Sulima:He vuelto.Al exhalar mi último aliento, deseé con todas con mis fuerzas regresar a la tierra de los vivos algún día y volver a estar entre sus brazos.Él también ha regresado.Pero nos queda muy poco tiempo juntos.Con rapidez, tiro de sus ropas, en lo que él se deshace de las mías, y ya desnudos damos riendas suelta a nuestra pasión.Yo gimo en su boca, y el aprieta mis caderas mientras hacemos el amor, con la desesperación y el anhelo de unos amantes separados por la muerte, la distancia, y los siglos.—‘Ana ‘uhibuk( te amo) - sollozo, derramándome sobre él.Mi rey acaricia mis cabellos, quitándolos de mi rostro. Besa mi hombro desnudo, y me llena de su placer luego de un par de enérgicas embestidas.—‘Ana ‘uhibuk, mi pequeño diamante rojo.***Susan:Despierto, y estoy completamente desnuda, desgreñada y sin fuerzas. Acostada sobre la mesa de reuniones.A mi lado, duerme el maldito árabe, que trajo la jodida daga que provocó todo esto.¿Qué demonios fue eso?Por horas, mi c
Susan:Esto no es una cita.Esto no es una cita.Me repetimos una y otra vez mientras lo contemplaba del otro lado de la mesa.Vestido en un traje gris que resaltaba el color de sus ojos.Tomé un sorbo del vino tinto, apartando mi mirada de su rostro.Desde el desafortunado incidente en la sala de reuniones, me sentía rara.Todo mi cuerpo era presa de escalofríos, y calambres.Incluso mi piel se sentía más sensible.Mis pechos estaban en un estado de constante dures, y nos pezones no parecían parar de estar endurecidos.El mesero arribó con nuestro primer plato, y miré a mi anfitrión con el seño fruncido. El me devolvió una sonrisa.—Recordé que en nuestra vida anterior te gustaba comer codorniz, es por eso que la pedí. Pero si prefieres algo más moderno, también hay pechuga de pollo en el menú.Apoyé los codos sobre la mesa, y lo miré con fijeza.—Nunca te dije que me gusta la pechuga de pollo. ¿Estuviste investigándome?Bebió un sorbo de su agua mineral, y me devolvió una sonrisa.—
Christian: Aterricé en Río de Janeiro, y a los cinco minutos ya me estaba llamando mi primo. —Sí, cuéntame. ¿ Que carajos te pasó ahora? Víktor bufó. —Resulta que hace dos días, estaba yo con un grupo de búlgaros cerrando un trato. Vino una sumisa a bailar para nosotros, y la rubia terminó sentada en mi piernas, haciendo el baile. —No me digas que…- liberé una carcajada.- tu mujer andaba por ahí cerca. —Pues sí. Se la pasa juntándose con Sonée y Kilie, imagínate. Llegó al club en el peor momento posible. —Cuando tenías a la sumisa encima. ¿Verdad? —Si. Comprimo los labios, riendo por lo bajo. —¿Y qué sucedió? —Ah, pues…que montó en cólera. Recogió todas mis cosas, a mi perro incluso, y las mandó para la casa de mis padres. Menuda loca. —Lo bueno, es que vives justo al lado de ella, primo. —Ni lo menciones. Fantom está medio deprimido. Se la pasa lloriqueando y olfateándose con su loba por encima de la verja. —Ah, no. Eso sí ya es demasiado. Eso es abuso animal. Algo se
Omër:La subasta de mis reliquias ha atraído a una buena multitud está noche. Por doquier se pasean millonarios y socialités, observando las prensas y comentando entre sí.El champán fluye, la orquesta toca, y Susan se mueve entre sus invitados, encantando los a todos con su sonrisa, y sus enormes ojos azules.—¿Es usted el propietario de tan magnífica colección?- me increpa una morena, alta y delgada, de seguro es una de esas modelos de farándula.—Así es. – bebo de mi copa con lentitud, intentando no perder de vista a la joya pelirroja.—Oh, estoy fuertemente interesada en adquirir el brazalete de esmeraldas. Solo que mi presupuesto no alcanza para la cantidad que usted pide por él.Arrugo el entrecejo, centrando mi mirada en la modelo.Ella me sonríe con evidente coquetería y se acerca incluso más. Depositando una mano sobre mi pecho, y susurrándome al oído.—Me preguntaba si habría otro modo en que pudiésemos llegar a un acuerdo…ya sabe. Algo mutuamente beneficio.Da un paso atrás
