La tenue luz amarillenta de un candelabro, iluminaba el reflejo de la joven en el espejo. La oscuridad hospedada en los rincones amplios del aposento, la hacían sentir en un escenario, apunto de tomar el papel protagónico en una estancia vacía. Esa soledad que evocaba la habitación sombría, era la misma que experimentaba en un auditorio profuso de masas bulliciosas. _ Luces preciosa. _inclinado sobre el umbral de la puerta, recorrió con la mirada su figura esbelta arropada por un vestido rojizo de satén. Adeline plasmó sus ojos grisáceos, más allá de su figura, en ambos iris de tonalidades opuestas que la observaban con vehemencia. _ Desde niña, mi padre solía contarme historias que resguardaban una moraleja. Una vez me leyó "Tres comodines", un libro escrito por autor anónimo. Personificaba tres elecciones que el protagonista podía escoger para salir del oscuro abismo al que se había sumergido. El primer comodín se presentó como Delator, el segundo Abnegado y el tercero Muerte.
Una semana después...La blanquecina y pomposa bruma levitaba expedita por el agrisado cielo lluvioso. Las gotas descendían estrepitosamente sobre los tres paraguas negros. El vergel, profuso de jancitos, peonias, caléndulas y dalias, adornaban la lámina ciclópea que resguardaba el ataúd del cuarto hermano Sonobe. Un epígrafe labrado en oro plasmaba el significado que tuvo para los hermanos. Eydrian Salvatore y Castiel Sonobe, dos vidas distintas en un mismo ser. "Amado amigo y hermano".Cada hermano Sonobe, sostenía una rosa con tonalidad diversa. El hijo mayor, poseía una rosa azul, el hijo del medio, una rosa roja, el hijo menor, una rosa verde y Adeline, abrazada por los regazos de Jean Pierre, asió una rosa laudable por su peculiaridad, blanca, profusa de ligeras pinceladas negras. Siendo un recordatorio de que hasta lo más puro puede ser embadurnado de una ínfima capa de oscuridad.Inquietamente, el menor de los Sonobe, desviaba la mirada de la tumba a sus hermanos. Frunciendo
Las puertas del santuario Sonobe se abrieron ante ella. Los guardias la dejaron pasar, sin protestar. Adeline sabía que Jean Paul la esperaba, la había observado desde las cámaras que cubrían todo el perímetro del parquímetro. Él aguardaba por ella, anhelaba verla una vez más. Sabiendo que lo que fuera a suceder en aquella oficina, no era el final de su historia. La joven subió por el ascensor hasta llegar al piso en donde se hospedaba la oficina central de Jean Paul. Un recuento de imágenes vívidas hizo presencia en su campo de visión, desde el primer encuentro con el mayor de los Sonobe hasta el último. Bajando la cabeza, Adeline se adentró a la oficina de Jean Paul sin llamar a la puerta antes. El mayor de los Sonobe estaba de pie, contemplando la vista tras los ventanales, con su traje entero y peinado impecable. _ Viniste. _ musitó contundente, virando. _ Bueno, no consideraba que de este modo debía de concluir nuestra historia. _ sellando la puerta, se aproximó a él. _
El Téâtre des Variétés se hallaba envuelto en una colorida dispersión de resplandor. Una combinación extravagante de distintas tonalidades salían desprendidas a través de reflectores que se encontraban adheridos a la estancia, dando de ese modo iluminación completa al auditorio.Asientos acolchonados de color vino lo componían. Estos espacios los ocupaban la audiencia, quiénes portaban atuendos de gala que les concedía un aura elegante.A pesar del refinamiento que se percibía en ellos, no se comparaba en lo absoluto con la presencia de un grupo en particular. Cuyo apellido hacía mención de todo lo que eran, hombres adinerados y con poder. Los tres hermanos Sonobe. La ostentosidad que estos imponían sería perceptible ante el ojo público, siendo para los hermanos imposible pasar de inadvertidos.Además de fundar la empresa más prestigiosa en todo Francia. Estos se dieron a conocer en otras partes del mundo, debido a las negociaciones cuantitativas que estos efectuaban. No hace más d
