CAPÍTULO 61. Un doloroso descubrimientoElijah sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, pero acarició la cabeza de Lynett, intentando comprender qué era lo que la estaba poniendo mal.—A ver… despacio, respira —susurró levantando su barbilla—. Mírame, eso… mírame… —le ordenó con tono bajo y autoritario—. Necesito que te calmes para poder entender. Respira. El pecho de Lynett subía y bajaba al compás de una respiración entrecortada, y Elijah sujetó su barbilla y su mano bajó por su garganta con un gesto muy suave, pero si quería tranquilizarla eso no iba a dar mucho resultado, porque sus dedos rozando el borde de sus senos solo hizo que la muchacha contuviera el aliento.—Suéltalo, no te voy a hacer nada —murmuró Elijah—. No te voy a hacer nada, solo quiero que te calmes.Lynett pasó saliva y cerró los ojos por un momento mientras sentía la forma en que su piel se estremecía.—En mi… en mi silla —balbuceó—. Detrás del cojín de respaldo… —intentó explicarle, pero apenas Elij
CAPÍTULO 62. Un hombre vale tanto como vale su palabraLa expresión de Elijah era la de un hombre petrificado, mudo, aturdido, y Lynett se habría dado cuenta de eso si solo se hubiera atrevido a mirarlo. Pero sus ojos estaban en el paisaje fuera de la ventana que tenía más cerca mientras sus labios se convertían en una línea fina y apretada.—Sé que nunca quisiste creerme, pero yo no lo hice —murmuró por lo bajo—. No te puse ninguna trampa, yo… solo no podía entender qué era lo que había pasado ese día, cómo… Cómo su madre se había enterado de que ella iba a verse con Elijah esa noche en el hotel Pioggi, porque a aquellas alturas ya no le cabía ninguna duda de que quien estaba detrás de todo eso era su propia madre. Pero desde el momento en punto en que se había dado cuenta de que la asistente debía estar escuchando las conversaciones de Elijah, desde ese mismo momento había comprendido que solo la señorita Voigh podía haberle contado a su madre.—Elijah, lo que pasó esa noche no…—N
CAPÍTULO 63. Una dudaDecir que la mujer frente a él estaba más blanca que la axila de un vampiro habría sido ofender al pobre vampiro, pero lo cierto era que la asistente que tantas veces había traicionado a sabiendas a Frederick Evans, no había esperado en ningún momento que su nuevo jefe se diera cuenta de que ella era el Caballo de Troya que mantenía informados a sus enemigos.—Señor… yo no… no sé de qué me hab…—¡Ahórreselo, Voigh! —gruñó Elijah—. Desde que llegué a esta empresa mandé a poner cámaras donde los empleados ni se imaginan, precisamente por eso tengo unas muy buenas tomas suyas escuchando mis conversaciones privadas y por supuesto, informando a los que están desfalcando a esta empresa para que usaran a Angélica Giraldez como chivo expiatorio.—No… espere yo no…A la puerta tocaron con insistencia y la asistente se levantó de su silla como un resorte al ver entrar a un hombre mayor con una placa de policía colgando del cuello.—Se lo acabo de decir, todo dependerá de s
CAPÍTULO 64. ¡Esa no es ella!Elijah ni siquiera sabía explicar qué diablos era aquel presentimiento que le oprimía el pecho, pero definitivamente era insoportable.—¿Cómo que más de una hora? ¿Ella…? Dijo que iba a ir a los Archivos —gruñó porque aunque conocía cada departamento, no estaba seguro de la ubicación de todos—. ¿Eso dónde queda exactamente?La recepcionista lo miró un poco contrariada pero luego señaló al ascensor.—Está al nivel del estacionamiento, pero por el otro lado del edificio. Si quiere lo acompaño —se ofreció y Elijah no dudó ni un segundo en aceptar la oferta.Llegaron allí en cuestión de pocos minutos y Elijah sintió un nudo en la garganta porque era como un enorme almacen controlado por códigos de seguridad, pero tenía cientos de metros cuadrados de corredores oscuros y llenos de cajas de cartón y papeles.Pero por más que buscaron por todos lados, no había ni un solo rastro de que Lynett estuviera allí.Elijah sacó su celular pero ni siquiera había conexión
