Iba en el hombro de Dominic, tenía muy buena vista de su trasero, me daban ganas de tocarle uno de sus glúteos o tal vez los dos. ¡Bell Concentrate!
—¡Dominic bájame! —Grité, pero este no se detenía. De pronto escuché gritos y varias personas reunidas en un lugar —¿Qué sucede? ¡Dominic! —Por más gritos; por más ruegos, este hombre no se detenía, sus pasos avanzaban hacia la salida.
El cambio de clima fue notable al encontrarnos en la calle, el aire helado de la noche golpeó nuestros cuerpos. Lo siguiente fue sentir como Dominic me bajaba de su hombro y me colocaba en un sillón. Se trataba de un auto.
—Ahora te quedas ahí, no quiero que salgas huyendo.
—¡No puedes hacerme esto! —Grité, quería regresar al baño, Javier prometió que volvería por mí.
—¡No insistas Bell! —Espetó. Sentí un mareo, así que me recosté en el sillón, mi cuerpo se elevaba de temperatura, sentía demasiado calor, toqué mi frente, esta empezaba a sudar. Sentí cómo Dominic tomó su lugar; arrancó el auto y empezó a conducirlo.
—Necesito que vomites Bell, antes de que la droga llegue a su punto máximo.
—Yo… no puedo estar drogada, ni siquiera las consumo —Seguía con la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados, mi cuerpo pesaba cada vez más.
—¡Vamos Bell, tienes que intentarlo, en cuanto sientas la necesidad de hacerlo, me indicas yo pararé el auto para que lo hagas —Me concentraba en provocar náusea, en ordenar a mi cerebro el querer vomitar, pero nada —Vamos Bell! Puedes hacer algo mejor que eso
—¡En serio lo intento!
Sentí como el auto se detuvo, abrí mis ojos y me encontré con una carretera oscura —Me recuerdo una historia muy chistosa que Martín me contó —Inicio Dominic —Para nuestro proyecto de ciencias debíamos comprobar sobre la descomposición provocada por el moho...
—¡Por favor no sigas! —supliqué, esa historia era demasiado asquerosa
—Tenían un sándwich de jamón en la habitación de Martín, cierta niña quiso vengarse de su hermano por comerse su pastel de chocolate
—Y me comí el pan... —Dije con asco, recuerdo que mi hermano no paraba de reír. El muy idiota se comió el último pedazo de pastel de mi cumpleaños, entré a su habitación a escondidas y encontré el pan, creí que era especial para mi hermano, ya que tenía una nota de ¡NO TOCAR!
—Ese pan estaba asqueroso, estaba verde de tanto hongo ¿Cómo fuiste capaz de comerte eso y seguir viva?
—¡Cállate Dominic, eso fue asqueroso!
—Estoy seguro que una o dos larvas ya se encontraba en el jamón —Recuerdo que me intoxiqué ese día, no paraba de vomitar, realmente fue asqueroso
—Te imaginas, las larvas y el moho juntos en tu boca, mientras los saboreabas... —Salí del auto y corrí hacia uno de los árboles.
Abrí mi boca y solté el primer vómito, mi cuerpo sudaba ante el esfuerzo que provocaba estar haciendo esta acción. —¡Dios mío! —bufé, estaba agotada. Quise caer al suelo pero me detuve del árbol
—¡Toma! —Indicó Dominic y extendió un pañuelo, lo tomé y limpié mi boca y mi frente. Ahora me sentía peor. Quise dar un paso, pero casi caigo al suelo, si no fuera por un par de brazos que me sostuvieron, en otra ocasión me hubiera sentido en el cielo, abrazada por Dominic, pero en este momento solo quería descansar, porque en cualquier momento caería desmayada —Muy bien Bell, ahora bebe agua—me acercó una botella que no tenía idea de dónde la había sacado.
Regresé al auto con su ayuda, me puse el cinturón y él arrancó nuevamente. Mientras tanto, tomaba el agua como si regresara de un gran desierto, no tenía límite, tomaba y tomaba, necesitaba refrescar mi cuerpo; sobre todo, humedecer mi garganta.
Llegamos al edificio en donde se encontraba mi apartamento, él estacionó y quiso bajarse, pero lo detuve. —No es necesario, me encuentro mejor —Noté que mi mano tocaba su brazo, levanté mi rostro y me encontré con sus ojos mirándome detenidamente. Eso provocó un fuerte escalofrío que recorrió desde la punta del pie, hasta mi último cabello.
