Dos días después, temprano en la mañana, partieron a la pista de la fórmula uno. Ella estaba nerviosa, porque a pesar de que iban a observar un encuentro deportivo, Omër le había obsequiado un vestido rojo, extremadamente corto, y le había explicado que era importante que lo llevara puesto.Susan tragó en seco, y obedeció. Junto con el vestido, se puso unas sandalias altas y unos aretes de rubíes. Una de las sirvientas de la mansión la ayudó a recogerse el cabello en un peinado alto, y cuando estuvo lista, ellos partieron en una limosina.—Es un placer tenerlo aquí, Señor al Gala.- Susurró un sujeto, en cuanto Omër se bajó del vehículo.—No me lo perdería por nada de este mundo, Jocaz. Sabes que sigo la trayectoria del chico ruso desde que estaba en los campeonatos de su país.—Tenemos un asiento reservado para usted y su acompañante, en la sala VIP, SeñorSusan bajó del vehículo, siguiendo a su jefe en silencio, mientras el otro árabe hablaba y hablaba.—Allí tendrá oportunidad de co
No podía dormir.Por más que lo intentara, estaba desvelada. Así que, Susan hizo lo que siempre hacia cuando el sueño la eludía.Se fue a la cocina y se preparó un té, rebuscó en el refrigerador , encontrando una barra de chocolate y se entretuvo comiendo en pedazos pequeños mientras intentaba comprende lo que había sucedido.Omër se había comportado como un demente, hablando incoherencias y expresándose con brusquedad. No tenía ningún sentido. Incluso había protestado por el mismo vestido que él le había dado para ponerse.Susan apartó su cabello de su cara con un soplido.Le quedaba poco en la mansión. Había avanzado a pasos agigantados en muy pocos días, si se apresuraba, dentro de la próxima semana podría terminar con los restante treinta objetos que requerían su atención, recibiría su pago y regresaría a su ciudad.Con lo cincuenta mil, saldría a flote por un tiempo, y ya luego decidiría qué hacer. En última instancia, podía regresar a Londres a buscar allá. Solo tenía que acompa
Luego de la carrera, Omër invitó al campeón ruso a cenar, y este accedido de buen grado.La limosina los recogió, y los llevó a los cinco de regreso a la mansión dónde la cocinera había preparado un exquisito banquete para todos.Los hombres conversaban animadamente entre ellos, de política, de deporte y de otros temas varoniles qué e a Susan realmente no le interesan.Luego de la cena, los huéspedes se quedaron cosa de una hora compartiendo con su anfitrión, y luego se marcharon.Sin mediar palabras, Susan se dirigió a su habitación, se dio un duchazo rápido y se acostó.Se sentía extraña. Había notado que durante toda la tarde él había estado mirándola.Y no simplemente mirándola.No le había quitado los ojos de encima.Susan arrugó el entrecejo.Era como si la estuviese vigilando o algo así.***A la mañana sigue, se levantó temprano y comenzó a trabajar cuando no había amanecido.Luego de que Omër le hubiera contado la trágica historia sobre la daga, ella no había querido tocar el
A la mañana siguiente, durante el desayuno, Susan le expresó sus dudas a su jefe, y él la autorizó a salir. Acompañada por guardaespaldas.Ella fue a un hospital cercano y recibió su vacuna. Luego regresó a la mansión y se entretuvo el resto de la mañana enfrascada en si labor.A la hora del almuerzo, sonó su alarma, ella cerró su laboratorio con llave y se fue a la cocina.Allí le sirvieron un almuerzo ligero, y mientras comía, vio el periódico que yacía sobre la mesa. Lo miró con curiosidad, notando que en el noticiario aparecían fotografías de Omër, sentado en un restaurante y comiendo amigablemente con dos mujeres. El papel estaba escrito en árabe, y ella no conocía el idioma, a pesar de llevar años viviendo en Qatar. Así que le pidió a Maríah, la cocinera, que le tradujera— Anoche se vio a importante magnate petrolero cenando con su madre y con la Señorita Nuur Burhan, heredera del jeque Jairo Burhan. Se especula que la cena se realizó para discutir el compromiso de ambos. – le
