TOMO 2. CAPITULO 48. TúLa pesadilla estaba ahí, latente y peligrosa. Cada vez que cerraba los ojos, Lynett no entendía si había soñado que estaba en la cárcel o que Elijah le creía y le había dicho que todo estaría bien, pero era como si las dos cosas no pudieran coexistir en el mismo universo.Se acurrucó en su pequeña cama de la litera cuando la puerta de la reja volvió a abrirse y una mujer mayor entró. Se veía bastante golpeada por los años, pero aun así su expresión era absolutamente fría y feroz.Durante un momento sus ojos se cruzaron con los de la otra prisionera, y la mujer hizo una pregunta para la cuál ya sabía la respuesta.—¿Tú eres Lynett Evans? —la escuchó y sus ojos se abrieron con sorpresa—. ¿Eres la mujer de Elijah Vanderwood?Lynett contuvo el aliento porque no tenía idea de cómo aquella mujer había obtenido esa información o por qué pensaba que era cierta.—¿Cómo…? ¿Quién te dijo…?—Él me lo dijo —sentenció Adaline haciéndole una señal al guardia para que cerrara
TOMO 2. CAPÍTULO 49. ¿Qué pasa si no puedes?La respiración de Lynett era pesada y nerviosa mientras su frente se apoyaba en la de Elijah y los dos cerraban los ojos. Había creído que abrazar a aquel hombre sería el último de sus instintos, pero allí estaba, acurrucada en sus brazos como si fuera el único refugio seguro sobre la tierra.—No quiero que la escuches —lo escuchó murmurar y contuvo el aliento—. Solo está aquí para mantenerte a salvo, chiquilla, pero no quiero que la escuches. No hay nada bueno que pueda salir de esa mujer a estas alturas.El tono en la voz de Elijah estaba lleno de resentimiento, pero Lynett no podía culparlo, porque si alguien le hubiera preguntado por su propia madre, quizás la respuesta habría sido exactamente igual.—Me llenó de debilidad —susurró con voz temblorosa y Elijah sostuvo su barbilla para que lo mirara a los ojos—. Mi madre… me llenó de debilidad, de inseguridades, de miedo. La tuya te llenó de odio.Él pasó saliva y negó con impotencia. Sab
TOMO 2. CAPÍTULO 50. Una espada de doble filoSe permitió cerrar los ojos por un segundo. Lynett no sabía si estaba haciendo aquello conscientemente o si solo se estaba dejando arrastrar por aquella marea, tratando de que no la ahogara.Elijah le había dolido durante mucho tiempo, era un hecho innegable, pero por desgracia era el menor de los monstruos que acechaban en su oscuridad, y por primera vez parecía determinado a defenderla.Sintió un vacío extraño en el momento en que aquel abrazo se rompió y él la besó en la frente.—Vendré mañana de nuevo, te lo prometo. Pero ahora tengo que ir a encargarme de esto —advirtió y la vio asentir con tristeza—. Te amo, chiquilla. Pase lo que pase, duerme tranquila porque pronto vas a estar fuera de aquí. Pero por desgracia, no había promesa que pudiera calmar el corazón de Lynett, especialmente cuando tenía que volver a aquella celda con la madre de Elijah. Que la señora estuviera dispuesta a protegerla era una cosa, y que fuera una buena com
TOMO 2. CAPÍTULO 51. Una suegrita queridaLynett contuvo el aliento cuando aquella maceta cayó a sus pies, tan cerca como para lastimarla con los fragmentos de cerámica, y un segundo después vio a Adaline girarse hacia otra de las presas.—¡¿Eres idiota o te haces?! —siseó con tono amenazante y la mujer, veinte años menor que ella y más tatuada, se le enfrentó.—¡Soy lo bastante inteligente como para saber que sacaron a mi compañera de aquí por culpa de ustedes! —siseó—. Ahora tiene que limpiar los baños de los oficiales porque tuvieron que trasladar aquí a la jorobada de Notre Dame y a su gárgola.El cierto punto el sarcasmo y la ofensa dominaron su tono, pero la expresión peligrosamente sonriente de Adaline la hizo retroceder.—Si fueras lo bastante inteligente, sabrías muy bien lo que pesa una gárgola, estúpida —siseó—. Y sabrías lo fácil que puede romperte la cabeza si te cae encima.Lynett miró la escena con el corazón latiéndole a mil por minuto, y no fue capaz de serenarse ni s
