Selene no se atreve siquiera a respirar fuerte. Está literalmente atrapada entre dos montañas enormes con cabellos naranja-rojizos que la hacen verse aún más pequeña de lo que es. Ambos hombres a sus costados son demasiado grandes y sus piernas incluso sufren en el espacio trasero del coche. ¿Qué clase de lobos son? Ni siquiera su padre o su hermano son tan grandes. ¿Por qué nunca antes los había visto u oído sobre ellos? ¿Qué es ese aroma que despiden?
Selene dejó de luchar al momento exacto en que notó que estaba en clara desventaja. El hombre de su izquierda no ha dejado de mirarla y esa sonrisa tonta en su rostro le causa repelús. ¿Qué le pasa? ¿Acaso tiene algo en su rostro que le parezca demasiado chistoso? ¿No le duelen las mejillas de tanto sonreír? Ella intenta alejarse un poco de él, pero es imposible moverse al menos medio centímetro sin pegarse al otro.
El hombre de su derecha no se ha movido en todo el camino. Mantiene los ojos cerrados y su ancha mano está posada en su muslo mientras mueve los dedos largos de forma coordinada, como si estuviera sopesando algo muy importante en su propio mundo.
Selene levanta la vista poco a poco mientras lo detalla minuciosamente. Tiene unos hombros, anchos, muy anchos y fuertes, bastante notorios bajo esa tela blanca de su camisa. Su barba, también pelirroja, le da ese aspecto recio y salvaje que estremece a Selene. Su loba, Saya, está atenta dentro de su mente, mirando fijamente a ambos, meciendo la cola sin parar.
«¿Qué te pasa?», pregunta Selene mentalmente a Saya. Había estado extraña toda la semana, pero esto definitivamente le preocupa. ¿Acaso está tratando de olfatear a estos extraños?
«Siento algo» Una respuesta simple que no agrada para nada a Selene. ¿Qué puede estar sintiendo? ¿Rabia? ¿Enfado? Eso es lo que debería sentir. Después de todo, ellos la arrollaron y la llevaron a la fuerza al hospital.
—Alfa, ya llegamos —El chofer saca de su ensoñación a la joven y por primera vez en todo el viaje, Connor levanta la vista y voltea a ver a Selene. Sus miradas se encuentran y aunque ella trata de repeler sus emociones, es imposible lograrlo con Saya no colaborando en absoluto. La mirada verdosa de Connor es tan intensa y penetrante que ella baja la vista para evitar que este lo intimide aún más.
La puerta se abre y de repente su cuerpo levita sorprendiendo a Selene.
—¡Oyeee! ¡¿Qué te pasa?! ¡Bájame! Puedo caminar sola, tengo las piernas sanas —La joven no tiene claro de dónde sostenerse al verse a una altura que antes no había estado.
Connor se abre paso a grandes zancadas por el largo pasillo que conduce a la sala de emergencia. Por supuesto que la herida de Selene no es tan grave y ha notado que ya está empezando a sanarse, pero no quiere que ella piense que es un patán que la deja a su suerte luego de lastimarla. Además, Sorem, su lobo, ha estado insistiendo que debía ayudarla, tanto que le hizo doler la cabeza.
Selene finalmente y por un impulso de protegerse, envuelve ambos brazos alrededor del cuello de Connor y se deja llevar. Está claro que este hombre no la piensa escuchar y no quiere perder el tiempo en seguir explicando.
Ella aprovecha la cercanía entre sus rostros y observa cada peca marrón de su rostro, la textura de los vellos de su barba, la forma de su nariz, la tonalidad de sus ojos. ¡Vaya! Sus ojos tienen la tonalidad exacta del bosque. Aunque, ahora que lo piensa, él huele a bosque luego de una lluvia mansa, a hojas secas y frescas entremezcladas bajo los pies mientras corre por los senderos, a florecillas, a agua mansa y fresca de manantial.
De pronto, su vista baja a sus labios y sigue los movimientos de estos en cámara lenta, absorta completamente en esa parte de su anatomía.
—Ya puedes soltarme —dice Connor por tercera vez, pero Selene parece no estar escuchándolo. Las manos de ella están aferradas en la parte de atrás de su cabeza, jugando con el mechón de pelo que allí se encuentra. El alfa siente un cosquilleo delicado y placentero ante su tocamiento. Ambos ya están dentro del consultorio.
—¡Señorita…! —Connor levanta un poco la voz y Selene se ruboriza en un nanosegundo al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Si la vergüenza comiera, ella ya estaría completamente perdida.
Connor la deja encima de la camilla y se dirige a la enfermera.
—Su herida en el codo necesita una sutura. Me dijeron que el doctor Moreira podría ayudarme en esta ciudad —Connor no puede evitar aclararse la garganta al notar la mirada lasciva de la enfermera hacia él. No está acostumbrado a tratar con mucha gente y por hoy ya está superando su cupo de paciencia.
