“Alguien, además de ti y de mi Alfa, viene a reclamar a la loba blanca…y ese alguien, es el único que tiene un genuino derecho de reclamo sobre ella”Niccolo no lograba sacar esas palabras de su mente. ¿Quién más podría estar detrás de Génesis? Su corazón dio un vuelco, y un mal presentimiento lo sobrecogió. Debía de apresurarse en recuperar a su prometida, se presionó.—Señor Montefeltro, mande a sus hombres a su edificio, se en donde encontrar a Génesis. — dijo el rubio para luego colgar esa rápida llamada.En los bosques de Muniellos.La melodía de un piano resonaba en aquella extensa propiedad de floridos campos de mil colores. El aroma al pasto recién cortado, se dejaba sentir inundando sus fosas nasales. Blanco cabello casi emulando a la plata, se mecía con gentileza en el viento; habilidosas manos tocaban una triste melodía sin detenerse y un fiel amigo yacía a los pies de aquel hermoso joven de piel tan pálida y prístina como la nieve en las montañas que poseía hermosos ojos d
— Es tu hermana, estás demente — dijo Adolphus asqueado.— Si, lo es, pero no debes olvidar lo que nosotros somos nada más que animales, para los Levana no existe el concepto de hermanos, solo el instinto, así que no puedo entender que de lo que te he dicho te produce tal repugnancia, así ha sido siempre en mi familia, por ello es que nuestra sangre es pura. — dijo Giles con indiferencia.— Aun así, es repugnante, además, no te dejare hacer tal cosa, no puedes salir de esta prisión, nunca podrás hacerlo, sigues siendo solo un cachorro, con el collar maldito de tu cuello, no podrás hacer nada más que obedecer mis voluntades sin nunca salir de aquí, no volverás a verla como ella no volverá a verte. No importa lo que mi hija te ha prometido. — dijo Adolphus con arrogancia.— Oh bien, eso está por verse, sé que ella me busca, cada noche me llama desesperada en sus sueños, y yo, la visito, ella no entiende porque me anhela tanto, pero yo sí, su bestia clama por mí, por la unión a la que es
En las afueras del bosque Vigezzo, Niccolo detenía su camioneta. La desconocida loba que lo había enviado hasta allí, había asegurado que Artem Kingsley la había llevado a su prometida hasta ese lugar. Encontraría a Génesis, y la apartaría de todo y todos.—Sepárense en grupos de diez y busquen por todos lados, yo tomare un grupo para dirigirnos al lago. Cualquier ataque que reciban, deben repelerlo específicamente con las armas que les he otorgado. No tolerare fallas. — ordenó el cazador.En la vieja casona de Artem.—Quiero que preparen uno de los baños principales para el uso exclusivo de mi Luna, también, preparen un desayuno abundante y asegúrense de que lo tome. — ordenó el Alfa.—Si señor — respondió el Beta Lowell.Aquella mañana era diferente en la vieja mansión Kingsley. La servidumbre cuchicheaba por lo bajo, mientras la expectativa se mantenía en medio de a gran incertidumbre que todos estaban sintiendo. Por supuesto, él había tomado a una Luna propia, Ayla Kale era su ind
—Compréndelo, Génesis, no puedes oponerte a mí. — aseguró Artem pegándose intencionadamente al cuerpo desnudo de la hermosa loba blanca.—¿Qué no tienes otro baño? Esta casa es enorme y la conozco a la perfección. Estoy segura de que hay más de un solo maldito baño aquí, ¿Por qué razón es que quieres bañarte conmigo? ¡Eres un pervertido! — gritó histérica la hermosa albina, y se apresuró a salir con rapidez de ese lugar. No quería estar cerca de Artem ni mucho menos si ninguno de los dos traía la ropa puesta.Empujándolo lejos, Génesis lamento haberse quitado el collar para bañarse, había sido demasiado ingenua y estúpida.Artem resopló molesto. Aquella mujer no hacia las cosas sencillas y ya estaba lo suficiente mal humorado por el atrevimiento que había tenido los últimos días. Acercándose con rapidez a ella, la tomo por la cintura y la forzó a quedarse con el dentro de la enorme bañera de mármol. Pegándola a su cuerpo, Génesis sentía que todos los colores del mundo le iban y venían
