A la luz de un nuevo día, el timbre de la mansión anunciaba a un visitante. Completamente vestida a tan tempranas horas, y habiéndose maquillado el rostro para cubrir sus ojeras, Génesis leía una revista. Era sábado; los asuntos en la oficina esperarían al lunes, y se sentía tan decaída de ánimo después de su terrible noche con Artem, que esperaba desaparecer. Escuchando pasos sobre el mármol, la loba albina reconoció aquel sonido, y entonces una gran sonrisa se dibujó en su rostro.Un enorme ramo de rosas blancas y rosas le tapó la vista durante un momento, y entonces la sonrisa de Génesis se dibujó con más fuerzas. —Buenos días, princesa Montefeltro, esperaba que aceptarás salir este día con este humilde servidor tuyo. — dijo Niccolo Salvatore. Levantándose, Génesis se abrazó a su prometido y sintió el aroma de su inconfundible perfume. Aquel hombre era su mejor amigo, su confidente y lo amaba por ello. —Me gustará mucho salir, creo que me hace mucha falta…estos últimos días ha
— ¡Ella es mía! — Artem golpeó abruptamente a Niccolo en el rostro, derribándolo con facilidad. Horrorizada y sorprendida, Génesis corrió hacia su prometido para ayudarle a levantarse, sin embargo, ante el poderoso golpe el rubio había perdido el conocimiento. — ¿Cómo pudiste hacer esto? ¿Estás loco? ¡Es solo un humano! — gritó Génesis realmente furiosa. Tomándola por el brazo, Artem forzó a Génesis a mirarlo a los ojos. — Exactamente es un humano, y aún así estás dispuesta a mandar todo a la m****a por esta criatura insignificante. Tienes sangre pura corriendo por tus venas, eres una mujer lobo, ¿Crees que el solo va a aceptarlo? Eres una ingenua, ¿Ya olvidaste lo que los humanos le hicieron a tus padres? Ellos son seres irracionales que destruyen todo aquello que no entienden y tú deseas unir tu sangre con la de ellos. No voy a permitirlo. Debes volver a mi lado y darme un heredero, ese es tu deber como mi Luna. — dijo Artem con seriedad. Empujando al Alfa lejos de ella, Géne
El día daba comienzo, y Génesis admiraba el hermoso río que atravesaba los territorios de los Montefeltro. Sus pensamientos, sin embargo, se centraban en el Alfa Artem y todo lo que había acontecido en tan pocos días. Sabía que aquel Alfa no la dejaría tranquila, y Niccolo se encontraba en peligro. Mirando el agua corriendo, se sintió vulnerable ¿Qué era lo que ella haría a partir de ese momento? Aun cuando por el momento, estaba medianamente segura en aquel lugar, y sus amados conocían bien su secreto, no deseaba vivir en cautiverio, ni temerosa de lo que Artem seria capaz de hacer…ningún lugar serviría de refugio permanente si aquel lobo de piel canela se había propuesto forzarla a volver. Los lobos que se consideraban sangre pura, se volvían realmente crueles con los que eran con los humanos, a quienes consideraban nada más que criaturas con poca o nula habilidad y tan frágiles para ser consideradas parejas potenciales. Los lobos que habían unido sus vidas a la de un ser humano,
Una lluvia repentina y estruendosa caía sobre la ciudad. Las pesadas gotas golpeaban los cristales de sus ventanas, y Niccolo Salvatore miraba el fuego danzando en la chimenea, mientras escuchaba a su padre hablar. —Pronto habrá una revelación, estoy seguro, y tenemos que estar listos para asumir nuestro deber. — decía el hombre de cabellos canos. —Yo asumiré tu legado tal y como es mi destino. No podemos permitir que sigan avanzando, ya han ganado bastante territorio en los últimos años. — decía un hombre de cabellos rubios y mirada feroz.Repasando con sus dedos el emblema de su ancestral casa que se hallaba labrado en la chimenea, Niccolo pensaba en Génesis y lo que ella le había dicho sobre Artem Kingsley. Sus sospechas le fueron confirmadas, y mientras su padre y hermano mayor seguían hablando, el comenzaba a debatirse sobre lo que debía de hacer. —¿Y tú no piensas decir nada Nick? — cuestionó el hermano mayor. Niccolo negó. —No es mi deber asumir responsabilidad en esto
