La Luna destinada para un Alfa, compartía un vínculo irrompible y eterno con él. Eso era lo que le dijeron a Génesis Kale durante toda su vida, mientras era criada para ser la única Luna del Alfa Artem, quien ahora la miraba con asco y desprecio mientras abrazaba a la loba Ayla por la cintura.
— Exijo una explicación, ¿Por qué has decidido abandonarme por mi propia hermanastra? ¡Dime qué fue lo que hice mal para merecer tu rechazo, Alfa Artem! —
Aquella loba albina de cabellos de plata y ojos violeta que a ratos se notaban carmín y casi tan rojos como la sangre, gritó por una explicación que sabía que no le sería dada. Su alfa acababa de rechazarla.
Artem se acercó hacia Génesis para mirarla a los ojos; aquella loba tan pálida como la luna y frágil como el cristal, no era lo que él había deseado como su compañera para la eternidad, y mirando de soslayo a la loba Ayla de piel morena como el fuego y ojos salvajes tan verdes como el bosque, sintió asco de aquella loba albina que ya había dormido en su lecho.
— Génesis, la loba blanca de mal augurio, te rechazó ahora y te rechazó para siempre, he tomado como mi nueva Luna a Ayla Kale, y en este momento te expulso de la manada London. Te dejaré marchar sin pertenencia alguna, y si te rehúsas a irte, te mataré con mis propias garras y derramare tu sangre sobre la tumba de tu padre y de tu madre. — dijo el Alfa Artem tomando a la loba albina por el cuello, para luego hacerla caer con violencia sobre el suelo.
La loba Ayla soltó una risa burlona, y mirando a su hermanastra con aires de superioridad, le escupió en la cara.
— Lárgate de una vez, sucia huérfana. Los lobos blancos cargan consigo una maldición, y el Alfa Artem ha sido bastante amable contigo al dejarte ir sin castigo alguno por intentar maldecir a su linaje. Un heredero nacido de tu casta, solo ensuciara a la sangre pura de la manada London, y fue un error del Alfa Maserati el criarte para ser la Luna de su sucesor. ¡Lárgate ahora mismo, asquerosa loba blanca! — gritó la loba Ayla con desprecio.
Limpiándose el rostro y sintiéndose humillada, Génesis vio como varios lobos de aquella manada que la habían acogido cuando era solo una huérfana, se burlaban de ella y la miraban con asco. Aquellas personas que nunca antes le habían mostrado desprecio alguno, la estaban rechazando.
— ¡Fuera, fuera, fuera! — gritaban coléricos muchos de esos mismos lobos que la criaron para ser la Luna del mismo Alfa que acababa de mostrarle sus desprecios.
Poniéndose de pie, miró al Alfa Artem y a la loba Ayla.
— Quiero que me devuelvas el collar de mi madre, es lo único que pido, entrégamelo Alfa Artem, y te juro que no volverás a verme. — pidió Génesis.
El Alfa Artem sacó de entre sus ropas aquel dije de piedra lunar en forma de luna creciente, que era una reliquia de la extinta familia de Génesis. Sosteniéndolo frente a la loba albina, lo dejó caer dentro de un charco de lodo entre los dos, y luego se burló.
— No necesito una reliquia m*****a, así que puedes llevártela, pero, tendrás que tomarla con la boca, ese es tu castigo por meterte en mi cama. — dijo con crueldad el Alfa.
Génesis apretó sus puños hasta que se volvieron rojos, y sus ojos destellaron con un fulgor infernal mientras maldecir internamente a aquel que debía amarla para la eternidad.
Hincándose frente a Artem, se agachó para tomar con la boca aquel collar que era el tesoro más preciado para ella, y al lograr sacarlo, sintió el sabor de la tierra humedecida en sus labios ahora manchados de lodo. Poniéndose nuevamente de pie, se limpió la suciedad de su rostro, y miró con odio al Alfa y a su nueva Luna.
— Te vas a arrepentir de esto, Alfa Artem, y con la madre Luna de testigo, te juro que un día lo lamentaras. — dijo mirando al Alfa Artem directamente a sus ojos de ámbar.
Todos los presentes se burlaron, incluido el Alfa Artem. Abrazando a Ayla de la cintura y caminando con ella hacia su lujosa mansión, dio una última mirada a la loba de cabellos plateados.
— Mi manada London, desde este momento la loba Génesis queda expulsada de mis territorios, y tomo a loba Ayla como mi nueva Luna. Háganle saber a esta sucia albina, que ya no es bienvenida en nuestras tierras. — ordenó Artem con desprecio.
Pronto, todos los lobos que se habían reunido, comenzaron a aullar amenazantes, y tomando tierra del suelo, la arrojaron contra Génesis para hacerla salir de allí.
Su vestido de seda rosa ahora estaba manchado de barro, en su rostro quedó el rastro del lodo que probó con sus labios, y sosteniendo aquel collar entre sus manos, la Loba Génesis corrió hasta quedar exhausta y que sus piernas perdieron las fuerzas, aquel dolor que sentía, aquella humillación sufrida y el sentimiento de soledad que la embargaba, la hicieron sentir una rabia como nunca antes la sintió.
