CAPÍTULO 66. Una mujer en la oscuridad—¡Mire, dígame “cornudo” si le da la gana! —Fueron los últimos gritos que se le escucharon a Elijah mientras discutía con la policía—. ¡Dígame Rodolfo el Reno! ¡El rey del bosque! ¡Que estoy en negación! ¡Me importa un carajo mientras ponga a su maldit@ gente a desarticular este edificio oficina por oficina hasta que mi esposa aparezca! —Y el tono del magnate era tan amenazante que el detective retrocedió—. ¡Porque créame, si la encuentro yo después de que usted se largue, aunque esté sanita como un bebé, le voy a meter una demanda al Departamento de Policía de Nueva York que no le van a alcanzar dos vidas a todo el maldito cuerpo para pagarme! ¿¡Entendió!?—Eso es amenazar a un oficial de policía, señor Vanderwood —espetó el hombre y Elijah apretó los labios.—Usted no tiene ni idea de lo que es una amenaza mía —escupió antes de darse la vuelta—. ¡Ahora vaya a hacer su trabajo de una buena vez!Y mientras aquel caos se desataba, mientras la poli
CAPÍTULO 67. No hagas eso, niña...La mitad de su conciencia estaba intentando aceptar que la calidez del agua y del cuerpo detrás de ella la hacían sentir mejor. Pero la otra estaba atorada todavía en el sótano de las calderas, muerta de miedo y con aquella desesperación atenazándole la garganta.Dejó aquellas lágrimas salir en silencio, pero el agua no podía esconderlas.—No podía… no podía gritar… —fue lo único que pudo recordar con claridad y el gruñido de Elijah tras ella le recordó que a veces y solo a veces, cuando se trataba de ella, él era un animal herido.—Lo siento… Lo siento, debí… debí prever que algo como esto podía pasar —siseó él enojado consigo mismo—. No pensé…—Yo tampoco —susurró Lynett—. No creí que Basset fuera tan peligroso. Un ladrón, sin dudas, pero esto…Se cubrió la boca con las manos tratando de ahogar aquel sollozo y Elijah sintió que se le encogía el alma por tener que preguntar aquello.—Lynett él… ¿él te hizo algo? —murmuró y sintió la tensión en el cu
CAPÍTULO 68. Dile todoLynett sentía que el corazón le pesaba demasiado. En cualquier otra circunstancia podría haber pensado que estaba haciendo una locura. Aquel hombre la había lastimado como nadie y aun así se había acostado con él… otra vez. Lo que la gente quizás no podría entender era que en aquel momento estaba tan cansada y tan rota que cualquier cosa buena la habría aceptado, incluso aunque viniera de parte de Elijah.Se preparó para la indiferencia y la frustración y todas aquellas palabras con las que un hombre intentaba justificar que había cometido un error, pero en el momento en que tocaron a aquella puerta y Elijah abrió los ojos, todo lo que Lynett recibió fue un beso suave en la cabeza.—Yo me encargo, sigue durmiendo, chiquilla —le susurró con tono bajo y la acurrucó más con el edredón mientras él iba a ver quién demonios estaba llamando tan temprano.—Lo siento, señor Vanderwood —le dijo una de las chicas de servicio—, pero la policía está en la puerta, dicen que q
CAPÍTULO 69. El fin de una pesadilla—¿Quieres estar sola? —preguntó Elijah asomándose a su habitación, porque Lynett había estado ahí encerrada durante casi todo el día—. ¿O quieres que te arrastre a la cocina y te dé de comer?Él había dejado que pasara su tiempo privado y necesario después de todo lo sucedido el día anterior, pero para las ocho de la noche ya estaba más desesperado que un novio adolescente.Lynett levantó la cabeza de aquel diván y lo miró con cansancio.—¿Sería mucho pedir comer algo aquí? No tengo ganas de…—¡No te muevas! —advirtió Elijah y quince minutos después entraba por aquella puerta con tres carros de servicio llenos de comida y Lynett ponía los ojos en blanco porque seguía de exagerado con eso de tenerla lista para la operación.Comieron despacio, él puso una serie para distraerla y la noche terminó con una muchacha dormida y un hombre intentando mover lo menos posible los edredones para que no lo echaran de la cama. Sabía que estaba agotada, así que se
