¡Maldita sea! Sentía que mi corazón saldría de mi pecho y no solo eso, sentía que mi alma ya había abandonado mi cuerpo y estaba escondida en el armario
—¿Do… Dominic? —titubeé —¿Qué haces aquí? ¿Cómo… cómo es que entraste? —Dominic soltó a mi gato y se puso de pie. Su presencia erizaba mi piel y provocaba que mi corazón latiera con tal frenesí, que sentía que estaba en una gran carrera
—Eres tan predecible Bell, dejar la llave bajo el tapete ya no es una buena técnica —Su mirada recorría toda la habitación, mientras tanto yo lo observaba detenidamente. Dominic seguía siendo guapo, al parecer el paso de los años le habían asentado muy bien —. Tu novio es demasiado peludo —Se burló
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes en dónde vivo? —Volví a insistir, su mirada regresó a mí, sus ojos me recorrían de pies a cabeza.
—Tenía curiosidad de ver en donde vives. Tenía años de no saber de ti, sí que eres escurridiza, le pregunté a tus padres sobre tu residencia, pero se negaron a decirme —Era lógico que no le dirían en donde vivía, a mis padres nunca les gustó la amistad de Martín y Dominic, ellos decían que era mala influencia para mi hermano.
Incluso el día de su funeral, Dominic no se presentó, mis padres de cierta manera lo culpaban por su muerte. Él y Martín estaban en un bar en altas horas de la noche, yo creo que mi hermano era lo suficientemente grande para tomar sus propias decisiones.
—En.. la cena ¿Por qué fingiste que no me conocías? —Pregunté, tenía curiosidad de conocer su respuesta, él me reconoció desde el primer momento que me vio en aquel restaurante, de eso estaba segura.
—No fingí nada Bell, no veas cosas en donde no las hay. Además, que yo recuerde, nunca fuimos amigos, solo eras la hermanita de mi mejor amigo. —¡Hermanita! Eso era nada más, por eso me recordaba. ¿Qué creíste Bell? Que fuiste importante para él. Entonces ¿Por qué estaba aquí?—. Además, no quería que Diara se decepcionara de su gran escritora, si supiera que ella no solo dice mentira en sus libros, sino también en su vida real.
—Dominic, ¿Te puedes ir de mi casa? —No tengo idea de dónde estaba sacando fuerzas para hablarle de esa manera, o tal vez era hecho de ser recordada como la ¡Hermanita de Martín! O de llamarme mentirosa, bueno, era una mitómana.
—Dime Bell ¿Quién te ayuda a tus escenas eróticas? Diara me ha leído varias de tus historias —En estos instantes estaba empezando a odiar a Diara —o ¿En quién te inspiras?
—Eso es algo que no te interesa, lo que tenía que responder lo hice con tu novia. Por cierto, de seguro ya regresó al hotel, deberías acompañarla —Lo único que quería lograr era que Dominic saliera de mi casa, mi único lugar seguro.
Dominic sonrió de lado y se acercó lentamente, cada paso que él daba hacia delante, yo los daba hacia atrás —No seas injusta conmigo, debería ganar regalías por ser tu inspiración.
¡Oh no! me había descubierto! —Eso.. eso no es cierto —Sentí mi espalda chocar contra la pared
—Haber... si recuerdo —Puso el dedo en su mentón —Sí, ya recordé: Mi Adorado Crush —Mencionó. Esa era el nombre de una de mis primeras novelas —Él se acercó a mí, puso cada una de sus manos al lado de mi cabeza —Dominic relataba una de las escenas de mi libro y no solo eso, estaba haciendo lo mismo que repetía —Se acercó lentamente mientras miraba mis labios y luego mis ojos —¡Dios mío! el hizo lo mismo —Su aliento a menta, inundó mis fosas nasales —Dominico acercó su rostro, podía ver sus hermosos ojos verdes, eran como un par de esmeraldas, como los más hermosos diamantes.
—¡No! —Grité, empujando a Dominic —¡Vete! —Señalé la puerta de mi habitación
—Izabell Brok, la pequeña mentirosa; ya no eres una niña, te has convertido en toda una mujer —Mi cara ardía ante sus palabras —No olvides la invitación para tu boda con Sheldon —Se burló
—¡Dominic! —Lo llamé antes que saliera de mi habitación —¿Cumpliste tu promesa? —Pregunté.
