De repente unos gritos y un silbato se empezaron a escuchar, —¡Hey!, ¿qué pasa ahí? (silbatazos) —No deben estar afuera a esta hora, ya sonó el toque de queda. (silbatazos) Mientras la persona de uniforme se acercaba, Renata y los otros dos se fueron, — Te salvó la campana— fue lo que me dijo antes de irse. —Fernanda, ¿estás bien? — fue lo último que escuché antes de caer desplomada al piso. Cuando recobré mis sentidos, me encontraba en la enfermería; giré suavemente la cabeza y noté a mi amiga sentada a mi lado tomándome la mano, —Fer; hola nena, ¿cómo te sientes?, ¿te duele algo, llamo a la enfermera? — en sus ojos podía ver lo preocupada que estaba por mí, —Tranquila, estoy bien, solo me duele un poco la cabeza— me senté en la camilla con cuidado, — ¿Cómo llegué aquí? — le pregunté mientras ella me daba un vaso de agua y una pastilla que tomé inmediatamente, —Fue Doroti, ella vio a un grupo de estudiantes fuera después del toque de queda y cuando se acercó
Ya habían pasado dos horas y no habíamos avanzado más de dos hojas, — Vamos Dilan presta atención no es tan difícil. — Uff, esto es muy aburrido; porque mejor no vamos a tomar algo por ahí— cerro su libro sin mucho afán, — No, de aquí no te vas hasta que no entiendas lo que vengo explicándote hace dos horas. — ¡Ja!, te crees muy sabionda— chisto Jesua tirando el cuaderno por encima de mi cabeza, — Vasta, quietos; no tiren los libros— les pedí comenzando a impacientarme, — ¿Acaso los compraste tú? — refutó Renata con seriedad, mientras jugaba con una navaja de bolsillo. — Levanten el culo, tenemos asuntos que atender ahora— soltó sin más Matt que se había dignado a aparecer y sin darme tiempo a nada ya estaban los cuatro yéndose y dejándome ahí como idiota otra vez, — Espera, aún no hemos terminado— grité sin que ninguno de ellos me prestara atención. Me levanté lo más rápido que pude, corriendo hacia ellos y pare a Matt en seco dándole un tirón de su campera,
El día estaba horrible, la lluvia chocaba con fuerza en la ventana y la última clase del día se había suspendido por el mal tiempo. Así que tenía un poco de tiempo libre extra y decidí sentarme en una de las mesas apartadas de la biblioteca, saqué mis auriculares y puse algún tema de esos que calman el mal genio, contemplando como caían las gotas por la ventana y así me quedé un largo rato. De repente un estruendo me sacó de mis pensamientos, era Matt que más que sentarse; se dejó caer en la silla que estaba frente a mí. Note que me decía algo; así que opte por pausar mi música, — ¿Dijiste algo? — le pregunté y él me miró con cara de fastidio, volviendo a hablar, — Ahí lo tienes, espero que estés satisfecha ahora por quitarme horas de sueño en bobadas. Observé la mesa y estaba el sobre que le había entregado la tarde anterior, — Ah eso. Luego lo veo y te digo si está bien o no— le aclaré sin muchas ganas. Volví a poner mi música y mirar por la ventana ignorándole por com
—¡¡¡Buenos días!!!— abrí los ojos con pereza y vi la sonrisa de Lupe con todos los pelos enredados y un regalo en las manos, —¿Creíste que me olvidaría de que ayer era tu cumpleaños? — me dijo con emoción mientras extendía los brazos para que agarrara el regalo, — Gracias Lu, no te hubieras molestado— le dije luego de tomar el mismo con una sonrisa, — No es molestia alguna, eres mi mejor amiga. Anda ábrelo. Me senté cómodamente en la cama y abrí el obsequio rompiendo el papel frente a los ojos de Lupe que se veía muy ansiosa, — Oh, es precioso Lu — era un hermoso peluche blanco con un corazón en las patitas que decía “eres mi mejor amiga”, — Me alegro de que te guste, me tomo mucho tiempo decidirme— me aseguró con franqueza apoyando una mano en su pecho, — Si me encanta, dormirá conmigo desde hoy. Lupe puso su pelo hacia atrás y se sentó en la punta de la cama, mirándome con curiosidad, — Ayer fui a buscarte a la biblioteca y te vi saliendo de ella con Matt— pro
