Pasaban los días, y la herida en su mano mejoraba, incluso la fiebre desapareció, pero no así los sueños extraños que la atormentaban.Cada vez que se quedaba dormida, se repetía en su mente el sueño en el que Omër, vestido como lo haría un príncipe árabe, la besaba y miraba con una atracción que le ponía las rodillas flojas y el lugar entre sus piernas húmedo.¿Se estaba volviendo loca?Se preguntaba a diario.Y sin embargo, no hallaba respuestas a su interrogante.Por lo tanto, queriendo sacar una conclusión cuerda y racional del asunto, Susan concluyó que la historia detrás de la daga la había impresionado, y que de seguro su mente había comenzado a delirar producto de la fiebre haciéndole creer que ella era la concubina y que Omër era el rey Yemenita involucrados en el asunto.***—He venido a verla, Susan. ¿Cómo se encuentra?Susan contempló al árabe en silencio.Ponderando lo poderosa que era la imaginación humana, ya que ella lo veía frecuentemente en sus sueños, con la misma c
Su secretario, Abdul, le tuvo lista la información que quería en menos de veinte minutos.El prometido de Susan era un tal Philip Morris, un empresario norteamericano, cuya de una compañía de construcción estaba en crisis, y además, se comentaba en los altos círculos, que el propio Morris estaba prácticamente en bancarrota.Omër sonrió.El tan aclamado “ prometido” era una rata. No un verdadero hombre.El sujeto era más bien delgaducho y de nariz ganchuda. Lo único que lo recomendaba eran sus aparentes modales refinados. Sin embargo , modales refinados , fachada de caballero y todo, el tipejo no era trigo limpio.Su adicción a las apuestas y su poco criterio para las inversiones, habían llevado a su empresa al borde de la ruina.Abdul le pasó otro sobre manila, y lo que descubrió dentro lo dejó incluso más impresionado.—Supongo que nuestra pequeña pelirroja desconoce esto, ¿no crees Abdul?—Estoy convencido, de que la Señorita Susan no tiene ni la menor idea.—Hmm. Esto me vendrá muy
A mediados de la siguiente semana, Susan estaba histérica.Noche tras noche se repetían en sus sueños esas escenas eróticas y de pasión irrefrenable entre Sulima y el rey Abdul al Gala.¡Por dios!No era de extrañar que la mujer terminara embarazada.Ya Susan estaba cansada de buscarle una explicación racional a sus sueños.Por lo tanto, le había encontrado una explicación sobrenatural a todo.Aquellos episodios extraños habían comenzado al cortarse con la dichosa jambiya, por lo tanto la jodida daga estaba maldita.Era muy simple.Y toda esa situación bizarra y loca la había impulsado a apresurarse a terminar su trabajo.***Susan se estiró, dejó el cepillo de lado, cerró el dossier que había estado terminando…buscó la canción “Applause” de lady Gaga… ¡y se puso a bailar!¡Se acabó!¡Se terminó!¡Entregaré el resumen que he realizado, cobraré el dinero y adiós pesadillas sexosas!Se puso a saltar y a brincar, moviendo las caderas, y contoneándose.Sin saber, que como la puerta estab
Susan:En mis sueños, el Rey era gentil y delicado en sus amores. Bañaba mi cuerpo con besos y recitaba poemas de amor eterno a mi oído mientras me hacía suya.Omër por el contrario, es un torbellino de lujuria y lascivia. Tocándome sin pudor, sin delicadeza y sin restricciones.Metiendo su mano entre mis piernas y rozando mi coño con abierta impudicia. Llenando mi boca de su lengua, y apoderándose de mis tetas con manos duras e implacables.Su pasión era más que evidente, estaba desesperado por meterse dentro de mí, y yo lo sabía.Sentirlo, contra mi espalda, respirando en mi cuello, y luego verlo, casi completamente desnudo solo vistiendo un bóxer, causó que mi mente hiciera cortocircuito.***En un movimiento fluido, la cargó en sus brazos y se la llevó, saliendo de la cocina sin dejar de besarla, sin dejar de tocarla, y sin parar de morder su boca.Entró a su cuarto, cerró la puerta y se lanzó a la cama con ella.Liberando un sollozo de dolor y anhelo, ante el festín de mujer que
