TOMO 2. CAPÍTULO 32. Una venganza aplazadaEl juez miró aturdido a Jacob Lieberman. ¿De qué diablos estaba hablando? ¿Qué otra demanda?—No comprendo, licenciado. ¿El señor Vanderwood tiene otra demanda en proceso? —lo interrogó y el abogado le extendió un documento.—Esta es la solicitud para aplazar el veredicto de este juicio, Su Señoría. En efecto, en este momento, contra el señor Elijah Vanderwood se presentó una demanda por indemnización que involucra su patrimonio, así que este no podrá evaluarse hasta que esa demanda en particular concluya.—¡Esto es inaudito! —exclamó Basset levantándose—. ¡No se puede suspender un juicio en espera de otro!El juez revisó el documento y miró a Lieberman a los ojos antes de suspirar por lo bajo y golpear la mesa con su mazo.—En realidad, licenciado Basset, en este exacto momento el patrimonio del señor Vanderwood sigue siendo bien común, y no la señora Hill sigue siendo su esposa todavía, así que todavía tiene que responder por los asuntos le
TOMO 2. CAPÍTULO 33. Una mujer diferente“Resiste”. Parecía un consejo muy estúpido pero la siguiente frase fue la que le dio sentido: “El primero que se canse, pierde”.Elijah no tenía idea de cómo podía resistir, de cómo podía seguir insistiendo con Lynett a pesar de todo lo que había pasado, pero según Lieberman, el roce hacía el odio y el amor, y a veces, solo a veces y con el coraje correcto, se lograba pasar de uno al otro.Se regresó a casa de su hermano, con el corazón pendiendo de un hilo pero la determinación a tope, y al día siguiente cuando Anders llegó a su oficina, lo primero que hizo fue comunicarle su decisión.—Vamos a pelear —determinó—. Pide una reunión con Lynett, por favor. Vamos a sentarnos a negociar.Anders lo miró como si le hubiera salido otra cabeza.—¿Sí entiendes que pelear y negociar son dos cosas distintas, verdad? —lo increpó y la sonrisa que apareció en el rostro de Elijah le confirmó que ya se le había caído la última tuerca y que se estaba volviendo
TOMO 2. CAPÍTULO 34. El último pasoLynett parecía una fiera a punto de atacar, y Elijah solo se llevó las dos manos a la cabeza y se mesó los cabellos con desesperación.—Lynett tu padre tenía problemas de dinero en la empresa, ya viste que lo habían estado desfalcando, necesitaba ayuda…—Pero esa ayuda no tenía por qué venir de ti ¿no es cierto? —replicó ella con rabia—. Mi padre podría haber conseguido un préstamo, podría haber vendido menos acciones, podría… ¡No sé, podría haber hecho otras cosas para salvar la empresa, pero tú no se lo permitiste! ¿No es así? ¡Tú le cerraste cada puerta, le quitaste cada oportunidad hasta que no tuvo más opción que venderte! ¡Dime que es mentira!Pero Elijah no podía desmentir eso. Desde el mismo segundo en que había estado en la Transportadora había sido capaz de reconocer la oportunidad tan grande que era y había hecho hasta lo imposible por hacerse con la mitad de las acciones.Así que aquel silencio, largo y doloroso, solo fue roto por el ton
TOMO 2. CAPÍTULO 35. Un hombre de rodillasLos oficiales de policía tuvieron la decencia de esperar a que la ambulancia se llevara al señor Rufus, pero más allá no había nada que pudieran hacer.—¡Ahora voy contigo… ahora voy contigo…! —exclamó Sebastian corriendo hacia su auto, pero Elijah negó.—¡No, no…! ¡Vete con papá! ¡Vete con él, solo llama a Anders! —respondió mientras lo hacían entrar en la patrulla para llevárselo.Elijah sentía que su corazón se saldría del pecho. La culpa lo perseguiría para siempre si a su padre le pasaba algo, y por más que le doliera no podía evitar pensar que se merecía ese dolor.Los minutos comenzaron a pasar como una larga nebulosa para él mientras lo fichaban, le leían apropiadamente los cargos y el fiscal de distrito se reunía con él.—Abogado —fue lo único que salió de sus labios mientras lo esposaban a la mesa de interrogatorios.—Señor Vanderwood, espero que entienda que este es un caso penal ahora. El fraude es una cosa seria, pero firmar lega
