Al bajar del auto tomé mi bolso y una de las cajas del maletero, mi tío me siguió con las cosas faltantes, nos guiamos por los carteles y llegamos a un edificio muy bonito adornado como todo el lugar,
— Hola — nos saludó una señora de pelo dorado con un uniforme de seguridad mientras nos abría la puerta,
— Hola, buenas tardes— respondí con impaciencia,
— Soy Doroti la guardia de la residencia número tres de estudiantes— se presentó formalmente,
— Un placer me llamo Fernanda, mi habitación es la numero 16— le dije con emoción,
— Muy bien sube las escaleras, la tercera puerta a la derecha. Por favor que tu acompañante no demore mucho, ya que no está permitido que hombres entren en la residencia de las chicas— nos indicó amablemente,
— Gracias Doroti y entendido no demoraremos mucho— le hice una señal a mi tío para que me siguiera y caminamos rumbo a la habitación.
Luego de dejar las cosas en la cama que elegí, acompañé a mi tío hasta el auto donde nos despedimos y me quedé mirándolo hasta que se perdió en la lejanía, respiré profundo; me di ánimos y volví a mi residencia.
Al llegar a la puerta noté que la otra etiqueta con el nombre de mi compañera de cuarto ya no estaba, así que supe que también había llegado, abrí la puerta y entre. Apenas puse un pie dentro, vi a una chica de estatura baja y un cuerpo bien proporcionado, pelo rojizo hasta la mitad de la espalda; su piel parecía de porcelana y tenía pecas. Usaba lentes grandes ocultando sus ojos celestes mientras luchaba con subir una maleta a la cama,
— Permíteme ayudarte — le dije sin pensar y upé la maleta del lado contrario a ella para así dejarla sobre la cama,
— Emm gracias — sonrió mirándome avergonzada,
— Soy Lupe, supongo que eres mi compañera de cuarto— se presentó, acomodando sus lentes,
— Hola, encantada de conocerte mi nombre es Fernanda, pero puedes decirme Fer, espero que podamos llevarnos bien.
Luego de unos segundos sin decir nada; ambas nos echamos a reír, parecíamos dos tontas paradas ahí mirando el suelo como si este se fuera a romper.
Cada una pasó la tarde desempacando y organizando sus cosas en los estantes, entre charlas, chistes, risas y música variada para conocernos más. A las siete fuimos juntas hasta el edificio principal, donde estaban reunidos todos los estudiantes, profesores; trabajadores de distintos rubros y el director,
— Muy buenas tardes a todos los estudiantes. Espero que las vacaciones hayan sido de su agrado y estén aquí para un nuevo año lleno de aprendizaje y ganas de superarse, este año le damos la bienvenida a esta gran familia, a 60 nuevos estudiantes y a la señora Grecia, nuestra nueva consejera escolar — explicó el director mientras seguía con su largo discurso, presentaciones; mandatos, horarios y reglas que todos debían recordar.
Luego de terminada la ceremonia de bienvenida; se nos entregó un libro de reglas y nuestros horarios del año escolar con el nombre de cada maestro, así como un mapa de toda la institución y una tarjeta de identificación que debíamos llevar con nosotros en todo momento. De regreso en la habitación caí rendida en mi cama y me quedé totalmente dormida, fueron muchas emociones para un solo día y esto recién comenzaba.
Por fin llegó el primer día de clase, luego de ducharme ya tenía mi uniforme puesto; una linda camisa blanca con el logo en el lado derecho del pecho, una pollera tableada color negro y con los bordes de un color rojo oscuro y haciendo juego con la pollera un lindo suéter con el logo en la misma parte que la camisa.
Me contemplé en el espejo de cuerpo completo que teníamos a los pies de la cama y decidí usar unas botas cortas; color negro que siempre amé y me resultaban cómodas, ya que no era una chica muy alta me dejaban con una altura natural, siempre fui delgada con un cuerpo bien proporcionado así que la ropa nunca fue un problema, solo me faltaban los detalles; decidí llevar mi pelo suelto por ser el primer día, así mis ondas se movían solas con el viento; puesto que me llegaban hasta las caderas en un tono negro y de maquillaje opte solo por usar delineador, ya que mi mirada verde claro resaltaba por sí sola y un brillo suave en los labios, pues mi piel tenía un tono muy natural y mis labios siempre tomaban un suave color rosa, nunca me gustó producirme mucho.