—¡Estoy bieeen! —refunfuña Selene desde atrás—. Sara, no es necesario que llames al doctor. Él debe estar muy ocupado, iré a casa ahora.
—¡No irás a ningún lado! —El gruñido de Connor estremece no solo a Selene, sino también a la enfermera—. Señorita, por favor, llame al doctor —ahora se dirige a la enfermera, quien asiente y sale a toda prisa de la sala.
—Aclaremos esto, señor… “Zanahoria”. —Connor voltea a mirar a Selene con la ceja arqueada, sorprendido, pero no completamente molesto por la forma en que ella lo está apodando— Tú no me mandas ni me gritas. No te conozco, no me conoces y no tengo por qué obedecerte. Iré a casa ahora y tú no harás nada para impedirlo.
Tanto Beltrán como Jackson, quienes están observando desde la puerta, quedan divertidos por la forma en que esta pequeña joven arisca trata a su alfa. Si ella fuese miembro de su manada, muy seguramente estaría un mes en el calabozo por semejante irrespeto.
Connor logra llegar a ella antes de que Selene pueda reaccionar. La acorrala entre la camilla y la pared mientras la mira fijamente. Sus rostros están a un par de centímetros uno del otro. Lo que sucede a continuación, nadie lo veía venir.
El alfa la toma de la cintura y con un movimiento certero y rápido, se sienta con ella en el único sillón a unos metros y la coloca en su regazo.
—¿Estás bien, mi pequeña rebelde? —Uriel se coloca al lado de Selene en el balcón desde donde ella está mirando al gentío que está en el patio del castillo Alba Noctis. Él ha notado que su nieta está muy callada e inquieta desde anoche. Puede ser que la luna llena esté ejerciendo este efecto en ella, pero no la había visto así desde aquella noche que encontró a su compañero hace un año. —Estoy bien, abuelo —Selene se aclara la garganta y se frota las manos contra su ropa, es evidente que algo la incomoda. Uriel logra ver a Saya moviéndose inquieta en la mente de su nieta, moviendo la cola y chillando. —¿Por qué aún no has bajado? Hay muchos lobos de tu edad allí abajo. Podrías divertirte mucho.—No quiero ir, abuelo. Toda esa gente me asfixia. —Esta conversación ya la tuvimos, Selene, hace tres días, cuando volviste de compras y refunfuñando en contra de un tal “Señor zanahoria”. Me prometiste que lo harías por tu madre. Ella se decepcionará mucho si no participas al menos por unas
—¿Tú? —Selene observa con sorpresa a Jackson, quien en estos momentos acapara toda su vista frontal. Su ceño se frunce y por unos segundos parece incrédula por lo que está ocurriendo, Saya está observando también atenta desde los ojos de Selene, pero cuando Connor llega lentamente a su posición y se pone en frente de su primo, su corazón se dispara cómo nunca antes había sucedido. «¡Mate!» Saya chilla dentro de su mente y por poco sale a la superficie, pero Selene no le da espacio. La joven abre la boca, pero no logra decir absolutamente nada. Connor la mira directamente a los ojos y por su semblante, parece estar tan confundido como ella. Cuando intenta dar un paso hacia ella, Selene se transforma y sale corriendo con dirección al sendero, perdiéndose rápidamente en el espeso bosque. Connor hace amague por transformarse también para seguirla, pero una mano en su hombro lo detiene. —Dale su espacio —Ethan mira con el rostro serio al que ahora sabe es el compañero destinado de su he
—Despierta, hermanita rebelde —Rouse quita el cobertor enredado en el cuerpo de su hermana antes de ir a correr las cortinas de su cuarto, un gruñido amenazante es la respuesta de Selene cuando el sol le da en la cara—. Ya te están esperando en el despacho. Vamos, apúrate, es la tercera vez que me mandan a buscarte.—¡Déjame en paz, Rouse! Tengo sueño —se queja ella tapando su cara con una almohada—. Diles que no voy a ir. Apenas está amaneciendo.—No, Selene. No te dejaré en paz porque papá dijo que vendría por ti si no bajabas en los próximos quince minutos. Además, ya es medio día. —¿Papá ya volvió? —Selene se sienta en la cama bruscamente mientras se frota los ojos y bosteza.—Sí, llegó esta madrugada. El alfa Connor y su beta están reunidos con él desde hace dos horas.—No voy a ir. No me importa lo que tienen que decirme, ya lo decidí, no me van a hacer cambiar de opinión.Selene vuelve a acostarse y Rouse resopla al oír a su hermana. No importa todo lo que le hayan hablado, el
