Había pasado una semana desde que hablé con Rebecca y desde ese día no he logrado acercarme a ella para intentar convencerla. Mañana es el último día para presentar los papeles de ingreso y si no logro que ella los firme hoy; podre despedirme de mis sueños de una vez por todas.
Hoy haré algo que sé que la enojará mucho y espero que funcione.
Eran las 8 de la noche y la cena familiar se serviría en 10 minutos, esta era la oportunidad de que por fin me escuchara, así que me puse de pie; agarré mi sobre y me armé de valor mientras iba hacia el comedor.
Y ahí estaban; ella y su esposo esperando que terminen de servirles la cena,
—Permiso — dije sin más y avancé asta ellos, la cara de Rebecca cambio de tierna a odio al verme parada ahí
—¡¿Qué haces aquí?!— soltó sin más, mientras me fulminaba con la mirada,
—Quiero que firmes mi beca para ingresar a la universidad— contesté seriamente.
—Tú con una beca, no me hagas reír Fernanda. Retírate antes de que te saque de los pelos de aquí.
—Es verdad; aquí está. La gané con esfuerzo y no necesitas pagar nada, solo firmarla— contesté, pero antes de levantarse de la mesa e insultarme; José se dirigió a mí,
—Muéstrame lo que tienes en las manos.
Inmediatamente le entregue el sobre con temor,
—Cariño no pierdas tu tiempo en esta malcriada — insistió Rebecca,
— Silencio, quiero ver que tiene en el sobre; si se atrevió a pararse frente a mí debe ser importante — aclaró sacando los papeles con pocas ganas, disponiendoce a leer cada uno a detalle,
— Interesante —repitió sin más tras varios minutos.
—Rebecca firma los papeles ahora — saco un bolígrafo de su saco y se lo dio,
— Pero cariño…
— ¡Pero nada que los firmes he dicho! — respondió golpeando la mesa con fuerza,
— Bueno, está bien; no te enojes.
Firmo los papeles y se los dio sin decir más. Él los guardó en el sobre y me observó con firmeza
—Listo, ahí lo tienes; ahora agarra solo lo que trajiste de tu pueblo y lárgate de mi casa sin decir nada. No quiero volver a verte aquí nunca. — replico las últimas palabras y me dio el sobre,
— Muy bien señor, ya mismo me iré y gracias— le contesté, sintiendo como mi corazón martilleaba en mi pecho.
Me fui muy rápido del comedor antes de que dijeran algo más. Clara, Blanca y Renato estaban en la cocina esperándome pálidos
— Pero niña que has hecho —dijo Blanca con cara de susto,
— Lo que tenía que hacer joder — contestó Renato recostándose al marco de la puerta
— Mi niña que harás ahora, ya no puedes quedarte aquí, te han echado — pronuncio Blanca comenzando a llorar,
—Cálmate, ella no está sola; nos tiene a nosotros — contestó Clara; dándome un abrazo que me hizo bien, estaba muy asustada; pero su calor me calmó y me dio ánimos; a pesar de todo aún los tenía a ellos y mi sueño estaba un paso más cerca de cumplirse.
Clara me ayudó a armar mi bolso junto a Blanca
—Listo mi niña, creo que ya guardamos todo —sollozó Blanca y al escucharla dejé lo que estaba haciendo y fui junto a ella para abrazarla con fuerza,
—Gracias tía— le dije con cariño, a lo que ella secó sus lágrimas y me sonrió, correspondiendo a mi abrazo con la misma intensidad,
—Vamos Fer ya es hora— interrumpió Clara,
—Hoy te quedarás en mi casa y mañana temprano irás a registrarte en la universidad,
— Si abuela — respondí con alegría.
Agarré mi mochila y Renato me ayudó con lo más pesado y así marchamos juntos; los cuatro hasta la casa de Clara.
Al salir de la casa grande la miré por última vez, en mi corazón sentía alegría y un gran alivio al dejar ese lugar por fin, me enganché al brazo de Clara y Renato y nos fuimos charlando todo el camino.
