—Aléjate de Génesis, hombrecito. —Artem salió de la oscuridad, acompañado de sus lobos esbirros. Mirando a Niccolo Salvatore, vio que este se quedó inmóvil, pero firme.—Interesantes mascotas señor Kingsley. — respondió Niccolo manteniéndose firme a pesar de sentirse intimidado por la presencia de aquellos lobos de gran tamaño.Artem reconoció que la postura de aquel hombrecito humano lo impresionaba, pues cualquier otro habría intentado salir corriendo.—Son mis lobos, huargos de raza pura, le aseguro Salvatore, que no existe criatura mas fiel. Una orden mía y usted terminaría hecho pedazos en este lugar. — amenazó.Niccolo sintió el aliento de aquellos fieros animales casi encima de él, pero, aun así, no se movió. Mirando a Artem Kingsley a los ojos, pudo notar un deje de enfado y desesperación en ellos. —Usted no va a matarme señor Kingsley, si así lo quisiera, sus lobos me habrían hecho pedazos desde el momento en que puse un pie fuera de mi auto. Pero en vez de eso, está aquí f
El amor humano. Artem miraba una vieja película de amor de nombre lo que el viento se llevó. Mirando a la apasionada, pero muy estúpida protagonista, no podía evitar preguntarse ¿Qué estaba haciendo? Durante siglos y siglos de tradición de su raza, jamás se interesaban en algo tan difuso y complejo como era el amor humano. Aquellos seres insignificantes, desperdiciaban sus cortas vidas en sufrimientos gratuitos, que casi siempre padecían en nombre del amor. Los lobos eran diferentes; solo a través del más puro instinto escogían a sus parejas y aquel vinculo eterno que los unía, era mucho más poderoso que el patético romanticismo humano, meditó. La luna servía a su Alfa y le daría a sus herederos, sin derecho a reclamar nada más que eso. A cambio, recibían la fidelidad y protección de su Alfa para el resto de sus largas y longevas vidas, eso era lo que, para él, tenía sentido.Apagando el televisor, se vio a sí mismo en el reflejo oscuro de la pantalla. Él era el poderoso Alfa Artem, d
A la luz de un nuevo día, el timbre de la mansión anunciaba a un visitante. Completamente vestida a tan tempranas horas, y habiéndose maquillado el rostro para cubrir sus ojeras, Génesis leía una revista. Era sábado; los asuntos en la oficina esperarían al lunes, y se sentía tan decaída de ánimo después de su terrible noche con Artem, que esperaba desaparecer. Escuchando pasos sobre el mármol, la loba albina reconoció aquel sonido, y entonces una gran sonrisa se dibujó en su rostro.Un enorme ramo de rosas blancas y rosas le tapó la vista durante un momento, y entonces la sonrisa de Génesis se dibujó con más fuerzas. —Buenos días, princesa Montefeltro, esperaba que aceptarás salir este día con este humilde servidor tuyo. — dijo Niccolo Salvatore. Levantándose, Génesis se abrazó a su prometido y sintió el aroma de su inconfundible perfume. Aquel hombre era su mejor amigo, su confidente y lo amaba por ello. —Me gustará mucho salir, creo que me hace mucha falta…estos últimos días ha
— ¡Ella es mía! — Artem golpeó abruptamente a Niccolo en el rostro, derribándolo con facilidad. Horrorizada y sorprendida, Génesis corrió hacia su prometido para ayudarle a levantarse, sin embargo, ante el poderoso golpe el rubio había perdido el conocimiento. — ¿Cómo pudiste hacer esto? ¿Estás loco? ¡Es solo un humano! — gritó Génesis realmente furiosa. Tomándola por el brazo, Artem forzó a Génesis a mirarlo a los ojos. — Exactamente es un humano, y aún así estás dispuesta a mandar todo a la m****a por esta criatura insignificante. Tienes sangre pura corriendo por tus venas, eres una mujer lobo, ¿Crees que el solo va a aceptarlo? Eres una ingenua, ¿Ya olvidaste lo que los humanos le hicieron a tus padres? Ellos son seres irracionales que destruyen todo aquello que no entienden y tú deseas unir tu sangre con la de ellos. No voy a permitirlo. Debes volver a mi lado y darme un heredero, ese es tu deber como mi Luna. — dijo Artem con seriedad. Empujando al Alfa lejos de ella, Géne
