—Ja… Javier —mi móvil cayó al suelo. Javier estaba parado frente a mi apartamento y no podía cerrarle la puerta en la cara, era demasiado tarde. Intenté levantar mi teléfono pero Javier pretendió hacer lo mismo, así que nuestras frentes chocaron nuevamente. —Lo siento —me disculpé —¡Hola Bell! —Dijo entre risas, mientras masajeaba su frente al igual que yo. Yo aún seguía enmudecida de la impresión —¿Puedo pasar? —preguntó —S… si… claro —me hice a un lado y lo dejé pasar. —Muy bonito tu apartamento —Comentó —Gracias —Musité. El miraba toda la casa y yo lo veía a él —¡Toma asiento! —Indiqué. Me senté en uno de mis sillones y él se sentó en otro frente a mí —¿Cómo es que … conoces mi dirección? —Pregunté, aunque la respuesta ya la conocía, Riana y su bocota. —Solo la escuché por casualidad y bueno pasaba por el lugar y decidí pasar a saludarte —Respondió. Al parecer no era la única que mentía, pero aunque Riana no me hubiese avisado, esa era una mala mentira, nadie anda por ahí dici
Todo el camino hacia la universidad fue silencioso, lo único que nos acompañó era la música del estéreo de su auto. Aún no podía creer que iba en el auto de Javier, y más aún no podía creer la manera tan tranquila que él se había tomado la noticia de que yo era quien escribía ese tipo de libros, esperaba alguna reacción como burla, o más interrogantes sobre lo que hacía, pero él se había tomado todo esto con calma. Todo lo contrario se había ofrecido a ayudarme. En ocasiones lo veía de de reojo y sobre todo mis ojos encaran ver cuando él hacía el cambio de velocidades en el auto, sus músculos resaltaban, mis manos traviesas querían tocar, pero mi mente cuerda las detenía.—Hemos llegado —Anunció, estaba tan concentrada en su rostro y cuerpo que no me había percatado en el momento que llegamos a la universidad. Bajamos del auto y lo primero que hice fue mirar alrededor, el lugar era tal cual lo recordaba, sus grandes edificios; sus tranquilas áreas de descanso, se veían especialmen
Solo fue un par de segundos, pero eso me bastó para afirmar lo mucho que me gustaba Javier y No solo eso, me estaba enamorando como una loca. Esos dos pequeños segundos mariposas invadieron todo mi cuerpo, no, no eran mariposas, eran como abejas picoteando mi interior, dos segundos que sentí volar al cielo y regresar. Además las palabras “Es mi novia” esa frase me debilitó por completo. —Lo lamento Bell —Fue lo primero que dijo, al separarse de mí. Yo estaba muda y helada, no sabía qué responder —¡Vamos!, te llevaré a conocer los talleres —Él abrió la puerta y ambos salimos de su oficina, noté que Javier estaba tenso y yo me encontraba igual. Por más que quisiera olvidar el beso era imposible, sus labios sobre los míos, fue un momento corto, pero para mí fue más que satisfactorio. Caminamos por los pasillos y él hablaba y me explicaba cosas, pero mi mente estaba perdida en mis pensamientos, en ese beso. No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos caminando por la universidad, pero pod
JAVIER —Si te gusta tanto ¿Por qué no vas con ella? —mencionó Pablo—Ella no me gusta —Respondí —¿Quién es la víctima esta vez? —se burló Carlos, el hermano de Pablo. Los tres estábamos en la cafetería de Maggy, desde hace años visitábamos este lugar, era muy acogedor y qué decir de la comida, era muy buena y después de la implementación del área de lectura, me encantó aun más el lugar. —No hay ninguna víctima, son imaginaciones de tu hermano —Respondí—¡Ja! Eres pésimo mintiendo, acepta que te gusta la pequeña Bell —¿Bell? ¿Quién es ella? —Preguntó Carlos —Esa pequeña mesera pelirroja, amiga de mi novia —respondió Pablo. Carlos sin disimulo, vio hacia ella, quien se encontraba sirviendo otras mesas. —Ella no me gusta —Repliqué. Ella no podía gustarme, aunque Bell era diferente a muchas chicas que había conocido, no puedo negar que al principio pensé que solo era una chica tímida, con muy baja autoestima, pero aquella noche que le habló de una manera despectiva a Peter, supe que