En aquellos verdes y solitarios prados, y con la luna sobre ella, Génesis maldijo aquellas tierras y a su dueño. Nunca más volverían a romperle el alma y el corazón. Llegando a aquella carretera olvidada por dios, derramó sus lágrimas y con sus pies sangrando por el esfuerzo, Génesis vio como un auto se paraba a un costado de la carretera, y un hombre con olor a humano se acercaba hasta ella.
— ¿Estás bien jovencita? ¿Puedo ayudarte? — dijo aquel anciano extendiendo su mano hacia ella.
Notando la amable mirada de aquel viejo humano, la loba Génesis sollozo.
— Por favor, llévame lejos de aquí. — suplicó.
Aquel anciano la ayudo a levantarse, y subiendo a su auto junto a él, Génesis vio como aquella tierra que la acogió y que la vio crecer, iba quedando cada vez más atrás.
En la mansión London, Ayla yacía desnuda en los brazos del Alfa Artem. Finalmente había seducido a ese lobo, y se había convertido en su nueva Luna, mientras Artem sintió una repentina inquietud, pero negándose a ello, besó a su amante.
— Nunca más volveré a ver a Génesis Kale. — musitó.
Sosteniendo entre sus manos aquel collar antiguo, Génesis juro jamás volver al Alfa Artem.
Siete años después.—Bien caballeros, como pueden ver, las estadísticas de este mes son bastante buenas. Nuestro margen de venta incremento en un cincuenta por ciento, así que el proyecto Artemisa podrá realizarse sin mayor inconveniente. Esperemos que todo siga marchando igual. La junta ha concluido. —Los hombres salían de aquella sala de juntas en el elegante rascacielos de la familia Montefeltro, la más poderosa de toda Italia, cuyas principales empresas se dedicaban a la innovación de nuevas tecnologías médicas y farmacéuticas.—Disculpe, señorita Montefeltro, ¿Puedo robarle unos minutos? — cuestionaba un viejo hombre que se apoyaba de un bastón de oro.Aquella joven de cabellos blancos que brillaban como plata, y hermosos ojos violeta, le sonrió al hombre que le dio un futuro y una vida maravillosa: su padre adoptivo, el señor Leopoldo Montefeltro.—Papá, no creí que pasarías hasta aquí por mí, ¿Viene Niccolo contigo? — cuestionó la alegre muchacha albina abrazando a su padre.L
En la mansión de los bosques de Muniellos, los vientos comenzaban a soplar en dirección contraria. Ayla observaba frustrada como los lobos de la manada London, parecían inquietos ante el soplar de aquel viento que arrastraba malos augurios. Habían pasado ya siete años desde que tomó el lugar de la Luna Génesis para ser la nueva Luna del Alfa Artem, sin embargo, no había podido darle un solo heredero. De su vientre muerto, nada había nacido. Escuchando entrar a su nana loba, la miró con frustración. Artem nuevamente había faltado a su palabra. —¿Ya ha regresado el Alfa Artem? — cuestionó la loba de piel morena y ojos verdes. La Nana negó. —El Alfa Artem no va a regresar pronto, no hasta que encuentre a su verdadera Luna. — respondió. Furiosa, la luna infértil arrojó la polvera que se hallaba sobre su tocador. —¡Yo soy la verdadera Luna del Alfa Artem! — gritó. Aquella vieja loba no se inmutó. —Eso no es verdad, después de todo…no le has dado un heredero al Alfa. — respondi
—Bienvenido sea, señor Kingsley. — El viento soplo furioso durante un instante, y las miradas violeta y ámbar no se agacharon ante el otro. Aquella Luna rechazada, no se dejó intimidar por el Alfa que la desprecio, y aquella fiereza mostrada por la loba albina, calentaba la sangre de aquel macho de piel morena. —Por favor, pasemos al comedor, esperamos que la cena sea de su agrado señor Kingsley, le aseguro que tenemos a los mejores chefs de la ciudad. — dijo Leopoldo invitando a todos a seguirlo. Génesis apretó aquel dije de media luna entre sus dedos; la Diosa Luna la había escuchado, y Artem no había logrado tocarla a libertad. No sabía que era lo que aquel maldito Alfa quería de ella después de tantos años, no sabía si aquel reencuentro había sido solo una casualidad, pero no permitiría que la manada London y su Alfa, volvieran a tomar el control de su vida. Sabiendo que aquel Alfa le miraba las espaldas, Génesis caminó hasta alcanzar a su prometido, Niccolo, y caminando ju