Los primeros rayos de sol atravesaban los ventanales de la habitación. Su tenue luz alumbraba en dirección a la figura de la joven acostada. La cuál no paraba de removerse en el colchón.Su pecho le palpitaba con fuerza, provocando que su respiración se volviera inestable.Una capa de sudor gélido brotaba desde su frente, cayendo a ambos costados de su pálido rostro.Sollozos intermitentes dejaban sus labios con temor.Súbitamente se despertó del estado somnoliento en el que se encontraba.Atemorizada por la pesadilla en la que se había sumergido. Con su antebrazo retiró cualquier rastro de sudor presente.Soltando un sonoro suspiro, se dirigió rumbo al baño. Ya habían pasado dos días desde que tocó en el Téâtre des Variétés y la imagen del hombre que la había ido a visitar al camerino aún la tenía pensante.Buscando en la vitrina, dio con un frasco repleto de pastillas. Vertió el recipiente en su mano para poder consumirlas.Sus ojos grisáceos se encontraron con su reflejo en el espe
Unas imponentes rejas cedían el paso a un amplio jardín, el cual contenía una exuberante vegetación. En el centro, una cascada con forma indescifrable concedía un aire regio al lugar.Gianluca percibió el asombramiento que esta sentía ante lo contemplado._ No es tan impresionante como esto. _ Expresó con entusiasmo, dirigiéndola a lo que parecía ser una gran cochera con docenas de vehículos adentro. Distintos colores y marcas lo conformaban. Estos se hallaban aparcados en numerosas filas._ Woow. ¿En serio le das uso a todos?. _ Murmuró ella, bajándose del coche._ Por supuesto, es como cambiarse de ropa para mí. _ Respondió tranquilamente. _ Además, no todos los que ves me pertenecen, muchos de ellos son propiedad de mis otros hermanos. _ Dijo mientras se estacionaba en su respectivo espacio.Adeline salió del trance atónito en el que se encontraba, rodando los ojos ante la respuesta de él._ Muy bien, ahora a buscar. _ Expresó con osadía, para luego adentrarse a un Ferrari F8 Tribu
Adeline presenció el acercamiento del hombre._ ¿Con quién tengo el placer?. _ Avanzando lentamente a ella, pronunció con una patente formalidad en su voz._ Adeline Strange. _ Respondió un tanto incómoda por como la miraba._ Srta. Strange, soy Jean Paul Sonobe. _ Se presentó, elevando su palma para que esta la estrechara.Tal gesto fue aceptado por ella.Sus manos entrelazadas se mantuvieron de ese modo por más tiempo del previsto, ya que él no se dignaba a dejarla ir.Aquel encuentro fue interrumpido por el menor de los Sonobe, quien se adentraba al comedor._ Mira a quién tenemos aquí. Haz llegado justo a tiempo hermanito. _ Expresó Gianluca con recelo._ Conocía a tu nueva amiga. _ Respondió Jean Paul, ignorando lo dicho anteriormente por su hermano. _ Es bastante agradable. _ Dirigió nuevamente su atención a ella.Adeline percibió un sentimiento de antipatía mutuo. Era evidente que los hermanos no se llevaban del todo bien.El suceso presenciado por Gianluca hace un rato, no fue
Suspiros agonizantes brotaban de ella.Sus intentos desesperados por recuperar el aliento, aumentaban el precio. Cada vez que procuraba atrapar bocanadas de aire para poder respirar, el dolor la sometía nuevamente a la asfixia.La sangre fluía a través de su herida, cubriéndola como un manto.El cansancio la doblegaba, provocando que sus ojos grisáceos se fueran cerrando lentamente._ Resiste por favor, quédate conmigo. _ La voz suplicante de él se escuchaba lejana para Adeline, quien aún así resistió a la tentación de caer ante la extenuación que sentía....La estancia se encontraba compuesta por un conjunto de médicos, los cuales al verla llegar se encaminaron rápidamente a atenderla.Si no lo hacemos ahora, morirá. _ Sentenció una mujer rugosa, examinando la herida. _ Esto le dolerá, así que tendrá que sujetarla para que no realice ningún movimiento. _ Concluyó ubicando los instrumentos quirúrgicos en la mesa.Asintió Jean Paul aterrado ante lo dicho por la mujer.El miedo se refle