Lo solté lentamente, metió la mano en su pantalón y sacó una pequeña tarjeta. —Toma, allí encontrarás mi contacto, cualquier cosa que necesites solo llámame; descansa necesitas reposo, tomá mucha agua y si puedes vomitar nuevamente hazlo para que no quede rastro, vuelvo a repetir, si necesitas algo llámame —Miré detenidamente aquel papel: Dominic Nolan. Su número de teléfono venía incluido
—Gracias, pero no la necesito —extendí mi mano con su tarjeta, para devolverla —Tengo amigos si necesito algo
—¿Quiénes? ¿Lo que te drogaron en el bar?
—¡Nadie me ha drogado Dominic! tal vez.. fue un error o algo así
—No fue un error, ¡No seas tan ingenua!
—Además, te iras en pocos días ¿Qué pasará si te llamo? Tomarás un avión de Irlanda y vendrás corriendo hacia mí. ¡No lo creo!
—No me iré —Lo miré sorprendida —Estaré unos meses en la ciudad, así que puedes llamarme para lo que sea…
—Pero Diara dijo que solo estarían por unos días... —Intervine
—Ese era el plan, pero las cosas cambiaron; en la ciudad encontré algo que buscaba por años y no me iré hasta obtenerlo —Sus palabras erizaban mi piel, tenía que el presentimiento que él no se estaba refiriendo a un objeto si no a una persona —. Ella se irá por un par de semanas y regresará
—No importa, estoy segura de que no necesitaré de tu ayuda. Sé cuidarme sola
—Tal y como lo hiciste esta noche. Llévate la tarjeta, estoy seguro que en algún momento necesitarás de mí —Dominic soltó su cinturón de seguridad y se acercó a mí, lentamente. ¿Qué estaba haciendo? Una de sus manos rodeó mi cintura. Mis sentidos se pusieron alerta ante su contacto, su aliento inundaba mi nariz, alcohol combinado con tabaco.
¡Click! soltó el cinturón de seguridad, y a los pocos segundos el sonido de la puerta abriéndose para darme salida libre. Regresó a su posición inicial y subió una de las comisuras de sus labios, tratando de simular una media sonrisa.
—Gr… gracias —dije mientras salía del auto. Caminé lo más rápido que pude, no quise mirar atrás, pero escuche los rechinidos de los neumáticos al entrar por la puerta del edificio. Me giré, él ya no estaba. Tomé el ascensor y llegué a mi apartamento —¿Mi móvil? —toqué las bolsas de mi pantalón y no lo encontré, lo había perdido en algún momento de la noche. ¡Dios mio! ¿Y ahora como le daría aviso a Riana? Estaba segura de que ella estaría preocupada por mi paradero, además me preguntaba ¿Javier regresaría por mí? ¿Qué pensaría si no me encontraba en los baños? y lo más importante
Sentí mi cuerpo débil y asqueroso, sudor y mal olor por todos lados. Decidí tomar una ducha antes de ir a dormir. Mientras trataba de cerrar mis ojos solo una persona venía mi mente; la única persona que había sido culpable de lo que me sucedió esta noche. Peter. Estaba segura de que el muy desgraciado le había agregado algo a mi bebida, nadie más que él, solo él.
—¡Maldito idiota! —Iba a pagar muy caro su atrevimiento.
(...)
—¡Buenos días Maggy! —Saludé, al llegar a la cafetería, ella se encontraba con el teléfono en la mano, conversando con alguien.
—Sí, si acaba de venir, todo está bien, no te preocupes —Me pareció extraña la llamada ¿Quién preguntaba por mí?
—Era Riana —Mencionó Maggy —Me llamaba porque estaba preocupada por ti
—¿Ella está bien? —Pregunté
—No, no lo está —Sentí un mal presentimiento
—¿Qué le pasó? Maggy ¿Cómo está?
—Ella está en la cárcel —¿La cárcel?
—¡¿Qué hace en ese lugar?!
—Al parecer tuvo un problema en un bar de anoche, pero no está sola
—Pablo y Javier la están acompañando, los tres están en la cárcel. Pasaron toda la noche en el lugar —¡Dios mío! ¿Qué había pasado? —Muy bien Bell, tendrán que ir a la comisaría con Francisco, necesitan que alguien vaya por ellos.
Mientras que yo estaba en mi cama muy cómoda, ellos habían pasado la noche en la cárcel y tal vez por mi culpa, incluido Javier, ¿Que había pasado con Peter?
