#14:

Pasaban los días, y la herida en su mano mejoraba, incluso la fiebre desapareció, pero no así los sueños extraños que la atormentaban.

Cada vez que se quedaba dormida, se repetía en su mente el sueño en el que Omër, vestido como lo haría un príncipe árabe, la besaba y miraba con una atracción que le ponía las rodillas flojas y el lugar entre sus piernas húmedo.

¿Se estaba volviendo loca?

Se preguntaba a diario.

Y sin embargo, no hallaba respuestas a su interrogante.

Por lo tanto, queriendo sacar una conclusión cuerda y racional del asunto, Susan concluyó que la historia detrás de la daga la había impresionado, y que de seguro su mente había comenzado a delirar producto de la fiebre haciéndole creer que ella era la concubina y que Omër era el rey Yemenita involucrados en el asunto.

***

—He venido a verla, Susan. ¿Cómo se encuentra?

Susan contempló al árabe en silencio.

Ponderando lo poderosa que era la imaginación humana, ya que ella lo veía frecuentemente en sus sueños, con la misma c
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