La luz de la luna llena brillaba en lo alto, el viento soplaba fuerte, casi como si presagiara una tormenta. Los aullidos de los lobos se escuchaban en la lejanía de los bosques, dejándole saber que se hallaba lejos de la ciudad…de cualquier poblado humano.—¿En dónde estoy? — cuestionó Génesis notando aquella espesa niebla que la rodeaba. —Estás frente a mi…mi única Luna, y quien será quien devuelva a lo nuestro la vieja gloria. — dijo en un susurro una extraña y cavernosa vos masculina. —¿Quién eres? — cuestionó Génesis, sintiéndose rodeada. Lobos blancos comenzaban a caminar lentamente alrededor de ella, y en la penumbra de aquel bosque, un par de ojos rojos que brillaban en el color de la sangre, escudriñaban cada parte de ella con la ferozidad de uba bestia. —Pronto lo sabrás…mi Luna. — Abriendo sus ojos violeta, Génesis sintió que la lluvia mojaba su rostro. Levantándose, se encontró al pie de los ventanales de su alcoba, mientras la lluvia caía sobre ella. Dando apenas
—Lo lamento, pero está es la única forma. — Génesis alcanzó a escuchar a Artem decirle aquello, antes de perder completamente el conocimiento. —Señor, ¿Qué haremos con el auto? — cuestionó el Beta Lowell.—Oríllalo en la carretera, debemos irnos ahora mismo. — respondió Artem con Génesis en sus brazos. Admirando a la hermosura de la loba albina, Artem sentía sus manos quemándose ante el rechazo del collar. Tomando aquella joya lunar con la intención de agarrarla, gimio de dolor al ver que le sería imposible. Caminando con ella en brazos, subió rápidamente a una enorme camioneta oscura, y pronto se marcharon de allí, dejando el auto de Génesis abandonado.Cuando la medianoche llegó, Leopoldo Montefeltro intentaba comunicarse al celular de su hija sin éxito alguno. —Señor Montefeltro, ¿Qué ha ocurrido? — cuestionó Niccolo Salvatore visiblemente alterado. Había recibido la llamada de su futuro suegro, mientras su padre le advertía de una gran cantidad de hombres lobos cruzando l
—Te he sometido, Génesis, y mientras yo lo decida así, tu, me perteneces…tus ojos me dicen que me odias, pero también me ven con adoración. Si no deseas sufrir este tormento, toma la daga de tu humano y entiérrala en mi pecho. Solo así, podrás liberarte de mí. — incitaba Artem sin dejar de mirar a Génesis directamente a los ojos.Aquella loba albina, sostenía aquella daga consagrada en sus manos. Un golpe certero en el corazón, y todo habría terminado.Empujando a Artem lejos de ella, Génesis guardo aquella daga dentro de sus ropas, y miró al debilitado Artem con desprecio.— No voy a darte el gusto de morir por mi mano. Si tanto deseo tienes de visitar el otro mundo, te sugiero que busques otra manera de suicidarte. No voy a ensuciar mis manos con tu sangre. — dijo Génesis con orgullo.Artem sonrió.— Cuando te tuve, jamás mostraste tan formidable carácter, tan solo te sometías mi voluntad. — admitió el Alfa.— Aquella Génesis tan solo conocía ser la Luna de su Alfa, pero mi yo prese
El sol se filtraba entre las cortinas grises de aquella habitación. Los brazos fuertes de Artem, seguían aferrando el pequeño cuerpo de Génesis al suyo. Abriendo sus ojos violetas, la hermosa albina sentía la enorme fuerza de Artem sujetándola, sintiendo también el aroma de su piel quemada. Moviéndose violentamente para despertarlo, esperaba finalmente lograr sacárselo de encima. ¿Por qué aún seguía abrazándola a pesar de hacerse daño? ¿Por qué simplemente no podía dejarla ir? Se cuestionó. —¿Todas las mujeres suelen ser así de violentas al despertar? — cuestionó Artem abriendo los ojos ante el brusco movimiento. —Toda mujer lo es si la fuerzan a compartir la cama con alguien a quien no quieren tener cerca. — respondió Génesis de manera audaz. Artem frunció el ceño con molestia. Aquella loba blanca no sabía quedarse callada. Tomándola de las manos y forzándola a quedar debajo suyo, Artem la miró a los ojos. —Será mucho mejor para ti si te sometes y haces lo que yo te ordene, aquí t