La luna en lo alto brillaba como la plata, dejando ver su esplendor divino. Las copas de los árboles se agitaban en el viento furioso que parecía gritar de rabia. Génesis lucho inútilmente con todas sus fuerzas; su cuerpo desnudo estaba atrapado entre la pared de aquella regadera y el imponente cuerpo del miserable Alfa que la había despreciado.—Te he encontrado mi Luna perdida…y aún cuando me rechazas, nadie más que yo volverá a tocarte. — dijo Artem con voz cavernosa gruñendo en el oído de Génesis.Artem sentía que su piel se estaba quemando ante el rechazo inminente que aquella loba albina mostraba hacia el y por la hechicería maldita de aquel collar ancestral, y entonces, incapaz de soportar por más tiempo aquel dolor, finalmente soltaba de su feroz agarre a aquella hermosa loba que lo miró con odio y desdén. —¿Cómo te atreves a entrar en la privacidad de mi alcoba Alfa Artem?, la Luna que buscas pereció esa noche de tu desprecio, deje de ser aquella pobre y miserable Luna hac
La ciudad era fría. Sus largos caminos de concretos y altos edificios de piedra, estaban despojados del calor de los bosques nublados. Las luces de colores que le robaban protagonismo a la luna y las estrellas, no eran del agrado de un lobo. Los humanos no amaban a la naturaleza y la sacrificaban en nombre de un falso progreso que el aborrecía más que ninguna otra cosa. Artem estaba furioso por la decisión de Génesis y su firme rechazo hacia él, y tenía que encontrar la manera de conseguir su perdón y llevarla de regreso con los suyos para que no se perdiera más en el mundo de los humanos.—Señor, hemos encontrado algo que debería saber. La Luna Génesis, se casará dentro de seis meses, justo la noche de la Luna azul. — dijo uno de sus lobos que interrumpió repentinamente.Las palabras de aquel beta alarmaron al Alfa Artem.— ¿Qué es lo que has dicho Lowell? — cuestionó Artem al borde de la ira.— Lo que ha escuchado Alfa Artem. La Luna Génesis ha decidido unir su vida a la de un human
—Ese no es asunto tuyo, Alfa Artem. — respondió Genesis sin agachar la mirada.Furioso, Artem tomó el hermoso rostro de aquella Luna una vez despreciada, y besándola por la fuerza, probaba por primera vez aquel sabor dulce de los labios que se había negado a probar, sin embargo, tan pronto como la besó, Génesis lo empujo lejos de ella al tiempo en que la maldición de la joya lunar le quemaba sus propios labios. Los ojos violetas de aquella loba, brillaron casi rojos debido a la ira que en su corazón estaba sintiendo.—¿Cómo te atreves a besarme? Tú me has despreciado y has escogido a otra Luna en lugar de a mí, ¡No tienes derecho alguno de reclamarme como tuya Alfa Artem! — gritó Génesis abofeteando el rostro del Alfa, para luego salir furiosa de aquella sala de juntas.Sin decir palabra alguna, el Alfa Artem caminó tras de Génesis, pero entre las oficinas de aquel último piso la perdió de vista. Furioso y sintiendo que su sangre ardía en celos, el lobo se tocó la mejilla dolorida y p
—Ella me pertenece. — musitó Artem casi en silencio, y aquella frase fue comprendida por Niccolo.El rubio sonrió, y negando a ese hombre que parecía tener una fijación mal sana con su prometida, decidió ser prudente y no caer en una provocación. Ya tendrían la oportunidad de hablar claro y de hombre a hombre. Notando aquello, Génesis sintió que su sangre hirvió. Artem no arruinaría su vida. No de nuevo.Cuando aquella junta había terminado, Génesis recogió sus cosas sin prestar atención a Artem. Por un momento, se habían quedado nuevamente solos.—Es un simple humano. — dijo Artem rompiendo el silencio.Génesis sonrió.—No es tu asunto, Alfa Artem. Si me disculpas. — respondió la loba caminando hacia la salida, pero la mano de Artem la detuvo.—Tu sangre es diferente, eres una loba de sangre pura, ni siquiera eres una mestiza como tal, tu legado es único, tu sangre es poderosa, sabes que no puedes engendrar con un humano, es antinatural, tu legado se perderá para siempre si unes tu v
El sol de un nuevo día iluminaba la mañana, el canto de las aves se escuchaba y llenaba los jardines, y el aroma del desayuno alentaba los apetitos. Génesis se maquillaba ligeramente frente al espejo, coloreando sus labios de un rojo granate que resaltaba como la sangre sobre la nieve. Sus pensamientos volaban sin descanso y había dormido en realidad muy poco. Se sentía observada; vigilada en cada uno de sus pasos por aquel Alfa miserable que no parecía satisfecho de haberla herido una vez, y parecía querer herirla nuevamente.Aquella noche en que fue expulsada de la manada London, había renunciado a la vida del lobo, y durante esos años había logrado crear una buena vida en el mundo humano. Era la heredera de un hombre influyente y poderoso, se había comprometido con un hombre bueno y gentil, ¿Por qué justamente en aquel momento cúspide para ella, tenía que aparecer el Alfa que la rechazó? Negando, terminó de maquillarse, y decidió dejar de pensar en Artem. Su llegada no cambiaba nad