Clara nació un año después que la guerra haya llegado a su fin, hija de una familia de ciudad, vivió sus años de infancia de manera tranquila, fue única hija de la pareja; su madre dedico su vida a su cuidado, siendo una ama de casa con mucho esmero, su padre trabajaba en una fábrica de textiles largas jornadas y amaba tocar el violín. Desde muy pequeña mostró su amor por la cocina, aprendiendo con su madre, cada receta y cada truco de familia que venía desde anteriores generaciones. A la edad de nueve años, por fin, sus padres lograron cumplir el sueño de sus vidas, la tan deseada casa propia, casa que cuando ellos faltasen sería de Clara. En sus años de juventud, Clara fue muy diferente a las demás chicas de su edad, ella no soñaba con un marido perfecto; al contrario, ella soñaba con conocer a alguien que fuese su par. Ambos trabajarían, ambos cuidarían del hogar, ambos soñarían con una familia muy numerosa. Al cumplir los dieciocho años, su padre falleció en un incendio ocurrid
Los días avanzaron con determinación, Aurora era una muy buena estudiante y aprendiz, todo lo que Juno le explicaba lo entendía a la perfección. Una tarde, un hombre que ella no conocía, llegó a la entrada y pidió ver al dueño de la casa a los gritos, Juno; que era el actual responsable por ambos hermanos, apresuró sus pasos para ver a aquel intruso. Llevándose una desagradable sorpresa al reconocer a uno de los hombres que tenían cautivo a su padre, desde la seguridad de la entrada de la casa, ella podía notar los movimientos nerviosos de este al escuchar las palabras del sujeto frente a él. Su preocupación solo fue en aumento al ver cómo Juno sacaba de la propiedad a aquel sujeto con amenazas. Uno de los trabajadores; se acercó a una distancia prudente del mismo con una escopeta en las manos, ese simple acto dejaba la hostilidad muy marcada en el ambiente. Ella caminó hacia él, que se mantuvo de pie en su sitio por un largo rato, apoyando su mano en su hombro con cautela, —
Un médico reconocido se enamoró de una bella mujer que llegó a su vida después de un accidente, ella era una arqueóloga de renombre; con una bondad enorme, para ella no había mal en el mundo; sino personas incomprendidas y malas decisiones. El amor entre ellos fue, a primera vista; amor que reflejo una unión que ni la muerte podría separar, misma que trajo a sus vidas el fruto más podrido de su preciosa historia, una bebé que sería el lado opuesto de todo lo que ellos representaban, una niña mala; egoísta, altanera; ventajosa, carente de humanidad; de bondad, a la que; de muy pequeña, dejaba notar el triste interés por lo material. Sus padres intentaron corregir su mal comportamiento con amor y comprensión; pues nunca quisieron comprender que la maldad en su interior era genuina, parte de su sistema, ella era el mismo mal encarnado en una mujer. Los problemas no demoraron en llegar, en la escuela había logrado fomentar el miedo en sus compañeros con su mera presencia, lo mismo ocu
Desde que tengo uso de razón, siempre viví con mi abuelo en un pequeño pueblo lejos de la ciudad. Él era la única persona que me amó y vivió cuidándome; haciéndome sentir querida y apreciada. Desgraciadamente mi felicidad con él, término cuando tenía 10 años; él falleció y tuve que mudarme con mi madre, mujer que nunca conocí y que sé que me odiaba. Ella vivía en una casa enorme en la gran ciudad con su esposo, un hombre con mucho poder y su hijastro, un niño malo hasta los huesos. —Entra— repitió mi madre Rebecca con mala cara haciéndome ingresar en un pequeño cuarto detrás de la gran casa, —Ponte cómoda. Este será tu nuevo hogar— fueron las únicas palabras que me dijo el día en que llegue a su vida de nuevo. Cerró la puerta dando un golpe y me dejó sola a mi suerte y con el corazón herido. — Abuelito que falta me haces, que aré ahora sola aquí sin ti… — repliqué esas palabras una y otra vez, llorando; tirada en la pequeña cama que había en ese lugar, hasta que el cansanc
