—Quiero saber qué es lo que pasó en ese bosque, quiero saber, porque es que me atacaste y acusaste, ¿Por qué estuviste a punto de asesinarme? — cuestionó la loba blanca sintiendo cierto recelo hacia su prometido.Niccolo, se había quedado sin palabras.—Te vi besando a Artem Kingsley…te Vi copulando con el…y yo, estalle en celos… nada justifica lo que hice. — respondió el rubio con honestidad. Génesis apretó su joya lunar entre sus manos. —Aún así…si tuviste esa visión morbosa que no fue real, ¿Por qué decidiste atacarme? ¿En verdad prefieres verme muerta que en los brazos de Artem? — cuestionó la loba albina mirando a los ojos de Niccolo. Agachando la mirada ante aquella mujer, Niccolo no quería responder a aquello. Sabía que estaba mal, que aquel sentimiento que había experimentado, no debía tan siquiera existir dentro de el. Pero mirando aquella falsa visión, no pudo evitar desearlo…si habría preferido asesinar a Génesis, antes de ser nuevamente abandonado por culpa de un homb
El sudor perlaba su pálida frente, y los ventanales que se habían abierto de par en par ante el viento. Gemidos entrecortados, pasiones desmedidas, y besos apasionados que le robaban el alma y el aliento, lograban que Génesis sintiese quizás, más ardor del normal a pesar del frío. El calor que estallaba dentro de su vientre al sentir cada una de aquellas estocadas dentro de ella, los ojos de Niccolo que la miraron como una bestia. De nuevo, estaba pasando de nuevo, aquel sueño tan vivido, morboso, un deseo prohibido que parecía nacer de los más bajos instintos, y aquella pasión desmedida, aquellas visiones morbosas, y aquellas sensaciones pecaminosas, la hicieron sentir culpa de saberse rendida a los instintos del lobo…aquello, era un manjar prohibido del que ella no deseaba probar, no lo amaba, no lo amaría nunca, aunque ella deseaba amarle. Sin embargo, aquel calor lujurioso y pecaminoso en su pequeño vientre, la hacía tocar el cielo, la hacía desearlo, sentir el calor de su cuerpo
Algo estaba pasando. Recargándose en el barandal de las escaleras en el edificio Montefeltro, Génesis se sentó en los escalones. Sintiendo su corazón agitado, y el ardor que le provocaba su joya lunar, se sintió avergonzada de su comportamiento.¿Qué rayos le ocurría? Se preguntaba a si misma. Nunca antes se había sentido de tal manera; con una necesidad de tener sexo tal y como si necesitará beber agua después de atravesar un crudo desierto. Los sueños húmedos y pecaminosos que había tenido con Artem y Niccolo, la estaban volviendo loca; en realidad ella no quería hacer nada con nadie, y menos aún cuando ni siquiera entendía bien lo que le estaba pasando. Desde el secuestro, Génesis sentía que algo comenzaba a cambiar paulatinamente dentro de ella; cómo si algo dormido repentinamente despertara, y le reclamara hacer cosas que jamás en su más sano juicio se atrevería a hacer. Tocándose la sien, la loba blanca sintió que le dolían mucho más de lo normal. Tenía que salir de allí, ant
—Quiero hacer el amor contigo… — musitó Niccolo susurrando al oído de Génesis.Las manos del cazador, se entrelazaban en la pequeña cintura de la loba blanca, quien sintió sus instintos agitarse. Mirando hacia el atardecer que casi era tragado por la noche, cerró los ojos sintiendo la cercanía del cuerpo de aquel hombre humano que había sido fiel con ella casi desde el instante mismo en que se habían conocido. Sin embargo, tomando las riendas de aquello que se esforzaba por reprimir, se soltó del agarre de Niccolo para mirarlo directamente a los ojos.—Lo lamento…no debí provocarte…yo, no sé qué es lo que me está pasando, me siento confusa y fuera de mi misma. Es como dijiste, aquella no era yo. Solo en la luna azul podremos unir nuestros destinos, de lo contrario, la marca del lobo jamás dejará de perseguirnos. — respondió Génesis con sinceridad.Niccolo sonrió, y reprimiendo sus ganas como hacia siempre, besó los labios de la albina.—Cuando estés realmente lista, y sea tu deseo gen
