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Capítulo 2 : Fuera de control, su destino

El olor movió algo extraño dentro de Forest, la furia que estuvo fluyendo una y otra vez dentro de él desde que salió de su manada ahora estaba aún más vigente y él ni siquiera sabía por qué. Sus patas pizarrón aún más fuerte el suelo nevado que dividía los territorios, escuchó el aullido que venía a su espalda, pero no se detuvo porque había algo que no podía explicar o mejor dicho no quería explicar.

Lo primero que el lobo vio cuando llegó a la propiedad del alfa vecino fueron cuerpos, cuerpos desmembrados sobre manchas de sangre que pintaban la fría nieve bajo ellos. El olor que tanto le preocupaba se hacía más intenso, el miedo también comenzó a mezclarse con el resto de aromas.

Un gruñido vino de su izquierda justo antes de que un lobo tratara de atacarlo, lo mordió con saña, el animal gimió mientras él probaba su sangre y luego de asegurarse de que ya no podría atacar a nadie más corrió dentro de casa.

Forest maldijo internamente cuando vio el cuerpo sin vida del alfa de aquella manada a un lado. Su gruñido no pudo ser detenido cuando olfateó el aroma del odio mezclado con el pánico más absoluto, todo envuelto en ese aroma dulce que sigue moviendo algo dentro de su cuerpo, algo que no tenía manera de controlar.

El lobo prácticamente corrió escaleras arriba, su pecho se encogió cuando vio el brillo de la daga en manos de la mujer que abrazaba a otra chica. Ni siquiera pudo pensar antes de que sus intentos tomaran el control.

¿Qué estaba haciendo?

Se cuestionó, mientras el lobo que tenía completo control de su cuerpo clavaba sus fauces en el cuerpo de la mujer. No supo por qué lo hizo, pero tampoco tenía tiempo de descubrirlo porque su cabeza estaba llena de una necesidad absoluta, una necesidad que fue demasiado fácil de entender cuando el peligro había desaparecido y la mujer que temblaba a unos pasos de él cayó sobre su trasero.

«Mía, mi luna»

Las palabras se movieron en la mente del hombre bajo la piel canina, su nariz olfateó justo el lugar más íntimo de la chica y solo reafirmó lo que más se temía. Necesita hablarle. Forest sabía que tenía que alejarse de ella antes de que fuera demasiado tarde, pero le era imposible, así que cuando un gruñido vino desde las escaleras no pudo hacer otra cosa que aprovecharse.

Ahuyentó al lobo que estuvo detrás de él desde mucho antes de llegar a la mansión, le exigió a su lobo retroceder dentro de su mente mientras tomaba una vez más su forma humana y tontamente dedujo que eso sería suficiente para calmar el ardor en sus venas, pero se equivocó.

— ¡Suéltame! —  gritó la mujer desconocida que había lanzado a la cama — ¡Déjame ir, maldito asesino!

Le acusó ella causando un dolor hueco en su interior, o quería sentirse de ese modo, él no quería ni siquiera estar en esa habitación, pero no había forma de escapar. Ella era su luna, era su alma gemela, el deseo más profundo de cada lobo y debía admitir que era mucho más hermosa de lo que alguna vez pudo imaginar.

«No puedes resistirte a esto»

Gritó el animal en su mente, sus manos se movieron por sí solas y sintió el olor de su cuerpo aún más profundo. Su pecho se expandió. Tengo la mandíbula mientras sus garras se clavaron sobre la sábana blanca donde yacía sobre la mujer asustada, su mujer.

— ¡Si me haces esto, no te perdonaré!

Gritó la chica antes de rasguñarlo, él se preguntó porque no corría, porque no trataba de escapar, pero también comprendía que probablemente ella también estaba luchando contra sus propios instintos.

— Bésame

Gritó antes de que sus manos rompieran la tela de su vestido. Ella tembló, pero pudo ver la lujuria consumir su cuerpo. Los labios de la chica se hicieron una línea mientras él no podía hacer otra cosa que mirar, los turgentes pechos de su Luna.

La suave piel sonrosada, subía y bajaba debido al pánico, pero también al ansia que no se podía negar. Forest supo que estaba perdido cuando simplemente su lobo lo empujó lejos del control. Gruñó tratando de recuperarlo, pero no fue capaz de hacerlo, así que solo se quedó observando como su lobo tomaba el control.

Melissa gritó de pánico mientras el hombre sobre su cuerpo deslizaba una mano hacia su pecho. La chica tragó en seco cuando la rústica mano masculina acarició la punta de su pecho y tragó profundo cuando su loba, la misma que había estado años sin hablar, dijo solo dos palabras, palabras que la espantaron en lugar de hacerla sentir emocionada.