CAPÍTULO 65. Un cobardeLe dolía la cabeza, le dolía tanto que el mundo parecía un lugar borroso y oscuro, hasta que de pronto se dio cuenta de que realmente estaba en un lugar oscuro y húmedo, lleno de tuberías y donde de cuando el cuando se escuchaba el silbido de algún chorro de vapor.Lynett trató de concentrarse y su mente volvió a un poco antes, no sabía si horas o minutos, cuando había bajado al sótano de los archivos. Su código le había dado acceso inmediato y no planeaba estar ahí mucho tiempo, solo lo justo como para tomar varias carpetas de los últimos tres años y poder comprobar las transacciones que se habían hecho.Por suerte estaban en un estante bajo, y Lynett solo tuvo que inclinarse un poco hacia adelante para buscar lo que necesitaba, sin embargo supo que la suerte se le había acabado en el mismo momento en que había girado su silla y la figura de aquel hombre al final del corredor la había sobresaltado.—¡Oh, Dios! —exclamó respirando pesadamente—. ¿Tú qué diablos
CAPÍTULO 66. Una mujer en la oscuridad—¡Mire, dígame “cornudo” si le da la gana! —Fueron los últimos gritos que se le escucharon a Elijah mientras discutía con la policía—. ¡Dígame Rodolfo el Reno! ¡El rey del bosque! ¡Que estoy en negación! ¡Me importa un carajo mientras ponga a su maldit@ gente a desarticular este edificio oficina por oficina hasta que mi esposa aparezca! —Y el tono del magnate era tan amenazante que el detective retrocedió—. ¡Porque créame, si la encuentro yo después de que usted se largue, aunque esté sanita como un bebé, le voy a meter una demanda al Departamento de Policía de Nueva York que no le van a alcanzar dos vidas a todo el maldito cuerpo para pagarme! ¿¡Entendió!?—Eso es amenazar a un oficial de policía, señor Vanderwood —espetó el hombre y Elijah apretó los labios.—Usted no tiene ni idea de lo que es una amenaza mía —escupió antes de darse la vuelta—. ¡Ahora vaya a hacer su trabajo de una buena vez!Y mientras aquel caos se desataba, mientras la poli
CAPÍTULO 67. No hagas eso, niña...La mitad de su conciencia estaba intentando aceptar que la calidez del agua y del cuerpo detrás de ella la hacían sentir mejor. Pero la otra estaba atorada todavía en el sótano de las calderas, muerta de miedo y con aquella desesperación atenazándole la garganta.Dejó aquellas lágrimas salir en silencio, pero el agua no podía esconderlas.—No podía… no podía gritar… —fue lo único que pudo recordar con claridad y el gruñido de Elijah tras ella le recordó que a veces y solo a veces, cuando se trataba de ella, él era un animal herido.—Lo siento… Lo siento, debí… debí prever que algo como esto podía pasar —siseó él enojado consigo mismo—. No pensé…—Yo tampoco —susurró Lynett—. No creí que Basset fuera tan peligroso. Un ladrón, sin dudas, pero esto…Se cubrió la boca con las manos tratando de ahogar aquel sollozo y Elijah sintió que se le encogía el alma por tener que preguntar aquello.—Lynett él… ¿él te hizo algo? —murmuró y sintió la tensión en el cu
CAPÍTULO 68. Dile todoLynett sentía que el corazón le pesaba demasiado. En cualquier otra circunstancia podría haber pensado que estaba haciendo una locura. Aquel hombre la había lastimado como nadie y aun así se había acostado con él… otra vez. Lo que la gente quizás no podría entender era que en aquel momento estaba tan cansada y tan rota que cualquier cosa buena la habría aceptado, incluso aunque viniera de parte de Elijah.Se preparó para la indiferencia y la frustración y todas aquellas palabras con las que un hombre intentaba justificar que había cometido un error, pero en el momento en que tocaron a aquella puerta y Elijah abrió los ojos, todo lo que Lynett recibió fue un beso suave en la cabeza.—Yo me encargo, sigue durmiendo, chiquilla —le susurró con tono bajo y la acurrucó más con el edredón mientras él iba a ver quién demonios estaba llamando tan temprano.—Lo siento, señor Vanderwood —le dijo una de las chicas de servicio—, pero la policía está en la puerta, dicen que q