Los hermanos Tonali yacían en la parte de enfrente de la mansión, jugando minigolf. Bethany, ignorante de un juego tan aburrido, decidió marchar al jardín posterior y refrescarse en el agua fría de la piscina. Luego de nadar de un extremo al otro sin ningún propósito, se recargó en el bordillo sobre su estómago, bebiendo sin prisa una piña colada.Usaba un bikini de cuerpo entero a pesar de las insistencias de su prometido porque usara un bikini de dos piezas. Con su elección cubría la cicatriz que sin quererlo la obsesionaba. La idea de ser madre recaía en sus recuerdos con más peso que solo unos instantes de amargura. Y los continuos fracasos en su intento por embarazarse contribuían a su ansiedad. Era casi una presión.Sintió un cuerpo que llegaba detrás de su espalda y se pegaba a ella. Seguidamente, una oleada de lujuriosos besos empezaron a marcarse en su cuello, hombros y espalda. Bethany se reconfortó en la ambrosiaca sensación y sin corte ni pudor, se echó hacia atrás, entreg
El día previo a la boda, como es tradición, se llevó acabo la cena de ensayo en el jardín posterior de la mansión. A este evento sí asistieron los amigos y demás conocidos de Ciro, fue Bethany quien los invitó. La novia aprovecharía ese momento para entablar relaciones con sus allegados. O al menos lo intentaría, la verdad era que no conseguía compaginar con varios de los que acudieron a la reunión.No le sentó muy bien haber presenciado a Voslov llegar al evento. Claramente, ella no le había dado avisado. La intensa mirada negra del ruso se clavó en Bethany y una escalofriante sonrisa la saludó. La novia no quiso parecer asustada así que se rehusó a obedecer esa vocecita en su cabeza diciéndole que se marchara a otro lugar. Se quedó firme en su sitio viendo al recién llegado acercarse custodiado por dos guardaespaldas que iban vestidos de traje y corbata, incluso mejor arreglados que Voslov.-Podría decir que es la novia más guapa que nunca antes hubiese visto. -Halagó queriendo sona
Adentro de la casa, los protagonistas del evento pasaron a la bodega de vinos. Ella dejándose llevar por él. Era una sensación agradable cuando menos.-Qué hacemos adentro cuando allá afuera hay una fiesta; nuestra fiesta. –Ciro rió mientras sacaba una reserva del setenta y cinco.-Demasiada gente para mi gusto. –Se giró descorchando la botella con mucha facilidad. Dejando en evidencia que sus fornidos brazos no eran tan solo apariencia. Sirvió vino en dos copas de cristal savarovski, el cristal más fino y costoso del mundo, y extendió una de ellas a Bethany. La mujer las inspeccionó con extrema atención, admirando su diseño elegante. Era la primera vez que veía unas figuras de arte tan esplendidas en su casa.-Afuera también hay vino. –Dijo Bethany precipitosa.-No como éste. –Dijo a su prometida quien curiosa se llev&oa
Los fines de semanas, James no acudía a la editorial; eran sus días libres. Los dedicaba entonces a su gimnasio de boxeo. Entrenaba a jóvenes y adultos, a mujeres y a hombres con ayuda de sus dos asistentes. Y a veces, cuando la jornada era poco fluida, se dedicaba a sí mismo. Era el caso de ese sábado matutino en el que se le encontraba golpeando con diestra y siniestra un saco de boxeo suspendido en el aire.Quien lo conociera sabía que algo le ocurría, pues golpeaba aquel objeto inanimado con determinación, casi como si pudiera herirlo. No había sido el mismo desde que le dieron la noticia de la muerte de Anne, y cualquiera que quisiera ayudarlo, salía con "las tablas en la cabeza." Muchos ya lo consideraban un caso perdido. Esperando en silencio que sucumbiera al mal consuelo del alcohol.-James... -Lo solicitó uno de sus asistentes entrenadores. El solicitado no le prestó su atención.-James... -Un segundo llamado que resultó ser igual de ineficaz.-¡James! -Alzó la voz molesto co