«Mi alfa»

— ¡No, no, no!

Lloró la chica mientras su cuerpo respondía al del hombre desnudo sobre ella, su sangre ardió justo antes de que la boca del asesino de su padre cubriera la suya. La habitación se sintió diferente, el ambiente de algún modo comenzó a cargarse de una electricidad incomparable y las dos personas extrañas en dicho cuarto se fundieron en un beso atronador.

Melissa odiaba cada parte de ese beso en su cabeza, sin embargo, su pecho gritaba de emoción, su loba aullaba de felicidad, aun si el sabor de la sangre se había filtrado en aquel beso. Forest por su parte, movió la mano bajo su cuerpo, tocó la cálida zona entre sus muslos y aunque sabía que eso era una locura, solo sintió que no era suficiente.

La boca del hombre se movió sobre la piel pálida del cuello de la chica que, a pesar de no estar resistiéndose, lloraba en silencio. Ella tocó su pecho intentando de algún modo luchar contra sus instintos, pero no fue capaz de hacerlo, así que cuando Forest abrió sus piernas antes de arrancar la prenda íntima que representaba la última barrera entre sus cuerpos. Ambos supieron que estaban a punto de descender al infierno.

Un lobo necesitaba a su luna, una luna no podía vivir sin su alfa, pero como sería capaz de aceptar, Melissa que el hombre que debía amar era el asesino de su padre. Un hombre que incluso sabiendo que ella no deseaba aquello, realmente se había acomodado entre sus piernas.

Melissa entendía también que el estaba siendo movido por el mismo instinto animal que la controlaba. Eso llenaba a la chica no solo de incertidumbre si no de dolor, un dolor que su mente comprendía pero su corazón no. El hombre sobre su cuerpo se hundió de un golpe en ella probando un ligero dolor en su cuerpo. Melissa sabía que el cuerpo sobre el suyo estaba movido por la lujuria, por el instinto, por ese sentimiento profundo del vínculo.

Forest maldijo mientras su cuerpo sentía el éxtasis de estar con su luna, el placer indescriptible de estar con su pareja destinada, pero también sabía que esa mujer lo odiaría cuando el control regresara. La mujer bajo su cuerpo se encogió a su alrededor mientras el clímax la atravesaba. Forest sintió el incontrolable deseo de morderla, sus dientes se alargaron sin que pudiera evitarlo, pero Melissa en un segundo de cordura alargó su mano y la oscuridad se cernió sobre Forest mientras una vez mas la sangre manchó su rostro.

La loba en su interior lloro en pánico por haberle hecho daño a su alfa, la rabia de su loba contrastaba contra sus propios deseos ya que estaba sufriendo por hacerle daño al hombre que había matado a su familia.

¡Como era eso posible!

¡Ella necesitaba escapar, necesitaba acabar con el hombre que asesinó a su familia!

Melissa gimió mientras movía el inerte cuerpo sobre ella, trató de no mirar la sangre que manchaba la cama y escapaba del cuerpo de su alfa. El corazón le dolía de una forma indescriptible e intentó no mirar la sangre que corría por sus piernas. Caminó con dificultad hacia el armario de la habitación.

Solo se vistió con lo que encontró a primera instancia. La chica en pánico se dijo que debía ir con su prometido, que necesitaba encontrarlo y pedirle ayuda porque para que el asesino de su padre fuera ajusticiado. Miró al hombre aún inconsciente en la cama donde había perdido su inocencia.

Su loba gritó por lo que había hecho, aulló de dolor mientras observó a su alfa una última vez, pero Melissa se dijo a sí misma que debía ser fuerte porque ese hombre era el asesino de su padre.

—¡Deja de llorar m*****a sea! —gritó Melissa a si misma—ese hombre es un asesino, debería matarlo.

«Nunca, es nuestro alfa, vuelve y cuida de él, deja que nos muerda»

—Vete al mismo lugar dodne estuviste hasta hoy—grito la chica—déjame en paz, si no puedes defenderme, no te atreva a pedirme que sienta algo por el hombre que mató a nuestro padre.

«Nuestro padre no nos quería»

Dijo la loba dentro de Melissa haciendo que su corazón se rompiera un poco más, ella lloró en silencio mientras reprimía cualquier cosa que sus instintos dijeran para escapar de ese lugar, para intentar huir prometiéndose descubrir porque habían hecho eso.

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