Lia estiró la mano para agarrar el hombro de Oliver, pero él la tomó con poco cuidado de las muñecas con una sola mano y las presionó por sobre su cabeza en el escritorio, inmovilizándola.Sintió como el hombre entraba y salía de dentro de ella, y la sensación la tenía embriagada, paralizada. Las manos del hombre sobre sus muñecas se aferraron como dos masas de hierro y la fuerza del cuerpo de Oliver la excitó más.Sobre ella, él daba círculos con la cadera y entrecerraba los ojos disfrutando del placer que la húmeda entrada de Lia le proporcionaba y el aliento acelerado se estrellaba contra la cara de ella.De un hábil movimiento la tomó por el hombro y la volteó boca abajo, más cosas cayeron del escritorio, pero girar teniéndolo aún adentro le arrancó un gemido por la sensación.Desde atrás Oliver la envistió con un ritmo fuerte y constante, las piernas del hombre se recostaban contra las suyas y los músculos tensos de él se sentían tan duros y la piel tan cálida que Lia quiso tocar
Lia bajó al primer piso una hora después y no miró a la cara de nadie, estaba segura que los trabajadores la habían escuchado gemir, pero no pudo contenerse.Cuando alzó la mirada se dio cuenta de que ninguno le presta mucha atención así que eso la tranquilizó.Cuando llegó al primer piso por el ascensor, ya que no quería volver a pisar las escaleras en lo que le quedaba de vida, vio a Oliver con Hada y sintió un pinchazo en el pecho.Se veía radiante y feliz y todos los trabajadores del hotel estaban muy pendientes contemplando la imagen, no sabían que él era el papá de la niña y tanta efusividad los tenía confundidos, y cuando buscaron la respuesta en ella Lia los despachó con un estoico: Luego les cuento.— ¿Dónde está Felipe? — le preguntó a Gis que tenía las mejillas machadas de pintura. Oliver les había dicho a los trabajadores del hotel que se tomaran un par de semanas de descanso remunerado, cosa que les hizo abrir los ojos de la impresión, pero ninguno aceptó la oferta de que
Aunque Lia había dormido casi toda la noche en la habitación del quinto piso con Oliver, se sentía extrañamente cansada, el orgasmo le había arrancado la energía y ahora estaba somnolienta, y si quería resistir la noche de caza fantasmas que harían las gemelas con Sam debía dormir un poco.Oliver se la pasó mirando a Esther y ella a él en un coqueteó silencioso y discreto, pero Lia lo notó, y eso le llenó el cuerpo de rabia y celos. CELOS. Esa era la palabra, sin adornos y sin no aceptarlo, celos.Los sintió dentro del estómago y del pecho. Oliver se había acostado con ella una hora entes y en ese momento estaba coqueteando con la prima del mesero y eso la lleno de rabia.— Lo que yo veo es que Oliver te mira después de darle una mirada a mi prima — le contó Felipe cuando se alejaron lo suficiente — tal vez esté intentando darte celos — Lia pensó que era una técnica que él ya había usado en varias ocasiones en el pasado, cuando se acostó con su amiga y con la otra mujer en la cama que
Lia y Portia casi que se abrazaron una al lado de la otra, el hotel se llenó de un grito agónico que las dejó medio paralizadas.— Corran — repitió la voz de la niña a través del aparato, su voz llegaba cargada de estática, pero era entendible.Portia fue la primera en moverse, con las manos un poco temblorosas se agachó cuando el grito se detuvo y agarró el aparato.— ¿De quién era ese grito? — le preguntó Lia a la muchacha — no parecía a Helene ni a Esther — la exmodelo se encogió de hombros, parecía estar relajada, aunque un poco nerviosa.— ¿Crees que esto funcione? — le preguntó señalando el aparto. Lia recordó la voz de la niña cuando le pidió ayuda la noche anterior, y sí, era la misma, así que asintió con la cabeza.— Vamos a la habitación — le señaló Lia, era donde había pasado la noche con Oliver, ahí los había guiado la niña y por alguna razón pensó que era un lugar seguro.Cuando entraron en el cuarto, estaba a oscuras, Portia movió el interruptor, pero no pasó nada, y cua