Las entrañas de Selene se contraen y sus manos empiezan a sudar. El señor Zanahoria se levanta y la mira fijamente a los ojos, haciendo que ella se sienta extremadamente atraída por su mirada, por su aroma y con ganas de sentir de nuevo ese calor que emanaba de su cuerpo cuando él la cargó el otro día. ¿Qué sentirá cuando la cargue de nuevo? Es probable que cuando eso pase, ellos estén solos y esa idea la asusta un poco, aunque no le desagrada del todo.Como si algo la jalara, ella da un paso hacia él y Connor sonríe un poco. Puede verlo en sus ojos, ella está sintiendo el vínculo tan fuerte como él lo siente. Lástima que estén frente a tantas personas, o ya la hubiese tomado entre sus brazos, igual que en la clínica. Selene da otro paso y otro más, y para sorpresa de Connor, cuando llega a él, pasa a su lado y camina hasta Ragnar, su padre.—Padre, no sabía que ya habías vuelto —dice ella mientras se acerca y le da un beso alargado en la mejilla.—Llegué a la madrugada, princesa —Co
—Vamos a dejar esto claro, señor Zanahoria, yo…—Connor… —gruñe el alfa interrumpiendo y jalándola de nuevo hacia su regazo. —Como sea. Iré contigo… Connor, porque no tengo otra opción, ya que mi familia firmó ese acuerdo de alfas contigo, pero eso no quiere decir que podrás marcarme o pretender aparearte conmigo en contra de mi voluntad —Connor frunce el ceño al oírla. —Podemos llegar a un acuerdo con respecto al apareamiento, pero respecto a la marca, no creo que…—No crees nada —Selene intenta levantarse de nuevo, pero Connor rodea su cintura con ambos brazos fijándola en su sitio—. No vas a forzarme, no lo permitiré. No estoy de acuerdo con este vínculo y ya te lo he dicho. Sin marcas y sin apareamiento forzados. —¿Y cuánto tiempo piensas resistir? —Connor aparta unos mechones de su cara antes de rozar la punta de su nariz con la yema de su dedo. El bajo vientre de Selene se contrae y Connor es capaz de sentir su turbación. Los vellos de sus brazos se erizan y la joven se maldi
Selene está sentada en el sillón mientras Connor se está dando una ducha antes del viaje. Ambos ya se encuentran en el hotel y Jackson ya recogió las pertenencias de Connor. Solamente falta que él esté listo para que puedan irse a Norte América. Justo en el momento que ella se levanta para mirar por la ventana, la figura imponente de Connor saliendo por la puerta del sanitario llena su vista al mismo tiempo que seca su boca. Él tiene puesta solamente una toalla alrededor de su cintura dejando ver prácticamente todo su cuerpo, músculos bien definidos, piel cremosa, y esos vellos en su pecho que hacen un camino que se pierde en su zona V. Sí, por unos segundos ella quiere estirar su mano y seguir ese camino con el dedo hasta llegar al límite. Él pasa a su lado y ella no puede evitar voltear a mirarlo. Su prima tiene razón, definitivamente Connor es el sueño húmedo de unas cuantas chicas y eso terminará siendo un problema. —Si no cierras tu boca, mojarás el piso con tu baba —se burl
Jackson carraspea un poco llamando la atención de Connor, quien baja a Inés al suelo al instante al darse cuenta de lo que había pasado.—Lo siento… —dice la joven mirando al suelo al notar el rostro contrariado del alfa por el beso fugaz que le dio. La verdad es que no está para nada arrepentida de lo que hizo. Estos días que Connor estuvo afuera fueron los peores de su vida y lo extrañaba como una loca. —Hermano, bienvenido —Clarisse y Carla, la madre de Connor, salen de la casa para recibirlo también. Ambas parecen bastante complacidas de que él haya vuelto— ¿Cómo estuvo tu viaje? ¿Te divertiste?—Hermana, madre —Connor abraza y besa a cada una—. La Amazonía es preciosa. Sin duda volveré allí a menudo. —¿Qué bueno que volviste hijo? Debes estar muy cansado, vamos, mandaré preparar un baño tibio para ti y un desayuno suculento antes de que puedas descansar.Carla le guiña el ojo a Inés y ella sabe lo que significa. Ambas toman del brazo a Connor para llevarlo hacia la puerta, pero
Saya gruñe en el pecho de Selene y saca sus garras al recibir la muestra de cariño de su compañero. Connor se antepone a lo que vendrá y toma ambas muñecas de Selene, logrando detener su furia. El alfa es consciente de que su compañera está molesta por lo que pasó hace un rato, pero está dispuesto a demostrarle que fue solamente un malentendido y que no es lo que está pensando. Lentamente, entra con ella dentro de la habitación y cierra la puerta con el pie. Selene está temblando, aprisionada en sus enormes brazos, como una pequeña fierecilla queriendo ser liberada para hacer el desastre. —Esa joven… —gruñe, pero Connor la interrumpe dejando un beso sonoro en su mejilla. —¿Por qué…? —intenta decir otra vez, pero nuevamente es interrumpida por un beso, ahora mucho más largo y sonoro que la anterior. —Maldito… —jadea cuando su compañero la voltea y deja un beso suave en sus labios que la deja aturdida por unos segundos. Ella tarda un tiempo en procesar lo que acaba de suceder y el h