— Esto será un desastre. — dijo Lowell para sí mismo, y luego salió del comedor realmente enfadado.— Oh si, lo será, nuestro amado líder esta enloquecido con esa mujer, no está siendo un buen Alfa, tú y yo hubiésemos sido mejor si tan solo hubiéramos nacido con la fuerza uno. — dijo Devlyn, el gemelo de Lowell, hablando con ironía mientras mordía una manzana y miraba el preocupado semblante del Beta.—Sera mejor que cuides bien tu lengua, hermano, las paredes tienen oídos y más de uno aquí podría considerar tu comentario como traición. Dejemos a nuestro líder solo por el momento, después de todo, él es el Alfa de la manda London. Aquella mujer, aunque no nos agrade, es a quien el eligió para ser su compañera, conoces las reglas del lobo, no puedes oponerte al alfa siendo solo un Beta…o un Omega. — dijo Lowell con sinceridad logrando irritar a Devlyn.— Eso lo se…y lo aborrezco. — respondió el joven lobo, mordiendo con fiereza aquella manzana.En el edificio Montefeltro, Génesis guard
—El…me ha visto. — dijo Génesis lamentando lo que Niccolo acababa de presenciar. Artem gruñó por lo bajo. Aquel cazador parecía sostener los afectos de su Luna. Tomándola por la cintura, logró que Génesis lo mirara a los ojos. —Escúchame, Génesis, no puedes renunciar a lo que eres solo por ese humano…hay cosas de su familia que ni sabes, y en medio de su locura estuvo a punto de asesinarte. ¿Tanto lo amas para cerrar los ojos ante los hechos? — cuestionó Artem Kingsley.Zafándose de su agarre, Génesis no supo que responder. Amaba a Niccolo…pero tal vez no de la manera en que debería de hacerlo. Mirando a Artem, supo que no quería perder a ninguno de ellos, y los recuerdos de sus sueños eróticos con ambos, le parecieron un cruel tormento. Aquello no era correcto. —Y dime, Artem, ¿Crees que tú eres mejor para mí? El mismo lobo arrogante que una vez me desprecio, que una vez me humilló y que luego me secuestro para intentar tomarme por la fuerza? — respondió la loba blanca acercánd
El viento frío de aquella noche, soplaba pasmoso; como si llevase una pesada carga a cuestas. Las nubes grises que se paseaban en el cielo, presagiaban la tormenta que amenazaba con caer sobre la ciudad, y Niccolo Salvatore observaba el trajín de las hojas arrastradas por el aire. Su ira hacia Artem Kingsley, no había hecho más que incrementarse, pero el recuerdo de lo dicho por el Alfa, lo mantenía inquieto. “Tu familia, aniquiló a la familia de Génesis” Aquello era lo que el lobo negro le había asegurado. Sobre la mesa de la biblioteca personal de su mansión familiar, yacían todos los libros que hablaban de viejas cacerías realizadas por los Salvatore, pero en ninguno de ellos se relataba un enfrentamiento contra los Levana. —Debemos mantener vigilancia, mandar a los cazadores de menor rango a hacer vigía en las fronteras. Sea como sea, no podemos quedarnos sin hacer nada aunque así lo haya ordenado el alcalde. — decía Niklaus entrando violentamente a la biblioteca. Niccolo obs
La Luna creciente brillaba en lo alto, y bajo su tenue luz, el pasto verde de los prados, parecía resplandecer. Las luces del auto Génesis, iluminaban el camino a duras penas, y sin detenerse, la albina sentia que su joya lunar le quemaba el pecho.Llegando a aquel pueblito en medio de la noche, rápidamente Génesis bajo de su vehículo y corrió para tocar la puerta de la casa de su única amiga, quien rápidamente le abrió. —Génesis, ¿Qué ocurrió? — cuestionó Benazir, que asustada estaba sorprendida de ver a la loba blanca allí.—Ayúdame, Benazir, no se que es lo que me está pasando. — aseguró Génesis. —Entra, por favor. — pidió la loba Ben. Dentro de la casa, un hombre humano rápidamente despejaba el gran sofá de la sala para ayudar a sentar a la albina. —Por favor, prepara algo de te y saca las galletas de la alacena, querido Jhon. — pidió Benazir a su esposo humano. En Gevaudan, Francia, Leopoldo miró con atención las pinturas de lobos que había en aquella sala de estar. —A