—La muerte de Martín no quedará impune, esto te lo puedo prometer, encontraré a las personas que le quitaron la vida y haré lo mismo con ellos, él no solo era mi amigo, era como mi hermano…
—Lo prometes Dominic, prometes que vengarás la muerte de mi hermano. —Dije, mientras mi rostro seguía apoyado en su pecho.
—Te lo prometo pequeña.
Su rostro alegre cambió por uno serio. Me observó por última vez y salió de la habitación, Cuando escuché el sonido de la puerta cerrarse, sentí que pude respirar nuevamente; sacar todo el aire que mis pulmones estaban resguardando. Pero no podía negar que me alegraba haberlo visto nuevamente, sus hermosos ojos verdes, su cabello dorado, su nariz respingada.
Me abofeteé mentalmente, el hombre tenía novia. Además, Diara era una mujer bella y elegante, yo era solo… una chica normal, no existía comparación, él nunca pondría sus ojos en mí, solo había venido a burlarse en mi cara sobre mis escritos, de las cosas tontas que había dicho en la cena, que no tenía un novio verdadero sino un gato.
Tomé mi almohada y apreté con mis manos —¡Aaaaaaah! ¡Te odio Dominic! ¡Odio tu perfección! ¡Tus ojos verdes! ¡Tu cuerpo perfecto! ¡Te odio! ¡Te odio! —me lancé a la cama y miré hacia el techo.
Era momento de sacar a Dominic de mi cabeza y recordar a Javier, él sí era digno de estar en mi cabeza, su piel bronceada, sus ojos celestes, primera vez que había hablado con él y no estuvo mal.
—¡Siiiiiiii! Javier —parecía una adolescente con mi almohada entre mis brazos. Y con esos pensamientos decidí dormir.
(...)
—¡Dios mío Maggy va a matarme! —Corría entre las personas, iba media hora tarde: me quedé dormida, perdí el metro y sudaba como cerdo por el esfuerzo físico que hice.
¿Para qué? Para encontrar la cafetería abierta.
—¿Qué te pasó Bell? Estaba preocupada —mencionó Maggy
—Me quedé dormida, pero creí que estaba cerrado.. venía corriendo —Dije jadeando
—Tengo copia de las llaves
—Pudiste haberme hecho una llamada para avisarle, venía con el alma en un hilo por la preocupación.
—Lo siento Bell no fue mi intención —Pasé a la bodega y me cambié. Era momento de iniciar un nuevo día.
La mañana y el resto de la tarde fue tranquilo, pocas personas, pocas órdenes, más tiempo sentada.
—¿Qué tal tu cena? —Preguntó Maggy
—Estuvo genial, Diara es una mujer muy agradable … pero
—¿Pero que...?
—Resulta que el novio de Diara es Dominic
—¿Dominic? quién es Do… ¡Oh Dios mío! Dominic Nolan uno de tus…
—Shhh ¡Callate! —Tapé su boca con mis manos
—Tienes que contarme todo, el reencuentro, detalles y todo eso…
—¡Hola chicas hermosas! —Saludó Pablo
—Hola Riana, Hola Bell —Saludo Peter
—Hola chicos —Saludé, Riana dio un beso a su novio y saludó a Peter
—¡Bell! —Me llamó Peter —Esta noche los chicos y yo iremos a bailar a un bar cercano, me gustaría que nos acompañaras —Peter era un hombre guapo, pero no me daba confianza, su actitud me parecía extravagante, siempre le decía piropos a las chicas y alguno que otro coqueteo.
—Gracia Peter, pero creo que no podré ir
—Vamos Bell, no seas aburrida —Habló Pablo —Muchas veces nos has negado tu presencia, solo Riana nos acompaña, nosotros iremos al igual que Javier. —Tragué duro. Javier estaba ahí, eso era tentador para mí.
—¡Anímate Bell! Te aseguro que nada malo pasara —Riana tomó mi mano, como señal de apoyo.
—¡Vamos! ¡Vamos! —Pablo y Peter gritaban
—Está bien, está bien… pero hagan silencio, Maggy o Francisco pueden enojarse.
—¡Lo logramos! —Gritaron los tres
—¿Era un plan? —Acusé
—¡Y caíste! —se burló mi amiga
¿Qué podría salir mal?
