CAPITULO 5

CAPÍTULO 5

Una semana después, Juliette iba a una entrevista de trabajo.

―¿Tienes que vestirte tan elegante? Es solo una entrevista para tocar en una banda ―Raquel le dijo a su amiga que se miraba por tercera vez en el espejo.

En realidad, Juliette se sentía un poco rara, después de que convirtió en madre, abandono los zapatos de tacón y los vestidos y faldas. Por lo general usaba jeans y camisetas y por supuestos zapatos que le resultaran bastante cómodos.

―Bueno, por lo que investigue el estudio, está solicitando a la mejor de la ciudad ―se giró para mirar a su amiga ―Por lo que escuche, tocara en el cumpleaños número ochenta de un importante empresario. Así que tengo que ir lo mejor posible.

Raquel silbó sorprendida.

―Bueno, si hablan de empresarios entonces hay buena paga. ¿Sabes qué empresario es?

Juliette reflexiono un segundo y después de recordar dijo.

―Rotchild, Ferguson Rotchild.

―¡Vaya! Entonces tendrás que esmerarte, los Rotchild son tan ricos como creso y ahora que el nieto mayor está al frente de todo, sus riquezas aumentaron considerablemente. Se puede decir que está al mismo nivel que los Montgomery, los Kingston y los King.

―¿Quiénes son ellos? ―pregunto Juliette con curiosidad.

―Las tres familias más influyentes de Seattle y déjame decirte que los hombres que están al frente de cada una están para comérselos, uno mejor que el otro ―suspiro melancólica ―Es una lástima que estén todos casados.

―¿Todos?

―Bueno, a excepción del nieto de Ferguson ―Raquel sonrió divertida ―Se dice que es gay, nunca lo han visto con una mujer, aunque tiene un hijo, eso es lo extraño.

―Bueno, quizás tuvo una aventura y se quedó con el niño. Si es rico, lo más probable es que no quiera involucrarse con mujer sin su mismo estatus social.

Juliette se volvió a girar para darse una última mirada.

―¿Qué tal estoy?

―Preciosa ―dijo su amiga sonriendo.

Juliette se acercó y la beso en la frente.

―Es hora de irme.

―¡Ve a obtener ese trabajo, amiga! ―exclamo Raquel mientras la veía alejarse.

Cuando Juliette llego al estudio de música, había unos pocos aspirantes, no obstante su belleza se robó la atención de todos. Dentro en la sala de entrevistas, Connor, revisaba personalmente cada hoja de vida de los postulantes. Quería que todo saliera perfecto, por lo que había hecho tiempo en su apretada agenda para estar hoy aquí.

Al considerarse la fiesta del año, muchos estudios se ofrecieron a encargarse de la música del evento, sin embargo, el abuelo de Connor tenía especial preferencia por la música clásica, por lo que él, quería que el mejor pianista de la ciudad tocara unas cuantas canciones para durante la fiesta.

En este momento, ha entrevistados a varios, pero ninguno lo considera el ideal. Su asistente le entrego dos nuevas carpetas y cuando abrió la primera sus ojos se abrieron sorprendidos.

«¿Es ella?»

Los ojos de Connor se posaron en la fotografía de Juliette, reconociéndola de inmediato. Su corazón se agitó de repente y su sangre pareció volverse más líquida. Fue tanta su impresión que sus manos temblaron ligeramente.

Estaba a punto de hablar cuando Juliette entro para ser entrevistada. No obstante, uno de los organizadores se había percatado que ella no tenía experiencia, así que, tratando de despedirla de inmediato, le dijo.

―¿No leíste las especificaciones? Queremos pianistas con experiencia y tú no tienes ninguna. ―dijo el hombre en tono mordaz.

A pesar de que Juliette sabía tocar el piano, solo había trabajo unas pocas veces cuando su padre fue encarcelado y mientras estuvo fuera de todos estos años, nunca más toco a excepción de cuando Madison se lo pedía. Sin embargo, estaba segura de poder hacerlo bien, se consideraba buena en ello.

―Lo sé, pero…

―Lo lamento, si no tienes al menos un año de experiencia, no te molestes en venir. Ahora, vete…

―Déjala ―la voz de Connor rompió las palabras del organizador. Esta fue la primera vez que hablo durante la entrevista.

Juliette se congeló cuando escucho la voz, de alguna manera se le hizo conocida, y sin razón alguna su corazón se aceleró, busco a su dueño de la voz, pero no lo reconoció. Por lo que aparto los ojos rápidamente.

En cambio, Connor no podía apartar los ojos de ella, y cuanto más la miraba, más seguro estaba de que era ella.

En ese entonces solo tenía dieciocho años, pero ahora tiene veinticinco, su inocencia se ha desvanecido dando paso a la madurez y eso la hacía ver más encantadora.

