—Lo lamento Bell, pero eres una mitómana —Yo no podía ser una mitómana, me negaba al resultado que la psicóloga me estaba diagnosticando. La mitomanía era una enfermedad y yo me negaba a estar enferma.
—Eso no puede ser cierto, mentir es algo común en el ser humano, todos lo hacemos, ¿Acaso usted no ha mentido?
—Claro que lo he hecho, el ser humano miente por naturaleza, pero cuando se convierte en una necesidad; cuando las dices como algo normal y no sientes ni un solo remordimiento; cuando es parte de tu vida, eso es ser una mitómana —Estaba enmudecida, estaba enferma, era una mentirosa compulsiva —Esto parece algo inofensivo, pero no es así, cuando tus mentiras dañan a las personas que te rodean; cuando lastimas sus sentimientos, el único afecto no serás solo tú, sino ellos, se sentirán traicionados. Así que Bell, trataremos la manera de controlar tu mitomanía, trataremos la manera que puedas relacionarte con la sociedad sin necesidad de mentir.
Nunca iba a regresar a la sociedad, no estaba dispuesta a dañar a más personas. Terminé con una psicóloga al finalizar la preparatoria, mis mentiras habían hecho daño a mi mejor amiga y muchos otros solo siguieron mis engaños. Me sentía realmente culpable, lo mejor era alejarme de todas las personas a las que amaba.
Desde aquel día en la clínica me prometí que no sería una persona sociable, no estaría dispuesta a dañar a más personas
—Riana, este lugar no va conmigo, es mejor que me vaya a mi casa —Estábamos en un bar con Riana, Pablo y Peter y tenía el presentimiento que esto era un gran error.—¡Claro que no! Ya estamos acá y ahora no te irás — Entramos al lugar, yo tomada del brazo de mi amiga. El lugar estaba lleno de personas, luces de colores se veían desde el techo y una música ruidosa inundaba el bar, tenía años que no pisaba un lugar así.
Mi brazo estaba aferrado al de mi amiga, tenía demasiado miedo de estar rodeada de personas, bueno lo único que podía hacer era mantener mi boca cerrada, si no dices nada, no mentiras, así de simple.
Nos sentamos en una mesa circular, al igual que el sillón, me senté al lado de Riana y al lado mío Peter.
—Bienvenida Bell, espero que te guste el lugar —Gritó en mi oído Peter
—Gracias por la invitación —Respondí casi gritando por el volumen de la música.
—¿Quieres algo de tomar? —Me sorprendían las atenciones de Peter, él nunca me había invitado o tratado de esa manera, de un “hola” no pasaba
—Si… gracias —Él se puso de pie y se dirigió a la barra
—¡Javier, por acá! —Gritó Pablo, solo de escuchar su nombre y que estaría en cualquier momento cerca de mí.
—¡Buenas noches! —Saludó, a Pablo le dió un apretón de manos y a Riana la saludo con un beso —¡Hola…! —Me miró, me sentí avergonzada, solo jalaba las mangas de mi blusa, cuando estaba nerviosa solía sudar de las manos, así que me las limpiaba con mi blusa
—Bell, Javier… se llama Bell y trabaja conmigo en la …
—Lo sé Riana —Interrumpió. Solo extendió su mano y se sentó al lado de Pablo —¿Dónde está el idiota de Peter?
—Fue por una bebida —Respondió Pablo. Observaba detenidamente a Javier, su comportamiento era serio e intrigante, no podía negar que muchas veces soñé con que él me estampaba contra una pared y me hacía suya muchas veces. Mordí mi labio inferior solo de recordarlo.
—¡Aquí tienes! —Una mano con un vaso intervino en mi vista, se trataba de Peter.
—Gracias —Agradecí
—¡Javier! ¡qué bueno que te dignaste acompañarnos! No tenías a alguna estudiante a quien acosar por ahí —Se burló, no me imaginaba a Javier como un acosador, más bien sería el acosado.
—No digas tonterías, sabes muy bien que esas chiquillas no van conmigo —Respondió Javier.
—Cierto, las estudiantes y vírgenes no van contigo —Se burló Peter. Al menos no era estudiante
—Deja de molestar Peter —Mencionó Pablo —Deberíamos agradecer que Javier y Bell nos acompañan esta noche. Yo solo miraba atenta a cada uno de los chicos
Peter pasó uno de sus brazos sobre mi hombro y me acercó a él —¡Eso es cierto! ¡Vamos Bell! no has tomado nada de tu trago —Me sentía incómoda ante los atrevimientos de Peter, pero supuse que él estaba acostumbrado a tratar a las chicas de esa manera —Deberías vestirte de una manera más sexy, eso llamaría la atención de muchos hombres.