—Lo lamento Bell, pero eres una mitómana —Yo no podía ser una mitómana, me negaba al resultado que la psicóloga me estaba diagnosticando. La mitomanía era una enfermedad y yo me negaba a estar enferma. —Eso no puede ser cierto, mentir es algo común en el ser humano, todos lo hacemos, ¿Acaso usted no ha mentido? —Claro que lo he hecho, el ser humano miente por naturaleza, pero cuando se convierte en una necesidad; cuando las dices como algo normal y no sientes ni un solo remordimiento; cuando es parte de tu vida, eso es ser una mitómana —Estaba enmudecida, estaba enferma, era una mentirosa compulsiva —Esto parece algo inofensivo, pero no es así, cuando tus mentiras dañan a las personas que te rodean; cuando lastimas sus sentimientos, el único afecto no serás solo tú, sino ellos, se sentirán traicionados. Así que Bell, trataremos la manera de controlar tu mitomanía, trataremos la manera que puedas relacionarte con la sociedad sin necesidad de mentir. Nunca iba a regresar a la socieda
Iba en el hombro de Dominic, tenía muy buena vista de su trasero, me daban ganas de tocarle uno de sus glúteos o tal vez los dos. ¡Bell Concentrate! —¡Dominic bájame! —Grité, pero este no se detenía. De pronto escuché gritos y varias personas reunidas en un lugar —¿Qué sucede? ¡Dominic! —Por más gritos; por más ruegos, este hombre no se detenía, sus pasos avanzaban hacia la salida. El cambio de clima fue notable al encontrarnos en la calle, el aire helado de la noche golpeó nuestros cuerpos. Lo siguiente fue sentir como Dominic me bajaba de su hombro y me colocaba en un sillón. Se trataba de un auto. —Ahora te quedas ahí, no quiero que salgas huyendo. —¡No puedes hacerme esto! —Grité, quería regresar al baño, Javier prometió que volvería por mí. —¡No insistas Bell! —Espetó. Sentí un mareo, así que me recosté en el sillón, mi cuerpo se elevaba de temperatura, sentía demasiado calor, toqué mi frente, esta empezaba a sudar. Sentí cómo Dominic tomó su lugar; arrancó el auto y empez
Todo el camino hacia la policía, mi pensamiento eran: Riana, Pablo y Javier. ¿Qué habían hecho para llegar a ese lugar? —Bell, tranquilízate —mencionó Francisco, aún seguíamos en su auto e íbamos hacia la estación de policía —Estoy tranquila —Respondí —Tu pie no dice lo mismo —Mire hacia mis piernas y en efecto mi pie derecho no paraba de temblar —De seguro no es algo complicado, saldrán pronto —eso esperaba. Llegamos a la estación y corrí hacia el lugar —Buenos días, quiero información sobre Riana, Pablo y Javier; al parecer se encuentran encerrados desde anoche.—Déjeme ver —el policía se dirigió hacia su computadora. Francisco llegó a mi lado; ambos esperábamos por la misma respuesta —¡Cierto! son los peleoneros, mandaron a un chico al hospital, por sus peleas pero no se preocupen ellos saldrán en un momento, ya pagaron la fianza. —¿En serio? Gracias a Dios —¿Quién habría pagado la fianza? bueno eso no era lo importante en estos momentos, sino ¿A quién habían enviado al hospit
Nunca imaginé que Javier tuviera una hermana, y una muy hermosa; se notaba que sus padres eran muy buenos en eso de crear hijos.—¡Bell! ¡Qué bonito nombre! ¿Por qué nunca la habías traído a casa?—No es lo que crees, Ana. Ella solo es… —se silenció—una amiga y nada más.—Pero, ¿qué fue lo que te pasó? —se acercó a su hermano y tocó algunos de sus golpes.—¡Detente! Eso duele… —se quejó Javier.—Ya veo por qué te gusta ella; ¡eres una salvaje en la cama! —me señaló.—No, no es lo que te imaginas —aclaré—. Solo vine a ayudarlo… él y yo no pasamos la noche juntos.—¡Vaya manera de ayudarlo! ¿Eres alguna de sus alumnas o algo así? —preguntó.—¡Deja de hacer tantas preguntas! —espetó Javier—. Mejor ayúdame a subir a mi habitación. Gracias por todo, Bell; nos vemos pronto —asentí, me despedí de Ana y salí de su casa. Creo que todo esto se estaba poniendo incómodo.¡Maldita sea! ¿Cómo iba a pedir un taxi si no tenía mi móvil? Así que caminé y caminé hasta encontrar una estación de bus.Una
