CAPÍTULO 58. Una sospecha en el corazón.Lynett contuvo el aliento cuando veía aquella mansión enorme. Sin dudas era mucho para un hombre que se había visto en un gran aprieto económico hacía pocos años, pero si cualquier excusa podía pasar por la mente de Lynett, como que hubiera vendido la propiedad, por ejemplo, eso quedaba desestimado en el momento justo en que vieron salir a Martin Hanover en un auto modesto, al parecer para guardar las apariencias.—Hay que investigar —dijo Lynett—. No podemos acusarlo solo porque se recuperó después de un tropiezo, quizás recibió una herencia o… —Por un segundo la expresión llena de sarcasmo de Elijah la detuvo, pero la muchacha se mostró firme—. Es mejor investigar antes.Él asintió despacio y condujo de vuelta a la casa, pero sabía que no sería muy difícil que Ranger lo ayudara a investigar por dónde le había entrado aquel nuevo dinero a Martin Hanover.—Si acaso fuera él… —murmuró Lynett cuando estuvieron de vuelta en la cocina—. Que no digo
CAPÍTULO 59. Un karma muy maloLa mañana terminó en medio de una extraña nebulosa en la que Lynett intentaba mantenerse tranquila, pero notaba la preocupación de Elijah por lo que le había dicho.Ninguno de los dos mencionó ni una sola palabra por el camino, pero apenas llegaron fue como si el caos se desatara y no precisamente por el trabajo, sino porque la amable enfermera ancianita los recibió en traje de baño y no se supo de quién había sido el grito de sorpresa más fuerte.—¡Jesús santísimo! ¿¡Pero qué es esto, señora Raferty!? —exclamó Elijah azorado porque ver a una señora de casi setenta años en trusa, con gorro de baño y careta de natación no era precisamente lo que había esperado al llegar a su casa.—¡Es hora de la fisioterapia de la señora Evans! —sentenció la mujer con decisión—. ¡Me la llevo a la piscina! ¡Usted mismo dijo que no se puede saltar la fisioterapia!Elijah miró a Lynett pasando saliva y lo que vio en los ojos de la muchacha fue una amenaza en toda regla.—Yo
CAPÍTULO 60. ¡Bésame!Lynett ni siquiera sabía cómo sentirse o cómo interpretar aquella calidez suave que emanaba del cuerpo de Elijah. Si era honesta le dolía. Le dolía que aquella cercanía estuviera ocurriendo después de que la hubiera lastimado tanto, porque ya no estaba en posición de perdonar o de olvidar. Y aun así por momentos era como si todo el caos que había vivido en las últimas semanas pudiera quedar atrás solo por estar entre los brazos de aquel hombre. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso y era peligrosamente consciente del latido de su corazón y de la forma en que su respiración se iba acelerando, así que su primer movimiento fue para alejarse, porque él tenía razón, aunque el animal a veces pudiera parecer un príncipe, ella no podía olvidar lo que realmente era.—Sí… mañana será mejor —suspiró apoyando la espalda en la pared contraria del jacuzzi mientras él carraspeaba y buscaba nuevamente la forma de volver a sus cinco sentidos. El cuerpo de Lynett parecía hecho
CAPÍTULO 61. Un doloroso descubrimientoElijah sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, pero acarició la cabeza de Lynett, intentando comprender qué era lo que la estaba poniendo mal.—A ver… despacio, respira —susurró levantando su barbilla—. Mírame, eso… mírame… —le ordenó con tono bajo y autoritario—. Necesito que te calmes para poder entender. Respira. El pecho de Lynett subía y bajaba al compás de una respiración entrecortada, y Elijah sujetó su barbilla y su mano bajó por su garganta con un gesto muy suave, pero si quería tranquilizarla eso no iba a dar mucho resultado, porque sus dedos rozando el borde de sus senos solo hizo que la muchacha contuviera el aliento.—Suéltalo, no te voy a hacer nada —murmuró Elijah—. No te voy a hacer nada, solo quiero que te calmes.Lynett pasó saliva y cerró los ojos por un momento mientras sentía la forma en que su piel se estremecía.—En mi… en mi silla —balbuceó—. Detrás del cojín de respaldo… —intentó explicarle, pero apenas Elij