La noche había llegado, y el resplandor de la luna se colaba entre los barrotes de aquella ventana. Sobre la cama, Génesis miraba hacia afuera, mientras sus ojos aún se encontraban llenos de lágrimas que se resistía a derramar. Artem la había dejado sola en aquella habitación sin atreverse a tocarla; no la había forzado, ni tampoco había regresado, tan solo se apartó de ella. Alguna vez ella lo amo tanto como a nadie, pues estaría mintiendo si se dijera a sí misma que amaba a Niccolo como lo amó a él.Abrazando sus piernas, ocultó su cabeza entre ellas deseando desaparecer en ese momento. Si tan solo Artem no la hubiese despreciado, quizás seguiría amándolo. Sintiendo las horas pasar, Génesis se levantó de aquella cama. Tomando la manija de puerta, se sorprendió al encontrar que está no se encontraba cerrada como las últimas noches, y saliendo de allí, también descubrió que el pasillo estaba vacío, sin la presencia de ningún guardia, sirviente o esbirro, que estuviese vigilándola. Aqu
—Perdóname, Génesis…debes irte…te doy, tu libertad. — Artem le susurró al oído, y entonces, el Alfa la arrojó lejos de él.Génesis no comprendió, y notando la dolorosa mirada que Artem Kingsley, sintió como algo dentro de ella, se removió. Sin decir palabra alguna, la loba blanca corrió hacia el bosque, sin comprender porque razón Artem la había liberado.Mirandola marcharse, Artem soltó un dolorido aullido a la luna…había liberado a su única.Los bosques, durante la noche, eran engañosos. No se debe confiar en lo que ellos te muestran, pues ante la luz de la luna, los espejismos toman las formas de tus peores pesadillas.Niccolo deambulaba en el bosque Vigezzo, sin encontrar el rumbo hacia la casona junto al lago. La luna llena brillaba en lo alto, y un lobo blanco merodeaba y vigilaba cada paso dado por el cazador y sus hombres. Una espesa niebla comenzaba a formarse, y con los ojos nublados fijos en la nada, el apuesto cazador observo a Génesis en medio de la oscuridad. Abriendo lo
—¡Artem! — gritó Génesis al ver caer al Alfa frente a ella.Corriendo hacia él, la loba blanca vio que aquel disparo había impactado en su hombro.Mirando a Génesis llorando, Niccolo retrocedió dos pasos. Sus ojos regresaron a la normalidad, y una expresión de horror se dibujó en su rostro. ¿Qué había hecho? Había estado a punto de asesinar a su prometida. Arrodillándose, sintió como su cabeza le dolió al punto de sentir que le iba a estallar, y arrojando su arma lejos de él, miró a Génesis. Jamás querría hacerle daño.Una manada de lobos negros llegó junto a varios de los hombres de Artem y el Beta Lowell corrió a ayudar a su Alfa. Mirando de soslayo al humano que yacía arrodillado en el suelo, silbo y los esbirros rodearon a Niccolo, gruñéndole con la intención de atacar.—Yo no quise…Génesis…yo…lo lamento. — musitó el cazador.Agarrando su cabeza con ambas manos, Niccolo abrió los ojos con gravedad, la sangre de aquel Alfa seguía derramándose. Artem había perdido el conocimiento.—
—Detente… —La voz entrecortada de Génesis, resonaba como en eco en aquel silencio.—Detente… —Aquel lobo blanco cuyo pelaje parecían hilos de plata, devoraba cada parte de su cuerpo sin piedad.Lágrimas se derramaban desde sus ojos violeta, que miraban a aquellos ojos del lobo. Sus ojos, eran idénticos a los de ella.—¿Por qué me haces esto? — cuestionaba la loba blanca sin recibir respuesta alguna a cambio.En medio de aquella salita en llamas, un enorme retrato se consumía. Dos adultos sin rostro, un par de huérfanos cuyos ojos eran violetas sin rasgos definidos; niño, y niña, la rodeaban mientras aquel lobo de plata la devoraba sin detenerse. Los ojos de Génesis se fijaron en el techo ardiente que parecía iba a derrumbarse en cualquier instante, y una profunda tristeza invadía su corazón. Mirando de nuevo a los ojos de aquel lobo de plata, pudo ver las lágrimas derramándose desde sus ojos violáceos. Ambos eran iguales, y aquel dolor que sentían, era uno mismo.Gritos feroces que