La noche había llegado, y el resplandor de la luna se colaba entre los barrotes de aquella ventana. Sobre la cama, Génesis miraba hacia afuera, mientras sus ojos aún se encontraban llenos de lágrimas que se resistía a derramar. Artem la había dejado sola en aquella habitación sin atreverse a tocarla; no la había forzado, ni tampoco había regresado, tan solo se apartó de ella. Alguna vez ella lo amo tanto como a nadie, pues estaría mintiendo si se dijera a sí misma que amaba a Niccolo como lo amó a él.Abrazando sus piernas, ocultó su cabeza entre ellas deseando desaparecer en ese momento. Si tan solo Artem no la hubiese despreciado, quizás seguiría amándolo. Sintiendo las horas pasar, Génesis se levantó de aquella cama. Tomando la manija de puerta, se sorprendió al encontrar que está no se encontraba cerrada como las últimas noches, y saliendo de allí, también descubrió que el pasillo estaba vacío, sin la presencia de ningún guardia, sirviente o esbirro, que estuviese vigilándola. Aqu
—Perdóname, Génesis…debes irte…te doy, tu libertad. — Artem le susurró al oído, y entonces, el Alfa la arrojó lejos de él.Génesis no comprendió, y notando la dolorosa mirada que Artem Kingsley, sintió como algo dentro de ella, se removió. Sin decir palabra alguna, la loba blanca corrió hacia el bosque, sin comprender porque razón Artem la había liberado.Mirandola marcharse, Artem soltó un dolorido aullido a la luna…había liberado a su única.Los bosques, durante la noche, eran engañosos. No se debe confiar en lo que ellos te muestran, pues ante la luz de la luna, los espejismos toman las formas de tus peores pesadillas.Niccolo deambulaba en el bosque Vigezzo, sin encontrar el rumbo hacia la casona junto al lago. La luna llena brillaba en lo alto, y un lobo blanco merodeaba y vigilaba cada paso dado por el cazador y sus hombres. Una espesa niebla comenzaba a formarse, y con los ojos nublados fijos en la nada, el apuesto cazador observo a Génesis en medio de la oscuridad. Abriendo lo
—¡Artem! — gritó Génesis al ver caer al Alfa frente a ella.Corriendo hacia él, la loba blanca vio que aquel disparo había impactado en su hombro.Mirando a Génesis llorando, Niccolo retrocedió dos pasos. Sus ojos regresaron a la normalidad, y una expresión de horror se dibujó en su rostro. ¿Qué había hecho? Había estado a punto de asesinar a su prometida. Arrodillándose, sintió como su cabeza le dolió al punto de sentir que le iba a estallar, y arrojando su arma lejos de él, miró a Génesis. Jamás querría hacerle daño.Una manada de lobos negros llegó junto a varios de los hombres de Artem y el Beta Lowell corrió a ayudar a su Alfa. Mirando de soslayo al humano que yacía arrodillado en el suelo, silbo y los esbirros rodearon a Niccolo, gruñéndole con la intención de atacar.—Yo no quise…Génesis…yo…lo lamento. — musitó el cazador.Agarrando su cabeza con ambas manos, Niccolo abrió los ojos con gravedad, la sangre de aquel Alfa seguía derramándose. Artem había perdido el conocimiento.—
—Detente… —La voz entrecortada de Génesis, resonaba como en eco en aquel silencio.—Detente… —Aquel lobo blanco cuyo pelaje parecían hilos de plata, devoraba cada parte de su cuerpo sin piedad.Lágrimas se derramaban desde sus ojos violeta, que miraban a aquellos ojos del lobo. Sus ojos, eran idénticos a los de ella.—¿Por qué me haces esto? — cuestionaba la loba blanca sin recibir respuesta alguna a cambio.En medio de aquella salita en llamas, un enorme retrato se consumía. Dos adultos sin rostro, un par de huérfanos cuyos ojos eran violetas sin rasgos definidos; niño, y niña, la rodeaban mientras aquel lobo de plata la devoraba sin detenerse. Los ojos de Génesis se fijaron en el techo ardiente que parecía iba a derrumbarse en cualquier instante, y una profunda tristeza invadía su corazón. Mirando de nuevo a los ojos de aquel lobo de plata, pudo ver las lágrimas derramándose desde sus ojos violáceos. Ambos eran iguales, y aquel dolor que sentían, era uno mismo.Gritos feroces que