Me quedé sentada disfrutando mi trago y moviéndome al compás de la música, mientras observaba a las personas en la pista, era muy divertido verlos, algunas parejas estaban muy melosas; otros grupitos bailaban y se chocaban entre sí, habían muchas personas con sus propios estilos, en fin; mucho para ver. Mientras estaba en las nubes y contemplando la pista, alguien se sentó a mi lado sin que me diera cuenta, — Hola hermanita. Uff, esa vos otra vez no, fue lo primero que se cruzó por mi mente. — ¿Qué quieres?, ¿no tienes alguna chica por ahí con quien perder el tiempo?— soltó una risita y puso su mano en mi rodilla, — Ahí muchas sí, pero esta noche eres tú la que me interesa— se pegó más a mí, — ¡Quítate! — saque su mano y me alejé un poco, cosa que resulto en vano; ya que mientras más me alejaba, el más cargoso se ponía, — Anda, no te hagas la difícil. Sé que también estás loquita por mí— tomo mi mano apretándola a su pecho, — Ni en tus sueños, tú solo me das asco
— Pero mira a quien tenemos aquí— pronunció Darek, bajándose del auto, dirigiéndose al copiloto mientras miraba a Matt, — Nada más y nada menos que a una basura— añadió Antuan, —Más que una basura, es un pequeño mariconsito— aclaro Bruno escupiendo el piso, — Pero si son los tres cavernícolas más estúpidos de toda la uni— contesto Matt, mientras los miraba de arriba abajo sin perder detalle de sus movimientos. — ¿Creíste que tu jueguito de la semana pasada iba a quedar así? —aclaro mientras caminaba hasta quedar a unos pasos de distancia, — Nadie toca a uno de los nuestros y sale ileso— dijo Darek con un b**e en la mano, — Vamos a ver cuánto te dura la sonrisa una vez que hayamos terminado contigo— continuó Antuan recostado por la cajuela del auto. Matt luego de escucharles se giró en mi dirección, mirándome a los ojos, — Fer vete de aquí, ahora. —Pero… — quise negarme, y él apoyó su mano en mi hombro, —Quiero que te vayas… — pronunció con calma y pude ver en
Los minutos se volvieron horas, hasta que por fin se abrió una de las puertas, —Familiares de Matt Otiglias— preguntó el médico. Una anciana; que estaba detrás de nosotros, se levantó lentamente y contesto, — Sí, soy yo la abuela de Matt. Los cuatro nos miramos con cara de asombro, no nos dimos cuenta ni en qué momento había llegado esa mujer que, a pesar de su edad, se veía muy fina y delicada. — Bien señora, su nieto se encuentra fuera de peligro, aunque tiene un par de costillas rotas y un hombro dislocado; estará bien. Al oír las palabras del doctor sentí que mi alma había vuelto a mi cuerpo, estaba contenta de saber que mejoraría, pero también me sentía muy culpable porque estaba así por defenderme. — Puedo pasar a verlo— preguntó la dulce anciana, a lo que el médico aceptó y se fue con ella rumbo al cuarto donde se encontraba Matt. —Bueno, yo me retiro. — agregó Jesua, haciendo un gesto con la mano y perdiéndose de vista. —Chicos, ¿por qu
Luego de un rato alguien entro en la habitación, — Ahí; perdónenme, no quería interrumpirlos— dijo su abuela mientras yo me alejaba de él a toda prisa, sonrojada y con el alma agitada, — Ho, hola Rosa— respondí con la vos temblando, — Tranquila, yo también tuve su edad, sabes— me dijo notando mi vergüenza, pero yo solo pude tomar mi bolso de la silla con apuro, —Bueno, debo irme, nos vemos luego— asentí y salí lo más rápido que pude de ahí antes de que pudieran decirme algo. Cuando llegué a la parada, respiré hondo y disfruté la brisa que refrescaba mi piel, mientras esperaba el bus para volver a la Universidad. Ya en camino, recordé a detalle lo que había pasado, aún sentía su calor en mis labios, los toque suavemente con los dedos y me quedé ahí recordando y grabando ese momento que para mí era tan especial, ese era mi primer beso. Coloqué mi mano sobre mi pecho y el solo hecho de recordarlo hacía que mi corazón se agitara de una forma que nunca antes había sen