Después de dejar las cosas en la casa y que mi abuela me mostrara todo el lugar, Renato nos invitó a cenar a un pequeño restaurante que había a dos cuadras.
—Buenas noches — dijo el mesero,
— Mesa para cuatro— replicó Renato,
— Muy bien por aquí, por favor— seguimos al mesero hasta una linda mesa de cuatro sillas cerca de la ventana que daba a la calle.
Luego de tomar asiento Renato pidió unas cervezas para los adultos y un refresco para mí. Para comer una pizza con queso y panceta y unas papas fritas para acompañar.
El mesero sirvió cada vaso y se retiró, en tanto que Renato levantó la botella de cerveza y cargó un poco de ella en mi vaso,
—Como hoy es un día de festejo y estás con nosotros; podrás tomar tu primer vaso de cerveza con refresco— sonrió,
Clara levantó el suyo y propuso un brindis
—Brindemos para que todo te vaya bien a partir de ahora, que tu sueño se haga realidad y que nunca te olvides de estos tres viejos que te quieren tanto.
—Así es— dijo Blanca levantando el suyo,
luego Renato y yo nos unimos al brindis,
—¡Salud! — se escuchó unánime mientras los vasos chocaron entre sí,
— Gracias a todos por quererme y haber estado para mí desde que llegué, jamás me olvidaré de ustedes y mucho menos los dejaré de ver, ustedes son mi familia— les dije mirándolos a cada uno con una gran sonrisa.
La cena transcurrió entre risas, chistes y gratas charlas; comiendo con ganas y vaciando los vasos. Antes de que termináramos Renato sacó un regalo de su bolso y me lo dio
—Este regalo es de parte de los tres —lo miré con cara de sorpresa y tomé el obsequio
—Ábrelo anda— dijo Clara con entusiasmo, mientras Blanca sacudía la cabeza en forma de aprobación.
Rompí con cuidado el papel y vi una linda cajita y un sobre. Al abrir la caja observé un lindo celular de carcaza roja. No pude aguantar la emoción y pegue un pequeño grito de alegría, al abrir el sobre; me quede sin palabras pues era efectivo. Los miré con cara de asombro y melancolía a lo que Clara contestó
—Ese dinero es para que puedas empezar en la universidad sin muchas dificultades, no es mucho; pero es de parte de los tres con mucho cariño.
— ¡Son 1500 dólares! — exclamó Blanca con emoción.
Renato me miro serio y antes de que yo pudiera negarme me dijo
—No vamos a aceptar un no como respuesta; ese dinero es para ti, has sido como nuestra hija desde que llegaste a la casa grande, acéptalo y úsalo con conciencia.
En ese momento rompí en llanto; pero de felicidad, no pude decir nada, solo los abracé y les di un beso en la mejilla a cada uno agradeciéndoles con el corazón lo que hacían por mí, sabía que el reunir aquel dinero había sido una tarea que les había llevado meses y ese esfuerzo era muy valioso para mí.
Antes de irnos del restaurante, el camarero nos sacó una foto a los cuatro juntos, foto que puse como fondo de pantalla en el celular para recordar ese lindo momento con las personas que quiero.
Al volver a la casa de Clara me despedí de Blanca y Renato que volvieron a la casa grande, Clara armó la cama que tenía cerca de la suya y ambas nos pusimos cómodas y nos acostamos; no sin antes comer una tableta de chocolate y ver una peli de esas que nos gustaba tanto.
