CAPÍTULO 18. Una solución insoportableLynett retrocedió asustada cuando vio el titular en un blog de internet:“ADQUISICIONES AL DOS POR UNO. Elijah Vanderwood prueba la mercancía antes de comprarla”.Debajo, un artículo lleno de odio describía cómo Elijah se había aprovechado de la vulnerabilidad de la pobre Lynett Evans por la muerte de su padre para meterla en su cama, eso por supuesto con el único objetivo de adquirirla como un recurso más dentro de la empresa. Y por último el artículo era rematado con decenas de fotos de ellos, desnudos en aquella cama de hotel.Elijah vio aquella expresión de terror en sus ojos y por un segundo quiso creer que era sorpresa, que de verdad no sabía nada de aquello, pero la carga de desengaños que traía a cuestas desde hacía dos años solo lo hicieron caminar hasta ella y levantarla por el frente del pijama.—¡Habla! —rugió y la sintió temblar.—¡¿Y qué quieres que te diga?! ¡Yo no hice esto! —Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas—. ¡Yo n
CAPÍTULO 19. Como si me quisierasFurioso no era la palabra. Elijah era el dragón en su peor fase en aquel momento, pero no le quedaba más remedio que pegar la maldit@ lista en su escritorio y cumplir con cada una de aquellas actividades.—¡Esta va a ser la semana del infierno! —gruñó con impotencia, pero para la hora de la comida se levantó con un gesto estoico y pasó por Lynett a su trabajo, que la lo estaba esperando en la salida para ir juntos al restaurante donde la publicista les había reservado para ese día.El nerviosismo se le notaba en el beso fugaz con que le respondió a Elijah al verlo, y este procuró hacer gala de caballerosidad sacando una silla para ella.El ambiente era tenso y silencioso, hasta que Lynett se acomodó en su silla y le sonrió con la mayor dulzura del mundo.—Nos están mirando —le dijo y Elijah hizo una mueca—. Un tipo con una cámara, está cruzando la calle.Él alargó una mano por encima de la mesa y tomó la de Lynett con un gesto mecánico.—Sonríeme como
CAPÍTULO 20. Una pesadillaPero ninguna de las dos cosas ayudaba. Aquel toque cálido y sensible había sobresaltado a Elijah, pero saber que la mano que lo acariciaba era la suya no haría que se moviera menos.—¿Qué estás haciendo, Lynett? Déjame —intentó refunfuñar, pero ella simplemente lo sujetó por el elástico del pantalón.—No te muevas, deja de ser tan odioso —gruñó entre dientes—. Solo estoy tratando de ayudarte. ¿O me vas a decir que no te duele?Elijah apretó los dientes, pero antes de abrir la boca para decir que prefería que le doliera, las manos de Lynett recorrieron todo su costado izquierdo, extendiendo aquella crema que empezaba siendo fría como un pedazo de hielo y luego iba tornándose caliente a medida que lo masajeaba.Era un odioso, cierto, pero relajarse solo hizo que el dolor aumentara y Elijah apoyó los puños en la encimera, inclinando la cabeza hacia adelante y dejándola hacer. Cinco minutos después los dedos de Lynett abandonaron su cuerpo y él se dio cuenta de
CAPÍTULO 21. Maldit@ tentación¿Gracioso? No, para nada. Y en los ojos de Elijah Vanderwood Lynett podía ver perfectamente lo poco que le agradaba aquello, así que literalmente su único consuelo era que ninguno de los dos lo iba a disfrutar.—Míralo por el lado bueno —siseó él—. Así aprovechas para comprar ropa decente para la entrevista.—¿No me dijiste que no me pagarías nada? —murmuró ella tratando de retroceder.—No te preocupes, ya buscaré la forma de que me lo devuelvas —gruñó Elijah y por un momento la vio apretar los labios.—Claro, descuéntamelo de mi salario de empleada desagradable… aunque no creo que me pagues tanto.Elijah abrió la boca pero ni un solo sonido salió de ella mientras la veía marcharse de su habitación con los puños apretados. Las reacciones eran lentas, pero eventualmente parecía que aquella mujer dejaba de llorar y empezaba a responder, y por contradictorio que pareciera, prefería una reacción real a las lágrimas de cocodrilo.Una hora después y tal como l