El día daba comienzo, y Génesis admiraba el hermoso río que atravesaba los territorios de los Montefeltro. Sus pensamientos, sin embargo, se centraban en el Alfa Artem y todo lo que había acontecido en tan pocos días. Sabía que aquel Alfa no la dejaría tranquila, y Niccolo se encontraba en peligro. Mirando el agua corriendo, se sintió vulnerable ¿Qué era lo que ella haría a partir de ese momento? Aun cuando por el momento, estaba medianamente segura en aquel lugar, y sus amados conocían bien su secreto, no deseaba vivir en cautiverio, ni temerosa de lo que Artem seria capaz de hacer…ningún lugar serviría de refugio permanente si aquel lobo de piel canela se había propuesto forzarla a volver. Los lobos que se consideraban sangre pura, se volvían realmente crueles con los que eran con los humanos, a quienes consideraban nada más que criaturas con poca o nula habilidad y tan frágiles para ser consideradas parejas potenciales. Los lobos que habían unido sus vidas a la de un ser humano,
Una lluvia repentina y estruendosa caía sobre la ciudad. Las pesadas gotas golpeaban los cristales de sus ventanas, y Niccolo Salvatore miraba el fuego danzando en la chimenea, mientras escuchaba a su padre hablar. —Pronto habrá una revelación, estoy seguro, y tenemos que estar listos para asumir nuestro deber. — decía el hombre de cabellos canos. —Yo asumiré tu legado tal y como es mi destino. No podemos permitir que sigan avanzando, ya han ganado bastante territorio en los últimos años. — decía un hombre de cabellos rubios y mirada feroz.Repasando con sus dedos el emblema de su ancestral casa que se hallaba labrado en la chimenea, Niccolo pensaba en Génesis y lo que ella le había dicho sobre Artem Kingsley. Sus sospechas le fueron confirmadas, y mientras su padre y hermano mayor seguían hablando, el comenzaba a debatirse sobre lo que debía de hacer. —¿Y tú no piensas decir nada Nick? — cuestionó el hermano mayor. Niccolo negó. —No es mi deber asumir responsabilidad en esto
La luz de la luna llena brillaba en lo alto, el viento soplaba fuerte, casi como si presagiara una tormenta. Los aullidos de los lobos se escuchaban en la lejanía de los bosques, dejándole saber que se hallaba lejos de la ciudad…de cualquier poblado humano.—¿En dónde estoy? — cuestionó Génesis notando aquella espesa niebla que la rodeaba. —Estás frente a mi…mi única Luna, y quien será quien devuelva a lo nuestro la vieja gloria. — dijo en un susurro una extraña y cavernosa vos masculina. —¿Quién eres? — cuestionó Génesis, sintiéndose rodeada. Lobos blancos comenzaban a caminar lentamente alrededor de ella, y en la penumbra de aquel bosque, un par de ojos rojos que brillaban en el color de la sangre, escudriñaban cada parte de ella con la ferozidad de uba bestia. —Pronto lo sabrás…mi Luna. — Abriendo sus ojos violeta, Génesis sintió que la lluvia mojaba su rostro. Levantándose, se encontró al pie de los ventanales de su alcoba, mientras la lluvia caía sobre ella. Dando apenas
—Lo lamento, pero está es la única forma. — Génesis alcanzó a escuchar a Artem decirle aquello, antes de perder completamente el conocimiento. —Señor, ¿Qué haremos con el auto? — cuestionó el Beta Lowell.—Oríllalo en la carretera, debemos irnos ahora mismo. — respondió Artem con Génesis en sus brazos. Admirando a la hermosura de la loba albina, Artem sentía sus manos quemándose ante el rechazo del collar. Tomando aquella joya lunar con la intención de agarrarla, gimio de dolor al ver que le sería imposible. Caminando con ella en brazos, subió rápidamente a una enorme camioneta oscura, y pronto se marcharon de allí, dejando el auto de Génesis abandonado.Cuando la medianoche llegó, Leopoldo Montefeltro intentaba comunicarse al celular de su hija sin éxito alguno. —Señor Montefeltro, ¿Qué ha ocurrido? — cuestionó Niccolo Salvatore visiblemente alterado. Había recibido la llamada de su futuro suegro, mientras su padre le advertía de una gran cantidad de hombres lobos cruzando l