—¡Artem! — gritó Génesis al ver caer al Alfa frente a ella.Corriendo hacia él, la loba blanca vio que aquel disparo había impactado en su hombro.Mirando a Génesis llorando, Niccolo retrocedió dos pasos. Sus ojos regresaron a la normalidad, y una expresión de horror se dibujó en su rostro. ¿Qué había hecho? Había estado a punto de asesinar a su prometida. Arrodillándose, sintió como su cabeza le dolió al punto de sentir que le iba a estallar, y arrojando su arma lejos de él, miró a Génesis. Jamás querría hacerle daño.Una manada de lobos negros llegó junto a varios de los hombres de Artem y el Beta Lowell corrió a ayudar a su Alfa. Mirando de soslayo al humano que yacía arrodillado en el suelo, silbo y los esbirros rodearon a Niccolo, gruñéndole con la intención de atacar.—Yo no quise…Génesis…yo…lo lamento. — musitó el cazador.Agarrando su cabeza con ambas manos, Niccolo abrió los ojos con gravedad, la sangre de aquel Alfa seguía derramándose. Artem había perdido el conocimiento.—
—Detente… —La voz entrecortada de Génesis, resonaba como en eco en aquel silencio.—Detente… —Aquel lobo blanco cuyo pelaje parecían hilos de plata, devoraba cada parte de su cuerpo sin piedad.Lágrimas se derramaban desde sus ojos violeta, que miraban a aquellos ojos del lobo. Sus ojos, eran idénticos a los de ella.—¿Por qué me haces esto? — cuestionaba la loba blanca sin recibir respuesta alguna a cambio.En medio de aquella salita en llamas, un enorme retrato se consumía. Dos adultos sin rostro, un par de huérfanos cuyos ojos eran violetas sin rasgos definidos; niño, y niña, la rodeaban mientras aquel lobo de plata la devoraba sin detenerse. Los ojos de Génesis se fijaron en el techo ardiente que parecía iba a derrumbarse en cualquier instante, y una profunda tristeza invadía su corazón. Mirando de nuevo a los ojos de aquel lobo de plata, pudo ver las lágrimas derramándose desde sus ojos violáceos. Ambos eran iguales, y aquel dolor que sentían, era uno mismo.Gritos feroces que
—Las balas de esta arma, no son las que usa comúnmente un cazador. Estas balas, y el escudo de la empuñadura de la daga que le has dado a ella los he visto antes…fue tu familia, la que aniquilo a la familia de Génesis. — dijo Artem gruñendo por lo bajo mirando a Niccolo quien se mostró sorprendido y acongojado. — Toma tu arma y vuelve a dispararme, cazador. — demandó Artem desafiando a Niccolo.El cazador de cabellos rubios, miró con un deje de rencor a aquel Alfa que no se inmutaba ante él. Tomando aquella arma, la apunto hacia el pecho del lobo negro, y ante su mirada, la dejó caer sobre el suelo.—Vi como Génesis lloró sobre ti cuando te creyó muerto, no lo haré, no voy a hacerle daño. — respondió Niccolo.Artem asintió.—Siempre amé a Génesis, y no comprendo porque razón en algún punto deje de hacerlo…casi como si una parte de mi mente, se hubiera perdido…ni siquiera comprendo porque creí que ella no era suficiente…ni tampoco comprendo porque la rechacé. — admitió. — Me marcho aho
—Quiero saber qué es lo que pasó en ese bosque, quiero saber, porque es que me atacaste y acusaste, ¿Por qué estuviste a punto de asesinarme? — cuestionó la loba blanca sintiendo cierto recelo hacia su prometido.Niccolo, se había quedado sin palabras.—Te vi besando a Artem Kingsley…te Vi copulando con el…y yo, estalle en celos… nada justifica lo que hice. — respondió el rubio con honestidad. Génesis apretó su joya lunar entre sus manos. —Aún así…si tuviste esa visión morbosa que no fue real, ¿Por qué decidiste atacarme? ¿En verdad prefieres verme muerta que en los brazos de Artem? — cuestionó la loba albina mirando a los ojos de Niccolo. Agachando la mirada ante aquella mujer, Niccolo no quería responder a aquello. Sabía que estaba mal, que aquel sentimiento que había experimentado, no debía tan siquiera existir dentro de el. Pero mirando aquella falsa visión, no pudo evitar desearlo…si habría preferido asesinar a Génesis, antes de ser nuevamente abandonado por culpa de un homb