Omër:Como la falsa imagen de agua en el desierto, es ella.En apariencia toda suave, toda dulce, toda bondadosa y entregada a mis deseos, pero sé, que con esta misma boca gimió para otros, y con estas mismas manos acarició a otros, porque su ambición no conoce límites.No es una mujer decente.Si lo fuera, habría escupido en mi cara, me habría abofeteado e insultado y se habría marchado de la cocina. En vez de eso, se rindió a mis atenciones con la facilidad y la rapidez de una mujer que está acostumbrada a regalarse o a venderse por mayores comodidades.No me he equivocado.¡Y vive Alá!Que la sacaré de aquí a patadas y le cerraré todas las puertas de golpe, para que se hunda en el lodazal de su propia perdición…pero no hoy, no ahora.Ahora, la tengo arrodillada ante mí, complaciéndome con su sucia boca y con sus manos, como la puta que es.***Susan:Dejarme seducir no fue para nada difícil.¡Dios!Por primera vez, mi hermana tenía razón en algo…¡Omër al Gala, sí es un semental!L
Susan:Él se disculpó.Anunciando que tenía unos asuntos urgentes que atender, y que su secretario me conduciría al helipuerto.Además, prometió que en el transcurso del día le transferiría los cincuenta mil dólares que me había prometido en pago.Me sentí tan mal.No era que esperase que me abrazara y confesase su amor eterno había mí, peto después de haber estado juntos, y de haber Sido amantes, su frialdad y palabras cortantes eran un duro choque para mis emociones.En la limosina, me puse a llorar desconsoladamente.Sin saber muy bien por qué.Solo sé que sentía una horrible opresión en el pecho, y respirar me dolía.Me sentí tan miserable, al llegar a la pista de despegue, que tomé mi maleta y me fui directamente al jet.En lo que el piloto y la tripulación se alistaba, yo me secaba las lágrimas. Mirando a través de la ventanilla.Pasaron alrededor de diez minutos, y entonces el ruido de las sirenas comenzó a acercarse.En instantes, tres coches de policía llegaron al helipuerto,
Dos días después:Susan:—¿Como sucedió esto, Susy?- me interroga Sonya, mirándome desde el otro lado de la reja.Me seco las lágrimas, y me acerco a ella.—Fui inculpada de un robo, pero soy inocente. Lo juro.—Te creo.- susurra ella, moviéndose incómoda, y mirando furtivamente a los alrededores.- nadie que te conozca realmente, podría creer que cometerías ese crimen.—Gracias.- susurro.—¿Qué necesitas?Libero un suspiro, y contemplo a mi hermana.—Te daré el código de acceso a nuestra cuenta bancaria.Sonya eleva las cejas, sorprendida.—Necesitaré un abogado, uno bueno, y no creo que me salga barato. Necesito que tomes el dinero y contrates a alguien especializado en derecho internacional.—No comprendo.—Van a extraditarme a Inglaterra en unos días, pero necesito a un abogado para que apresure el proceso y para que me defienda una vez me regresen a Londres.—Ahhh, ya veo. – Sonya me sonríe. – De acuerdo.***A medida que pasan las horas, más nerviosa me estoy poniendo.Cuando nue
Susan:Él se fue, pero desparramadas por todo el suelo de mi celda dejó su veneno.Las fotos son más que evidencia de que dice la verdad, en ellas se ve a Sonya, con el cabello corto como lo llevaba hace dos años, y ya entonces era amante de Philip.Arrugo en entrecejo. Tengo un dolor de cabeza terrible…Me acerco, al duro y apestoso camastro dónde he dormido estos días. Acostándome, porque me siento muy mal.No sé si el hambre, el vértigo que me ha causado la visita del árabe, o el posible hecho de que mi diabetes esté descontrolada.Cierro los ojos, encogiéndome en una posición fetal, y poco a poco me quedo dormida./*/*/*/*Llegué al apartamento de Sonya, era de noche y tarde, pero quería preguntarle si aceptaría ser la madrina de mi boda, y no quería hacerlo por el teléfono, me pareció que en persona seria mucho más significativo.Tomé la llave de debajo del florero, abrí la puerta, y entré.Miré mi reloj, eran la cuatro treinta, y Sonya terminaba en su trabajo a eso de las cinco.