El gruñido de Jackson desvía la atención, tanto de Selene como de Kaelan, quien le devuelve una mirada de soberbia. Sabe que no representa ningún peligro para él. Los lycan son mucho más grandes, poderosos e incluso viven muchísimos años más que un hombre lobo. Se necesitaría al menos una docena de ellos para hacerle frente.—Calma. —Uriel aparece de la nada y se interpone entre un furioso Jackson y el invitado. Selene se tira en brazos de su abuelo buscando ese consuelo que tanto anhela, sin importar los ojos que tiene encima. Luego de un tiempo, un carraspeo, rompe su abrazo. Selene mira apenada al gigantesco y extravagante hombre que está a un paso, quien no ha apartado la mirada de ella desde que se toparon. Kaelan la observa de manera minuciosa, de arriba abajo, tratando de percibir hasta el más mínimo detalle de ella. Esta pequeña tiene un aroma peculiar, uno que inquieta a su lycan y que no puede descifrar de manera correcta, su aura es poderosa, contrapuesta a su cuerpo tan di
—¿Qué haces aquí, Connor? —Selene le dedica una mirada severa a su mate al verlo entrar a la oficina—. Todavía estás convaleciente.El alfa tiene el rostro tan pálido que parece que va a desmayarse en cualquier momento. Su bata apenas cubre su torso y parte de su muslo. Se ve, no solo destruido y ojeroso, sino también patético con ese mini vestido. Kaelan no hace ningún amague por levantarse, tampoco por mirarlo, aunque puede oler sus celos y sonríe, lo que aumenta el resquemor del alfa. —¿Cómo consiguió entrar este lycan a nuestra manada? —pregunta mirando entre ella y Kaelan—. ¿Por qué nadie me avisó de su llegada?—Connor, Kaelan Darkmane es un viejo amigo mío y vino a acompañarme a hacer algunas diligencias. Lo siento si no te avisé antes, es mi culpa —interviene Uriel. —No es necesario que te expliques, abuelo. —Selene le ofrece una mirada severa a su compañero—. Yo atenderé a las visitas, luego iré a hablar contigo. —Ahora se dirige a Connor—. Vuelve a tu habitación. Le pediré
—Sé que odias a mi madre por la forma en que te ha tratado desde que llegaste, pero esto es demasiado. ¿Tienes pruebas de lo que estás diciendo? ¿Por qué ella haría algo como eso contra su propia manada? Selene le dedica una sonrisa triste mientras niega con la cabeza.—¿Alguna vez confiarás en algo que yo te diga? —La pregunta de Selene cae como balde de agua fría en el rostro del alfa. Connor intenta decir algo, pero ella lo interrumpe—. Ya sé la respuesta y francamente, no sé por qué sigo aquí pretendiendo abrir los ojos de alguien que prefiere seguir en la oscuridad. No vales mi esfuerzo, alfa Blazeheart.—Doctor Moreira, abuelo, todos, por favor, explíquenle al alfa el tratamiento que vamos a hacer con los niños. Nada más. —Selene ordena con voz firme a todos.Se levanta de la silla y sale raudamente de la habitación. Escucha a su compañero llamarla, pero no tiene ni las ganas ni la paciencia para seguir luchando.Una vez fuera de la clínica, toma el camino al bosque a toda prisa
—Sé que nada de lo que pueda decirte ahora, podrá sanar la herida que tienes en tu corazón por lo que viste, pero te ruego que escuches a Connor. Tu alejamiento lo está matando, ni siquiera ha podido sanar como es debido. Por favor, Selene, no lo dejes morir. —Él tomó sus propias decisiones, Clarisse, igual que todos ustedes. Prefirieron mentirme antes de hacerme parte de lo que estaba sucediendo para buscar una solución. Nunca me consideraron parte de su manada en realidad, ni su luna, me hicieron quedar como tonta, como la burla de todos.Clarisse empieza a sollozar.—Nunca quisimos que eso pasara. Te lo juro. Tratamos por todos los medios de que no sufrieras por esto.—¡Pero pasó, y me temo que ya es muy tarde para enmendarlo! —exclama Selene. De pronto, un mareo intenso la ataca y tras intentar agarrarse de la puerta, cae al suelo, desmayada. Clarisse empieza a gritar con todas sus fuerzas. Pronto, unas omegas que se encontraban en la casa, la ayudan. Beltrán la lleva hasta la cl