Había pasado una semana desde que hablé con Rebecca y desde ese día no he logrado acercarme a ella para intentar convencerla. Mañana es el último día para presentar los papeles de ingreso y si no logro que ella los firme hoy; podre despedirme de mis sueños de una vez por todas. Hoy haré algo que sé que la enojará mucho y espero que funcione. Eran las 8 de la noche y la cena familiar se serviría en 10 minutos, esta era la oportunidad de que por fin me escuchara, así que me puse de pie; agarré mi sobre y me armé de valor mientras iba hacia el comedor. Y ahí estaban; ella y su esposo esperando que terminen de servirles la cena, —Permiso — dije sin más y avancé asta ellos, la cara de Rebecca cambio de tierna a odio al verme parada ahí —¡¿Qué haces aquí?!— soltó sin más, mientras me fulminaba con la mirada, —Quiero que firmes mi beca para ingresar a la universidad— contesté seriamente. —Tú con una beca, no me hagas reír Fernanda. Retírate antes de que te saque de los pelos
A la mañana siguiente opté por levantarme temprano, ya que no tenía sueño por la emoción que sentía, me di una ducha y fui hacia la cocina en donde Clara me había dejado el desayuno antes de irse a la casa grande. Junto al desayuno había una nota que decía: “Mi niña cierra bien la puerta antes de salir y ten mucho cuidado, te dejé la llave en el cajón del mueble de la entrada; en la noche nos vemos. Con cariño tu abuela”. Guardé la nota en mi cuaderno y lo guardé en mi bolso junto al sobre de la universidad, documentos y demás. Tomé mi desayuno, guardé mi celular y marché rumbo a la oficina de la universidad. Luego de caminar por un largo rato y tomar el bus, por fin llegué a mi destino, estaba muy emocionada, así que apreté mi bolso en mi pecho y entre; caminando directo hacia la recepción, —Buenos días — saludé a la recepcionista con apuro, —Hola; buenos días, ¿qué necesitas? — Vengo a entregar los papeles y la autorización para ingresar— le comenté con una sonrisa,
Al bajar del auto tomé mi bolso y una de las cajas del maletero, mi tío me siguió con las cosas faltantes, nos guiamos por los carteles y llegamos a un edificio muy bonito adornado como todo el lugar, — Hola — nos saludó una señora de pelo dorado con un uniforme de seguridad mientras nos abría la puerta, — Hola, buenas tardes— respondí con impaciencia, — Soy Doroti la guardia de la residencia número tres de estudiantes— se presentó formalmente, — Un placer me llamo Fernanda, mi habitación es la numero 16— le dije con emoción, — Muy bien sube las escaleras, la tercera puerta a la derecha. Por favor que tu acompañante no demore mucho, ya que no está permitido que hombres entren en la residencia de las chicas— nos indicó amablemente, — Gracias Doroti y entendido no demoraremos mucho— le hice una señal a mi tío para que me siguiera y caminamos rumbo a la habitación. Luego de dejar las cosas en la cama que elegí, acompañé a mi tío hasta el auto donde nos despedimos y me
El primer mes ha pasado volando y ya se han formado los “grupitos”. Están los populares, que se dividen en dos grupos; el primero son las divas, así se hacen llamar ellas. Son un grupo de 5 chicas, todas muy bonitas, de padres adinerados y creencia de princesas, la cabecilla del grupo es Andrea, una rubia muy despampanante, alta; curvilínea, de ojos azules, ella es la hija del director. Las gemelas Leticia y Laura, dos chicas muy operadas que prefieren arreglar todo de forma carnal; con poco cerebro, son idénticas y usan el pelo largo; Andrea con ondas en un tono rojizo y Laura lo tiene lacio y castaño, ambas tienen ojos color ámbar. Luego está Tiana, una morocha con cuerpo de ensueño; tiene el cabello negro y rizado, sus ojos son cafés; novia del colíder de futbol a la que solo le importan las apariencias y por último la pobre Luisa, que es una chica linda, altura promedio; cuerpo pequeño sin muchas curvas, su piel tiene un perfecto tono rosa que la hace parecer muy delicada;