Capítulo trece. Voy a comerte Diane se atoró con el trozo de carne aún sin digerir y casi escupió el trago de vino en el acto.Ella con la cabeza en las nubes y aquel descarado venía con esas... preguntas.¿De dónde diablos había salido Tyler West?Jamás había conocido nadie tan atrevido de una forma... agradable. Contradictorio, enigmático e inesperado...: eran las tres palabras que describían muy bien al inglés.'Bueno, yo también puedo jugar este juego', pensó con malicia. Era hora de divertirse...—Pues... — bebió de su copa buscando aumentar la expectación y el misterio —, me gusta el sexo sucio y duro. Que me dominen y me hagan arder.—Con que te gusta jugar con el fuego — reflexionó Tyler mientras se acariciaba la barbilla — y sexo duro... — entrecerró los ojos y entonces, rio con ganas —. ¡Ah! Casi te creo, Diane de la Concepción.—¿Qué te ha hecho dudar? — preguntó ella, disfrutando el momento.—He compartido la cama contigo más de una vez y he visto un poco de tu conducta h
Capítulo catorce. Mi condición para ayudarte Los días transcurrieron de maravilla y demasiado rápido y con ellos, los encuentros entre Diane y Tyler se volvieron más frecuentes. En una semana solo habían dejado de verse un día debido a la carga de trabajo por las dos partes. Tanto la muchacha española como el chef británico eran personas ocupadas que dirigían sus propios negocios, por lo que se comprendían mutuamente y por eso podían ser honestos el uno con el otro. Él no pensaba dejar a Diane ir nunca más, en tanto ella se estaba volviendo adicta a los besos del extraño pedante, a su cuerpo, a su comida y a él en general.Una mañana Diane entró corriendo al baño de la oficina en cuanto sintió una nueva oleada de unas horribles náuseas. En los últimos días su estómago se había revelado contra sí misma con fuerza y ella apenas conseguía retener algún alimento. Todo lo que le entraba a la boca lo expulsaba por el mismo lugar. Diane pensó que de seguro debía de haber pescado algún viru
Capítulo quince. El cierre del acuerdo Diane se quedó quieta y no supo qué decir. Si se negaba a la exigencia de Tyler, perdería el beneplácito de los portugueses y si aceptaba..., estaría dando pie a llevar aquella relación "sin ataduras ni intereses románticos" a otro nivel. De una u otra forma correría peligro y lo más curioso de todo era que prefería tener un primer fracaso en los negocios dentro de su intachable carrera, a fracasar una vez más en el amor. Estaba un poco asustada, la increíble química con Tyler comenzaba a darle miedo. Miedo de verdad.Tyler podía escuchar la respiración de Diane a través de la línea telefónica, sin embargo, no se amedrentó ni se echó para atrás. Así que con paciencia esperó la respuesta de la joven. Estaba decidido a conseguir su objetivo, pues aspiraba a ser algo más que su amante. Las noches esporádicas de pasión ya no eran suficientes para él. Quería más... por primera vez en su vida quería más de alguien... y también se sentía capaz y digno
Capítulo dieciséis. No se puede tener todo en la vida Tyler sostuvo a Diane en cuanto se percató del temblor en las piernas dela joven.—Vamos — le rodeó los hombros con sus brazos y caminó hacia el vestidor privado para cambiarse.En ningún momento dejó de sostenerla, puesto que temía que se desplomase en cualquier momento. La preocupación se había instalado en su pecho junto a otro sentimiento, el cual todavía no podía definir con claridad.Una vez más, la joven empresaria debió aceptar la oferta del chef de conducir por ella. Se encontraba muy nerviosa. El parto de Ana Lucía se había programado para dentro de una semana. Diane sabía que su madre ya había cumplido los nueve meses, por lo que no existía riesgo de prematuridad. Sin embargo, no era lo mismo una cesárea programada que un parto improvisado. Además, habían varios factores como los pequeños traumatismos del accidente, la tensión arterial y la edad de su madre, lo cuales podrían resultar peligrosos. Por ello todo se había