—¿Ya estás lista Fer? — me preguntó Lupe mientras se ponía el suéter,
—Sí, ya estoy; vamos— le contesté mientras me ponía mi perfume favorito y agarraba mi bolso. Así arrancamos juntas a la primera clase del día; Psicología.
Al entrar al aula buscamos los primeros asientos para sentarnos juntas. Ya había un par de estudiantes; cada uno en su mundo o ablando con sus colegas, yo solo respiré hondo y saqué mi cuadernola y la lapicera. Estaba impaciente por comenzar la clase, al cabo de unos minutos entro por la puerta el profesor Gutiérrez,
—Buenos días, alumnos; soy su profesor, el señor Gutiérrez. Conmigo tendrán la asignatura de Psicología— prosiguió dando su explicación sobre la materia y como la llevaría a cabo cuando el director apareció en la puerta interrumpiendo la clase,
—Permiso profesor aquí vengo a traerle dos nuevos estudiantes que fueron transferidos hoy — se excusó,
— Muy bien director, chicos adelante; pasen— pidió el profesor haciéndoles una señal con la mano para que entraran.
Me quedé en shock cuando reconocí a la primera persona que ingresó; era Bruno Ravanoch mi hermanastro,
—Por favor busquen asiento —dijo el profesor un poco impaciente al verlos tan lentos.
Bruno entró haciéndose el ganador; tirando piropos y guiños a cada chica linda que veía, su uniforme ajustado no dejaba mucho a la imaginación, si lo conoceré... su vida solo gira en gimnasios; chicas, ropa de marca; autos caros y un derroche del dinero de su padre.
Cuando pasó a mi lado me sonrió de forma espeluznante, yo intenté hacerme la que no lo vi y bajé mi mirada hacia mi cuadernola.
El segundo estudiante era diferente, entro y se sentó sin más; no dijo ni media palabra, era un muchacho con cuerpo de atleta, llevaba encima de su uniforme una campera de cuero negra y un colgante raro en el pantalón, en su cabeza tenía un gorro oscuro que dejaba a la vista algunos mechones de su pelo castaño y tenía una pequeña piedra en su oreja derecha. Su mirada color miel daba escalofríos, su piel tenía un tono avellano.
Si lo sé; parezco muy observadora, creo que esa es una de mis cualidades, pues nunca olvido una cara ni los detalles.
La clase transcurrió sin más interrupciones, Lupe se dio cuenta de que algo no andaba bien, solo me miraba con su rostro angelical y me sonreía de manera dulce para levantarme un poco el ánimo, por otro lado; yo no podía dejar de preguntarme que hacía Bruno aquí, él odia estudiar, si pasaba de clase en el colegio era solo por las “generosas” donaciones que realizaba Rebecca cada mes.
Desde que pisé la casa grande él se dedicó a humillarme, dejar en claro que era peor que una huérfana porque mi madre no me quería y mi padre ni siquiera me conocía, muchas tardes la pasé encerrada en el depósito de ejercicios del colegio solo porque él y su grupo me encerraban ahí y destruían mis pocos útiles. Solo lograba salir cuando el conserje escuchaba mi llanto y súplicas en la puerta.
Los fines de semana también eran difíciles, Bruno se divertía golpeándome con ramas o tirándome piedras solo porque vivía en su casa, nunca pude quejarme; ya que para Rebecca o José yo no era más que un estorbo.
Luego de la última clase regrese a mi habitación y pase el resto del día encerrada en mis libros y estudios, no quería pensar más; en lo malo de mi pasado, así que solo decidí esquivarlo lo más posible, solo espero que funcione.