CAPÍTULO 62. Un hombre vale tanto como vale su palabraLa expresión de Elijah era la de un hombre petrificado, mudo, aturdido, y Lynett se habría dado cuenta de eso si solo se hubiera atrevido a mirarlo. Pero sus ojos estaban en el paisaje fuera de la ventana que tenía más cerca mientras sus labios se convertían en una línea fina y apretada.—Sé que nunca quisiste creerme, pero yo no lo hice —murmuró por lo bajo—. No te puse ninguna trampa, yo… solo no podía entender qué era lo que había pasado ese día, cómo… Cómo su madre se había enterado de que ella iba a verse con Elijah esa noche en el hotel Pioggi, porque a aquellas alturas ya no le cabía ninguna duda de que quien estaba detrás de todo eso era su propia madre. Pero desde el momento en punto en que se había dado cuenta de que la asistente debía estar escuchando las conversaciones de Elijah, desde ese mismo momento había comprendido que solo la señorita Voigh podía haberle contado a su madre.—Elijah, lo que pasó esa noche no…—N
CAPÍTULO 63. Una dudaDecir que la mujer frente a él estaba más blanca que la axila de un vampiro habría sido ofender al pobre vampiro, pero lo cierto era que la asistente que tantas veces había traicionado a sabiendas a Frederick Evans, no había esperado en ningún momento que su nuevo jefe se diera cuenta de que ella era el Caballo de Troya que mantenía informados a sus enemigos.—Señor… yo no… no sé de qué me hab…—¡Ahórreselo, Voigh! —gruñó Elijah—. Desde que llegué a esta empresa mandé a poner cámaras donde los empleados ni se imaginan, precisamente por eso tengo unas muy buenas tomas suyas escuchando mis conversaciones privadas y por supuesto, informando a los que están desfalcando a esta empresa para que usaran a Angélica Giraldez como chivo expiatorio.—No… espere yo no…A la puerta tocaron con insistencia y la asistente se levantó de su silla como un resorte al ver entrar a un hombre mayor con una placa de policía colgando del cuello.—Se lo acabo de decir, todo dependerá de s
CAPÍTULO 64. ¡Esa no es ella!Elijah ni siquiera sabía explicar qué diablos era aquel presentimiento que le oprimía el pecho, pero definitivamente era insoportable.—¿Cómo que más de una hora? ¿Ella…? Dijo que iba a ir a los Archivos —gruñó porque aunque conocía cada departamento, no estaba seguro de la ubicación de todos—. ¿Eso dónde queda exactamente?La recepcionista lo miró un poco contrariada pero luego señaló al ascensor.—Está al nivel del estacionamiento, pero por el otro lado del edificio. Si quiere lo acompaño —se ofreció y Elijah no dudó ni un segundo en aceptar la oferta.Llegaron allí en cuestión de pocos minutos y Elijah sintió un nudo en la garganta porque era como un enorme almacen controlado por códigos de seguridad, pero tenía cientos de metros cuadrados de corredores oscuros y llenos de cajas de cartón y papeles.Pero por más que buscaron por todos lados, no había ni un solo rastro de que Lynett estuviera allí.Elijah sacó su celular pero ni siquiera había conexión
CAPÍTULO 65. Un cobardeLe dolía la cabeza, le dolía tanto que el mundo parecía un lugar borroso y oscuro, hasta que de pronto se dio cuenta de que realmente estaba en un lugar oscuro y húmedo, lleno de tuberías y donde de cuando el cuando se escuchaba el silbido de algún chorro de vapor.Lynett trató de concentrarse y su mente volvió a un poco antes, no sabía si horas o minutos, cuando había bajado al sótano de los archivos. Su código le había dado acceso inmediato y no planeaba estar ahí mucho tiempo, solo lo justo como para tomar varias carpetas de los últimos tres años y poder comprobar las transacciones que se habían hecho.Por suerte estaban en un estante bajo, y Lynett solo tuvo que inclinarse un poco hacia adelante para buscar lo que necesitaba, sin embargo supo que la suerte se le había acabado en el mismo momento en que había girado su silla y la figura de aquel hombre al final del corredor la había sobresaltado.—¡Oh, Dios! —exclamó respirando pesadamente—. ¿Tú qué diablos