La luz de la luna llena brillaba en lo alto, el viento soplaba fuerte, casi como si presagiara una tormenta. Los aullidos de los lobos se escuchaban en la lejanía de los bosques, dejándole saber que se hallaba lejos de la ciudad…de cualquier poblado humano.—¿En dónde estoy? — cuestionó Génesis notando aquella espesa niebla que la rodeaba. —Estás frente a mi…mi única Luna, y quien será quien devuelva a lo nuestro la vieja gloria. — dijo en un susurro una extraña y cavernosa vos masculina. —¿Quién eres? — cuestionó Génesis, sintiéndose rodeada. Lobos blancos comenzaban a caminar lentamente alrededor de ella, y en la penumbra de aquel bosque, un par de ojos rojos que brillaban en el color de la sangre, escudriñaban cada parte de ella con la ferozidad de uba bestia. —Pronto lo sabrás…mi Luna. — Abriendo sus ojos violeta, Génesis sintió que la lluvia mojaba su rostro. Levantándose, se encontró al pie de los ventanales de su alcoba, mientras la lluvia caía sobre ella. Dando apenas
—Lo lamento, pero está es la única forma. — Génesis alcanzó a escuchar a Artem decirle aquello, antes de perder completamente el conocimiento. —Señor, ¿Qué haremos con el auto? — cuestionó el Beta Lowell.—Oríllalo en la carretera, debemos irnos ahora mismo. — respondió Artem con Génesis en sus brazos. Admirando a la hermosura de la loba albina, Artem sentía sus manos quemándose ante el rechazo del collar. Tomando aquella joya lunar con la intención de agarrarla, gimio de dolor al ver que le sería imposible. Caminando con ella en brazos, subió rápidamente a una enorme camioneta oscura, y pronto se marcharon de allí, dejando el auto de Génesis abandonado.Cuando la medianoche llegó, Leopoldo Montefeltro intentaba comunicarse al celular de su hija sin éxito alguno. —Señor Montefeltro, ¿Qué ha ocurrido? — cuestionó Niccolo Salvatore visiblemente alterado. Había recibido la llamada de su futuro suegro, mientras su padre le advertía de una gran cantidad de hombres lobos cruzando l
—Te he sometido, Génesis, y mientras yo lo decida así, tu, me perteneces…tus ojos me dicen que me odias, pero también me ven con adoración. Si no deseas sufrir este tormento, toma la daga de tu humano y entiérrala en mi pecho. Solo así, podrás liberarte de mí. — incitaba Artem sin dejar de mirar a Génesis directamente a los ojos.Aquella loba albina, sostenía aquella daga consagrada en sus manos. Un golpe certero en el corazón, y todo habría terminado.Empujando a Artem lejos de ella, Génesis guardo aquella daga dentro de sus ropas, y miró al debilitado Artem con desprecio.— No voy a darte el gusto de morir por mi mano. Si tanto deseo tienes de visitar el otro mundo, te sugiero que busques otra manera de suicidarte. No voy a ensuciar mis manos con tu sangre. — dijo Génesis con orgullo.Artem sonrió.— Cuando te tuve, jamás mostraste tan formidable carácter, tan solo te sometías mi voluntad. — admitió el Alfa.— Aquella Génesis tan solo conocía ser la Luna de su Alfa, pero mi yo prese
El sol se filtraba entre las cortinas grises de aquella habitación. Los brazos fuertes de Artem, seguían aferrando el pequeño cuerpo de Génesis al suyo. Abriendo sus ojos violetas, la hermosa albina sentía la enorme fuerza de Artem sujetándola, sintiendo también el aroma de su piel quemada. Moviéndose violentamente para despertarlo, esperaba finalmente lograr sacárselo de encima. ¿Por qué aún seguía abrazándola a pesar de hacerse daño? ¿Por qué simplemente no podía dejarla ir? Se cuestionó. —¿Todas las mujeres suelen ser así de violentas al despertar? — cuestionó Artem abriendo los ojos ante el brusco movimiento. —Toda mujer lo es si la fuerzan a compartir la cama con alguien a quien no quieren tener cerca. — respondió Génesis de manera audaz. Artem frunció el ceño con molestia. Aquella loba blanca no sabía quedarse callada. Tomándola de las manos y forzándola a quedar debajo suyo, Artem la miró a los ojos. —Será mucho mejor para ti si te sometes y haces lo que yo te ordene, aquí t