CAPÍTULO 20. Una pesadillaPero ninguna de las dos cosas ayudaba. Aquel toque cálido y sensible había sobresaltado a Elijah, pero saber que la mano que lo acariciaba era la suya no haría que se moviera menos.—¿Qué estás haciendo, Lynett? Déjame —intentó refunfuñar, pero ella simplemente lo sujetó por el elástico del pantalón.—No te muevas, deja de ser tan odioso —gruñó entre dientes—. Solo estoy tratando de ayudarte. ¿O me vas a decir que no te duele?Elijah apretó los dientes, pero antes de abrir la boca para decir que prefería que le doliera, las manos de Lynett recorrieron todo su costado izquierdo, extendiendo aquella crema que empezaba siendo fría como un pedazo de hielo y luego iba tornándose caliente a medida que lo masajeaba.Era un odioso, cierto, pero relajarse solo hizo que el dolor aumentara y Elijah apoyó los puños en la encimera, inclinando la cabeza hacia adelante y dejándola hacer. Cinco minutos después los dedos de Lynett abandonaron su cuerpo y él se dio cuenta de
CAPÍTULO 21. Maldit@ tentación¿Gracioso? No, para nada. Y en los ojos de Elijah Vanderwood Lynett podía ver perfectamente lo poco que le agradaba aquello, así que literalmente su único consuelo era que ninguno de los dos lo iba a disfrutar.—Míralo por el lado bueno —siseó él—. Así aprovechas para comprar ropa decente para la entrevista.—¿No me dijiste que no me pagarías nada? —murmuró ella tratando de retroceder.—No te preocupes, ya buscaré la forma de que me lo devuelvas —gruñó Elijah y por un momento la vio apretar los labios.—Claro, descuéntamelo de mi salario de empleada desagradable… aunque no creo que me pagues tanto.Elijah abrió la boca pero ni un solo sonido salió de ella mientras la veía marcharse de su habitación con los puños apretados. Las reacciones eran lentas, pero eventualmente parecía que aquella mujer dejaba de llorar y empezaba a responder, y por contradictorio que pareciera, prefería una reacción real a las lágrimas de cocodrilo.Una hora después y tal como l
CAPÍTULO 22. Un hombre preparado—¡Para muy pronto! —La respuesta de Lynett provocó una sonrisa en el rostro de la presentadora, pero Elijah no tuvo tiempo de hacer ni siquiera un gesto de sorpresa—. No creo poder aguantarlo más de treinta años, aquí entre nosotras, es demasiado protestón.La audiencia comenzó a reír de inmediato y el ambiente se relajó tanto como era posible.—La razón por la que mi esposa no se ha cambiado el apellido es porque no lo necesita —agregó Elijah con firmeza—. No me necesita o tiene que estar a mi sombra para nada, es lo suficientemente inteligente como para conquistar cualquier puesto que quiera en cualquier empresa… aunque si le soy honesto… estoy a punto de ponerle guardaespaldas.—¡Uff! ¡¿Es celoso!? —se burló la periodista.—¡Como un perro de presa! —aseguró Lynett con un suspiro dramático y la periodista le hizo a Elijah dos o tres burlas más sobre la posesividad de los magnates texanos.Elijah hacía todo el esfuerzo del mundo por no parecer incómod
CAPÍTULO 23. Nada que perder.Les gustara o no, para aquel punto la cadena televisiva no podía parar aquella entrevista sin crear un escándalo aun mayor y o a costa de los entrevistados, sino de su propia periodista, así que dejaron el programa correr mientras varios participantes de la audiencia se levantaban y les hacían preguntas a Elijah y a Lynett.Unas demasiado inocentes, como dónde se habían conocido. Otras demasiado invasivas, como cuál era su posición favorita.—¡El sofá! —exclamó Elijah levantando un puño a modo de vikingo victorioso—. No sé si cuente como una posición, pero ¡el sofá!Un coro de voces masculinas casi aullaron en respuesta y Lynett golpeó su hombro.—¡Elijah!—¿Quéeeeee? Nena, ya todo el mundo sabe que somos unos calenturientos, ¿para qué lo vamos a negar?Un segundo después salía en la pantalla trasera una foto de ellos en aquel sofá de la casa de modas, bastante decente siendo que la habían tomado desde una ventana alejada, y Lynett se cubrió el rostro, av
