salió y les anunció que el señor Rufus estaba fuera de peligro. —La verdad esto parece que haya sido hasta cuestión de suerte. El marcapasos estaba fallando —les explicó el doctor—. Darnos cuenta a tiempo probablemente fue lo que salvó su vida.Los hermanos Vanderwood se abrazaron con un suspiro de alivio, pero cuando los ojos de Elijah buscaron a Lynett, se dio cuenta de que ella se estaba retirando discretamente. Sabía que eso era lo único que la muchacha estaba esperando para poner una distancia definitiva entre ellos, y no sabía cómo, pero no estaba dispuesto a
TOMO 2. CAPÍTULO 39. Algún díaLynett no sabía cómo explicarlo. Qué sentía o qué emociones la dominaban por tener en las manos su venganza cumplida, pero definitivamente “satisfacción” no era parte de ellas.Retrocedió hasta una mesa cercana y dejó allí la carpeta de documentos, como si no fuera la razón por la que había regresado después de tantos años.—Muñeca… ¿qué pasa? ¿Estás bien? —se adelantó Elijah con semblante preocupado al ver que la mirada de la muchacha estaba perdida y confusa.—No puedo… —Lynett sintió aquellas náuseas dominándola—. No puedo hacer esto… —susurró mientras sentía que las fuerzas la abandonaban—. No puedo seguir haciendo esto.—¡Oye… oye, todo está bien! —susurró Elijah acercándose con cautela pero sin atreverse a tocarla—. Te prometo que todo va a estar bien. Ahora puedes… puedes irte y olvidarte de mí. Vas a estar genial en Italia con… con esa familia que tienes… ¿no es así?Elijah sentía que él mismo se rompía el corazón diciendo aquello, pero más lo hi
TOMO 2. CAPÍTULO 40. Un corazón roto—¡Victoria! —el grito de Sebastian hizo que Elijah levantara la cabeza, espantado, porque esperaba de todo menos aquellas manos levantadas al cielo como si fuera un vikingo en plena conquista.—¿Buenas noticias? —preguntó frunciendo el ceño y Sebastian casi bailó hasta llegar a él, esgrimiendo aquel documento en sus manos como si fuera una bandera.—¡Las mejores! Después de tu trágica pérdida de la demanda que Lynett te puso, Josselyn armó todo el escándalo que quiso y el juez terminó por hartarse de ella —le contó Sebastian llegando hasta el escritorio—. Sobra decir que el pobre de Su Señoría ya venía muy escandalizado con todo el asunto de los videos que sacó Lieberman, hay que reconocer que ese as bajo la manga te puso en una mejor posición, así que el juez ya venía cabreado y se decantó por un divorcio contencioso.Elijah abrió mucho los ojos porque realmente no había esperado que eso se resolviera tan pronto.—¿En serio?—Hermano mío, tengo el
TOMO 2. CAPÍTULO 41. Un asunto familiarEl silencio en aquella sala fue inmediato y cargado de consternación. Lynett se cubrió la boca con una mano porque no podía creer que aquello estuviera pasando. No había visto a Elijah en los últimos quince días, pero no podía imaginar que alguien pudiera querer lastimarlo.—¿En—envenenado? —balbuceó Matt acercándose al doctor—. ¿Está seguro?El médico suspiró con incomodidad, pero terminó asintiendo.—Los síntomas que tiene son los de un enfermo cardiaco de setenta años, no son consistentes con… ¡bueno, con nada!—Doctor, pero no entiendo… yo estaba ahí con él cuando se tomó… nos bebimos unos tragos de una botella, yo también tomé —le dijo Sebastian y el doctor frunció el ceño.—Entonces venga conmigo, por favor, tenemos que hacerle análisis a usted también lo más pronto posible.Todos se quedaron ansiosos mientras el médico guiaba a Sebastian hacia uno de los laboratorios. Ni siquiera podían hablar, pero aquel pensamiento pareció ser compartid
