#11:

Luego de la carrera, Omër invitó al campeón ruso a cenar, y este accedido de buen grado.

La limosina los recogió, y los llevó a los cinco de regreso a la mansión dónde la cocinera había preparado un exquisito banquete para todos.

Los hombres conversaban animadamente entre ellos, de política, de deporte y de otros temas varoniles qué e a Susan realmente no le interesan.

Luego de la cena, los huéspedes se quedaron cosa de una hora compartiendo con su anfitrión, y luego se marcharon.

Sin mediar palabras, Susan se dirigió a su habitación, se dio un duchazo rápido y se acostó.

Se sentía extraña. Había notado que durante toda la tarde él había estado mirándola.

Y no simplemente mirándola.

No le había quitado los ojos de encima.

Susan arrugó el entrecejo.

Era como si la estuviese vigilando o algo así.

***

A la mañana sigue, se levantó temprano y comenzó a trabajar cuando no había amanecido.

Luego de que Omër le hubiera contado la trágica historia sobre la daga, ella no había querido tocar el
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