Christian:Despierto y ella ya no está.Salgo de la cama, liberando un gruñido de frustración, y notando que son las dos de la tarde.Tomo mi celular, pero no necesito llamar, porque suena en mi mano, y es mi primo.—Te dije que resolverías más fácilmente esta situación si la secuestrábamos.Dejo el celular en alta voz, mientras comienzo a vestirme con impaciencia.—¿Dónde está?- macullo.—Hace cinco minutos tomó un tren rumbo a París.Grrrrr.—¿Y cómo va tu asunto?- me peinó con rapidez, tomando mi equipaje de abandonando la habitación.—Tuve que enviar a la sumisa a la Ciudadela. La bruja posesiva y celosa de mi mujer amenazó con envenenarla si no me deshacía de ella.—¡Increíble!—Ah, sí. Por otro lado Fantom se saltó la barda hace unos días, y bueno…estamos esperando una nueva camada de cachorros.Pago la cuenta del hotel, y ya me está esperando el coche, con los hombres de mi primo que me llevarán a la estación de trenes.—¿Y tú qué?¿Ya regresaste a casa?—Aun no. Pero entré a la
Un año después: Christian: —Se ha vuelto una especie de tradición, esto…¿no crees?- farfulla Víktor, contemplando el caos en su sala de estar. —Bueno, así es la vida primo. Un día eres un hombre soltero, macho alfa y salvaje…y al otro estás rodeado de mocosos protestando porque se demora el pastel.- me río. —Ah…sí. Y mira a mi padre. Miramos a Alexis un instante. —No lo sé. Lo veo demasiado cómodo con las niñas, ¿tú qué crees que les estará contando? —Seguramente es un nuevo capítulo de la princesa y el dragón.- comenta él. Elevé las cejas. —Es una especie de manual que ideó mi madre para domar fieras. Y a padre le encanta transmitirlo a las nuevas generaciones.- rió él. Pero yo no he entendido ni porra. Sunheri: Cuando llegamos, Chris se fue inmediatamente a ayudar a Víktor con la barbacoa, y yo me entretuve decorando con el resto de las mujeres. Kadhir se prendió de mi falda, y no parecía querer soltarme. A veces me molestaba un poco lo nervioso que se ponía estando rod
Llovía...Claro que tenía que llover a cántaros y tronar. Siempre llueve cuando las cosas andan mal.Susan manejaba nerviosa.Después de lo que acababa de ver su mundo se había venido abajo.Las lágrimas le obstruían la visión, pero no conseguía frenarlas. Fluían de sus ojos sin control.¿Quién no lloraría después de ver lo que ella había visto, y después de oír lo que ella había oído?El corazón le ardía, el alma se le encogía de sufrimiento y justo cuando creyó que un sollozo le arrancaría del pecho el dolor insoportable que cargaba, un auto salió de la nada, impactándola y enviándolos a los dos directo a la cuneta.Un mes después:Despertar en el hospital no la sobresaltó.Debido a su enfermedad lo hacía frecuentemente.Era diabética, a veces descuidaba sus dietas y por eso se desmayaba en lugares públicos y terminaba en el hospital.Susan se acomodó sobre las almohadas, y alargando el brazo hizo sonar el timbre que alertaría al equipo de enfermería.En instantes la puerta se abri
El neurólogo le había sugerido regresar a su vida y a su rutina poco a poco, y le parecía bien, sabía que continuar encerrada terminaría enloqueciéndola.Así que se vistió, tomó su bolso y salió.Conduciendo su scooter en dirección a la casa de subastas.Su coche aún estaba en el taller, producto del accidente.—Señorita Susan, ¿qué hace aquí?- la increpó Jacky, su secretaria.- usted tiene ausencia autorizada hasta dentro de quince días.—Oh, no hagas aspavientos, mujer. Necesito esto. Necesito rodearme de cosas que me resulten familiares. ¿Y qué podría resultarme más familiar que el trabajo que amo?—¿ Estás segura? ¿No afectará tu recuperación el que estés chocando con cosas que quizás puedan contener algún recuerdo desagradable?—Estoy segura. Esto es lo que me hace falta.- Respondió Susan, recorriendo con la mirada los valiosísimos objetos amontonados en el almacén, en espera de catalogación por su ojos experto.—Vale. De todos modos ya nos estabas haciendo falta. Al viejo cascar