—Pero mira, ese hombre está para comer lentamente con miel y chocolate ¿Verdad Bell? ¿Bell donde estas? —me encontraba agachada bajo el mostrador —¿Qué haces ahí? —Por favor Riana, toma su orden. Él es Dominic y no quiero que me vea —Desde que lo vi entrar por la puerta, me escondí, no quería tener ninguna conversación con Dominic Nolan el jefe de la Mafia Irlandesa.—¡Que! Esa bomba sexy es Dominic Nolan, uno de tus musos inspiradores—¡Shhh! Si, no quiero que sepa que trabajo aquí.—Bueno, lo tendré que entretener, algo que no será difícil, ese hombre está guapísimo.—No exageres, no es para tanto, no está tan guapo. —Mi amiga se movió del lugar, me levanté de manera lenta y los observé. Dominic hablaba y Riana se notaba un poco nerviosa, ambos miraron hacia mi dirección y yo me agaché nuevamente. Riana llegó a los pocos segundos en donde me encontraba.—Quieres que tú tomes su orden. —indicó mi amiga. —¡Diablos! —Creo que él no está por casualidad aquí—. ¡Maldita sea! Primero e
El móvil de Dominic interrumpió su respuesta.—¡Aló! —respondió. Mientras tanto, yo solo esperaba que se le olvidara mi propuesta—. Sí, estoy en un restaurante —continuó al teléfono—. No, no estoy con ninguna zorra, estoy con tu escritora favorita.¿Diara? ¿Hablaba con Diara?—Si quieres, te la puedo comunicar para que me creas.¡Dios mío! Era una completa estúpida. ¿Cómo pude pedirle algo así a Dominic? Él tenía novia; Diara era una gran persona, y no podía traicionarla de esa manera.Me levanté de la mesa en busca de la salida. Lo mejor era huir en ese momento. Apresuré mis pasos para tomar un taxi y escapar lo más lejos posible.—¡Hey! Bell, ¿a dónde vas? —Sentí la mano de Dominic en mi brazo, impidiéndome caminar. Ya me encontraba fuera del restaurante—. ¿No vas a esperar mi respuesta?—Es una tontería, ¡olvídala! No estaba en mis cabales cuando te lo pedí —dije, intentando caminar de nuevo, pero su mano aún me detenía.—Lo que me dijiste allá adentro, ¿es cierto?—¿Qué cosa?—Que
Dormí increíblemente bien; esa enorme cama era tan cómoda. Lo primero que hice después de levantarme fue acercarme al balcón. El sol empezaba a salir y se filtraba entre las ramas de los árboles. Respiré profundo; el aire fresco y puro me llenaba de energía.Revisé mi reloj: era bastante temprano, pero estaba lejos de casa, así que decidí preparar un desayuno para Dominic. Aunque, honestamente, no se lo merecía después de casi darme un infarto anoche y poner en riesgo mi vida.Me puse los zapatos, me lavé la cara y arreglé un poco mi cabello antes de salir. Tomé mi móvil y miré los mensajes. No había nada nuevo de Javier, pero no podía evitar sonreír. La última vez, él había sido quien inició la conversación, no yo.Riana probablemente me llamaría en cualquier momento para pedirme explicaciones, pero hoy era mi día libre en la cafetería, así que no la vería.Bajé al primer piso y busqué la cocina. La casa estaba en completo silencio por dentro, aunque aún veía a los vigilantes fuera.
—Ja… Javier —mi móvil cayó al suelo. Javier estaba parado frente a mi apartamento y no podía cerrarle la puerta en la cara, era demasiado tarde. Intenté levantar mi teléfono pero Javier pretendió hacer lo mismo, así que nuestras frentes chocaron nuevamente. —Lo siento —me disculpé —¡Hola Bell! —Dijo entre risas, mientras masajeaba su frente al igual que yo. Yo aún seguía enmudecida de la impresión —¿Puedo pasar? —preguntó —S… si… claro —me hice a un lado y lo dejé pasar. —Muy bonito tu apartamento —Comentó —Gracias —Musité. El miraba toda la casa y yo lo veía a él —¡Toma asiento! —Indiqué. Me senté en uno de mis sillones y él se sentó en otro frente a mí —¿Cómo es que … conoces mi dirección? —Pregunté, aunque la respuesta ya la conocía, Riana y su bocota. —Solo la escuché por casualidad y bueno pasaba por el lugar y decidí pasar a saludarte —Respondió. Al parecer no era la única que mentía, pero aunque Riana no me hubiese avisado, esa era una mala mentira, nadie anda por ahí dici