CAPÍTULO 12

Dormí increíblemente bien; esa enorme cama era tan cómoda. Lo primero que hice después de levantarme fue acercarme al balcón. El sol empezaba a salir y se filtraba entre las ramas de los árboles. Respiré profundo; el aire fresco y puro me llenaba de energía.

Revisé mi reloj: era bastante temprano, pero estaba lejos de casa, así que decidí preparar un desayuno para Dominic. Aunque, honestamente, no se lo merecía después de casi darme un infarto anoche y poner en riesgo mi vida.

Me puse los zapatos, me lavé la cara y arreglé un poco mi cabello antes de salir. Tomé mi móvil y miré los mensajes. No había nada nuevo de Javier, pero no podía evitar sonreír. La última vez, él había sido quien inició la conversación, no yo.

Riana probablemente me llamaría en cualquier momento para pedirme explicaciones, pero hoy era mi día libre en la cafetería, así que no la vería.

Bajé al primer piso y busqué la cocina. La casa estaba en completo silencio por dentro, aunque aún veía a los vigilantes fuera.
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