TOMO 2. CAPÍTULO 36. Un quirófano de urgenciaLos labios de Lynett se separaban con expresión aturdida, sin que de ellos saliera ningún sonido y sin saber cómo encajar aquella noticia.—¿Qué dices… el señor Rufus…? —murmuró por fin.Jamás había estado en su ánimo hacerle daño y Elijah pudo leer aquella confusión en su cara.—¡Fue mi culpa! —le dijo sujetándola por los hombros para darle la vuelta—. ¡Lynett esto es mi culpa, no tuya! ¡Es mi responsabilidad que mi padre se haya puesto mal, esto es… son las consecuencias de mis malos actos, los míos…! Tú no tenías como saber que esto iba a pasar pero por favor… te lo suplico, deja que vaya a verlo…Lynett retrocedió soltándose de su agarre y se giró hacia su abogado.—Sabes que yo no quería esto… ¿cómo…? Solo haz que lo dejen salir… —murmuró por lo bajo intentando alejarse pero la voz de Lieberman la detuvo.—No se puede —sentenció con seguridad y Lynett lo miró espantada.—¿¡Cómo que no se puede!? —lo increpó.—Es un caso penal ahora —l
TOMO 2. CAPÍTULO 37. Un castigoEn ese instante, exactamente en ese instante Lynett supo que tenía la respuesta a esa duda que le carcomía el corazón a Rufus Vanderwood: ¿qué era lo que había convertido al hombre en el monstruo?El silencio en la sala de espera se hizo aterrador y el desconcierto en el rostro de Matt y de los gemelos era absoluto. Sin embargo no había tiempo para ponerse a hacer preguntas, porque el médico los empujó hacia el laboratorio más cercano para que ellos se hicieran los análisis, y Elijah se quedó parado allí, con Nate a su lado, sabiendo que era el único que podía entender lo que estaba sintiendo.—¿Cuándo…? ¿Cuándo lo supiste? —preguntó su hermano y Elijah abrió la boca tomando una angustiosa bocanada de aire.—Yo… hace… siete años, más o menos. No mucho después que tú —respondió y Nate se mesó los cabellos.—¿También eres hijo de Lloyd? —preguntó Nate porque él sabía que era fruto de una aventura de su madre con el hermano de su padre, pero Elijah solo mo
TOMO 2. CAPÍTULO 38. Una amenaza convincenteProbablemente hubiera muchas formas de decir aquello, pero Elijah sabía que difícilmente encontraría las palabras correctas para hacer entender a Lynett que la amaba, que la amaba con todo su corazón a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, y a pesar de que fuera imposible para ella perdonarlo.Las siguientes horas fueron largas y agotadoras hasta que por fin el médico salió y les anunció que el señor Rufus estaba fuera de peligro. —La verdad esto parece que haya sido hasta cuestión de suerte. El marcapasos estaba fallando —les explicó el doctor—. Darnos cuenta a tiempo probablemente fue lo que salvó su vida.Los hermanos Vanderwood se abrazaron con un suspiro de alivio, pero cuando los ojos de Elijah buscaron a Lynett, se dio cuenta de que ella se estaba retirando discretamente. Sabía que eso era lo único que la muchacha estaba esperando para poner una distancia definitiva entre ellos, y no sabía cómo, pero no estaba dispuesto a
TOMO 2. CAPÍTULO 39. Algún díaLynett no sabía cómo explicarlo. Qué sentía o qué emociones la dominaban por tener en las manos su venganza cumplida, pero definitivamente “satisfacción” no era parte de ellas.Retrocedió hasta una mesa cercana y dejó allí la carpeta de documentos, como si no fuera la razón por la que había regresado después de tantos años.—Muñeca… ¿qué pasa? ¿Estás bien? —se adelantó Elijah con semblante preocupado al ver que la mirada de la muchacha estaba perdida y confusa.—No puedo… —Lynett sintió aquellas náuseas dominándola—. No puedo hacer esto… —susurró mientras sentía que las fuerzas la abandonaban—. No puedo seguir haciendo esto.—¡Oye… oye, todo está bien! —susurró Elijah acercándose con cautela pero sin atreverse a tocarla—. Te prometo que todo va a estar bien. Ahora puedes… puedes irte y olvidarte de mí. Vas a estar genial en Italia con… con esa familia que tienes… ¿no es así?Elijah sentía que él mismo se rompía el corazón diciendo aquello, pero más lo hi