Desde hace varios minutos, Javier y sus amigos no paraban de verme, tenía el presentimiento que ellos hablan sobre mi y eso fue afirmado cuando el hermano de Pablo me llamó a la mesa. Conocía a los idiotas como él, me llamaban por cualquier excusa, al menos Javier me había defendido.Después de una hora Pablo y su hermano Carlos se retiraron quedando solo Javier. Vi como él se levantó de la mesa y fue al área de lectura, tomó uno de mis libros y se sentó a leerlo.—Mira, Javier está leyendo uno de tus libro —No te imaginas la vergüenza que siento, que él esté leyendo uno de mis libros me pone nerviosa.—No tienes por qué, tus historias son geniales, sobre todo las escenas sexuales, provocas toda clase de sensaciones con cada línea.—Pero es vergonzoso, no podré verlo de la misma manera —Estaba segura que él estaba pensando barbaridades sobre mí. Mientras observaba a Javier, recibí un mensaje de Dominic, quien me indicaba que me esperaba afuera —. Dominic ya está aquí —Mencioné Le h
Aún me parece increíble, como si hubiera pasado ayer, la primera vez que vi a Dominic Nolan. Yo tenía catorce años, una edad en la que mi experiencia amorosa se limitaba a suspirar por personajes ficticios. Y entonces, mi hermano Martín decidió traer a casa a su “nuevo mejor amigo”. ¿Su nombre? Dominic Nolan, un chico de diecinueve años que parecía salido de una novela de romance adolescente. Podría decir, con total vergüenza, que fue mi primer gran amor platónico. Ah, porque yo trataba de captar su atención con todas mis fuerzas… ¿Él? Él apenas notaba que existía.Mi adoración llegó a niveles tan extremos que, sí, me convertí en una escritora en ciernes por él. Me lancé al mundo de la Nube, publicando historias tan ridículas que si las leyera hoy, probablemente me pondría colorada de vergüenza. ¡Escribía desde el móvil! Historias en las que Dominic y yo éramos protagonistas de cuentos ingenuos: el príncipe y la princesa, el chico malo y la chica nerd, mi primer beso, mi primer novio…
—Buenos días Chicago, son las seis de la mañana, el clima es fresco, ideal para pasar por una dona y un café...—¡Maldito radio! —Bufé, mientras con mi mano lo apagaba —¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno... ! —Me senté en la cama y estiré mi cuerpo. —Buenos mi amor, ¿Qué tal pasaste la noche? —Acerqué mi mano y toqué su pelo, estaba suave como me gustaba, creo que el baño del día anterior había sido perfecto —No seas perezoso, voy a irme al trabajo y quiero que te quedes despierto —Al parecer mis caricias funcionaron y empezó a despertar ¡Miau! maulló —Eso es Sheldon, buenos días mi amado gatito —Me levanté de la cama de prisa, tenía todo mi tiempo programado, así que no podía darme la dicha de quedarme otro rato junto a mi gato. Vivía sola en un pequeño apartamento en Chicago, bueno tenía a Sheldon quien era mi fiel acompañante. Después de la muerte de mi hermano, todo cambió en mi casa, las peleas entre mis padres se volvieron más constantes y vivir en casa era insoportable. En la es
—Deberías acompañarnos —Suplicaba mi amiga —Ya te dije que no, veré una serie en Netflix con Sheldon. —¡Mentira! Me dijiste que te prepararías para tu cena de mañana, Bell por favor trata de controlar tus mentiras —Como dije era algo que no podía controlar.—No quiero ir, sabes muy bien que Javier me pone nerviosa y cuando estoy nerviosa suelo mentir mucho, no quiero causar una mala impresión, las terapias están funcionando y en pocos mese espero tener una conversación tranquila con él. —Como quieras amiga, pero insisto, no entiendo que es lo que te llama la atención, el hombre se relaciona muy poco con las personas, ni siquiera tiene sentido del humor.—Es guapo Riana, muy guapo y no puedes negarlo… —Es guapísimo, pero su carácter me estresa. No suelta ni una sola sonrisa Sonreí ante su comentario, ya que yo ya lo había visto sonreír, solo cuando estaba leyendo algún libro.—Mejor vete y que disfrutes de la fiesta con los chicos —Me despedí de mi amiga y terminé de ayuda a Maggy