CAPÍTULO 70. Un desastre compartidoSi era honesto, Elijah se consideraba un hombre bastante adulto y bastante falto de vergüenza como para ponerse nervioso por comprar una píldora del día después. Y el problema no era la pastillita en sí, sino que le recordaba lo mucho y lo poco que le había hecho a Lynett esa noche… y todo lo que quería hacerle después.Así que terminó de comprar aquello con la cara más rosa que la píldora, y había que reconocer que la píldora era muy muy rosa.Puso la cajita en manos de Lynett, y ninguno de los dos dijo nada mientras se dirigían a la casa. Ella leía el prospecto en la más absoluta concentración y él la miraba de reojo de cuando en cuando, como si no supiera cómo preguntarle lo que le estaba rondando la cabeza.Llegar a la casa fue un alivio, pero Elijah se sintió aun mejor mientras la empujaba dentro de la casa y escuchaba aquellas palabras de su boca.—¿Puedes…? ¿Puedes hacer que la gente se vaya? —preguntó y él la miró a los ojos.Se veía demasia
CAPÍTULO 71. Una llamada inesperadaEra extraño que los días pasaran así, como si fueran un carrusel de emociones o un torbellino de esos en los que ni siquiera podías abrir los ojos, solo esperar que todo pasara, que todo terminara.Para Lynett ese final había estado en su operación, pero aunque cada semana el doctor encontraba mejoría, cada semana seguía diciéndole que aun no estaba lista.Para Elijah ese final… bueno, la verdad era que no sabía si estaba listo para uno. Quería que operaran a Lynett, que lo hicieran cuanto antes porque sabía cuánto dolor estaba soportando y cuánto le costaría la recuperación; sin embargo no estaba seguro de querer cumplir la palabra que le había dado, esa donde le había asegurado que la dejaría ir después.La vida se había volcado en una extraña rutina donde él trataba de hacerla sentir mejor y ella realmente trataba de sentirse mejor. Quedarse o no en su habitación era como un acuerdo implícito. A veces ella solo llegaba, otras él la llevaba en vol
CAPÍTULO 72. Una promesa rotaDurante dos años Elijah había amado a aquella mujer, al menos estaba bastante seguro de eso, lo suficiente como para proponerle matrimonio. La había conocido en un momento difícil de su familia, pero había descubierto que era una buena mujer, dispuesta a arriesgar su vida por la gente inocente, el problema era que de alguna manera, jamás había querido parar.Los despliegues en el Ejército, después de cierta cantidad de años, ya eran opcionales, sin embargo Joss los había pedido voluntariamente incluso después de aceptar su propuesta de matrimonio. Habían estado juntos físicamente tan poco tiempo que parecía increíble, pero aun así él se había aferrado a aquella relación porque en el mar de mujeres mentirosas y cínicas que tenía alrededor, Elijah estaba seguro de haber encontrado a la mujer adecuada para él.Honestamente no sabía si era precisamente esa carga emocional tan jodida que llevaba lo que la había hecho comenzar a desconfiar de ella, pero en cier
CAPÍTULO 73. Una mujer sin derechosNi Ranger, ni su padre, ni su familia, ni siquiera a Sebastian quería Elijah cerca en aquel momento. No quería que nadie le preguntara cómo estaba porque no tenía idea de cómo s sentía o de si podría lidiar con la culpa si Joss se moría.—Era la mejor teniente del mundo —murmuró el muchacho sentado junto a él en la sala de espera del quirófano, donde varios equipos de cirujanos se relevaban unos a otros para tratar de salvarle la vida.—Es. Todavía es —gruñó Elijah—. Todavía no se ha muerto.Se levantó de allí para ir por el sexto café de la noche, solo para darse cuenta de que ya había amanecido. Pasó saliva sacando su teléfono del un bolsillo y encendiéndolo, porque lo había apagado para que nadie lo llamara mientras esperaba el resultado de aquella operación.Su respiración se cortó cuando vio aquellas llamadas perdidas, que sumaban más de cuarenta ya a lo largo de la noche, y maldijo por lo bajo porque sabía que Lynett estaba también a punto de