El atardecer pinceló el cielo de una gama de colores entre naranja y violeta. El azul vivo pintándose cada más oscuro.Terminó de limpiar la máquina de expresso, secó algunas tazas y pasó un paño húmedo con desinfectante sobre la superficie del mostrador.—Buenas tardes —saludó alguien.Frunció tenue el ceño. Algo en esa voz provocó una especie de burbujeo en su interior. Giró lento sobre sí.—Buenas... —Su mirada aterrizó en unos ojos color azul eléctrico. Una oleada de nostalgia abrigó su ser por completo. ¿Por qué sentía como si conociera esa mirada?—. Uhm... ¿buenas tardes? —enunció-preguntó.La suave risa del hombre frente a él removió algo en algún recoveco de su mente.Se sintió extraño, pero de alguna manera aquella risa le sonó y resultó tan familiar. Con el ceño fruncido, miró detenidamente al hombre. ¿Por qué sentía que lo conocía? ¿Por qué oía un eco zumbar en sus oídos? Esos ecos... eran sus propios latidos.—Me gustaría un expresso —Una sonrisa pincelada en el rostro aje
Algo comenzaba a brotar en su mente. Algo que no supo descifrar. ¿Eran recuerdos? ¿Por qué le resultaba tan atávica esa frase?—¿Sucede algo? —Negó con un tenue movimiento de cabeza—. ¿Dije algo mal, algo que no debía? —Volvió a negar en silencio... —. Bueno, estuvo exquisito el café. Aquí tienes el dinero y una propina por tu buena atención —comentó el hombre.No se permitió perder ningún movimiento de Xander.Lo vio incorporarse del taburete, colocarse un elegante saco negro que combinaba con el pantalón de vestir y...—Mi turno acaba dentro de una hora —imperó de golpe. Azul eléctrico conectó con su mirada y no supo la razón del por qué no quería dejar que ese hombre se marchara—. Uhm, yo... como que acepto esa cena.—¿En serio? —Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba, formando una tímida sonrisa—. Es decir, ¿hoy, después de que finalizas tu turno?—Sí, yo... —No supo qué más decir y las palabras parecieran no formar una frase coherente.Nervios, ansiedad, curiosidad
Hasta hace años atrás solo se dedicó a existir y seguir sus impulsos pecaminosos. Saciar la sed avasalladora, asesinar sin escrúpulos, torturar por mera diversión y gozar del sufrimiento ajeno, inocente. Imponente, cruel, egoísta, sin un atisbo de sentimientos y podría seguir enumerando las cualidades de su persona, pero algo había modificado cuando lo conoció. Tal vez fueron los ojos de un llamativo color miel o quizá fue el rostro aniñado y atiborrado de miedo o, incluso, la voz suave y aterciopelada implorando piedad; quizá fue el cúmulo de todo lo que experimentó al tenerlo entre los brazos mientras se embriagaba con el más exquisito y tórrido elixir, no lo sabía a ciencia cierta. Sin embargo, desde la llegada de aquel simple mortal a su vida, comenzó no solo a existir, también a vivir. Un mortal que se convirtió en su fiel servidor sin cuestionar nunca nada y ahora, después de diez años y de estar reflexionando, los dilemas emergieron. No era... normal que un humano aceptara tan
No se sorprendió al ver y notar los cambios en la ciudad; le agradaba, le era mucho más fácil camuflarse y hacerse pasar por un mero mortal ordinario. Ocultar sus actos delictivos… Bueno, no era su culpa que el hambre se hubiera apoderado de sí apenas puso un pie fuera de su guarida. Sin embargo, siempre halló alguna manera retorcida de esconder sus fechorías y pasar desapercibido; el pantano seguía siendo su recurso infalible.(…)La noticia de su regreso al mundo de los vivos —una hilarante ironía a su percepción— se esparció rápidamente, llegando a los oídos de cientos de sus antiguos camaradas, por decirlo de alguna manera, pero solo le importaba uno de ellos.Ah, era incapaz de olvidar a aquel que había logrado conseguir no solo su amistad, sino también su corazón. Pese a ello y a pesar de los años, seguía siendo su mejor secreto guardado. Secreto que estaba, ahora, harto de guardar. Un peso que estaba dispuesto a quitarse de encima y al ver la pimpante invitación al cumpleaños,