El primer mes ha pasado volando y ya se han formado los “grupitos”. Están los populares, que se dividen en dos grupos; el primero son las divas, así se hacen llamar ellas. Son un grupo de 5 chicas, todas muy bonitas, de padres adinerados y creencia de princesas, la cabecilla del grupo es Andrea, una rubia muy despampanante, alta; curvilínea, de ojos azules, ella es la hija del director. Las gemelas Leticia y Laura, dos chicas muy operadas que prefieren arreglar todo de forma carnal; con poco cerebro, son idénticas y usan el pelo largo; Andrea con ondas en un tono rojizo y Laura lo tiene lacio y castaño, ambas tienen ojos color ámbar. Luego está Tiana, una morocha con cuerpo de ensueño; tiene el cabello negro y rizado, sus ojos son cafés; novia del colíder de futbol a la que solo le importan las apariencias y por último la pobre Luisa, que es una chica linda, altura promedio; cuerpo pequeño sin muchas curvas, su piel tiene un perfecto tono rosa que la hace parecer muy delicada;
Después de pasar el fin de semana armándome de valor y buscando un plan que me ayudé a acercarme al grupo Puños me di por vencida, ya era lunes y no tenía nada, solo una cara de muerto viviente que ni yo misma aguantaba, — Hola chicas, ¿cómo están? — salto a nuestro lado Luca, con tres cafés en las manos, —Oh, por tu cara veo que horrible— aclaró mientras hacía ademanes de dolor, —Toma; anda luego de un café, te sentirás mejor— nos pasó los vasos de café y se puso a tomar el suyo mientras esperábamos para entrar a clase. Cuando la hora llegó e íbamos entrando al aula; no me di cuenta de que Bruno estaba parado cerca de la entrada, este no perdió la oportunidad de hacerme una zancadilla y mi café terminó sobre el uniforme de Renata. Al levantar los ojos me quede helada; esa mujer quería matarme lo decía con la mirada, mientras alejaba de su piel la tela caliente por el café. Renata era una mujer con buenas curvas, su piel era blanca y su cabello lo llevaba suelto, hasta sus ca
De repente unos gritos y un silbato se empezaron a escuchar, —¡Hey!, ¿qué pasa ahí? (silbatazos) —No deben estar afuera a esta hora, ya sonó el toque de queda. (silbatazos) Mientras la persona de uniforme se acercaba, Renata y los otros dos se fueron, — Te salvó la campana— fue lo que me dijo antes de irse. —Fernanda, ¿estás bien? — fue lo último que escuché antes de caer desplomada al piso. Cuando recobré mis sentidos, me encontraba en la enfermería; giré suavemente la cabeza y noté a mi amiga sentada a mi lado tomándome la mano, —Fer; hola nena, ¿cómo te sientes?, ¿te duele algo, llamo a la enfermera? — en sus ojos podía ver lo preocupada que estaba por mí, —Tranquila, estoy bien, solo me duele un poco la cabeza— me senté en la camilla con cuidado, — ¿Cómo llegué aquí? — le pregunté mientras ella me daba un vaso de agua y una pastilla que tomé inmediatamente, —Fue Doroti, ella vio a un grupo de estudiantes fuera después del toque de queda y cuando se acercó
Ya habían pasado dos horas y no habíamos avanzado más de dos hojas, — Vamos Dilan presta atención no es tan difícil. — Uff, esto es muy aburrido; porque mejor no vamos a tomar algo por ahí— cerro su libro sin mucho afán, — No, de aquí no te vas hasta que no entiendas lo que vengo explicándote hace dos horas. — ¡Ja!, te crees muy sabionda— chisto Jesua tirando el cuaderno por encima de mi cabeza, — Vasta, quietos; no tiren los libros— les pedí comenzando a impacientarme, — ¿Acaso los compraste tú? — refutó Renata con seriedad, mientras jugaba con una navaja de bolsillo. — Levanten el culo, tenemos asuntos que atender ahora— soltó sin más Matt que se había dignado a aparecer y sin darme tiempo a nada ya estaban los cuatro yéndose y dejándome ahí como idiota otra vez, — Espera, aún no hemos terminado— grité sin que ninguno de ellos me prestara atención. Me levanté lo más rápido que pude, corriendo hacia ellos y pare a Matt en seco dándole un tirón de su campera,