Todo el camino hacia la policía, mi pensamiento eran: Riana, Pablo y Javier. ¿Qué habían hecho para llegar a ese lugar? —Bell, tranquilízate —mencionó Francisco, aún seguíamos en su auto e íbamos hacia la estación de policía —Estoy tranquila —Respondí —Tu pie no dice lo mismo —Mire hacia mis piernas y en efecto mi pie derecho no paraba de temblar —De seguro no es algo complicado, saldrán pronto —eso esperaba. Llegamos a la estación y corrí hacia el lugar —Buenos días, quiero información sobre Riana, Pablo y Javier; al parecer se encuentran encerrados desde anoche.—Déjeme ver —el policía se dirigió hacia su computadora. Francisco llegó a mi lado; ambos esperábamos por la misma respuesta —¡Cierto! son los peleoneros, mandaron a un chico al hospital, por sus peleas pero no se preocupen ellos saldrán en un momento, ya pagaron la fianza. —¿En serio? Gracias a Dios —¿Quién habría pagado la fianza? bueno eso no era lo importante en estos momentos, sino ¿A quién habían enviado al hospit
Nunca imaginé que Javier tuviera una hermana, y una muy hermosa; se notaba que sus padres eran muy buenos en eso de crear hijos.—¡Bell! ¡Qué bonito nombre! ¿Por qué nunca la habías traído a casa?—No es lo que crees, Ana. Ella solo es… —se silenció—una amiga y nada más.—Pero, ¿qué fue lo que te pasó? —se acercó a su hermano y tocó algunos de sus golpes.—¡Detente! Eso duele… —se quejó Javier.—Ya veo por qué te gusta ella; ¡eres una salvaje en la cama! —me señaló.—No, no es lo que te imaginas —aclaré—. Solo vine a ayudarlo… él y yo no pasamos la noche juntos.—¡Vaya manera de ayudarlo! ¿Eres alguna de sus alumnas o algo así? —preguntó.—¡Deja de hacer tantas preguntas! —espetó Javier—. Mejor ayúdame a subir a mi habitación. Gracias por todo, Bell; nos vemos pronto —asentí, me despedí de Ana y salí de su casa. Creo que todo esto se estaba poniendo incómodo.¡Maldita sea! ¿Cómo iba a pedir un taxi si no tenía mi móvil? Así que caminé y caminé hasta encontrar una estación de bus.Una
—Pero mira, ese hombre está para comer lentamente con miel y chocolate ¿Verdad Bell? ¿Bell donde estas? —me encontraba agachada bajo el mostrador —¿Qué haces ahí? —Por favor Riana, toma su orden. Él es Dominic y no quiero que me vea —Desde que lo vi entrar por la puerta, me escondí, no quería tener ninguna conversación con Dominic Nolan el jefe de la Mafia Irlandesa.—¡Que! Esa bomba sexy es Dominic Nolan, uno de tus musos inspiradores—¡Shhh! Si, no quiero que sepa que trabajo aquí.—Bueno, lo tendré que entretener, algo que no será difícil, ese hombre está guapísimo.—No exageres, no es para tanto, no está tan guapo. —Mi amiga se movió del lugar, me levanté de manera lenta y los observé. Dominic hablaba y Riana se notaba un poco nerviosa, ambos miraron hacia mi dirección y yo me agaché nuevamente. Riana llegó a los pocos segundos en donde me encontraba.—Quieres que tú tomes su orden. —indicó mi amiga. —¡Diablos! —Creo que él no está por casualidad aquí—. ¡Maldita sea! Primero e
El móvil de Dominic interrumpió su respuesta.—¡Aló! —respondió. Mientras tanto, yo solo esperaba que se le olvidara mi propuesta—. Sí, estoy en un restaurante —continuó al teléfono—. No, no estoy con ninguna zorra, estoy con tu escritora favorita.¿Diara? ¿Hablaba con Diara?—Si quieres, te la puedo comunicar para que me creas.¡Dios mío! Era una completa estúpida. ¿Cómo pude pedirle algo así a Dominic? Él tenía novia; Diara era una gran persona, y no podía traicionarla de esa manera.Me levanté de la mesa en busca de la salida. Lo mejor era huir en ese momento. Apresuré mis pasos para tomar un taxi y escapar lo más lejos posible.—¡Hey! Bell, ¿a dónde vas? —Sentí la mano de Dominic en mi brazo, impidiéndome caminar. Ya me encontraba fuera del restaurante—. ¿No vas a esperar mi respuesta?—Es una tontería, ¡olvídala! No estaba en mis cabales cuando te lo pedí —dije, intentando caminar de nuevo, pero su mano aún me detenía.—Lo que me dijiste allá adentro, ¿es cierto?—¿Qué cosa?—Que
Dormí increíblemente bien; esa enorme cama era tan cómoda. Lo primero que hice después de levantarme fue acercarme al balcón. El sol empezaba a salir y se filtraba entre las ramas de los árboles. Respiré profundo; el aire fresco y puro me llenaba de energía.Revisé mi reloj: era bastante temprano, pero estaba lejos de casa, así que decidí preparar un desayuno para Dominic. Aunque, honestamente, no se lo merecía después de casi darme un infarto anoche y poner en riesgo mi vida.Me puse los zapatos, me lavé la cara y arreglé un poco mi cabello antes de salir. Tomé mi móvil y miré los mensajes. No había nada nuevo de Javier, pero no podía evitar sonreír. La última vez, él había sido quien inició la conversación, no yo.Riana probablemente me llamaría en cualquier momento para pedirme explicaciones, pero hoy era mi día libre en la cafetería, así que no la vería.Bajé al primer piso y busqué la cocina. La casa estaba en completo silencio por dentro, aunque aún veía a los vigilantes fuera.