Mirando sus labios rosados carnosos, Connor recordó esas noches hace siete años, cuando ella se había entregado a él sin reservas y él había disfrutado cada momento con ella. Nunca imagino que después de tantos años, volvería a sentir lo que, en ese entonces, pero verla nuevamente hizo que su cuerpo dormido despertara.

Se moría de ganas de ir donde ella y abrazarla, besarla, amarla.

Por otra parte, Juliette estaba inmóvil esperando se le diera la orden de tocar, y claramente podía sentir la mirada abrasadora del hombre frente a ella, en ese momento sabía que estaba vestida, pero él la hizo sentir desnuda. Cuando el organizador le dio la orden de comenzar, ella tocó una pieza por completo, y a pesar de que estaba nerviosa, fue una interpretación perfecta y todos en el salón se quedaron atónitos.

Cuando termino la canción, se preparó para las preguntas, y fue en ese momento que Connor hablo.

―Señorita, Evans, ¿está casada?

Todos los presentes se sorprendieron. De hecho, era una pregunta muy abrupta y personal, pero ninguno se atrevió a decir nada en contra de Connor.

―Yo… no estoy casada, señor ―Juliette hizo todo lo posible para estabilizar sus emociones, se dijo que tenía que ganar esta entrevista, que tenía que ser responsable de su hija. Aunque no entendió el porqué, no tuvo más remedio que responderla.

―¿Entonces es soltera? ―pregunto Connor nuevamente, esta vez con más interés.

―Bueno, soltero como tal… no, señor. ―Juliette pensó en Madison, así que respondió con sinceridad.

Connor frunció el ceño y apretó la hoja con fuerza, todos a su alrededor percibieron su mala cara y aunque les causo curiosidad, no se atrevieron a preguntar. Juliette que busco la voz de Connor lo miro de nuevo y de nuevo volvió a tener esa sensación.

«¿Por qué siento tanta familiaridad?»

Lo miro fijamente y se le hizo guapo, calculo que debía tener algunos treinta y tantos, cabello rubio oscuro, nariz perfilada, rostro de revista y sus ojos, eso fue lo que más le llamo la atención. Estos eran del mismo color que los de su hija.

«¿Es por eso que me siento así, por qué me recuerda a Madison?»

Connor vio su lucha interna y pregunto.

―¿Qué sucede señorita Evans?

―¡Oh, nada, nada, señor!

Connor la miro un por tiempo y después de reflexionarlo, tomo finalmente una decisión.

―Retírate y espera mi llamada.

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Después de llegar a casa, Juliette le contó a Raquel lo sucedido.

―¿De verdad, te pregunto eso? ―la joven estaba desconcertada.

―Si, aunque me pareció fuera de lugar, mi vida privada no tiene por qué interesarle.

―Bueno, quizás nada más tenía curiosidad. ¿Y qué le respondiste?

―La verdad, que no estoy casada. ―después de que dijera esto, Madison salió de la habitación y se arrojó a sus brazos.

―¡Mami, llegaste!

La pequeña pelirroja parecía tener baterías inagotables, incluso Raquel, que estaba a acostumbrada a los niños, dijo que era demasiado.

―Hola, mi princesa, ¿no le diste mucho trabajo a la tía Raquel, verdad? ―Juliette pregunto a sabiendas.

―Nop, me porté bien, mami.

―Por supuesto ―Juliette respondió mientras abrazaba a su hija y le guiñaba un ojo a su amiga.

―Bueno, espero que consigas el trabajo, mira que te hace falta. Las cosas han cambiado mucho por acá en los últimos años y ahora no solo puedes pensar en ti, sino también en Madison.

―¿Mama vas a trabajar todo el día? ―pregunto la pequeña haciendo un puchero.

―Si corazón, mama, solo trabajará un par de horas y mientras tanto te quedarás con la tía Raquel, ¿vale?

―Extraño estar en casa de la tía Mónica ―se lamentó.

―Lo sé, lo sé. Pero te prometo que iremos en las vacaciones escolares.

―¿Lo prometes?

―Que me crezca la nariz si no lo hago ―dijo Juliette sonriendo.

La pequeña asintió y salió corriendo dando saltos hacia su habitación.

El tiempo que habían estado en Montana se estuvieron quedando en casa de una tía paterna, y aunque ella las acogió con cariño, Juliette estaba consciente que, si se quedaba allí, nunca podría darle un futuro a su hija.

―De verdad espero que Madison pueda vivir una vida más cómoda, solo tiene siete años y ya ha tenido que enfrentarse a las vicisitudes de la vida. Juliette… ― Raquel, siempre había tenido curiosidad por saber quien era el padre de la hija de su amiga y aunque muchas veces toco el tema, Juliette siempre lo evadió.

Sin embargo, ahora que estaban Seattle, quizás se animaría a hablar finalmente.

―Sé lo que vas a preguntarme, conozco esa expresión.