El día estaba horrible, la lluvia chocaba con fuerza en la ventana y la última clase del día se había suspendido por el mal tiempo. Así que tenía un poco de tiempo libre extra y decidí sentarme en una de las mesas apartadas de la biblioteca, saqué mis auriculares y puse algún tema de esos que calman el mal genio, contemplando como caían las gotas por la ventana y así me quedé un largo rato. De repente un estruendo me sacó de mis pensamientos, era Matt que más que sentarse; se dejó caer en la silla que estaba frente a mí. Note que me decía algo; así que opte por pausar mi música, — ¿Dijiste algo? — le pregunté y él me miró con cara de fastidio, volviendo a hablar, — Ahí lo tienes, espero que estés satisfecha ahora por quitarme horas de sueño en bobadas. Observé la mesa y estaba el sobre que le había entregado la tarde anterior, — Ah eso. Luego lo veo y te digo si está bien o no— le aclaré sin muchas ganas. Volví a poner mi música y mirar por la ventana ignorándole por com
—¡¡¡Buenos días!!!— abrí los ojos con pereza y vi la sonrisa de Lupe con todos los pelos enredados y un regalo en las manos, —¿Creíste que me olvidaría de que ayer era tu cumpleaños? — me dijo con emoción mientras extendía los brazos para que agarrara el regalo, — Gracias Lu, no te hubieras molestado— le dije luego de tomar el mismo con una sonrisa, — No es molestia alguna, eres mi mejor amiga. Anda ábrelo. Me senté cómodamente en la cama y abrí el obsequio rompiendo el papel frente a los ojos de Lupe que se veía muy ansiosa, — Oh, es precioso Lu — era un hermoso peluche blanco con un corazón en las patitas que decía “eres mi mejor amiga”, — Me alegro de que te guste, me tomo mucho tiempo decidirme— me aseguró con franqueza apoyando una mano en su pecho, — Si me encanta, dormirá conmigo desde hoy. Lupe puso su pelo hacia atrás y se sentó en la punta de la cama, mirándome con curiosidad, — Ayer fui a buscarte a la biblioteca y te vi saliendo de ella con Matt— pro
Me quedé sentada disfrutando mi trago y moviéndome al compás de la música, mientras observaba a las personas en la pista, era muy divertido verlos, algunas parejas estaban muy melosas; otros grupitos bailaban y se chocaban entre sí, habían muchas personas con sus propios estilos, en fin; mucho para ver. Mientras estaba en las nubes y contemplando la pista, alguien se sentó a mi lado sin que me diera cuenta, — Hola hermanita. Uff, esa vos otra vez no, fue lo primero que se cruzó por mi mente. — ¿Qué quieres?, ¿no tienes alguna chica por ahí con quien perder el tiempo?— soltó una risita y puso su mano en mi rodilla, — Ahí muchas sí, pero esta noche eres tú la que me interesa— se pegó más a mí, — ¡Quítate! — saque su mano y me alejé un poco, cosa que resulto en vano; ya que mientras más me alejaba, el más cargoso se ponía, — Anda, no te hagas la difícil. Sé que también estás loquita por mí— tomo mi mano apretándola a su pecho, — Ni en tus sueños, tú solo me das asco
— Pero mira a quien tenemos aquí— pronunció Darek, bajándose del auto, dirigiéndose al copiloto mientras miraba a Matt, — Nada más y nada menos que a una basura— añadió Antuan, —Más que una basura, es un pequeño mariconsito— aclaro Bruno escupiendo el piso, — Pero si son los tres cavernícolas más estúpidos de toda la uni— contesto Matt, mientras los miraba de arriba abajo sin perder detalle de sus movimientos. — ¿Creíste que tu jueguito de la semana pasada iba a quedar así? —aclaro mientras caminaba hasta quedar a unos pasos de distancia, — Nadie toca a uno de los nuestros y sale ileso— dijo Darek con un b**e en la mano, — Vamos a ver cuánto te dura la sonrisa una vez que hayamos terminado contigo— continuó Antuan recostado por la cajuela del auto. Matt luego de escucharles se giró en mi dirección, mirándome a los ojos, — Fer vete de aquí, ahora. —Pero… — quise negarme, y él apoyó su mano en mi hombro, —Quiero que te vayas… — pronunció con calma y pude ver en