TOMO 2. CAPÍTULO 43. Un presentimientoSentía el cuerpo pesado, y tan adolorido como si le hubiera pasado un camión por encima, pero aun así Elijah hizo su mayor esfuerzo por abrir los ojos, como si aquel sexto sentido, totalmente inconsciente, le insistiera en que debía despertar.Miró alrededor aturdido, mientras el pitido estridente de los monitores le herían los oídos, y solo unos segundos después una comitiva de médicos se abalanzaba dentro de la habitación para revisarlo.—¿Dónde…? —preguntó con dificultad, sintiendo la saliva pastosa en su boca.—Está en el hospital, señor Vanderwood —le explicó uno de los médicos—. Sufrió un… percance.Elijah frunció el ceño mientras se quitaba la incómoda mascarilla de oxígeno y pestañeó despacio, tratando de ubicarse.—¿Percance…? —De repente recordó lo mal que se había sentido en su oficina mientras tomaba un trago con su hermano—. ¿Qué fue lo que me pasó?Los médicos se miraron con preocupación y luego el jefe de todos mandó a llamar a un
TOMO 2. CAPÍTULO 44. Tengo que hablar con ella—¡No lo entiendo y jamás lo voy a entender! —gruñó Rufus tratando de aguantarse aquella frustración—. ¡Se supone que al menos en un hospital conserves un mínimo de dignidad, carajo! ¡¿Entonces por qué diablos nos ponen estas batas que tiene que andar uno con el culo al aire, caminando de espaldas a la pared para que no le vean las nalgas!?Elijah miró a su padre mientras este buscaba dónde parapetarse para cambiarse aquella bata de hospital. Finalmente encontraron un pequeño baño y se hicieron los desentendidos para ir a cambiarse por la ropa que acababan de robar de uno de los armarios de los enfermeros. Alguno de ellos tendría que volver a casa en su uniforme, lamentablemente.Pero en aquel momento lo único que Elijah tenía en la cabeza era llegar a la mansión Evans para ver a Lynett.Él y Rufus salieron sigilosamente del hospital y tomaron el primer taxi que frenó junto a ellos.—Espero que estés seguro de esto —sentenció su padre—, ¡p
TOMO 2. CAPÍTULO 45. Una promesaLynett ni siquiera sabía qué diablos era lo que sentía, solo que había esperado que el peor de sus enemigos se pusiera contra ella, y ahora resultaba que estaba en sus brazos, mientras Elijah besaba su cabeza con desesperación y le decía que creía en su inocencia.—Tranquilízate, por favor, tranquilízate, nena, todo va a estar bien, mírame… Mírame…Elijah despejó su rostro lleno de lágrimas y la besó en cada mejilla, sin importarle que ella apenas pudiera respirar.—Ven acá. Cálmate, por favor, cálmate, todo va a estar bien, te lo prometo.La acomodó en su regazo, sentándose en la pequeña cama, y Lynett enredó los brazos en su cuello, sollozando contra él sin poder contenerse.Elijah la abrazó con posesividad y la dejó que se fuera calmando poco a poco, porque aquel estallido de desesperación tenía que parar en algún momento.—Yo no sabía… te juro que no sabía… —Fueron las primeras palabras que salieron de la boca de la muchacha en tres días y Elijah e
TOMO 2. CAPÍTULO 46. Pactando con el enemigo—Es un sacrificio, probablemente uno de los mayores que harás en tu vida. —La voz de su padre era tan ronca que Elijah creyó por un momento que se había echado a llorar sin que él lo viera—. Así que tienes que decidir si Lynett lo vale. Si ella vale que bajes la cabeza y te sacrifiques.Elijah apretó los puños con impotencia porque aquella propuesta de su padre lo había dejado mudo por algunos minutos.—Sabes lo que te hizo… lo que nos hizo a todos… —murmuró dolido.—Créeme, cada día lo voy descubriendo más —replicó Rufus y Elijah se puso lívido, porque no tenía idea de si Rufus sabía o no que él no era su hijo biológico—. Pero si amas a Lynett, entonces te hace falta esta tregua. Si no quieres hacerlo tú, entonces yo lo haré por ti, pero si de verdad amas a esa mujer, pondrás su seguridad por encima de todo, incluso de tu dolor y de tu orgullo.Elijah sintió aquellas lágrimas cosquillearle en los ojos durante algunos segundos pero finalmen