Continuación inmediata del capítulo anterior.No lo dudó, no pensó e hizo uso de sus dones oscuros, empleando un simple truco: la parálisis. Sin embargo, Miguel no era un oponente fácil, no cuando se percató de que Miguel aún poseía la Gracia Celestial propia de un Arcángel, uno caído, pero Arcángel al fin y al cabo.No era justo que esto estuviera ocurriendo, no cuando aguardó años en soledad, no cuando se había decidido a confesar su más mezquino secreto, no cuando veía a Draven de nuevo... No, no era justo.—Naktis —susurró Draven.Todo lo que vio fue rojo.Un espeso líquido carmesí brotaba de algún lugar del cuerpo de su mejor amigo. Miguel y sus artilugios, Miguel sosteniendo una especie de lanza y sonriendo lobuno cuando tiró el cuerpo de Draven hacia un lado. No, era... inaceptable, era injusto.Se cuestionó si todo lo que estaba ocurriendo no era más que un mal sueño, una quimera que la soledad manifestó y quería despertar, pero no. Esto estaba sucediendo. Esto era real. Y la
Humanos y vampiros convivían pacíficamente, un acuerdo al cual se llegó para evitar muertes en demasía, en vano. Pese a ello y con el paso del tiempo, todo comenzó a modificar. Algunos se involucraron más de la cuenta, traspasando y haciendo añicos las creencias y normas de una sociedad construida con base a un estereotipo idealista y religioso.Una facción mínima de humanos y vampiros fueron los primeros en romper aquella regla. Los sentimientos fueron mucho más férreos y surgió algo que nadie predijo: el amor. El meollo del problema no fue precisamente que vampiros y mortales se enamoraran; lo que causó el revuelo fue que en ambos bandos también hubo asociaciones que fueron una blasfemia ante Dios porque, por supuesto, se consideraba pecado amar a otro ser del mismo sexo. El amor entre una pareja heterosexual siempre sería bien visto.Las normas y leyes eran para todos por igual y, entonces, se desató la guerra. Una lucha por los derechos, la libertad y diversidad y era realmente hi
Ya no se callaría nada. Draven estaba harto de todo esto. Estaba harto de la guerra, de la masacre… Estaba harto de vivir en un mundo en el cual reinaba el caos. Pero ya no más. Ya no estaba dispuesto a permitir… nada.—Se equivoca, todos ustedes lo están. Todos ustedes están equivocados —dictaminó—. Pertenezco y soy parte de una sociedad constituida con base de libertad. El saber que existe la posibilidad de salvarnos, ¿no es suficiente? Esta conexión es más que eso, es un vínculo de identidad y no pasa solamente por sobrevivir de la sangre.—¿Estás diciendo que la salvación de ambas especies se encuentra en una vinculación emocional? —indagó el Superior.—Se podría decir así, sí —replicó—. Sin embargo, es más que eso. Estamos en una carrera contra el tiempo, pero la alternativa que Zamiel ha encontrado significa la supervivencia de ambas especie. Existe un alto porcentaje de...—La sangre es lo único que nos importa —acató alguien, otro miembro del Consejo—. No queremos desviarnos d
Sucumbió ante el deseo de sentirse vivo una vez más...(…)Toda su vida modificó drásticamente desde hace un mes atrás cuando lo vio por primera vez. Se había convencido de que aquel primer encuentro fue producto de una mera casualidad, pero la tercera vez que sucedió, comenzó a descartar la idea de que aquello fuera algo al azar. Restó relevancia y continúo como si nada hubiese sucedido, como si nada hubiese comenzado a mutar en él.Hace siglos atrás, participó en una confluencia con sus pares y oyó una antigua historia sobre cierta desgracia que acarreaba si alguien de su especie llegara a sentir cualquier tipo de sentimientos para con quien fuera su alimento. No creyó porque simplemente pensar en dicho desliz era tan... descabellado; además, ¿cómo alguien de su calaña podría sentir algún vínculo más aparte de la ansiedad y necesidad de alimentarse? Eran engendros sin sentimientos, sin ningún tipo de necesidad, aparte de sobrevivir al paso del tiempo y él... no era diferente.Se con