CAPÍTULO 4

¡Maldita sea! Sentía que mi corazón saldría de mi pecho y no solo eso, sentía que mi alma ya había abandonado mi cuerpo y estaba escondida en el armario 

—¿Do… Dominic? —titubeé —¿Qué haces aquí? ¿Cómo… cómo es que entraste? —Dominic soltó a mi gato y se puso de pie. Su presencia erizaba mi piel y provocaba que mi corazón latiera con tal frenesí, que sentía que estaba en una gran carrera 

—Eres tan predecible Bell, dejar la llave bajo el tapete ya no es una buena técnica —Su mirada recorría toda la habitación, mientras tanto yo lo observaba detenidamente. Dominic seguía siendo guapo, al parecer el paso de los años le habían asentado muy bien —. Tu novio es demasiado peludo —Se burló  

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes en dónde vivo? —Volví a insistir, su mirada regresó a mí, sus ojos me recorrían de pies a cabeza.

—Tenía curiosidad de ver en donde vives. Tenía años de no saber de ti, sí que eres escurridiza, le pregunté a tus padres sobre tu residencia, pero se negaron a decirme —Era lógico que no le dirían en donde vivía, a mis padres nunca les gustó la amistad de Martín y Dominic, ellos decían que era mala influencia para mi hermano. 

Incluso el día de su funeral, Dominic no se presentó, mis padres de cierta manera lo culpaban por su muerte. Él y Martín estaban en un bar en altas horas de la noche, yo creo que mi hermano era lo suficientemente grande para tomar sus propias decisiones.

—En.. la cena ¿Por qué fingiste que no me conocías? —Pregunté, tenía curiosidad de conocer su respuesta, él me reconoció desde el primer momento que me vio en aquel restaurante, de eso estaba segura.

—No fingí nada Bell, no veas cosas en donde no las hay. Además, que yo recuerde, nunca fuimos amigos, solo eras la hermanita de mi mejor amigo. —¡Hermanita! Eso era nada más, por eso me recordaba. ¿Qué creíste Bell? Que fuiste importante para él. Entonces ¿Por qué estaba aquí?—. Además, no quería que Diara se decepcionara de su gran escritora, si supiera que ella no solo dice mentira en sus libros, sino también en su vida real.  

—Dominic, ¿Te puedes ir de mi casa? —No tengo idea de dónde estaba sacando fuerzas para hablarle de esa manera, o tal vez era hecho de ser recordada como la ¡Hermanita de Martín! O de llamarme mentirosa, bueno, era una mitómana. 

—Dime Bell ¿Quién te ayuda a tus escenas eróticas? Diara me ha leído varias de tus historias —En estos instantes estaba empezando a odiar a Diara —o ¿En quién te inspiras?  

—Eso es algo que no te interesa, lo que tenía que responder lo hice con tu novia. Por cierto, de seguro ya regresó al hotel, deberías acompañarla —Lo único que quería lograr era que Dominic saliera de mi casa, mi único lugar seguro. 

Dominic sonrió de lado y se acercó lentamente, cada paso que él daba hacia delante, yo los daba hacia atrás —No seas injusta conmigo, debería ganar regalías por ser tu inspiración. 

¡Oh no! me había descubierto! —Eso.. eso no es cierto —Sentí mi espalda chocar contra la pared 

—Haber... si recuerdo —Puso el dedo en su mentón —Sí, ya recordé: Mi Adorado Crush —Mencionó. Esa era el nombre de una de mis primeras novelas —Él se acercó a mí, puso cada una de sus manos al lado de mi cabeza —Dominic relataba una de las escenas de mi libro y no solo eso, estaba haciendo lo mismo que repetía —Se acercó lentamente mientras miraba mis labios y luego mis ojos —¡Dios mío! el hizo lo mismo —Su aliento a menta, inundó mis fosas nasales —Dominico acercó su rostro, podía ver sus hermosos ojos verdes, eran como un par de esmeraldas, como los más hermosos diamantes. 

—¡No! —Grité, empujando a Dominic —¡Vete! —Señalé la puerta de mi habitación

—Izabell Brok, la pequeña mentirosa; ya no eres una niña, te has convertido en toda una mujer —Mi cara ardía ante sus palabras —No olvides la invitación para tu boda con Sheldon —Se burló 

—¡Dominic! —Lo llamé antes que saliera de mi habitación —¿Cumpliste tu promesa? —Pregunté. 