CAPÍTULO 22. Un hombre preparado—¡Para muy pronto! —La respuesta de Lynett provocó una sonrisa en el rostro de la presentadora, pero Elijah no tuvo tiempo de hacer ni siquiera un gesto de sorpresa—. No creo poder aguantarlo más de treinta años, aquí entre nosotras, es demasiado protestón.La audiencia comenzó a reír de inmediato y el ambiente se relajó tanto como era posible.—La razón por la que mi esposa no se ha cambiado el apellido es porque no lo necesita —agregó Elijah con firmeza—. No me necesita o tiene que estar a mi sombra para nada, es lo suficientemente inteligente como para conquistar cualquier puesto que quiera en cualquier empresa… aunque si le soy honesto… estoy a punto de ponerle guardaespaldas.—¡Uff! ¡¿Es celoso!? —se burló la periodista.—¡Como un perro de presa! —aseguró Lynett con un suspiro dramático y la periodista le hizo a Elijah dos o tres burlas más sobre la posesividad de los magnates texanos.Elijah hacía todo el esfuerzo del mundo por no parecer incómod
CAPÍTULO 23. Nada que perder.Les gustara o no, para aquel punto la cadena televisiva no podía parar aquella entrevista sin crear un escándalo aun mayor y o a costa de los entrevistados, sino de su propia periodista, así que dejaron el programa correr mientras varios participantes de la audiencia se levantaban y les hacían preguntas a Elijah y a Lynett.Unas demasiado inocentes, como dónde se habían conocido. Otras demasiado invasivas, como cuál era su posición favorita.—¡El sofá! —exclamó Elijah levantando un puño a modo de vikingo victorioso—. No sé si cuente como una posición, pero ¡el sofá!Un coro de voces masculinas casi aullaron en respuesta y Lynett golpeó su hombro.—¡Elijah!—¿Quéeeeee? Nena, ya todo el mundo sabe que somos unos calenturientos, ¿para qué lo vamos a negar?Un segundo después salía en la pantalla trasera una foto de ellos en aquel sofá de la casa de modas, bastante decente siendo que la habían tomado desde una ventana alejada, y Lynett se cubrió el rostro, av
CAPÍTULO 24. Lo único que te queda en el mundoSi era honesto, ella empezaba de cero y él con media botella. Así que básicamente los dos estaban en el mismo punto.—¿Cómo pueden beberse esta basura? —rezongó ella después del primer trago.—Por el efecto, el sabor es lo de menos —replicó él.Lynett sintió aquel calor que hacía pesados sus muslos y aflojaba sus rodillas, y asintió.—Voy entendiendo…Salió por un segundo y regresó con una botella pequeña y un aplicador.—Protesta, que si no protestas me siento rara —gruñó mientras se sentaba sobre el escritorio y agarraba la mano pegada de Elijah, tratando de disolver el pegamento entre sus dedos con un aplicador.—Qué diablos estás haciendo… no busques excusas para acercarte… bla bla bla… —rezongó él bebiéndose otro vaso de brandy de un tirón.—Te falta lo de que no me lo vas a agradecer —le recordó ella.—¡Ah eso! Y no te lo voy a agradecer…Los dos rieron por lo bajo, pero cinco minutos después ella lo dejaba listo para una nueva torp
CAPÍTULO 25. Una madeja de brazos y sueñoTemblaba. Gemía. Sudaba. Sus labios se abrían en jadeos cortos y desesperados mientras el calor del brandy se sumaba al calor del cuerpo de Elijah.Jamás había sentido algo como aquello y quizás solo era deseo o tentación como él decía, pero también había algo muy doloroso detrás para Lynett y era saber que no tenía a nadie más, que nada más importaba, que las salidas eran cada vez más oscuras.Lo sintió pegarse a su cuerpo y mientras sus manos tiraban todo lo que había en aquel escritorio detrás de ella, hasta que lo único que quedó en una de las esquinas fue el sonido suave de aquella caja de música.Lynett le abrió la camisa oscura, botón a botón, y él gruñó con tono ronco mientras sus manos se cerraban sobre los bordes de su vestido y lo rasgaban en canal, hasta que solo fue un pedazo de tela entre el escritorio y su cuerpo.Los dos estaban perdidos en aquella espiral de vértigo y deseo, y Elijah bajó los tirantes del brasier con un gesto