La mansión Tonali estaba revestida de elegancia y formalidad en cada uno de sus rincones. Incluso el personal de servicio vestía con un coqueto uniforme negro con detalles verdes que no acostumbraba a usar en su día a día. Todo debía lucir bien para la gran velada.Bethany estaba en el cuarto de baño, terminando con su peinado. Vestía un flameante vestido rojo que le caía a la altura de sus tobillos y calzaba unas zapatillas de tacón alto, de color negro con rojo. De un estuche extrajo un collar de perlas y se intrigó al no ver los aretes a juego. Tras ponerse el accesorio, salió de la estancia a la habitación principal.-Querido ¿Has visto mis aretes de perlas? -Preguntó Bethany, hincandose para revisar en los cajones de la mesita auxiliar sin hallarlos allí tampoco. Viró la cabeza para ver a su prometido que, sentado en el borde inferior de la cama, parecía abstraído. Y así estaba. Aquella velada podía resultar mal de mil formas, especialmente para su amada.El cuerpo de su mujer r
A primeras horas del día, Bethany había ido a su empresa de bienes raíces como la atenta jefa que creía ser. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en sentirse fuera de su elemento. No entendía la mayoría de las cosas que sucedían allí, y el sentimiento de lejanía volvía a albergarla. Así que dejó encargada a Lorient y se marchó de regreso a su casa, dispuesta a encontrar su verdadera pasión porque los bienes raíces desde luego que no lo eran. Quizás se dedicó a ellos porque resulta ser un negocio rentable, que genera mucho dinero o tal vez, fue presionada a hacerse con una carrera para tomar las riendas de su vida adulta, como fuere, no funcionaba más.Ya en casa, se dedicó a preparar una receta de donas horneadas que vio en un programa de televisión. Una de las cocineras acudió como su mano derecha, pues Bethany no tenía la menor idea de cómo funcionaban las cosas en su casa, ni siquiera sabía en qué cajón se guardaban los cubiertos. Lo que le pareció una vergüenza.-¿Y cómo van con los
La mañana de Ciro había transcurrido a mitad de la plaza principal de Florencia, sofocado bajo el intenso calor. Repartió unas improvisadas tarjetas de invitación a los transeúntes que vio pasar. No a cualquiera, sino a los que, según su juicio, presumían de un porte elegante y fino. Serían sus invitados a la boda.Lo pensó mucho y no podía creer lo idiota que había sido al invitar a sus conocidos, pero que eran ajenos a Bethany. Entonces, lo primero que se le ocurrió (no diría que era la mejor idea) fue invitar a unos completos desconocidos. Y así no tendría más ventaja que la novia. En el día más especial de sus vidas, ambos estarían rodeados de desconocidos.Regresó a su casa donde el sastre y sus asistentes ya estaban esperando. Sin perder tiempo, Ciro pasó al saloncito y se subió a un pequeño taburete redo
Eran las tres y catorce minutos de la madrugada (hora newyorkina). James se levantó de su cama y salió de su habitación para dirigirse a la de su hija. Abrió la puerta con extremo cuidado, procurando que las bisagras no sonaran y la encontró durmiendo, tranquila. Se la quedó viendo por varios minutos, pareciéndole la niña más hermosa que había visto en su vida. Mucho de su encanto era debido a su madre, de eso no tenía dudas.Cerró la puerta y regresó a su habitación. Se sentó en el borde inferior de la cama y sacó su celular móvil para realizar una llamada. El tono de marcada tuvo sus segundos de valía.-Señor Beghue ¿Tiene idea de qué hora es aquí en Italia? -Dijo Michael con voz adormilada.-No más tarde que en Estados Unidos, se lo aseguró. -Dijo tajante. No levantaba mucho el tono de voz por temor a despertar a Lauren. -No pierda más el tiempo y dígame por qué le urgía hablarme. ¿Ya encontró algo? ¿Sabe dónde está Anne?-El problema de ustedes es que se creen que nosotros, los de