El sudor perlaba su pálida frente, y los ventanales que se habían abierto de par en par ante el viento. Gemidos entrecortados, pasiones desmedidas, y besos apasionados que le robaban el alma y el aliento, lograban que Génesis sintiese quizás, más ardor del normal a pesar del frío. El calor que estallaba dentro de su vientre al sentir cada una de aquellas estocadas dentro de ella, los ojos de Niccolo que la miraron como una bestia. De nuevo, estaba pasando de nuevo, aquel sueño tan vivido, morboso, un deseo prohibido que parecía nacer de los más bajos instintos, y aquella pasión desmedida, aquellas visiones morbosas, y aquellas sensaciones pecaminosas, la hicieron sentir culpa de saberse rendida a los instintos del lobo…aquello, era un manjar prohibido del que ella no deseaba probar, no lo amaba, no lo amaría nunca, aunque ella deseaba amarle. Sin embargo, aquel calor lujurioso y pecaminoso en su pequeño vientre, la hacía tocar el cielo, la hacía desearlo, sentir el calor de su cuerpo
Algo estaba pasando. Recargándose en el barandal de las escaleras en el edificio Montefeltro, Génesis se sentó en los escalones. Sintiendo su corazón agitado, y el ardor que le provocaba su joya lunar, se sintió avergonzada de su comportamiento.¿Qué rayos le ocurría? Se preguntaba a si misma. Nunca antes se había sentido de tal manera; con una necesidad de tener sexo tal y como si necesitará beber agua después de atravesar un crudo desierto. Los sueños húmedos y pecaminosos que había tenido con Artem y Niccolo, la estaban volviendo loca; en realidad ella no quería hacer nada con nadie, y menos aún cuando ni siquiera entendía bien lo que le estaba pasando. Desde el secuestro, Génesis sentía que algo comenzaba a cambiar paulatinamente dentro de ella; cómo si algo dormido repentinamente despertara, y le reclamara hacer cosas que jamás en su más sano juicio se atrevería a hacer. Tocándose la sien, la loba blanca sintió que le dolían mucho más de lo normal. Tenía que salir de allí, ant
—Quiero hacer el amor contigo… — musitó Niccolo susurrando al oído de Génesis.Las manos del cazador, se entrelazaban en la pequeña cintura de la loba blanca, quien sintió sus instintos agitarse. Mirando hacia el atardecer que casi era tragado por la noche, cerró los ojos sintiendo la cercanía del cuerpo de aquel hombre humano que había sido fiel con ella casi desde el instante mismo en que se habían conocido. Sin embargo, tomando las riendas de aquello que se esforzaba por reprimir, se soltó del agarre de Niccolo para mirarlo directamente a los ojos.—Lo lamento…no debí provocarte…yo, no sé qué es lo que me está pasando, me siento confusa y fuera de mi misma. Es como dijiste, aquella no era yo. Solo en la luna azul podremos unir nuestros destinos, de lo contrario, la marca del lobo jamás dejará de perseguirnos. — respondió Génesis con sinceridad.Niccolo sonrió, y reprimiendo sus ganas como hacia siempre, besó los labios de la albina.—Cuando estés realmente lista, y sea tu deseo gen
— Esto será un desastre. — dijo Lowell para sí mismo, y luego salió del comedor realmente enfadado.— Oh si, lo será, nuestro amado líder esta enloquecido con esa mujer, no está siendo un buen Alfa, tú y yo hubiésemos sido mejor si tan solo hubiéramos nacido con la fuerza uno. — dijo Devlyn, el gemelo de Lowell, hablando con ironía mientras mordía una manzana y miraba el preocupado semblante del Beta.—Sera mejor que cuides bien tu lengua, hermano, las paredes tienen oídos y más de uno aquí podría considerar tu comentario como traición. Dejemos a nuestro líder solo por el momento, después de todo, él es el Alfa de la manda London. Aquella mujer, aunque no nos agrade, es a quien el eligió para ser su compañera, conoces las reglas del lobo, no puedes oponerte al alfa siendo solo un Beta…o un Omega. — dijo Lowell con sinceridad logrando irritar a Devlyn.— Eso lo se…y lo aborrezco. — respondió el joven lobo, mordiendo con fiereza aquella manzana.En el edificio Montefeltro, Génesis guard