A la mañana siguiente opté por levantarme temprano, ya que no tenía sueño por la emoción que sentía, me di una ducha y fui hacia la cocina en donde Clara me había dejado el desayuno antes de irse a la casa grande. Junto al desayuno había una nota que decía: “Mi niña cierra bien la puerta antes de salir y ten mucho cuidado, te dejé la llave en el cajón del mueble de la entrada; en la noche nos vemos. Con cariño tu abuela”. Guardé la nota en mi cuaderno y lo guardé en mi bolso junto al sobre de la universidad, documentos y demás. Tomé mi desayuno, guardé mi celular y marché rumbo a la oficina de la universidad. Luego de caminar por un largo rato y tomar el bus, por fin llegué a mi destino, estaba muy emocionada, así que apreté mi bolso en mi pecho y entre; caminando directo hacia la recepción, —Buenos días — saludé a la recepcionista con apuro, —Hola; buenos días, ¿qué necesitas? — Vengo a entregar los papeles y la autorización para ingresar— le comenté con una sonrisa,
Al bajar del auto tomé mi bolso y una de las cajas del maletero, mi tío me siguió con las cosas faltantes, nos guiamos por los carteles y llegamos a un edificio muy bonito adornado como todo el lugar, — Hola — nos saludó una señora de pelo dorado con un uniforme de seguridad mientras nos abría la puerta, — Hola, buenas tardes— respondí con impaciencia, — Soy Doroti la guardia de la residencia número tres de estudiantes— se presentó formalmente, — Un placer me llamo Fernanda, mi habitación es la numero 16— le dije con emoción, — Muy bien sube las escaleras, la tercera puerta a la derecha. Por favor que tu acompañante no demore mucho, ya que no está permitido que hombres entren en la residencia de las chicas— nos indicó amablemente, — Gracias Doroti y entendido no demoraremos mucho— le hice una señal a mi tío para que me siguiera y caminamos rumbo a la habitación. Luego de dejar las cosas en la cama que elegí, acompañé a mi tío hasta el auto donde nos despedimos y me
El primer mes ha pasado volando y ya se han formado los “grupitos”. Están los populares, que se dividen en dos grupos; el primero son las divas, así se hacen llamar ellas. Son un grupo de 5 chicas, todas muy bonitas, de padres adinerados y creencia de princesas, la cabecilla del grupo es Andrea, una rubia muy despampanante, alta; curvilínea, de ojos azules, ella es la hija del director. Las gemelas Leticia y Laura, dos chicas muy operadas que prefieren arreglar todo de forma carnal; con poco cerebro, son idénticas y usan el pelo largo; Andrea con ondas en un tono rojizo y Laura lo tiene lacio y castaño, ambas tienen ojos color ámbar. Luego está Tiana, una morocha con cuerpo de ensueño; tiene el cabello negro y rizado, sus ojos son cafés; novia del colíder de futbol a la que solo le importan las apariencias y por último la pobre Luisa, que es una chica linda, altura promedio; cuerpo pequeño sin muchas curvas, su piel tiene un perfecto tono rosa que la hace parecer muy delicada;
Después de pasar el fin de semana armándome de valor y buscando un plan que me ayudé a acercarme al grupo Puños me di por vencida, ya era lunes y no tenía nada, solo una cara de muerto viviente que ni yo misma aguantaba, — Hola chicas, ¿cómo están? — salto a nuestro lado Luca, con tres cafés en las manos, —Oh, por tu cara veo que horrible— aclaró mientras hacía ademanes de dolor, —Toma; anda luego de un café, te sentirás mejor— nos pasó los vasos de café y se puso a tomar el suyo mientras esperábamos para entrar a clase. Cuando la hora llegó e íbamos entrando al aula; no me di cuenta de que Bruno estaba parado cerca de la entrada, este no perdió la oportunidad de hacerme una zancadilla y mi café terminó sobre el uniforme de Renata. Al levantar los ojos me quede helada; esa mujer quería matarme lo decía con la mirada, mientras alejaba de su piel la tela caliente por el café. Renata era una mujer con buenas curvas, su piel era blanca y su cabello lo llevaba suelto, hasta sus ca