Los hermanos Tonali yacían en la parte de enfrente de la mansión, jugando minigolf. Bethany, ignorante de un juego tan aburrido, decidió marchar al jardín posterior y refrescarse en el agua fría de la piscina. Luego de nadar de un extremo al otro sin ningún propósito, se recargó en el bordillo sobre su estómago, bebiendo sin prisa una piña colada.Usaba un bikini de cuerpo entero a pesar de las insistencias de su prometido porque usara un bikini de dos piezas. Con su elección cubría la cicatriz que sin quererlo la obsesionaba. La idea de ser madre recaía en sus recuerdos con más peso que solo unos instantes de amargura. Y los continuos fracasos en su intento por embarazarse contribuían a su ansiedad. Era casi una presión.Sintió un cuerpo que llegaba detrás de su espalda y se pegaba a ella. Seguidamente, una oleada de lujuriosos besos empezaron a marcarse en su cuello, hombros y espalda. Bethany se reconfortó en la ambrosiaca sensación y sin corte ni pudor, se echó hacia atrás, entreg
El día previo a la boda, como es tradición, se llevó acabo la cena de ensayo en el jardín posterior de la mansión. A este evento sí asistieron los amigos y demás conocidos de Ciro, fue Bethany quien los invitó. La novia aprovecharía ese momento para entablar relaciones con sus allegados. O al menos lo intentaría, la verdad era que no conseguía compaginar con varios de los que acudieron a la reunión.No le sentó muy bien haber presenciado a Voslov llegar al evento. Claramente, ella no le había dado avisado. La intensa mirada negra del ruso se clavó en Bethany y una escalofriante sonrisa la saludó. La novia no quiso parecer asustada así que se rehusó a obedecer esa vocecita en su cabeza diciéndole que se marchara a otro lugar. Se quedó firme en su sitio viendo al recién llegado acercarse custodiado por dos guardaespaldas que iban vestidos de traje y corbata, incluso mejor arreglados que Voslov.-Podría decir que es la novia más guapa que nunca antes hubiese visto. -Halagó queriendo sona
Adentro de la casa, los protagonistas del evento pasaron a la bodega de vinos. Ella dejándose llevar por él. Era una sensación agradable cuando menos.-Qué hacemos adentro cuando allá afuera hay una fiesta; nuestra fiesta. –Ciro rió mientras sacaba una reserva del setenta y cinco.-Demasiada gente para mi gusto. –Se giró descorchando la botella con mucha facilidad. Dejando en evidencia que sus fornidos brazos no eran tan solo apariencia. Sirvió vino en dos copas de cristal savarovski, el cristal más fino y costoso del mundo, y extendió una de ellas a Bethany. La mujer las inspeccionó con extrema atención, admirando su diseño elegante. Era la primera vez que veía unas figuras de arte tan esplendidas en su casa.-Afuera también hay vino. –Dijo Bethany precipitosa.-No como éste. –Dijo a su prometida quien curiosa se llev&oa
Los fines de semanas, James no acudía a la editorial; eran sus días libres. Los dedicaba entonces a su gimnasio de boxeo. Entrenaba a jóvenes y adultos, a mujeres y a hombres con ayuda de sus dos asistentes. Y a veces, cuando la jornada era poco fluida, se dedicaba a sí mismo. Era el caso de ese sábado matutino en el que se le encontraba golpeando con diestra y siniestra un saco de boxeo suspendido en el aire.Quien lo conociera sabía que algo le ocurría, pues golpeaba aquel objeto inanimado con determinación, casi como si pudiera herirlo. No había sido el mismo desde que le dieron la noticia de la muerte de Anne, y cualquiera que quisiera ayudarlo, salía con "las tablas en la cabeza." Muchos ya lo consideraban un caso perdido. Esperando en silencio que sucumbiera al mal consuelo del alcohol.-James... -Lo solicitó uno de sus asistentes entrenadores. El solicitado no le prestó su atención.-James... -Un segundo llamado que resultó ser igual de ineficaz.-¡James! -Alzó la voz molesto co