“Alguien, además de ti y de mi Alfa, viene a reclamar a la loba blanca…y ese alguien, es el único que tiene un genuino derecho de reclamo sobre ella”Niccolo no lograba sacar esas palabras de su mente. ¿Quién más podría estar detrás de Génesis? Su corazón dio un vuelco, y un mal presentimiento lo sobrecogió. Debía de apresurarse en recuperar a su prometida, se presionó.—Señor Montefeltro, mande a sus hombres a su edificio, se en donde encontrar a Génesis. — dijo el rubio para luego colgar esa rápida llamada.En los bosques de Muniellos.La melodía de un piano resonaba en aquella extensa propiedad de floridos campos de mil colores. El aroma al pasto recién cortado, se dejaba sentir inundando sus fosas nasales. Blanco cabello casi emulando a la plata, se mecía con gentileza en el viento; habilidosas manos tocaban una triste melodía sin detenerse y un fiel amigo yacía a los pies de aquel hermoso joven de piel tan pálida y prístina como la nieve en las montañas que poseía hermosos ojos d
— Es tu hermana, estás demente — dijo Adolphus asqueado.— Si, lo es, pero no debes olvidar lo que nosotros somos nada más que animales, para los Levana no existe el concepto de hermanos, solo el instinto, así que no puedo entender que de lo que te he dicho te produce tal repugnancia, así ha sido siempre en mi familia, por ello es que nuestra sangre es pura. — dijo Giles con indiferencia.— Aun así, es repugnante, además, no te dejare hacer tal cosa, no puedes salir de esta prisión, nunca podrás hacerlo, sigues siendo solo un cachorro, con el collar maldito de tu cuello, no podrás hacer nada más que obedecer mis voluntades sin nunca salir de aquí, no volverás a verla como ella no volverá a verte. No importa lo que mi hija te ha prometido. — dijo Adolphus con arrogancia.— Oh bien, eso está por verse, sé que ella me busca, cada noche me llama desesperada en sus sueños, y yo, la visito, ella no entiende porque me anhela tanto, pero yo sí, su bestia clama por mí, por la unión a la que es
En las afueras del bosque Vigezzo, Niccolo detenía su camioneta. La desconocida loba que lo había enviado hasta allí, había asegurado que Artem Kingsley la había llevado a su prometida hasta ese lugar. Encontraría a Génesis, y la apartaría de todo y todos.—Sepárense en grupos de diez y busquen por todos lados, yo tomare un grupo para dirigirnos al lago. Cualquier ataque que reciban, deben repelerlo específicamente con las armas que les he otorgado. No tolerare fallas. — ordenó el cazador.En la vieja casona de Artem.—Quiero que preparen uno de los baños principales para el uso exclusivo de mi Luna, también, preparen un desayuno abundante y asegúrense de que lo tome. — ordenó el Alfa.—Si señor — respondió el Beta Lowell.Aquella mañana era diferente en la vieja mansión Kingsley. La servidumbre cuchicheaba por lo bajo, mientras la expectativa se mantenía en medio de a gran incertidumbre que todos estaban sintiendo. Por supuesto, él había tomado a una Luna propia, Ayla Kale era su ind
—Compréndelo, Génesis, no puedes oponerte a mí. — aseguró Artem pegándose intencionadamente al cuerpo desnudo de la hermosa loba blanca.—¿Qué no tienes otro baño? Esta casa es enorme y la conozco a la perfección. Estoy segura de que hay más de un solo maldito baño aquí, ¿Por qué razón es que quieres bañarte conmigo? ¡Eres un pervertido! — gritó histérica la hermosa albina, y se apresuró a salir con rapidez de ese lugar. No quería estar cerca de Artem ni mucho menos si ninguno de los dos traía la ropa puesta.Empujándolo lejos, Génesis lamento haberse quitado el collar para bañarse, había sido demasiado ingenua y estúpida.Artem resopló molesto. Aquella mujer no hacia las cosas sencillas y ya estaba lo suficiente mal humorado por el atrevimiento que había tenido los últimos días. Acercándose con rapidez a ella, la tomo por la cintura y la forzó a quedarse con el dentro de la enorme bañera de mármol. Pegándola a su cuerpo, Génesis sentía que todos los colores del mundo le iban y venían