—La muerte de Martín no quedará impune, esto te lo puedo prometer, encontraré a las personas que le quitaron la vida y haré lo mismo con ellos, él no solo era mi amigo, era como mi hermano… 

—Lo prometes Dominic, prometes que vengarás la muerte de mi hermano. —Dije, mientras mi rostro seguía apoyado en su pecho. 

—Te lo prometo pequeña. 

Su rostro alegre cambió por uno serio. Me observó por última vez y salió de la habitación, Cuando escuché el sonido de la puerta cerrarse, sentí que pude respirar nuevamente; sacar todo el aire que mis pulmones estaban resguardando. Pero no podía negar que me alegraba haberlo visto nuevamente, sus hermosos ojos verdes, su cabello dorado, su nariz respingada. 

Me abofeteé mentalmente, el hombre tenía novia. Además, Diara era una mujer bella y elegante, yo era solo… una chica normal, no existía comparación, él nunca pondría sus ojos en mí, solo había venido a burlarse en mi cara sobre mis escritos, de las cosas tontas que había dicho en la cena, que no tenía un novio verdadero sino un gato. 

Tomé mi almohada y apreté con mis manos —¡Aaaaaaah! ¡Te odio Dominic! ¡Odio tu perfección! ¡Tus ojos verdes! ¡Tu cuerpo perfecto! ¡Te odio! ¡Te odio! —me lancé a la cama y miré hacia el techo. 

Era momento de sacar a Dominic de mi cabeza y recordar a Javier, él sí era digno de estar en mi cabeza, su piel bronceada, sus ojos celestes, primera vez que había hablado con él y no estuvo mal. 

—¡Siiiiiiii! Javier —parecía una adolescente con mi almohada entre mis brazos. Y con esos pensamientos decidí dormir. 

(...) 

—¡Dios mío Maggy va a matarme! —Corría entre las personas, iba media hora tarde: me quedé dormida, perdí el metro y sudaba como cerdo por el esfuerzo físico que hice.

¿Para qué? Para encontrar la cafetería abierta. 

—¿Qué te pasó Bell? Estaba preocupada —mencionó Maggy 

—Me quedé dormida, pero creí que estaba cerrado.. venía corriendo —Dije jadeando 

—Tengo copia de las llaves 

—Pudiste haberme hecho una llamada para avisarle, venía con el alma en un hilo por la preocupación. 

—Lo siento Bell no fue mi intención —Pasé a la bodega y me cambié. Era momento de iniciar un nuevo día. 

La mañana y el resto de la tarde fue tranquilo, pocas personas, pocas órdenes, más tiempo sentada. 

—¿Qué tal tu cena? —Preguntó Maggy 

—Estuvo genial, Diara es una mujer muy agradable … pero

—¿Pero que...? 

—Resulta que el novio de Diara es Dominic 

—¿Dominic? quién es Do… ¡Oh Dios mío! Dominic Nolan uno de tus… 

—Shhh ¡Callate! —Tapé su boca con mis manos 

—Tienes que contarme todo, el reencuentro, detalles y todo eso…

—¡Hola chicas hermosas! —Saludó Pablo 

—Hola Riana, Hola Bell —Saludo Peter 

—Hola chicos —Saludé, Riana dio un beso a su novio y saludó a Peter 

—¡Bell! —Me llamó Peter —Esta noche los chicos y yo iremos a bailar a un bar cercano, me gustaría que nos acompañaras —Peter era un hombre guapo, pero no me daba confianza, su actitud me parecía extravagante, siempre le decía piropos a las chicas y alguno que otro coqueteo.

—Gracia Peter, pero creo que no podré ir

—Vamos Bell, no seas aburrida —Habló Pablo —Muchas veces nos has negado tu presencia, solo Riana nos acompaña, nosotros iremos al igual que Javier. —Tragué duro. Javier estaba ahí, eso era tentador para mí. 

—¡Anímate Bell! Te aseguro que nada malo pasara —Riana tomó mi mano, como señal de apoyo. 

—¡Vamos! ¡Vamos! —Pablo y Peter gritaban 

—Está bien, está bien… pero hagan silencio, Maggy o Francisco pueden enojarse.

—¡Lo logramos! —Gritaron los tres 

—¿Era un plan? —Acusé 

—¡Y caíste! —se burló mi amiga 

¿Qué podría salir mal?

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