—Solo llamaría la atención de hombres incorrectos —Mencioné —Para encontrar al hombre perfecto no es necesario ponerme ropas extravagantes; mi sola apariencia llamará su atenci...ón —Me dí cuenta que todos me veían con sorpresa ante mis palabras. Tomé el vaso que Peter me entregó y lo tomé de un solo. Tal vez esto calmaba los nervios que tenía al borde del colapso.
Regresé mi mirada a los chicos, Riana y Pablo se besaban y Javier me miraba con curiosidad —Pues mientras encuentras a tu nombre ideal, ¡Vamos a bailar!
—¡Siiiiii! —Gritó eufórica Riana, quien ya se había soltado de Pablo, se puso de pie y llevó a su novio a la pista.
—No, no, no —Me negué de inmediato —No tengo idea de cómo bailar, prefiero quedarme aquí
—Eso no pasará Bell, aquí sentada estarás aburrida —Literalmente Peter me llevó a la fuerza a la pista. —Vamos Bell, muévete un poco. Miré a mi alrededor, todos estaban bailando y siguiendo sus pasos con la música, traté de moverme un poco pero era inútil. No quería hacer eso.
Peter puso sus manos en mi cintura y empezó a mover mis caderas. Algo pasó con mi cuerpo, ya que este respondió de manera inmediata y siguió sus pasó, sentí mi vista un poco nublada; la temperatura se elevaba y mi cuerpo con sensaciones extrañas.
—Eso Bell, así muévete —susurró Peter en mi oído. quería detenerme pero mi cuerpo no reaccionaba ante las órdenes de mi cuerpo. Sentí las manos de Peter en mis caderas
—¡No… Peter! —Balbuceé, traté de quitar sus manos de mi cuerpo pero era inútil, me sentía pesada y sin razón alguna. Todo a mi alrededor empezó a dar vueltas
—Detrás de esa ropa se esconde una mujer sexy —Peter mordió el lóbulo de mi oreja, se guido de un rastro de besos por todo mi cuello
—Peter … de… déjame —Mi boca estaba seca —Pe… ter —Logré quitármelo e intenté caminar, pero solo chocaba entre cuerpos
—¡Bell! No te vayas —Escuché la voz de Peter en mi oído —La pasaremos muy bien esta noche —Claro que no, algo pasaba con mi cuerpo, esto no era normal. Di manotazos a mi alrededor y sólo veía caras de Peter burlándose de mí. Su risa era la peor pesadilla, a pesar de mi vista borrosa leí el rótulo “Baños”. Tenía que llegar a ese lugar
—¡Bell! ¡Bell! Espera —una mano tomó mi brazo
—¡Peter déjame! —Espeté
—Tranquila, no soy Peter —Esa voz, ¿acaso era un ángel? —¡Mírame Bell! —Sentí sus manos en mi rostro y esto si que era el cielo, los hermosos ojos de Javier me observaban
—¡Javier!
—Si Bell, ¡Déjame verte! —Su mirada reflejaba preocupación —¡Maldita sea! —Vociferó —Entra al baño Bell y quédate ahí, yo vendré por ti —Javier quiso alejarse, pero lo tomé de la mano
—No me dejes sola, por favor —Era increíble lo que estaba haciendo.
—Regresaré por ti Bell, ve a uno de los baños y trata de vomitar —Asentí y vi como se alejaba de mi mirada. Pero obedecí y entré a los baños. Utilizaba la pared como medio para caminar en la habitación, entré a un cubículo intentando vomitar, pero se me hacía imposible.
Recosté mi espalda en una de las paredes, quería llorar, reir, gritar; todo al mismo tiempo. ¿Qué me estaba pasando? —¡Bell eres una tonta! —susurré, lágrimas brotaron de mis ojos sin ningún motivo, no tenía idea del porqué lloraba, tal vez porque todo esto era un desastre.
Escuché que la puerta de los baños fue abierta, quedé en silencio, ya que no quería que Javier me viera llorando, limpie mis mejillas húmedas, pero estoy segura de que estaba hecha un desastre, el esfuerzo de querer vomitar me dejó debilitada.
La puerta del cubículo fue abierta —Ya no eres una pequeña Bell —Él no era Javier —Tendré que salvarte de esta
—No, no es necesario. Alguien más vendrá por mí —Me negué. Javier me prometió que vendría por mí, así que allí en suelo me quedaría.
—No voy a dejarte sola Bell, ¡Te vas conmigo en este instante! —Sus fuertes brazos me levantaron y me pusieron sobre su hombre
—¡Dominic, suéltame! —Exigí.