—Quiero que sepas, que aún me duele tu bofetada. Y que me la cobraré, pero ahora, me conformaré como atormentarte, como tú me atormentas .- amenazó él, lloviendo pequeños besos sobre el rostro de ella. Por un momento, Susan se dejó adormecer por su olor, su calor, y la sensación de su cuerpo junto al suyo, pero entonces, el rostro Nuur Burhan apareció en su mente, y salió de la cama con un salto.—Esto ha sido un mal entendido, Señor al Gala. Vine porque la herida de mi mano está peor, y requiero tratamiento médico.- Susurró ella.,Omër se sentó sobre su cama, mirándola con desconfianza, y Susan se acercó, alargando su mano y mostrando la herida que se había puesto peor durante la noche.—Está enrojecida y parece que comenzará a supurar pronto.- comentó Omër por lo bajo.—Sí.El árabe salió de la cama, Susan evitó mirarlo, ya que estaba vistiendo solo su ropa interior. En lo que él se vestía, ella se mantuvo girada de espaldas.—Creí que te habías inyectado contra el tétanos hace días
Pasaban los días, y la herida en su mano mejoraba, incluso la fiebre desapareció, pero no así los sueños extraños que la atormentaban.Cada vez que se quedaba dormida, se repetía en su mente el sueño en el que Omër, vestido como lo haría un príncipe árabe, la besaba y miraba con una atracción que le ponía las rodillas flojas y el lugar entre sus piernas húmedo.¿Se estaba volviendo loca?Se preguntaba a diario.Y sin embargo, no hallaba respuestas a su interrogante.Por lo tanto, queriendo sacar una conclusión cuerda y racional del asunto, Susan concluyó que la historia detrás de la daga la había impresionado, y que de seguro su mente había comenzado a delirar producto de la fiebre haciéndole creer que ella era la concubina y que Omër era el rey Yemenita involucrados en el asunto.***—He venido a verla, Susan. ¿Cómo se encuentra?Susan contempló al árabe en silencio.Ponderando lo poderosa que era la imaginación humana, ya que ella lo veía frecuentemente en sus sueños, con la misma c
Su secretario, Abdul, le tuvo lista la información que quería en menos de veinte minutos.El prometido de Susan era un tal Philip Morris, un empresario norteamericano, cuya de una compañía de construcción estaba en crisis, y además, se comentaba en los altos círculos, que el propio Morris estaba prácticamente en bancarrota.Omër sonrió.El tan aclamado “ prometido” era una rata. No un verdadero hombre.El sujeto era más bien delgaducho y de nariz ganchuda. Lo único que lo recomendaba eran sus aparentes modales refinados. Sin embargo , modales refinados , fachada de caballero y todo, el tipejo no era trigo limpio.Su adicción a las apuestas y su poco criterio para las inversiones, habían llevado a su empresa al borde de la ruina.Abdul le pasó otro sobre manila, y lo que descubrió dentro lo dejó incluso más impresionado.—Supongo que nuestra pequeña pelirroja desconoce esto, ¿no crees Abdul?—Estoy convencido, de que la Señorita Susan no tiene ni la menor idea.—Hmm. Esto me vendrá muy
A mediados de la siguiente semana, Susan estaba histérica.Noche tras noche se repetían en sus sueños esas escenas eróticas y de pasión irrefrenable entre Sulima y el rey Abdul al Gala.¡Por dios!No era de extrañar que la mujer terminara embarazada.Ya Susan estaba cansada de buscarle una explicación racional a sus sueños.Por lo tanto, le había encontrado una explicación sobrenatural a todo.Aquellos episodios extraños habían comenzado al cortarse con la dichosa jambiya, por lo tanto la jodida daga estaba maldita.Era muy simple.Y toda esa situación bizarra y loca la había impulsado a apresurarse a terminar su trabajo.***Susan se estiró, dejó el cepillo de lado, cerró el dossier que había estado terminando…buscó la canción “Applause” de lady Gaga… ¡y se puso a bailar!¡Se acabó!¡Se terminó!¡Entregaré el resumen que he realizado, cobraré el dinero y adiós pesadillas sexosas!Se puso a saltar y a brincar, moviendo las caderas, y contoneándose.Sin saber, que como la puerta estab