De repente unos gritos y un silbato se empezaron a escuchar, —¡Hey!, ¿qué pasa ahí? (silbatazos) —No deben estar afuera a esta hora, ya sonó el toque de queda. (silbatazos) Mientras la persona de uniforme se acercaba, Renata y los otros dos se fueron, — Te salvó la campana— fue lo que me dijo antes de irse. —Fernanda, ¿estás bien? — fue lo último que escuché antes de caer desplomada al piso. Cuando recobré mis sentidos, me encontraba en la enfermería; giré suavemente la cabeza y noté a mi amiga sentada a mi lado tomándome la mano, —Fer; hola nena, ¿cómo te sientes?, ¿te duele algo, llamo a la enfermera? — en sus ojos podía ver lo preocupada que estaba por mí, —Tranquila, estoy bien, solo me duele un poco la cabeza— me senté en la camilla con cuidado, — ¿Cómo llegué aquí? — le pregunté mientras ella me daba un vaso de agua y una pastilla que tomé inmediatamente, —Fue Doroti, ella vio a un grupo de estudiantes fuera después del toque de queda y cuando se acercó
Ya habían pasado dos horas y no habíamos avanzado más de dos hojas, — Vamos Dilan presta atención no es tan difícil. — Uff, esto es muy aburrido; porque mejor no vamos a tomar algo por ahí— cerro su libro sin mucho afán, — No, de aquí no te vas hasta que no entiendas lo que vengo explicándote hace dos horas. — ¡Ja!, te crees muy sabionda— chisto Jesua tirando el cuaderno por encima de mi cabeza, — Vasta, quietos; no tiren los libros— les pedí comenzando a impacientarme, — ¿Acaso los compraste tú? — refutó Renata con seriedad, mientras jugaba con una navaja de bolsillo. — Levanten el culo, tenemos asuntos que atender ahora— soltó sin más Matt que se había dignado a aparecer y sin darme tiempo a nada ya estaban los cuatro yéndose y dejándome ahí como idiota otra vez, — Espera, aún no hemos terminado— grité sin que ninguno de ellos me prestara atención. Me levanté lo más rápido que pude, corriendo hacia ellos y pare a Matt en seco dándole un tirón de su campera,
El día estaba horrible, la lluvia chocaba con fuerza en la ventana y la última clase del día se había suspendido por el mal tiempo. Así que tenía un poco de tiempo libre extra y decidí sentarme en una de las mesas apartadas de la biblioteca, saqué mis auriculares y puse algún tema de esos que calman el mal genio, contemplando como caían las gotas por la ventana y así me quedé un largo rato. De repente un estruendo me sacó de mis pensamientos, era Matt que más que sentarse; se dejó caer en la silla que estaba frente a mí. Note que me decía algo; así que opte por pausar mi música, — ¿Dijiste algo? — le pregunté y él me miró con cara de fastidio, volviendo a hablar, — Ahí lo tienes, espero que estés satisfecha ahora por quitarme horas de sueño en bobadas. Observé la mesa y estaba el sobre que le había entregado la tarde anterior, — Ah eso. Luego lo veo y te digo si está bien o no— le aclaré sin muchas ganas. Volví a poner mi música y mirar por la ventana ignorándole por com
—¡¡¡Buenos días!!!— abrí los ojos con pereza y vi la sonrisa de Lupe con todos los pelos enredados y un regalo en las manos, —¿Creíste que me olvidaría de que ayer era tu cumpleaños? — me dijo con emoción mientras extendía los brazos para que agarrara el regalo, — Gracias Lu, no te hubieras molestado— le dije luego de tomar el mismo con una sonrisa, — No es molestia alguna, eres mi mejor amiga. Anda ábrelo. Me senté cómodamente en la cama y abrí el obsequio rompiendo el papel frente a los ojos de Lupe que se veía muy ansiosa, — Oh, es precioso Lu — era un hermoso peluche blanco con un corazón en las patitas que decía “eres mi mejor amiga”, — Me alegro de que te guste, me tomo mucho tiempo decidirme— me aseguró con franqueza apoyando una mano en su pecho, — Si me encanta, dormirá conmigo desde hoy. Lupe puso su pelo hacia atrás y se sentó en la punta de la cama, mirándome con curiosidad, — Ayer fui a buscarte a la biblioteca y te vi saliendo de ella con Matt— pro