Carla camina intranquila, acaparando con su nerviosismo el reducido espacio. Su aura se siente tan pesada que es imposible respirar a su lado. —¿Qué pasa, tía? —pregunta Inés al notar su intranquilidad a tope. Nunca la había visto en ese estado. Incluso parece tener miedo, pero ¿a qué?—¡No me llames así! —grita la mujer emitiendo un extraño rugido que deja más confundida a Inés—. No.vuelvas.a.llamarme.así.nunca.más.La joven se mueve hacia atrás hasta que su espalda da para una rígida y fría estructura, tratando de procesar lo que está pasando. Carla se está comportando de una manera muy extraña desde antes de ayer. Ella, aunque conoce sus múltiples caracteres como nadie en la manada, ahora mismo la observa como si estuviera viendo a una desconocida. —Tal vez si me dices por qué nos estamos escondiendo, pueda ayudar.—Lo único que debes hacer es mantener a ese cachorro en tu vientre vivo hasta su nacimiento. Por lo menos eso, ya que ni siquiera fuiste capaz en todos estos años de co
Muchos gruñidos se oyen alrededor de Eisheth. Los lycans, seis en total junto con el rey Kaelan, se acercan a ella paso a paso, babeando, ansiosos por clavarle sus colmillos.Temerosa, ella decide dar el primer ataque. Tras recitar unas últimas palabras, una ola oscura se esparce a unos metros de diámetro tirando a los lycans para atrás, la humareda se esparce mientras un olor asfixiante inunda sus fosas nasales. Algunos de ellos empiezan a retroceder, chillando. No consiguen ver ni oír nada.Kaelan, advertido por Uriel de las mañas de este monstruo, aguanta la respiración hasta que la mayor parte de la humareda se disipa. En el momento justo que ella está por tomar el collar del suelo, él salta sobre ella hincando sus poderosos colmillos en su hombro derecho. Ambos ruedan por un acantilado. Eisheth logra tomar el collar con un dedo y se aferra a él mientras trata de zafarse de Kaelan, pero no lo consigue con la fuerza descomunal de la bestia.—¡Maldito, perro sarnoso! —grita. Su alien
Horas antes…Selene duerme profundo mientras Connor la observa de cerca. Sorem ronronea en su pecho y por más de que le insisten a que vuelva a su propia habitación, él no lo hace. Incluso Uriel intentó persuadirlo en más de una ocasión, pero sin éxito.—También necesita atención, alfa. Esas heridas no se ven nada bien —dice el doctor Moreira acercándose para verificar los signos vitales de Selene—. La luna está estable y dormida, no es necesario que permanezca a su lado todo el tiempo.Connor no responde nada, sin embargo, sigue aferrado a su mano. Por supuesto que siente dolor, sus heridas todavía siguen sin sanar, pero estar con ella es su prioridad ahora.Tanto Moreira como Uriel desisten y los dejan solos.El alfa se acuesta al lado de su compañera y por instinto, Selene se acomoda en su pecho y ambos se relajan hasta quedar dormidos muy abrazados. Cuando Selene despierta, el aroma de su compañero provoca ese cosquilleo nada sutil en todo su cuerpo, no tiene que abrir los ojos pa
Inés llega a la manada y se encuentra con grandes destrozos. Hay vidrios rotos, mobiliarios esparcidos por todas partes, y para colmo esa rara tormenta que se acerca con rapidez y hace que el ambiente se sienta pesado, irrespirable. Corre por los pasillos y llega hasta el área de terapia intensiva, donde están todos los cachorros de la manada. Este parece ser el único sitio intacto. El doctor y la doctora que vinieron de la Amazonía están atendiendo a los internados. Ambos voltean asustados al oír la puerta abrirse. —¿Qué hace aquí, señorita? —El doctor Moreira le pregunta con el ceño fruncido. Tal parece que ella es la única de la manada que no ha sufrido la crisis—. ¿Dónde estaba? ¿Está herida?—¿Dónde está todo el mundo? ¿Qué pasó aquí? —Inés ignora sus preguntas haciendo otras. —Todos se comportaron de manera extraña, luego corrieron hacia el bosque —responde Ayanell con estremecimiento. A ella le tocó ver la peor parte. Todo inició mientras estaba en una reunión con los famili