—Ja… Javier —mi móvil cayó al suelo. Javier estaba parado frente a mi apartamento y no podía cerrarle la puerta en la cara, era demasiado tarde. Intenté levantar mi teléfono pero Javier pretendió hacer lo mismo, así que nuestras frentes chocaron nuevamente. —Lo siento —me disculpé —¡Hola Bell! —Dijo entre risas, mientras masajeaba su frente al igual que yo. Yo aún seguía enmudecida de la impresión —¿Puedo pasar? —preguntó —S… si… claro —me hice a un lado y lo dejé pasar. —Muy bonito tu apartamento —Comentó —Gracias —Musité. El miraba toda la casa y yo lo veía a él —¡Toma asiento! —Indiqué. Me senté en uno de mis sillones y él se sentó en otro frente a mí —¿Cómo es que … conoces mi dirección? —Pregunté, aunque la respuesta ya la conocía, Riana y su bocota. —Solo la escuché por casualidad y bueno pasaba por el lugar y decidí pasar a saludarte —Respondió. Al parecer no era la única que mentía, pero aunque Riana no me hubiese avisado, esa era una mala mentira, nadie anda por ahí dici
Todo el camino hacia la universidad fue silencioso, lo único que nos acompañó era la música del estéreo de su auto. Aún no podía creer que iba en el auto de Javier, y más aún no podía creer la manera tan tranquila que él se había tomado la noticia de que yo era quien escribía ese tipo de libros, esperaba alguna reacción como burla, o más interrogantes sobre lo que hacía, pero él se había tomado todo esto con calma. Todo lo contrario se había ofrecido a ayudarme. En ocasiones lo veía de de reojo y sobre todo mis ojos encaran ver cuando él hacía el cambio de velocidades en el auto, sus músculos resaltaban, mis manos traviesas querían tocar, pero mi mente cuerda las detenía.—Hemos llegado —Anunció, estaba tan concentrada en su rostro y cuerpo que no me había percatado en el momento que llegamos a la universidad. Bajamos del auto y lo primero que hice fue mirar alrededor, el lugar era tal cual lo recordaba, sus grandes edificios; sus tranquilas áreas de descanso, se veían especialmen
Solo fue un par de segundos, pero eso me bastó para afirmar lo mucho que me gustaba Javier y No solo eso, me estaba enamorando como una loca. Esos dos pequeños segundos mariposas invadieron todo mi cuerpo, no, no eran mariposas, eran como abejas picoteando mi interior, dos segundos que sentí volar al cielo y regresar. Además las palabras “Es mi novia” esa frase me debilitó por completo. —Lo lamento Bell —Fue lo primero que dijo, al separarse de mí. Yo estaba muda y helada, no sabía qué responder —¡Vamos!, te llevaré a conocer los talleres —Él abrió la puerta y ambos salimos de su oficina, noté que Javier estaba tenso y yo me encontraba igual. Por más que quisiera olvidar el beso era imposible, sus labios sobre los míos, fue un momento corto, pero para mí fue más que satisfactorio. Caminamos por los pasillos y él hablaba y me explicaba cosas, pero mi mente estaba perdida en mis pensamientos, en ese beso. No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos caminando por la universidad, pero pod