CAPITULO 2

CAPÍTULO 2

Las luces de la calle flotaban a través de la ventana del automóvil, este conducía hacia la zona de villas más cara de la ciudad. El corazón de Juliette latía salvajemente. Tenía que admitir que estaba asustada, pero ella no tenía otra salida.

Cuando llegó a la mansión, alguien le abrió la puerta y ella avanzó lentamente. Antes de dar un paso más le vendaron los ojos, era una solicitud del comprador. Fue en ese momento, donde Juliette reconoció que era solo una mercancía, comprada por el dueño para disfrutarla a voluntad.

Hacía un mes que había ido a “INTERFERTILITY” una agencia de gestación subrogada. Después de una serie de exámenes, finalmente calificó para estar dentro de la agencia, nunca pensó que la llamarían tan rápido, sin embargo, agradeció a Dios que así fuera, en realidad necesitaba el dinero con urgencia.

Aunque Juliette tenía sus reservas, su padre era más importante que cualquier cosa. Su madre murió cuando ella aún era muy joven de una terrible enfermedad, dejándolos solos, y tampoco podía contar con la familia de su madre, estos se habían opuesto a su matrimonio y, por lo tanto, le dieron la espalda en cuanto supieron que murió, desde entonces, Juliette y su padre se han apoyado mutuamente y, además, era su única familia.

Reflexionando en esto, Juliette se mordió el labio, como si se hubiera decidido.

―¿Tienes miedo? ― una voz magnética vino no muy lejos de ella.

Connor había estado observando a la joven desde que entró por la puerta, la vio moverse torpemente y la vio morderse el labio, que no podía negar, le resultaban provocativos. De hecho, cuando vio su foto en el expediente se sintió atraído por ella, nunca imaginó sentirse tentado por una joven de dieciocho años.  No sabía que lo había motivado a elegirla, si su cabello rojizo, sus ojos verdes o quizás era el hecho de que fuera virgen.

Sin embargo, no se arrepentía de su decisión, al contrario, se encontraba expectante mirándola.

―No, no tengo miedo ―se estaba mintiendo a sí misma, solo Dios sabe cuánto quería escapar en este momento. Pero sabe que no puede hacerlo, la libertad de su padre dependía de ella.

Connor se puso de pie y caminó frente a Juliette. Y ella sintió que una figura se acercaba e incluso podía escuchar su respiración. Aunque se había dicho que tenía que hacer esto, era inevitable que temblara de miedo.

―No me gusta forzar a los demás. Si no quieres hacer esto, puedes irte ahora mismo. ―aunque Connor necesita tener cuanto antes un hijo para asegurar su posición en la familia, él todavía no está dispuesto a forzar a esta chica.

―¡No! ¡Estoy dispuesta! ―Juliette dijo ansiosa, no podía irse, su padre la necesitaba en este momento. Tenía que ser fuerte y capaz.

Sin esperar respuesta, la otra parte la cargó en brazos y ella pudo escuchar los latidos acelerados de su corazón, el aroma y la voz suave, pero profunda, hicieron que se calmara gradualmente.

Cuando recibió la propuesta, pensó de inmediato que se trataba de un pervertido o un anciano desagradable, pero ahora parecía que no lo era.

―No te preocupes, seré amable. ―estas fueron las palabras que Connor pronunció en el oído de Juliette y en un instante ella sintió que su corazón se aceleraba ―Si te lastimo, tienes que decírmelo.

Los fuertes brazos del hombre la llevaron arriba y lentamente la acostaron en una cama. Juliette estaba perdida sin saber qué hacer, pero el hombre sabía exactamente dónde poner las manos.

Sintió que la ropa de su cuerpo se retiraba y comenzó a sentirse un poco tímida.

―No te muevas ―dijo el hombre, mientras la miraba su manzana de Adán, rodó de arriba abajo, admirando la belleza de la mujer, tenía miedo de no poder contenerse.

Juliette sintiéndose tan expuesta, trató de cubrirse instintivamente, no obstante Connor sujetó sus manos y lo evitó. Ella se mordió el labio con fuerza.

―¿No acabas de decir que no tienes miedo?

Al oír esto, Juliette se tensó y enderezó el cuerpo.

―No tengo miedo.

Después de que ella terminó de hablar, el hombre posó sus labios en su boca, acercándose poco a poco y la distancia entre los dos cuerpos se hizo pequeña lentamente.

En ese momento, Juliette estaba siendo llevada a un mar de sensaciones totalmente nuevas para ella, nunca había estado con un hombre y nada más había tenido un novio y solo habían sido besos. Pero este hombre, su comprador, la hacía sentir cosas que no sabía cómo explicar, que incluso la hacía olvidar por completo, de que esto se trataba de una transacción.

Cuando sintió que los labios de Connor comenzaron a moverse hacia abajo, sus manos se volvieron inquietas.

―¿Puedo hacer una solicitud? ―pregunto, pero Connor no respondió, y, aun así, ella la hizo ―¿Puedo saber tu nombre?

Connor levantó la parte superior de su cuerpo y la miró, sonrió y luego le dio un beso rápido.

―Lo siento, no puedes.

Después bajó la cabeza para continuar con su asalto, Juliette solo podía dejarse llevar por las sensaciones en este momento y sin querer seguir conteniéndose, hundió sus dedos en el cabello y lo dejo hacer entre sus piernas.

Connor estaba arrodillado entre sus muslos, y aunque Juliette no podía verlo, sentía cómo la quemaba el fuego en su mirada. Creyendo que pronto se consumaría la transacción, él tenía otros planes, se apartó y luego se inclinó sobre sus pechos, que en su opinión rogaban ser tocados.