—¡Quédate quieta! —Regaño, me hacía como un gusano mientras iba en su hombro —Lo primero es que debemos sacar esa droga de su cuerpo
¿Droga? ¿Acaso me habían drogado?
Iba en el hombro de Dominic, tenía muy buena vista de su trasero, me daban ganas de tocarle uno de sus glúteos o tal vez los dos. ¡Bell Concentrate! —¡Dominic bájame! —Grité, pero este no se detenía. De pronto escuché gritos y varias personas reunidas en un lugar —¿Qué sucede? ¡Dominic! —Por más gritos; por más ruegos, este hombre no se detenía, sus pasos avanzaban hacia la salida. El cambio de clima fue notable al encontrarnos en la calle, el aire helado de la noche golpeó nuestros cuerpos. Lo siguiente fue sentir como Dominic me bajaba de su hombro y me colocaba en un sillón. Se trataba de un auto. —Ahora te quedas ahí, no quiero que salgas huyendo. —¡No puedes hacerme esto! —Grité, quería regresar al baño, Javier prometió que volvería por mí. —¡No insistas Bell! —Espetó. Sentí un mareo, así que me recosté en el sillón, mi cuerpo se elevaba de temperatura, sentía demasiado calor, toqué mi frente, esta empezaba a sudar. Sentí cómo Dominic tomó su lugar; arrancó el auto y empez
Todo el camino hacia la policía, mi pensamiento eran: Riana, Pablo y Javier. ¿Qué habían hecho para llegar a ese lugar? —Bell, tranquilízate —mencionó Francisco, aún seguíamos en su auto e íbamos hacia la estación de policía —Estoy tranquila —Respondí —Tu pie no dice lo mismo —Mire hacia mis piernas y en efecto mi pie derecho no paraba de temblar —De seguro no es algo complicado, saldrán pronto —eso esperaba. Llegamos a la estación y corrí hacia el lugar —Buenos días, quiero información sobre Riana, Pablo y Javier; al parecer se encuentran encerrados desde anoche.—Déjeme ver —el policía se dirigió hacia su computadora. Francisco llegó a mi lado; ambos esperábamos por la misma respuesta —¡Cierto! son los peleoneros, mandaron a un chico al hospital, por sus peleas pero no se preocupen ellos saldrán en un momento, ya pagaron la fianza. —¿En serio? Gracias a Dios —¿Quién habría pagado la fianza? bueno eso no era lo importante en estos momentos, sino ¿A quién habían enviado al hospit
Nunca imaginé que Javier tuviera una hermana, y una muy hermosa; se notaba que sus padres eran muy buenos en eso de crear hijos.—¡Bell! ¡Qué bonito nombre! ¿Por qué nunca la habías traído a casa?—No es lo que crees, Ana. Ella solo es… —se silenció—una amiga y nada más.—Pero, ¿qué fue lo que te pasó? —se acercó a su hermano y tocó algunos de sus golpes.—¡Detente! Eso duele… —se quejó Javier.—Ya veo por qué te gusta ella; ¡eres una salvaje en la cama! —me señaló.—No, no es lo que te imaginas —aclaré—. Solo vine a ayudarlo… él y yo no pasamos la noche juntos.—¡Vaya manera de ayudarlo! ¿Eres alguna de sus alumnas o algo así? —preguntó.—¡Deja de hacer tantas preguntas! —espetó Javier—. Mejor ayúdame a subir a mi habitación. Gracias por todo, Bell; nos vemos pronto —asentí, me despedí de Ana y salí de su casa. Creo que todo esto se estaba poniendo incómodo.¡Maldita sea! ¿Cómo iba a pedir un taxi si no tenía mi móvil? Así que caminé y caminé hasta encontrar una estación de bus.Una
—Pero mira, ese hombre está para comer lentamente con miel y chocolate ¿Verdad Bell? ¿Bell donde estas? —me encontraba agachada bajo el mostrador —¿Qué haces ahí? —Por favor Riana, toma su orden. Él es Dominic y no quiero que me vea —Desde que lo vi entrar por la puerta, me escondí, no quería tener ninguna conversación con Dominic Nolan el jefe de la Mafia Irlandesa.—¡Que! Esa bomba sexy es Dominic Nolan, uno de tus musos inspiradores—¡Shhh! Si, no quiero que sepa que trabajo aquí.—Bueno, lo tendré que entretener, algo que no será difícil, ese hombre está guapísimo.—No exageres, no es para tanto, no está tan guapo. —Mi amiga se movió del lugar, me levanté de manera lenta y los observé. Dominic hablaba y Riana se notaba un poco nerviosa, ambos miraron hacia mi dirección y yo me agaché nuevamente. Riana llegó a los pocos segundos en donde me encontraba.—Quieres que tú tomes su orden. —indicó mi amiga. —¡Diablos! —Creo que él no está por casualidad aquí—. ¡Maldita sea! Primero e