TOMO 2. CAPÍTULO 42. Una acusaciónHabía que estar loco o tener muchos pantalones para sacar a aquella orden de arresto cuando se sabía que del otro lado se tendría a Jacob Lieberman como oponente, así que el detective optó por la visita personal, el anonimato y la rapidez mientras le pedía al juez que firmara los documentos pertinentes.Quizás por eso cuando el abogado recibió aquella alerta, no hubo tiempo más que para apresurarse a llegar a la mansión Evans y advertirle a Lynett lo que definitivamente no debía hacer.—¡Ni una palabra! ¿Me oyes? ¡No digas ni una sola palabra hasta que yo no llegue contigo! —exclamó entrando a la biblioteca porque la policía venía pisándole los talones.—¿Qué…? ¿De qué estás hablando? —preguntó asustada pero la respuesta le llegó del mismo detective que había estado antes en el hospital.—Señora Lynett Evans, por favor acompáñenos, queda detenida como principal sospechosa en el intento de asesinato de Elijah Vanderwood.Los ojos de la muchacha se abr
TOMO 2. CAPÍTULO 43. Un presentimientoSentía el cuerpo pesado, y tan adolorido como si le hubiera pasado un camión por encima, pero aun así Elijah hizo su mayor esfuerzo por abrir los ojos, como si aquel sexto sentido, totalmente inconsciente, le insistiera en que debía despertar.Miró alrededor aturdido, mientras el pitido estridente de los monitores le herían los oídos, y solo unos segundos después una comitiva de médicos se abalanzaba dentro de la habitación para revisarlo.—¿Dónde…? —preguntó con dificultad, sintiendo la saliva pastosa en su boca.—Está en el hospital, señor Vanderwood —le explicó uno de los médicos—. Sufrió un… percance.Elijah frunció el ceño mientras se quitaba la incómoda mascarilla de oxígeno y pestañeó despacio, tratando de ubicarse.—¿Percance…? —De repente recordó lo mal que se había sentido en su oficina mientras tomaba un trago con su hermano—. ¿Qué fue lo que me pasó?Los médicos se miraron con preocupación y luego el jefe de todos mandó a llamar a un
TOMO 2. CAPÍTULO 44. Tengo que hablar con ella—¡No lo entiendo y jamás lo voy a entender! —gruñó Rufus tratando de aguantarse aquella frustración—. ¡Se supone que al menos en un hospital conserves un mínimo de dignidad, carajo! ¡¿Entonces por qué diablos nos ponen estas batas que tiene que andar uno con el culo al aire, caminando de espaldas a la pared para que no le vean las nalgas!?Elijah miró a su padre mientras este buscaba dónde parapetarse para cambiarse aquella bata de hospital. Finalmente encontraron un pequeño baño y se hicieron los desentendidos para ir a cambiarse por la ropa que acababan de robar de uno de los armarios de los enfermeros. Alguno de ellos tendría que volver a casa en su uniforme, lamentablemente.Pero en aquel momento lo único que Elijah tenía en la cabeza era llegar a la mansión Evans para ver a Lynett.Él y Rufus salieron sigilosamente del hospital y tomaron el primer taxi que frenó junto a ellos.—Espero que estés seguro de esto —sentenció su padre—, ¡p
TOMO 2. CAPÍTULO 45. Una promesaLynett ni siquiera sabía qué diablos era lo que sentía, solo que había esperado que el peor de sus enemigos se pusiera contra ella, y ahora resultaba que estaba en sus brazos, mientras Elijah besaba su cabeza con desesperación y le decía que creía en su inocencia.—Tranquilízate, por favor, tranquilízate, nena, todo va a estar bien, mírame… Mírame…Elijah despejó su rostro lleno de lágrimas y la besó en cada mejilla, sin importarle que ella apenas pudiera respirar.—Ven acá. Cálmate, por favor, cálmate, todo va a estar bien, te lo prometo.La acomodó en su regazo, sentándose en la pequeña cama, y Lynett enredó los brazos en su cuello, sollozando contra él sin poder contenerse.Elijah la abrazó con posesividad y la dejó que se fuera calmando poco a poco, porque aquel estallido de desesperación tenía que parar en algún momento.—Yo no sabía… te juro que no sabía… —Fueron las primeras palabras que salieron de la boca de la muchacha en tres días y Elijah e