Luna Rechazada, Alfa Arrepentido
Luna Rechazada, Alfa Arrepentido
Por: J. I. López
Capítulo 1: Te rechazo, Luna.

La Luna destinada para un Alfa, compartía un vínculo irrompible y eterno con él. Eso era lo que le dijeron a Génesis Kale durante toda su vida, mientras era criada para ser la única Luna del Alfa Artem, quien ahora la miraba con asco y desprecio mientras abrazaba a la loba Ayla por la cintura.

— Exijo una explicación, ¿Por qué has decidido abandonarme por mi propia hermanastra? ¡Dime qué fue lo que hice mal para merecer tu rechazo, Alfa Artem! —

Aquella loba albina de cabellos de plata y ojos violeta que a ratos se notaban carmín y casi tan rojos como la sangre, gritó por una explicación que sabía que no le sería dada. Su alfa acababa de rechazarla.

Artem se acercó hacia Génesis para mirarla a los ojos; aquella loba tan pálida como la luna y frágil como el cristal, no era lo que él había deseado como su compañera para la eternidad, y mirando de soslayo a la loba Ayla de piel morena como el fuego y ojos salvajes tan verdes como el bosque, sintió asco de aquella loba albina que ya había dormido en su lecho.

— Génesis, la loba blanca de mal augurio, te rechazó ahora y te rechazó para siempre, he tomado como mi nueva Luna a Ayla Kale, y en este momento te expulso de la manada London. Te dejaré marchar sin pertenencia alguna, y si te rehúsas a irte, te mataré con mis propias garras y derramare tu sangre sobre la tumba de tu padre y de tu madre. — dijo el Alfa Artem tomando a la loba albina por el cuello, para luego hacerla caer con violencia sobre el suelo.

La loba Ayla soltó una risa burlona, y mirando a su hermanastra con aires de superioridad, le escupió en la cara.

— Lárgate de una vez, sucia huérfana. Los lobos blancos cargan consigo una maldición, y el Alfa Artem ha sido bastante amable contigo al dejarte ir sin castigo alguno por intentar maldecir a su linaje. Un heredero nacido de tu casta, solo ensuciara a la sangre pura de la manada London, y fue un error del Alfa Maserati el criarte para ser la Luna de su sucesor. ¡Lárgate ahora mismo, asquerosa loba blanca! — gritó la loba Ayla con desprecio.

Limpiándose el rostro y sintiéndose humillada, Génesis vio como varios lobos de aquella manada que la habían acogido cuando era solo una huérfana, se burlaban de ella y la miraban con asco. Aquellas personas que nunca antes le habían mostrado desprecio alguno, la estaban rechazando.

— ¡Fuera, fuera, fuera! — gritaban coléricos muchos de esos mismos lobos que la criaron para ser la Luna del mismo Alfa que acababa de mostrarle sus desprecios.

Poniéndose de pie, miró al Alfa Artem y a la loba Ayla.

— Quiero que me devuelvas el collar de mi madre, es lo único que pido, entrégamelo Alfa Artem, y te juro que no volverás a verme. — pidió Génesis.

El Alfa Artem sacó de entre sus ropas aquel dije de piedra lunar en forma de luna creciente, que era una reliquia de la extinta familia de Génesis. Sosteniéndolo frente a la loba albina, lo dejó caer dentro de un charco de lodo entre los dos, y luego se burló.

— No necesito una reliquia m*****a, así que puedes llevártela, pero, tendrás que tomarla con la boca, ese es tu castigo por meterte en mi cama. — dijo con crueldad el Alfa.

Génesis apretó sus puños hasta que se volvieron rojos, y sus ojos destellaron con un fulgor infernal mientras maldecir internamente a aquel que debía amarla para la eternidad.

Hincándose frente a Artem, se agachó para tomar con la boca aquel collar que era el tesoro más preciado para ella, y al lograr sacarlo, sintió el sabor de la tierra humedecida en sus labios ahora manchados de lodo. Poniéndose nuevamente de pie, se limpió la suciedad de su rostro, y miró con odio al Alfa y a su nueva Luna.

— Te vas a arrepentir de esto, Alfa Artem, y con la madre Luna de testigo, te juro que un día lo lamentaras. — dijo mirando al Alfa Artem directamente a sus ojos de ámbar.

Todos los presentes se burlaron, incluido el Alfa Artem. Abrazando a Ayla de la cintura y caminando con ella hacia su lujosa mansión, dio una última mirada a la loba de cabellos plateados.

— Mi manada London, desde este momento la loba Génesis queda expulsada de mis territorios, y tomo a loba Ayla como mi nueva Luna. Háganle saber a esta sucia albina, que ya no es bienvenida en nuestras tierras. — ordenó Artem con desprecio.

Pronto, todos los lobos que se habían reunido, comenzaron a aullar amenazantes, y tomando tierra del suelo, la arrojaron contra Génesis para hacerla salir de allí.

Su vestido de seda rosa ahora estaba manchado de barro, en su rostro quedó el rastro del lodo que probó con sus labios, y sosteniendo aquel collar entre sus manos, la Loba Génesis corrió hasta quedar exhausta y que sus piernas perdieron las fuerzas, aquel dolor que sentía, aquella humillación sufrida y el sentimiento de soledad que la embargaba, la hicieron sentir una rabia como nunca antes la sintió.

En aquellos verdes y solitarios prados, y con la luna sobre ella, Génesis maldijo aquellas tierras y a su dueño. Nunca más volverían a romperle el alma y el corazón. Llegando a aquella carretera olvidada por dios, derramó sus lágrimas y con sus pies sangrando por el esfuerzo, Génesis vio como un auto se paraba a un costado de la carretera, y un hombre con olor a humano se acercaba hasta ella.

— ¿Estás bien jovencita? ¿Puedo ayudarte? — dijo aquel anciano extendiendo su mano hacia ella.

Notando la amable mirada de aquel viejo humano, la loba Génesis sollozo.

— Por favor, llévame lejos de aquí. — suplicó.

Aquel anciano la ayudo a levantarse, y subiendo a su auto junto a él, Génesis vio como aquella tierra que la acogió y que la vio crecer, iba quedando cada vez más atrás.

En la mansión London, Ayla yacía desnuda en los brazos del Alfa Artem. Finalmente había seducido a ese lobo, y se había convertido en su nueva Luna, mientras Artem sintió una repentina inquietud, pero negándose a ello, besó a su amante.

— Nunca más volveré a ver a Génesis Kale. — musitó.

Sosteniendo entre sus manos aquel collar antiguo, Génesis juro jamás volver al Alfa Artem.

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