―No es que me guste el chisme, pero…, ya que estás de nuevo aquí, ¿Por qué no buscas al padre de Madison? Tiene la obligación de…

―Porque no sé quién es. ―finalmente lo dijo. ―En ese entonces no te dije la verdad, pero me postulé en una agencia de vientres de alquiler. Nunca le vi el rostro.

―¡¿Qué?!

―Estaba desesperada, Raquel. Mi única familia estaba tras las rejas acusada injustamente, ¿Qué querías que hiciera?

―No, no, no te juzgo, pero no voy a negar que me sorprende. ―la joven, la miraba sin poder creerlo.

―Y eso no es todo ―Juliette bajo la voz y miro hacia la habitación de su hija. ―Madison, tiene un hermano. ―susurro.

―¡¿Tiene un hermano?!

―Quieres bajar la voz. Ella no lo sabe ―Juliette dijo entre dientes. ―Tuve gemelos, pero solo me llevé uno.

―Esto es… esto es… parece una telenovela. ―Raquel abrió y cerro los labios. ―¿Marcos lo sabe?

―Sí, él fue quien me llevo a ellos. Le pedí que no dijera nada.

―Quien lo ve, guarda secretos con quien le conviene, una vez le pedí lo mismo y me echo de cabeza con papa. Pero a todas estás, ¿Por qué te llevaste uno? Son tus hijos, debiste llevarte los dos.

Juliette cerro los ojos y su rostro se llenó de dolor como si estuviera viviendo otra vez el momento.

―Fue la decisión más difícil de mi vida, y créeme que no ha habido un día que no me arrepienta. Pero en ese momento era joven y estaba mu asustada. Había firmado un contrato, supuse que el comprador querría un hijo varón, las grandes familias lo hacen. Así que me lleve a Madison, pensando que no tendría las mismas oportunidades que su hermano.

Raquel la miro en silencio tratando de entenderla. No era nadie para juzgarla, pero si estuviera en esa posición, quizás se hubiera llevado a ambos.

―¿Y esa persona sabia que ibas a tener mellizos?

―Supongo que no, en los ultrasonidos nunca se descubrió, siempre hablamos de uno. Ese día mi parto se adelantó y no fue hasta que Marcos me llevo que supe que eran dos. Así que, pensando que él tampoco lo sabía, me lleve uno.

―¡Tú y Marcos están locos! Ahora entiendo por qué renuncio poco tiempo después, siempre me pareció extraño. Amaba demasiado su labor en el hospital.

―Dejar a mi hijo y haber destruido la carrera de Marcos son dos culpas que siempre he llevado.

Raquel se levantó y se sentó junto a su amiga.

―No te tortures, igual, Marcos ahora ejerce, pero independiente y le va bien. Además, no creo que él te culpe, conociendo lo que siente por ti, estoy segura de que lo volvería a hacer si se lo pidieras.

Juliette suspiro y dejo caer la cabeza en el hombro de su amiga.

―Eso es otra cosa ―hizo una pausa preparándose para los alaridos emocionados de Raquel ―Me pidió que fuera su novia.

―¡Lo sabía! ―la chica exclamo y dio pequeños saltos de felicidad ―Le dijiste que si, ¿verdad?

Juliette la miro y negó con la cabeza.

―¿Te negaste? ¡Oh vamos, Juliette! No lo puedo creer, mi primo está como quiere y babea por ti desde hace años. ¿Es que piensas quedarte solterona o qué?

―No es eso…

―¿A ver qué te lo impide? Ni siquiera has pensado en Madison, solo tiene siete años y como cualquier niño de su edad, necesita un padre. No es por nada, pero, Marcos sería el padre ideal.

―Lo sé, pero…

Juliette no sabía cómo decirlo. Sabía que la llamaría desquiciada por tener sentimientos hacia un hombre cuyo rostro no conocía. Pero no se puede luchar contra el corazón, durante siete años, ha soñado con él, cada noche ha repetido en su memoria ese único mes que vivieron juntos.

―¿Juliette? No me digas que… ―Raquel la conocía demasiado bien y sobre todo esa expresión en su rostro ―¡¿Te enamoraste de un desconocido?!

―Shhh, baja la voz.

―¡Estás loca, definitivamente loca! Me acabas de decir que no sabes cómo es, y solo fue una transacción. No puedo creerlo.

Juliette iba a replicarle a su amiga cuando sonó su celular, aprovechando el momento, lo agarro con rapidez.

―¿Hola?

―¿Juliette? ― del otro lado, una voz grave y magnética hizo que se estremeciera y su corazón se agitara. De repente se puso nerviosa y sus manos temblaron ligeramente.

―Si… soy yo.

―Tiene que presentarse mañana, le enviaré la dirección.

―Perdón, pero ¿Quién habla?

―Connor Rotchild ―el hombre dijo con extrema lentitud. ―El que te entrevisto hoy.

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