Su lengua rodeó cada cresta, ahora áspera y ansiosa. Juliette gimió al recibir tal caricia.

―Tienes la capacidad de volver loco a un hombre ―susurro contra su piel.

Juliette profirió un leve gemido y entre caricias Connor le hablaba, cada palabra era sensual y acariciante como su lengua.

―Deseo besarte todo tu hermoso cuerpo, Juliette. Deseo explorar cada centímetro de tu piel y hacerte mía. Deseo oírte gemir intensamente de placer hasta que me lleves a la locura…

Imágenes lascivas se formaron en la mente de Juliette, tan vividas y potentes, que provocaron estremecimientos en la humedad entre sus muslos.

―Quiero que enloquezcas de deseo.

Susurrando, con el aliento contra su piel, Connor se metió entre sus piernas, estaba dando todo de sí para controlarse, sabía que esta sería su primera vez, por lo que lentamente se posicionó en su entrada.

Ella gimió mientras él la penetraba con lentitud y cuando estuvo en la cúspide de su placer, Connor la poseyó por completo. Ella se arqueó de dolor, sin embargo, extendió sus brazos y abrazó al hombre que tenía delante.

Estuvo nublado y llovió toda la noche.

—————————————

A la mañana siguiente, cuando Juliette despertó, Connor ya se había ido, por lo que no tuvo tiempo de mirarlo. En ese momento, alguien llamó a la puerta.

―Señorita, soy Brenda. El señor me pidió que me ocupara de usted.

Juliette se cubrió con la sábana ―No es necesario, puedo atenderme sola.

―Está bien, también me pidió que le dijera que el pago ya ha sido depositado en su cuenta.

Juliette asintió débilmente. El dolor en su cuerpo no ha desaparecido, y aunque la sensación de anoche fue placentera, no cambia el hecho de que solo era un negocio. Nunca imaginó que su primera vez ocurría de esta manera.

Después de que Brenda se retirara, ella se envolvió en una toalla y fue al baño a asearse, preparar la bañera y se metió, cerró los ojos y dejo que miles de preguntas la abordaran. Solo una era la que más se repetía en su mente.

«¿Qué tipo de hombre necesita comprar un hijo?»

Eso era algo que se repetía en la mente de Juliette, aunque no lo había visto, podía decir con certeza de que se trataba de un hombre atractivo y con dinero.

«¿Qué lo impulsa a hacer esto? «¿Será que es gay?»

A Juliette no le sorprendería, puesto que muchas veces estos hombres se casan para ocultar su verdadera orientación sexual, esperaba sinceramente que este no fuera el caso. Aunque no tenía mucha experiencia en el sexo, según ella el comprador se había desempeñado bien. De ninguna manera podría ser gay.

«¿Y si es bisexual?»

Estaba perdida en sus pensamientos, cuando la alarma de su celular sonó. Abrió los ojos y tomó la toalla, se envolvió en ella y se cambió de ropa. Esa noche, el hombre volvió y aunque todavía tenía los ojos vendados, sintió que la fuerza de la otra parte aumentó. Sin embargo, el dolor ya no era como el de la noche anterior.

Fue una noche maravillosa.

Un mes después, Juliette miro la fecha en su teléfono, el día en que debería llegar su periodo no llegó. Y sus fechas eran siempre exactas.

Le pidió a Brenda que comprara varias pruebas de embarazo y como era de esperar, había dos barras marcadas. Estaba un poco feliz, pero también un poco decepcionada.

Durante este periodo de tiempo, estuvo enredada con el hombre incontables veces y casi se olvidó de que era su comprador y ella una mercancía. Al escuchar las felicitaciones de Brenda, supo que la transacción había llegado a su fin.

Esa noche, el hombre volvió a la habitación, y ella, como todas las veces, tenía los ojos vendados. Después de que entró, inmediatamente la besó y comenzó a desabrocharse la camisa.

―Estoy embarazada ―ella dijo.

Connor dejó de moverse. En la penumbra, vio dos marcas rojas en la prueba de embarazo que estaba en la mesita de noche.

―Entonces felicitaciones ―respondió fingiendo alegría, pero su rostro estaba lleno de decepción.

―Felicidades a ti también ―susurro débilmente Juliette.

Connor miró fijamente a la chica frente a él y por un instante tuvo el impulso de quitarle la venda de los ojos, pero no lo hizo. Se cerró nuevamente la camisa y se acercó para besarla en los labios.

―Le pediré a Brenda que cuide más de ti. Debes traer a este mundo a un niño sano. ―dijo al momento que se alejaba ―También puedes seguir viviendo aquí, te ayudaré con las mensualidades de la universidad.

Ella asintió.

Connor no sabía por qué había dicho lo que dijo, por lo general es de pocas palabras, pero hoy fue diferente. Tenía la férrea necesidad de no querer apartarse de ella y tenía miedo de lo que eso podía significar si buscaba respuestas.

«No confundas las cosas, Connor. Tú y ella solo tienen un acuerdo, necesitas este bebe porque hay planes más grandes esperándote. ¡No dejes que nada ni nadie te saque del camino!»

Pensando en esto, se dijo que era hora de irse.

―Cuida bien del bebe y dile a Brenda lo que necesites ―fue lo último que dijo antes de salir.

―Supongo que ya no nos volveremos a ver ―Juliette susurro mientras escuchaba que se cerraba la puerta. ―¿En qué estabas pensando? ¡Qué tonta eres al hacerte ilusiones!

Ella se consoló a sí misma diciéndose que seguramente eran las hormonas por el embarazo, que la hacían suponer cosas tontas.

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