El móvil de Dominic interrumpió su respuesta.—¡Aló! —respondió. Mientras tanto, yo solo esperaba que se le olvidara mi propuesta—. Sí, estoy en un restaurante —continuó al teléfono—. No, no estoy con ninguna zorra, estoy con tu escritora favorita.¿Diara? ¿Hablaba con Diara?—Si quieres, te la puedo comunicar para que me creas.¡Dios mío! Era una completa estúpida. ¿Cómo pude pedirle algo así a Dominic? Él tenía novia; Diara era una gran persona, y no podía traicionarla de esa manera.Me levanté de la mesa en busca de la salida. Lo mejor era huir en ese momento. Apresuré mis pasos para tomar un taxi y escapar lo más lejos posible.—¡Hey! Bell, ¿a dónde vas? —Sentí la mano de Dominic en mi brazo, impidiéndome caminar. Ya me encontraba fuera del restaurante—. ¿No vas a esperar mi respuesta?—Es una tontería, ¡olvídala! No estaba en mis cabales cuando te lo pedí —dije, intentando caminar de nuevo, pero su mano aún me detenía.—Lo que me dijiste allá adentro, ¿es cierto?—¿Qué cosa?—Que
Dormí increíblemente bien; esa enorme cama era tan cómoda. Lo primero que hice después de levantarme fue acercarme al balcón. El sol empezaba a salir y se filtraba entre las ramas de los árboles. Respiré profundo; el aire fresco y puro me llenaba de energía.Revisé mi reloj: era bastante temprano, pero estaba lejos de casa, así que decidí preparar un desayuno para Dominic. Aunque, honestamente, no se lo merecía después de casi darme un infarto anoche y poner en riesgo mi vida.Me puse los zapatos, me lavé la cara y arreglé un poco mi cabello antes de salir. Tomé mi móvil y miré los mensajes. No había nada nuevo de Javier, pero no podía evitar sonreír. La última vez, él había sido quien inició la conversación, no yo.Riana probablemente me llamaría en cualquier momento para pedirme explicaciones, pero hoy era mi día libre en la cafetería, así que no la vería.Bajé al primer piso y busqué la cocina. La casa estaba en completo silencio por dentro, aunque aún veía a los vigilantes fuera.
—Ja… Javier —mi móvil cayó al suelo. Javier estaba parado frente a mi apartamento y no podía cerrarle la puerta en la cara, era demasiado tarde. Intenté levantar mi teléfono pero Javier pretendió hacer lo mismo, así que nuestras frentes chocaron nuevamente. —Lo siento —me disculpé —¡Hola Bell! —Dijo entre risas, mientras masajeaba su frente al igual que yo. Yo aún seguía enmudecida de la impresión —¿Puedo pasar? —preguntó —S… si… claro —me hice a un lado y lo dejé pasar. —Muy bonito tu apartamento —Comentó —Gracias —Musité. El miraba toda la casa y yo lo veía a él —¡Toma asiento! —Indiqué. Me senté en uno de mis sillones y él se sentó en otro frente a mí —¿Cómo es que … conoces mi dirección? —Pregunté, aunque la respuesta ya la conocía, Riana y su bocota. —Solo la escuché por casualidad y bueno pasaba por el lugar y decidí pasar a saludarte —Respondió. Al parecer no era la única que mentía, pero aunque Riana no me hubiese avisado, esa era una mala mentira, nadie anda por ahí dici
Todo el camino hacia la universidad fue silencioso, lo único que nos acompañó era la música del estéreo de su auto. Aún no podía creer que iba en el auto de Javier, y más aún no podía creer la manera tan tranquila que él se había tomado la noticia de que yo era quien escribía ese tipo de libros, esperaba alguna reacción como burla, o más interrogantes sobre lo que hacía, pero él se había tomado todo esto con calma. Todo lo contrario se había ofrecido a ayudarme. En ocasiones lo veía de de reojo y sobre todo mis ojos encaran ver cuando él hacía el cambio de velocidades en el auto, sus músculos resaltaban, mis manos traviesas querían tocar, pero mi mente cuerda las detenía.—Hemos llegado —Anunció, estaba tan concentrada en su rostro y cuerpo que no me había percatado en el momento que llegamos a la universidad. Bajamos del auto y lo primero que hice fue mirar alrededor, el lugar era tal cual lo recordaba, sus grandes edificios; sus tranquilas áreas de descanso, se veían especialmen