CAPÍTULO 24. Lo único que te queda en el mundoSi era honesto, ella empezaba de cero y él con media botella. Así que básicamente los dos estaban en el mismo punto.—¿Cómo pueden beberse esta basura? —rezongó ella después del primer trago.—Por el efecto, el sabor es lo de menos —replicó él.Lynett sintió aquel calor que hacía pesados sus muslos y aflojaba sus rodillas, y asintió.—Voy entendiendo…Salió por un segundo y regresó con una botella pequeña y un aplicador.—Protesta, que si no protestas me siento rara —gruñó mientras se sentaba sobre el escritorio y agarraba la mano pegada de Elijah, tratando de disolver el pegamento entre sus dedos con un aplicador.—Qué diablos estás haciendo… no busques excusas para acercarte… bla bla bla… —rezongó él bebiéndose otro vaso de brandy de un tirón.—Te falta lo de que no me lo vas a agradecer —le recordó ella.—¡Ah eso! Y no te lo voy a agradecer…Los dos rieron por lo bajo, pero cinco minutos después ella lo dejaba listo para una nueva torp
CAPÍTULO 25. Una madeja de brazos y sueñoTemblaba. Gemía. Sudaba. Sus labios se abrían en jadeos cortos y desesperados mientras el calor del brandy se sumaba al calor del cuerpo de Elijah.Jamás había sentido algo como aquello y quizás solo era deseo o tentación como él decía, pero también había algo muy doloroso detrás para Lynett y era saber que no tenía a nadie más, que nada más importaba, que las salidas eran cada vez más oscuras.Lo sintió pegarse a su cuerpo y mientras sus manos tiraban todo lo que había en aquel escritorio detrás de ella, hasta que lo único que quedó en una de las esquinas fue el sonido suave de aquella caja de música.Lynett le abrió la camisa oscura, botón a botón, y él gruñó con tono ronco mientras sus manos se cerraban sobre los bordes de su vestido y lo rasgaban en canal, hasta que solo fue un pedazo de tela entre el escritorio y su cuerpo.Los dos estaban perdidos en aquella espiral de vértigo y deseo, y Elijah bajó los tirantes del brasier con un gesto
CAPÍTULO 26. ¡¿Dónde está Lynett?!Nadie iba a verlas. Nadie iba a ver jamás aquellas lágrimas simplemente porque Lynett no las derramó. La cabeza le dolía horriblemente cuando abrió los ojos, y debía reconocer que era la parte de su cuerpo que menos dolía.Sentía como si una planadora hubiera pasado sobre su vientre, apenas sentía las piernas y por más despacio que respirara su corazón parecía el motor de un coche de Fórmula 1.Alrededor de su cuerpo estaba un brazo de Elijah. En algún momento él los había cubierto a los dos con una manta, pero Lynett no sabía cuándo. El cuerpo de aquel hombre estaba pegado a su espalda, con el aliento delineando suavemente la curva de su cuello, y la muchacha agradeció que estuviera lo suficientemente cansado como para no notar que ella se levantaba.Miró por todos lados buscando su vestido o mejor dicho: lo que quedaba de su vestido, pero no pudo encontrarlo, así que solo alcanzó la camisa de Elijah y se vistió en silencio, saliendo de allí, no sin
CAPÍTULO 27. No soy un monstruoEl lugar era un caos, pero aunque muchos de los que estaban a cargo parecían dueños de la situación, Elijah veía a McGregor demasiado inquieto.—¿Qué diablos está pasando, por qué no la sacan? —espetó acercándose a él con tono de impotencia y el magnate de la industria constructora solo negó.—Dicen que quieren asegurar el área primero, entiendo que el jefe de bomberos no quiera arriesgar a ninguno de sus hombres pero…—¡Pero para eso les pagan, maldit@ sea! —siseó Elijah—. ¡Eso es lo que significa ser bombero, jugarse el trasero por otros, así que si no van a bajar ellos, bajo yo, pero que se pongan de acuerdo de una puta vez!Y por más extraño que pareciera, Kenneth parecía estar de acuerdo con él; y eso solo hizo que Elijah achicara los ojos.—¿Qué es lo que no me estás diciendo? —gruñó y vio al magnate mesarse los cabellos.—La mezcla se cimentación para edificios como estos es de fraguado rápido —declaró McGregor—. Y he estado teniendo problemas co