TOMO 2. CAPÍTULO 52. El siguiente pasoElijah sentía como si tuviera el corazón a punto de salirse de su pecho. Solo había tocado suavemente el tobillo de Lynett y eso había bastado para que notara la venda blanca y el rastro de sangre sobre ella. Ni siquiera podía explicarlo, pero era como entrar en su peor pesadilla.—¿Pero qué demonios…? ¡¿Qué fue lo que pasó, Lynett?! —exclamó asustado y un segundo después se la sacaba de encima para sentarla en la cama y se arrodillaba frente a ella.—No es nada…—¡Claro que es algo! ¿¡Cuándo te hiciste esto?! —la interrogó mientras miraba su pie de cerca.—Hace unas horas…—¡¿Y no te atendieron!? ¡¿Por qué sigue sangrando?! ¡No debería estar sangrando! —exclamó con nerviosismo, porque no era médico, pero se había hecho suficientes heridas en el campo en su vida como para saber que la sangre debía parar.—No estoy sangrando, Elijah, tranquilízate…—¡Chiquilla!—¡Cálmate! —demandó ella tomando su cara entre las manos—. Por favor, cálmate, todo est
TOMO 2. CAPÍTULO 53. Un callejón sin salidaElijah sentía que tenía el alma entumecida. Ver a Lynett en aquel lugar, en aquel estado… eso lo estaba matando. Y aunque no fuera directamente su culpa, aunque él no la hubiera acusado, aunque hubiera creído en ella y estuviera tratando de salvarla, no podía evitar sentir que aquella chica tenía demasiada mala suerte cuando él estaba cerca de ella.La información del forense lo confirmaba: habían matado a Frederick Evans con Talio y lo habían estado envenenando por tiempo suficiente como para que el metal se asentara en sus huesos. Eso no era un accidente, sino que determinaba la premeditación del asesinato.—¿Qué quieres decir con que los forenses encontraron de donde viene el Talio? —preguntó nervioso y vio a Lieberman sonreír.—Todas las cosas en el mundo tienen una marca —aseguró el abogado—. Aunque sea microscópica. El Talio se obtiene principalmente de las partículas de los humos de plomo y zinc fundidos, y de los barros obtenidos de
TOMO 2. CAPÍTULO 54. Una capacidad especial para ser injustoElijah vio aquellos ojos cristalizarse por un segundo mientras ella daba un par de pasos atrás, tambaleante, nerviosa, como si tratara de encajar aquel golpe.—No puede sorprenderme… ya nada puede sorprenderme… —susurró con voz ahogada y Elijah la miró con expresión interrogante, porque estaba más que seguro ahora de que Lynett tenía la respuesta.—¿Quién lo hizo? —le preguntó haciendo que ella carraspeara con fuerza y se limpiara las lágrimas antes de que rodaran por sus mejillas.—En ese tiempo todavía creía que había algo… que éramos familia a pesar de todo… —murmuró con voz gélida mientras intentaba hacer memoria—. Debió ser hace… hace más de diez años. Yo estaba muy feliz porque se había acordado de mí y había roto las reglas para traerme estas… estas semillas de cacao… Se suponía que no debían llevarse nada del lugar donde estaban desplegados.Las pupilas de Elijah se dilataron en un solo segundo porque tenía que recon
TOMO 2. CAPÍTULO 55. A míLa vida era muy jodida para algunos. Josselyn se lo decía mientras miraba al techo de aquella habitación. Un día había tenido todo, al siguiente la muerte le había tocado a la puerta. Al otro su colchón de seguridad se había esfumado, y cuando menos esperaba, el hombre que debía casarse con ella estaba enredado con su hermana pequeña, la que siempre había tenido jodidamente todo.Y como si ese vademécum de mala suerte no fuera suficiente, después de que Lynett había ganado aquella demanda y le había quitado todo, el juez la había divorciado de Elijah por demanda contenciosa y le había otorgado la inútil suma de tres mil dólares al mes. Con eso más su pensión de porquería del ejército, le alcanzaba para pagarse un departamento de una habitación en un sitio no muy feo de la ciudad, pero no cubría el resto de las cosas que necesitaba, ni siquiera podía pagar por la primera maldita enfermera.Y ni hablar de gente de servicio, así que cada vez que tenía que enfren