Capítulo diecisiete. Lo hemos logrado Aquella mañana todo parecía diferente. Diane no sabía la razón, pero algo en su interior le decía que a partir de aquel día, la vida le cambiaría por completo. Era ridículo y Diane se rio de sí misma al pensarlo. No obstante, al escuchar una corta frase el mundo se le puso de cabeza:—Bueno, estás embarazada...Sentía que todo le daba vueltas.—Ess...o... eso es... — titubeó sin saber muy bien cómo demonios respiraba — imposible...—Técnicamente no. Tienes de cinco a seis semanas de gestación, Diane.'La primera noche con Tyler.'Las palabras del doctor no podían ser ciertas. Ella lo había intentado por años y ningún tratamiento había funcionado. Además, recordaba haber utilizado protección aquella noche. Era imposible…, pero al ver la pequeña mancha en la pantalla, las dudas se disiparon: de verdad estaba embarazada.—Tienes un poco de anemia, la cual debemos corregir o puede ser peligrosa — escuchó la voz del médico al salir de su estado de ens
Capítulo dieciocho. La mejor cita del mundo... con el peor final Tyler había pensado muy bien cómo planificar la salida. Había sido todo un reto. ¿Qué podría sorprender a una mujer rica, dueña de hoteles y sitios turísticos? Al final, optó por lo sencillo.Apenas salieron los primeros rayos del sol, la citó a orillas de la Laguna del Duque, uno de los sitios más asombrosos de Madrid.La vio aparecer en el lugar pactado vestida con unos simples vaqueros, una sudadera con capucha y zapatillas deportivas a juego. Él le había recomendado llevar ropa cómoda, pero no imaginó que incluso con aquella simple vestimenta, se vería tan guapa y seductora.En más de una ocasión había idealizado a Diane de la Concepción como una diosa de la antigua mitología griega y no cualquiera: se debatía entre Hera o Afrodita, o tal vez una combinación de todas, puesto que también tenía algo de Atenea. Su sola presencia conseguía iluminar el paisaje en derredor.—Buenos días, sexi feminista.Ella sonrió al ver
Capítulo diecinueve. Señales del Universo El vino se desparramó sobre la mesa al mismo tiempo que la copa se volvía añicos en el suelo. Tyler comenzó a toser para combatir la sensación de ahogo, pero la misma no desaparecía. Él simplemente no encontraba la manera de respirar. El inglés se había percatado de que el cuerpo de Diane destilaba tensión desde el primer momento en que se habían visto en la mañana y él lo había percibido. En el fondo presentía que ella necesitaba decirle algo y que tenía miedo de hacerlo a la misma vez, sin embargo, aquellas dos palabras jamás atravesaron su mente ni por asomo. Embarazada. Diane estaba embarazada. Tendría un hijo… ¡Él tendría un hijo! Porque era suyo. De otra forma ella no se lo hubiera contado así. Repetía las frases una y otra vez en su cabeza sin poder creerlo. —No sé cómo sucedió — continuó la mujer una vez superado el ataque de ahogo —. Recuerdo habernos protegido esa noche… Él también lo recordaba, aunque habían hecho el amor tan
Capítulo veinte. El mejor soborno El día de regresar a casa para Ana Lucía y Andrés llegó y en la mansión hub0 movimiento desde el amanecer, buscando dejar todo listo para recibir al nuevo integrante de la familia junto a sus padres.Diane se movía de un lado hacia el otro sin descanso, cuidando de cada detalle como la perfeccionista que era. Además, los nervios eran un buen incentivo para poner mayor empeño en sus labores. Aquel día también tenía planeado anunciar su embarazo a la familia y las tripas brincaban en su estómago de solo pensarlo. Para colmo, Tyler iba a la fiesta con retraso, puesto que según la última llamada que le había hecho, todavía estaba en el set de grabación de su programa.—Juro que si no llega...—¿Ya estás otra vez con tus amenazas? — el chef apareció a sus espaldas en ese preciso instante.—¡Hasta que apareces! — Diane reaccionó de una forma muy exagerada. Incluso estaba dispuesta a golpearle... e iba a hacerlo —. ¡Prometiste hacer el gazpacho y mis padres