TOMO 2. CAPITULO 47. Una oscura suposición.El despacho de Jacob Lieberman estaba más que abierto para ellos, pero sin dudas nadie estaba preparado para la tromba que era Elijah Vanderwood a pesar de haber estado a punto de morir hacía solo unos pocos días.—La protección está lista. Ella va a estar bien —sentenció atravesando la puerta y la expresión de alivio en el rostro del abogado fue mayúscula.—Bien, una cosa menos. Estuvimos persiguiendo a los jueces y al fiscal y mi esposa… bueno, ella movió algunos hilos —sonrió.—¿Consiguió adelantar el juicio? —preguntó Elijah con preocupación.—Para dentro de tres semanas —dijo Lieberman—. Antes de eso es imposible, y siendo honesto necesitamos ese tiempo porque tenemos que prepararnos bien. Hay que reunir evidencias, declaraciones, buscar pruebas de que Lynett no envenenó esas herramientas…—Y eso quiere decir que tenemos que encontrar a quien lo hizo —sentenció el señor Rufus con impaciencia—. Y por lo que veo la policía no va a ayudar
TOMO 2. CAPITULO 48. TúLa pesadilla estaba ahí, latente y peligrosa. Cada vez que cerraba los ojos, Lynett no entendía si había soñado que estaba en la cárcel o que Elijah le creía y le había dicho que todo estaría bien, pero era como si las dos cosas no pudieran coexistir en el mismo universo.Se acurrucó en su pequeña cama de la litera cuando la puerta de la reja volvió a abrirse y una mujer mayor entró. Se veía bastante golpeada por los años, pero aun así su expresión era absolutamente fría y feroz.Durante un momento sus ojos se cruzaron con los de la otra prisionera, y la mujer hizo una pregunta para la cuál ya sabía la respuesta.—¿Tú eres Lynett Evans? —la escuchó y sus ojos se abrieron con sorpresa—. ¿Eres la mujer de Elijah Vanderwood?Lynett contuvo el aliento porque no tenía idea de cómo aquella mujer había obtenido esa información o por qué pensaba que era cierta.—¿Cómo…? ¿Quién te dijo…?—Él me lo dijo —sentenció Adaline haciéndole una señal al guardia para que cerrara
TOMO 2. CAPÍTULO 49. ¿Qué pasa si no puedes?La respiración de Lynett era pesada y nerviosa mientras su frente se apoyaba en la de Elijah y los dos cerraban los ojos. Había creído que abrazar a aquel hombre sería el último de sus instintos, pero allí estaba, acurrucada en sus brazos como si fuera el único refugio seguro sobre la tierra.—No quiero que la escuches —lo escuchó murmurar y contuvo el aliento—. Solo está aquí para mantenerte a salvo, chiquilla, pero no quiero que la escuches. No hay nada bueno que pueda salir de esa mujer a estas alturas.El tono en la voz de Elijah estaba lleno de resentimiento, pero Lynett no podía culparlo, porque si alguien le hubiera preguntado por su propia madre, quizás la respuesta habría sido exactamente igual.—Me llenó de debilidad —susurró con voz temblorosa y Elijah sostuvo su barbilla para que lo mirara a los ojos—. Mi madre… me llenó de debilidad, de inseguridades, de miedo. La tuya te llenó de odio.Él pasó saliva y negó con impotencia. Sab
TOMO 2. CAPÍTULO 50. Una espada de doble filoSe permitió cerrar los ojos por un segundo. Lynett no sabía si estaba haciendo aquello conscientemente o si solo se estaba dejando arrastrar por aquella marea, tratando de que no la ahogara.Elijah le había dolido durante mucho tiempo, era un hecho innegable, pero por desgracia era el menor de los monstruos que acechaban en su oscuridad, y por primera vez parecía determinado a defenderla.Sintió un vacío extraño en el momento en que aquel abrazo se rompió y él la besó en la frente.—Vendré mañana de nuevo, te lo prometo. Pero ahora tengo que ir a encargarme de esto —advirtió y la vio asentir con tristeza—. Te amo, chiquilla. Pase lo que pase, duerme tranquila porque pronto vas a estar fuera de aquí. Pero por desgracia, no había promesa que pudiera calmar el corazón de Lynett, especialmente cuando tenía que volver a aquella celda con la madre de Elijah. Que la señora estuviera dispuesta a protegerla era una cosa, y que fuera una buena com