Lia corrió con el corazón acelerado por las escaleras, con una mano arrastraba a Portia y con la otra sostenía con firmeza el celular y la linterna.— Lia estoy cansada — le comentó la muchacha, pero ella no se detuvo, no quería arriesgarse a parar y que otro grito de Oliver la hiciera volver, así que apretó con más fuerza la mano de Portia y no se detuvo hasta que abrió la puerta del primer piso. Se sintió liberada un poco, pero exhausta.Apoyó las manos en las rodillas flexionadas para recuperar el aliento. Todo había sucedido tan rápido que ni siquiera había sudado, el ambiente era frio y eso ayudó a que el ardor en la garganta aumentara. Portia soltó una carcajada y Lia la miró como si estuviera loca.— No puedo creer que me hubiera arrastrado un fantasma — dijo — tanto que criticaba a las actrices de las películas de terror he hice lo mismo, grité como una tonta — Lia negó.— Cualquiera hubiera hecho lo mismo — pero Portia negó.— No tú… qué valiente eres, Lia — Lia negó con la
Lia dejó caer las cosas que tenía en las manos al suelo. El celular rodó a un metros de ella y levantó las manos hacia Eliver que le apuntaba con el arma. Tenía los ojos tan enrojecidos que parecía que gotearan sangre. La ropa estaba muy sucia y rasgada, como si se hubiera rodado por una colina y la expresión de locura le hizo temblar las piernas.— Eli… Eliver, ¿qué haces? — le preguntó Lia, miró alrededor para buscar ayuda, pero estaba completamente sola, los trabajadores de la remodelación estaban al otro lado del edificio, aunque gritara no llegaría a tiempo.— Quiero que tomes tú celular y llames a Oliver — le dijo el hombre, tenía la voz temblorosa, como si estuviera lleno de miedo, pero Lia sabía que estaba lleno de drog4 — ¡Llámalo! — le gritó cuando vio que Lia no se movía y ella tomó el celular y llamó al número de Oliver — dile que estoy aquí, dile lo que hago — cuando Oliver contestó parecía agitado, estaba en los termales sacando la tal reliquia indígena.— Olí, ven al ho
Oliver era un hombre fuerte, y se aferró a la vida con garras y dientes mientras llegó la ambulancia.— ¿Qué pasó? — preguntó Felipe, la voz le tembló con mucha evidencia — hay un cadáver aplastado en la entrada — Lia no tenía cabeza para explicarlo, por suerte había tenido la perspicacia de llamar a Sam.— El… el espectro del doctor Coleman le metió la mano en el pecho… — fue lo único que logró decir con la voz rota. La cara de Oliver estaba irreconociblemente oscura.La ambulancia llegó un minuto después y un grupo de para médicos tomó a Oliver y lo metió en la parte trasera del vehículo. Los trabajadores de la remodelación se arremolinaban en el lugar, pero Sam les ordenó que llamaran a la policía y no tocaran el cadáver, que se alejaran.Cuando las puertas de la ambulancia se cerraron con Lia ella tomó la mano fría de Oliver y la apretó.— ¿Qué tiene? — le preguntó al paramédico que puso un grupo de aparatos en el pecho desnudo de Oliver.— Tiene arritmia, es increíble que no haya
Lia no quería soltarse de Oliver, en el hospital le habían dado de alta y se calificó su ataque como una arritmia por coagulo, pero todos los presentes sabían qué había sido exactamente.El empresario tenía el rostro cansado, como si hubiera corrido una tremenda maratón y Lia no se quedaba atrás, todas las emociones de la noche la tenían con las rodillas temblorosas.— No puedo creer aún que nos hubiera atacado un fantasma — dijo cuando estaban en el auto de Sam.— Pues, yo no puedo creer que te hubieras enfrentado así contra él — le dijo Felipe desde el asiento del copiloto.— La verdad, les pierdes el miedo cuando sabes que lo único que pueden hacer es empujar y murmurar cosas — le contó Lia — cuando encontré el cuerpo de Mia Coleman comenzó a golpearme, pero cuando se fue no sentí dolor, ni lo siento ahora, es como si sus puños fueran algo mental nada más… como si te atacara un perro sin dientes, es incómodo, pero no te hace daño.— A menos de que meta su mano en tu pecho — le dijo