El día de la gran boda fue apremiado con un cielo despejado y un sol no tan sofocante. Una temperatura fresca, algo que no se había visto en Italia desde que había iniciado el verano.Voslov, de pie frente a la ventana de su mansión, veía las montañas ser bañadas con ese brillo dorado del sol. Sus ojos emanaban tristeza y su actitud era propia de quien guarda luto. Él tenía razones para creer que el día que se avecinaba era menos maravilloso de lo que los demás creían.-Señor su desayuno está listo. -Informó un joven cuyo pequeño y enclenque cuerpo le hacía parecer de menos edad. Voslov lo volteó a ver con mirada apagada.Siguió al hombrecillo hasta la sala comedor, una inmensa estancia con una mesa de madera de roble gigantesca, absurdo para un hombre que vivía solo y no permitía que sus empleados se sentaran. Se acomodó en el extremo superior, colocando una servilleta en su regazo, aguardó a que sus cocineras prepararan el plato y empezó a comer. Más de treinta empleados estaban en
El hotel era el epicentro del caos con empleados corriendo de un lado al otro. Era una boda de alto prestigio, nada podía salir mal. Voslov desalojó de mala manera a los empleados que obstruían el elevador, no sin antes consultar dónde podía encontrar al ansiado protagonista. Presionó el botón que lo llevaría dos pisos más arriba. En el pasillo en el que las puertas se abrieron no había nadie. Un aplastante silencio rebotaba en las paredes, interrumpido solo por sus pisadas lánguidas, pero firmes.Se paró frente a la puerta de una de las habitaciones. Inhaló y exhaló varias veces con mucha quietud, daba la impresión que estaba realizando una especie de ritual hasta que finalmente tocó el timbre. Fue atendido por un guardaespaldas.-Quiero ver a Ciro Tonali. -Dijo reservándose su educación.-No está disponible. -Fue la respuesta dir
Michael, o mejor Derek, llegaba a la boda acompañado de una mujer afrodescendiente, alta de cabello ondulado y porte elegante, midiéndose al esmoquin de etiqueta que vestía el detective.-Recuerda: somos una pareja sin hijos, vivíamos en Nápoles hasta hace poco que adquirimos una casa aquí en Florencia. -Repasó la coartada a su compañera. Ella asintió, encantada de asistir a un evento de alta alcurnia por el que le pagarían la nada despreciable suma de treinta mil euros. -Trata de no hablar con nadie y si te toca hacerlo, habla poco. Puedes decir que no dominas todavía el idioma.-Entendido. Si quisieras, podría darte una mano en todo el tema de la investigación. -Se ofreció Karla.-Es mejor que no. Solo haz lo que te digo y trata de pasar desapercibida, nos veremos luego.Cada uno tomó por caminos separados. Michael se dispuso a conversar con algunos de los invitados quienes se veían más receptivos a platicar con un desconocido. Su pretención era averiguar más acerca de la novia. Lo q
Lorient actuaba como la manda más en la suite, ordenando a diestra y siniestra. Le había dicho a Bethany que no tenía de qué preocuparse y vaya que lo decía en serio. El berrinche que formó cuando le llevaron la joyería equivocada no fue más grande que el que formó cuando se aparecieron con el ramo que se supone Bethany llevaría en sus manos. Rosas blancas adormecidas en lugar de ser rosas rojas vivaces.-¡Estás retrasado un mundo! Cuando pedí chocolates belgas no pensé que irían hasta Bélgica para traerlos. -Regañó la dama de honor a un repartidor que entraba lleno de vergüenza. Bethany quiso decir algo en su defensa, pero temía el fuerte carácter de Lorient.La dama de honor tiró la puerta una vez el chico yacía afuera. Luego volteó a ver a la novia con una sonrisa. Era una perfecta loca.Ambas chicas se acercaron a comer de los chocolates que ayudarían a calmar los nervios, o al menos era la excusa que las motivó a comerlos.-¿Tú te has casado? -Preguntó Bethany con la boca ocupada