—Las balas de esta arma, no son las que usa comúnmente un cazador. Estas balas, y el escudo de la empuñadura de la daga que le has dado a ella los he visto antes…fue tu familia, la que aniquilo a la familia de Génesis. — dijo Artem gruñendo por lo bajo mirando a Niccolo quien se mostró sorprendido y acongojado. — Toma tu arma y vuelve a dispararme, cazador. — demandó Artem desafiando a Niccolo.El cazador de cabellos rubios, miró con un deje de rencor a aquel Alfa que no se inmutaba ante él. Tomando aquella arma, la apunto hacia el pecho del lobo negro, y ante su mirada, la dejó caer sobre el suelo.—Vi como Génesis lloró sobre ti cuando te creyó muerto, no lo haré, no voy a hacerle daño. — respondió Niccolo.Artem asintió.—Siempre amé a Génesis, y no comprendo porque razón en algún punto deje de hacerlo…casi como si una parte de mi mente, se hubiera perdido…ni siquiera comprendo porque creí que ella no era suficiente…ni tampoco comprendo porque la rechacé. — admitió. — Me marcho aho
—Quiero saber qué es lo que pasó en ese bosque, quiero saber, porque es que me atacaste y acusaste, ¿Por qué estuviste a punto de asesinarme? — cuestionó la loba blanca sintiendo cierto recelo hacia su prometido.Niccolo, se había quedado sin palabras.—Te vi besando a Artem Kingsley…te Vi copulando con el…y yo, estalle en celos… nada justifica lo que hice. — respondió el rubio con honestidad. Génesis apretó su joya lunar entre sus manos. —Aún así…si tuviste esa visión morbosa que no fue real, ¿Por qué decidiste atacarme? ¿En verdad prefieres verme muerta que en los brazos de Artem? — cuestionó la loba albina mirando a los ojos de Niccolo. Agachando la mirada ante aquella mujer, Niccolo no quería responder a aquello. Sabía que estaba mal, que aquel sentimiento que había experimentado, no debía tan siquiera existir dentro de el. Pero mirando aquella falsa visión, no pudo evitar desearlo…si habría preferido asesinar a Génesis, antes de ser nuevamente abandonado por culpa de un homb
El sudor perlaba su pálida frente, y los ventanales que se habían abierto de par en par ante el viento. Gemidos entrecortados, pasiones desmedidas, y besos apasionados que le robaban el alma y el aliento, lograban que Génesis sintiese quizás, más ardor del normal a pesar del frío. El calor que estallaba dentro de su vientre al sentir cada una de aquellas estocadas dentro de ella, los ojos de Niccolo que la miraron como una bestia. De nuevo, estaba pasando de nuevo, aquel sueño tan vivido, morboso, un deseo prohibido que parecía nacer de los más bajos instintos, y aquella pasión desmedida, aquellas visiones morbosas, y aquellas sensaciones pecaminosas, la hicieron sentir culpa de saberse rendida a los instintos del lobo…aquello, era un manjar prohibido del que ella no deseaba probar, no lo amaba, no lo amaría nunca, aunque ella deseaba amarle. Sin embargo, aquel calor lujurioso y pecaminoso en su pequeño vientre, la hacía tocar el cielo, la hacía desearlo, sentir el calor de su cuerpo
Algo estaba pasando. Recargándose en el barandal de las escaleras en el edificio Montefeltro, Génesis se sentó en los escalones. Sintiendo su corazón agitado, y el ardor que le provocaba su joya lunar, se sintió avergonzada de su comportamiento.¿Qué rayos le ocurría? Se preguntaba a si misma. Nunca antes se había sentido de tal manera; con una necesidad de tener sexo tal y como si necesitará beber agua después de atravesar un crudo desierto. Los sueños húmedos y pecaminosos que había tenido con Artem y Niccolo, la estaban volviendo loca; en realidad ella no quería hacer nada con nadie, y menos aún cuando ni siquiera entendía bien lo que le estaba pasando. Desde el secuestro, Génesis sentía que algo comenzaba a cambiar paulatinamente dentro de ella; cómo si algo dormido repentinamente despertara, y le reclamara hacer cosas que jamás en su más sano juicio se atrevería a hacer. Tocándose la sien, la loba blanca sintió que le dolían mucho más de lo normal. Tenía que salir de allí, ant